viernes, 30 de diciembre de 2011
Resumen Fotográfico de 2011
A pesar que la astrofotografía no es lo mío (espero que esto cambie con el tiempo), siempre que puedo intento sacar una imagen de lo que estoy observando para guardar una foto testimonial de recuerdo. Durante este 2011 he ido coleccionando unas cuantas y gracias a la iniciativa de un post del foro astronómico “ www.astronomo.org ” he decidido hacer un panel recopilatorio de las más significativas de este 2011 que termina.
Por un lado tengo varias fotografías lunares, tal vez lo más decente fotográficamente hablando, que me recuerdan las noches que he dedicado a nuestro satélite y el tiempo que he disfrutado observando y descubriendo lugares de la Luna.
Por otro lado, tengo dos supernovas, la SN2011B y la SN2011dh en M51. Nunca había observado una supernova, y este año han caído nada menos que tres.
Tengo también una fotografía del "cachorro". Es decir, he podido desdoblar fotográficamente por primera vez Sirius con mi pequeño SC de 127mm. Una noche memorable. Al igual que la noche en que también por primera vez, pude captar con mi SC de 235mm fotográficamente... y en visual, al que yo siempre consideraré mi planeta preferido: Plutón.
Capté la estrella variable Mira (Omicron Ceti) cerca de su máximo hacia el 5 de octubre de 2011.
El cometa C/Garrad P1 también tiene su hueco, al igual que un siempre fotogénico Saturno. Un Júpiter mostrando las barcazas, verdaderas novedades de la temporada, y otro más "tradicional" con un tránsito de Io y la Gran Mancha Roja (GMR).
Una atrevida foto de la nebulosa del esquimal dio paso a otras intentonas de fotografías de cielo profundo como M57, M13 y M27. Nada del otro mundo, pero teniendo en cuenta que son mis primeros pinitos, pues quedé bien contento y orgulloso con ellas.
Eclipse de Luna... y eclipse de Sol, este último nada fácil, teniendo en cuenta que hice la foto con la Nikon D70S y el objetivo de 200mm jugando con el diafragma y la exposición para que saliera algo medio decente.
Y para acabar, una muestra de mis queridas dobles: Almach, HJ3945 (La Albireo de Invierno); Gliese 15, una preciosa doble viajera; una foto de Porrima, a la que he podido desdoblar también este año por primera vez; 7 LMi (HJ1166), objeto de mi primer artículo publicado en la revista “El Observador de Estrellas Dobles”.
De todas formas, lo mejor del año ha sido acabar una tarea que me propuse hace tres años, que no era otra que observar y dibujar todos los objetos Messier vistos con mi SC de 127mm. El último de ellos fue M83, y se pueden ver todos en el blog:
http://laorilladelcosmos.blogspot.com/p/indice.html
En fin, mis fotos son más testimoniales que otra cosa, pero me han servido para recordar muy buenos momentos que he pasado observando este 2011 que termina.
Quiero mandar un deseo para todo el mundo: que el año 2012 sea un feliz año lleno de amor y de paz. Con un poco de esto que aportemos cada uno, conseguiremos un mundo mejor.
martes, 27 de diciembre de 2011
NGC1535 - Nebulosa Planetaria en Eridanus (2)
Después de sorprenderme con la nebulosa planetaria NGC1535 y de disfrutar de su observación con el SC de 127mm, me dejé anotado que tenía una cita pendiente con su enana blanca. Con el telescopio de 5” y la contaminación lumínica no fui capaz de percibir la estrella central de esta planetaria.
No es fácil observar estrellas enanas blancas debido a su poca luminosidad, sin embargo no es imposible, y el gran atractivo de hacerlo es llegar a ser conscientes que estamos observando un estado de la evolución estelar al que nuestro Sol se dirige de manera inexorable. Una enana blanca es una estrella con menos de 8 masas solares que ha agotado todo su combustible y se encuentra en las etapas finales de su vida. Los gases que ha expulsado hacia el espacio después de su colapso es lo que podemos observar cuando apuntamos a una nebulosa planetaria, siendo la estrella central su origen.
