Cuando llevas varios días esperando que llegue el fin de semana para marchar al pueblo y poder montar el telescopio para una sesión de observación, es difícil desistir a ello aunque las condiciones no sean las más apropiadas.
Esto es lo que me pasó la noche del 26 de septiembre de 2020. Cuando quise darme cuenta, un fuerte viento estaba soplando e imposibilitaba la observación planetaria y lunar, es decir, lo que tenía previsto para disfrutar unas horas a pie de telescopio.
Así que no tuve más remedio que modificar lo planificado y me dediqué a la observación de algunos cúmulos abiertos.
Uno de ellos fue NGC7686, un cúmulo abierto situado en la constelación de Andrómeda.
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Es un cúmulo adecuado para pequeños telescopios, e incluso prismáticos, debido a su gran extensión y a la dispersión de sus componentes.
A pesar de ello, a través de mi SC de 235mm ofrece una vista atractiva.
Puedo apreciar a la estrella más brillante del cúmulo, HIP115996, que brilla con magnitud 6,2 y que gracias a su clase espectral K 3 II, lo hace con un bonito color amarillo intenso medio anaranjado. Alrededor de ella, otras seis estrellas brillantes la envuelven, mientras que otras tres quedan un poco ajenas al grupo, aunque su brillo hace que mantengan cierto vínculo con todas las otras.
A parte de estas nueve componentes, otras estrellas más débiles pueblan la zona, añadiendo un punto de belleza al cúmulo. En este sentido se agradece observarlo desde cielos oscuros.
Me ha gustado, y me guardo anotado volver a él, pero con los prismáticos.
Más tarde, buscando información sobre NGC7686, leo que en 1961 Johnson et altri, publicaron un artículo donde llegaron a la conclusión, después de un exhaustivo estudio de sus componentes, que no se trata de un cúmulo abierto real, sino que lo vemos como tal debido a la perspectiva.
Sea como sea, para nosotros los observadores aficionados, NGC 7686 continúa siendo un bonito grupo estelar al que visitar.
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