El pasado 19 de agosto de 2009, desde unos cielos oscuros y en una muy buena noche, dirigí el telescopio hacia M31. La he visto y disfrutado en muchas ocasiones, pero esa noche me propuse dibujarla por primera vez. Y este fue el resultado:

Para ser un poco más fiel a lo que veía a través del telescopio hubiera tenido que incluir un buen número de estrellas más débiles, pero preferí concentrarme dibujando a M31 y a M32.
Estas dos galaxias se encuentran a 2,5 millones de años luz de distancia, un dato que sobrepasa con creces mi capacidad de asimilación de estas distancias. Pero hay más datos. M31 mide unos 160.000 años luz de diámetro y consta de, como mínimo, unos 300.000 millones de estrellas...
M32 es una galaxia satélite de M31, y tiene un diámetro de 8.000 años luz...
No deberíamos olvidar estos datos mientras estamos observando estos dos objetos.
M31 ocupa todo el campo del ocular de 40mm (31,25x)... y más. Destaca un núcleo concentrado muy brillante de forma ovalada, rodeado por un halo del que distingo varias gradaciones de intensidad. Después de un buen rato adaptando la vista a la oscuridad es cuando consigo observarla de manera más impresionante. El núcleo no lo veo centrado, sino más bien un poco desplazado hacia un extremo.
Intento abstraerme de M31 (misión casi imposible) y centrarme en M32. Esta galaxia, si la pudiésemos ver sin la omnipresencia de M31, resultaría ser una de las más espectaculares que pudiéramos ver... pero es lo que tiene vivir a la sombra de los poderosos... a menudo eclipsan a los que los rodean. M32 la veo brillante, homogénea, con una forma oblonga y un cierto halo en sus límites exteriores.
Una noche de observación inolvidable. Al igual que la siguiente que paso a comentar.
En 2003 todavía no me había comprado el telescopio, pero eso no era impedimento para pasar unas cuantas horas disfrutando del cielo. El 14 de septiembre de ese año anoté en mi cuaderno de observación recién estrenado:
“
Material de observación: Prismáticos Celestron Ultima 10x50mm, Bak4, Fully multi-coated.
Comienzo de la observación: 21,30 hora local.
Final de la observación: 22,30 hora local.
Condiciones: Óptimas. Ha soplado un fuerte viento durante el día, pero la noche ha quedado serena. La Luna, llena el 11 de septiembre, ahora decrece, pero todavía no ha salido y no molesta. Hace fresco.
Objectivo principal: Observar por primera vez la galaxia de Andrómeda M 31
(Conseguido)
Preparo la butaca de plástico, cojo el Planisferio y el libro “Observar el Cielo” de David H. Levy (pág. 132) para orientarme y me pongo cómodo.
Empiezo dando una mirada general a ojo desnudo y comprobando que la visibilidad realmente es óptima. Identifico fácilmente Ursa Major, Cygnus, Lyra, Aquila, Arcturus, Cassiopeia...
Parto de Alpha Andromedae (Alpheratz), en una esquina del cuadrado de Pegaso, y voy siguiendo una línia hasta llegar a Beta AND (Mirach).
Estoy bastante seguro de haberlo hecho correctamente, y con la ayuda de los prismáticos voy identificándolas de nuevo. Me cuesta un poco, ya que me desoriento con facilidad, pero al final estoy convencido de haberme situado correctamente.
La prueba de fuego: veo que en el mapa del libro, Mu AND está al lado de Beta AND. Cojo los prismáticos... y ahí está. Ambas ocupan casi el límite del campo de visión de los prismáticos. Y automáticamente, localizo Nu AND, y con gran emoción... veo M 31.
Es la primera vez que me planteo buscar un objecto concreto y, paso a paso lo consigo encontrar. Así que la emoción es doble: haber navegado con éxito por el cielo y ver por primera vez la galaxia de Andrómeda, a unos 2,5 millones de años luz.
No veo detalles, pero sí aprecio claramente su forma (como una pequeña zona nebulosa).
Después de este éxito me dedico a disfrutar con tranquilidad de la noche: Vega y Epsilon Lyrae, por un lado, Arcturus, la Corona boreal, Aquila (Altair) y Cygnus (la pirámide de Deneb).
Ya para acabar veo Marte, muy brillante, y la Luna saliendo por detrás de la montaña.
Hace fresco y después del éxito decido acabar la observación: mañana es lunes y hay que trabajar”.
Estos fueron los comentarios de ese día, que hubiera caído en el olvido de no haber tomado estas anotaciones. Otro ejemplo más de lo útil y gratificante que resulta tomar notas de lo que se observa.
Para concluir, me gustaría comentar que hay objetos en los que unos cielos oscuros representan la diferencia entre verlo y no verlo, pero con M31 y M32, la diferencia se encuentra entre verlo... y verlo de manera espectacular.
El dibujo que he puesto es lo que observé desde un cielo oscuro, mientras que M31, con contaminación lumínica, en el mejor de los casos, puede presentarse tan sólo como una pequeña manchita ovalada y blancuzca que casi pasa desapercibida.