Pero claro, todo sería muy fácil en nuestra afición si todo lo que planificáramos lo pudiéramos llevar a cabo sin ninguna dificultad. Todo el día despejado, y hacia el atardecer, unas simpáticas nubes se adueñan del cielo.
Y como si se estuvieran riendo de mí, no tienen la decencia de tapar por completo el cielo. Tengo que dejar la observación para otro día, pero aunque mi ánimo no está demasiado alto, no puedo evitar estar unos minutos disfrutando del juego de luces y sombras del Sol reflejado en las cuarteadas nubes.
Júpiter tendrá que esperar.
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