Pues bien, la noche del 26 de diciembre de 2011 me encontraba bajo varias capas de abrigo para soportar el 1º C que marcaba el termómetro, lejos de todo tipo de contaminación lumínica, con un seeing de 4/5 (Siendo 5= óptimo), sin nubes, sin Luna y con mi telescopio de 235mm montado y listo para apuntar a una vieja conocida: NGC1535.
Tenía los recuerdos frescos de la observación del 18 de diciembre de 2011 con el telescopio pequeño, por lo que empecé la noche con la intención de hacer una comparativa entre lo que vi con el SC de 127mm y lo que me disponía a ver con el SC de 235mm.
Este es el dibujo que hice a 313x:
Una buena muestra de lo que es observar esta clase de objetos con un telescopio de 5” y con otro de 9,25”. En este caso, la abertura manda.
He estado un cuarto de hora mirando por el ocular, sin apartar de él el ojo, cerrándolo en ocasiones para descansar un poco la vista, pero obligándolo a adaptarse lo mejor posible a la oscuridad y a lo que me mostraba los 10’ del campo del ocular de 7,5mm.
El esfuerzo ha valido la pena. NGC1535 cada vez cogía más confianza y se iba mostrando paulatinamente de manera más clara. Llegado a un punto en que ya no creía poder observar nada nuevo, me he relajado un poco y he podido disfrutar de un núcleo potente, redondeado, brillante, envuelto por un halo difuso que lucha por hacerse cada vez más evidente.
Creo que ya estoy preparado. Miro con visión lateral y me aparece bien puntual la enana blanca que no había podido observar con mi SC de 127mm. Una sonrisa se dibuja en mis labios, y el cuerpo, a pesar del abrigo, se estremece un poco pensando que estoy viendo “nuestro” futuro.
A la mínima que fijo la vista, la estrella central desaparece camuflándose entre el brillante núcleo y no vuelvo a verla hasta que cambio de estrategia y vuelvo a la visión lateral. Sensacional lo que puedo distinguir con estos 313x.
Después de observar NGC1535 con el SC de 127mm y quedar realmente satisfecho, hoy he tenido la impresión que la planetaria ha decidido abrirse definitivamente mostrando todas sus interioridades, como si se encontrara a gusto con mi compañía y después de tantos esfuerzos en conocerla me hubiera ganado ya su confianza.
Llegados a este punto decido ir a por otro objetivo, pero lamentablemente la humedad y el frío reinante han hecho mella en mi telescopio y me ha resultado imposible continuar observando. Tengo que buscar alguna solución, no hay nada más frustrante que tener ganas de observar en una buena noche y tener que dejarlo porqué se empañe el telescopio. Con todo, lo dejo satisfecho y con el recuerdo de NGC1535 grabado en mi retina.
No es fácil observar estrellas enanas blancas debido a su poca luminosidad, sin embargo no es imposible, y el gran atractivo de hacerlo es llegar a ser conscientes que estamos observando un estado de la evolución estelar al que nuestro Sol se dirige de manera inexorable. Una enana blanca es una estrella con menos de 8 masas solares que ha agotado todo su combustible y se encuentra en las etapas finales de su vida. Los gases que ha expulsado hacia el espacio después de su colapso es lo que podemos observar cuando apuntamos a una nebulosa planetaria, siendo la estrella central su origen.
Pues bien, la noche del 26 de diciembre de 2011 me encontraba bajo varias capas de abrigo para soportar el 1º C que marcaba el termómetro, lejos de todo tipo de contaminación lumínica, con un seeing de 4/5 (Siendo 5= óptimo), sin nubes, sin Luna y con mi telescopio de 235mm montado y listo para apuntar a una vieja conocida: NGC1535.
Tenía los recuerdos frescos de la observación del 18 de diciembre de 2011 con el telescopio pequeño, por lo que empecé la noche con la intención de hacer una comparativa entre lo que vi con el SC de 127mm y lo que me disponía a ver con el SC de 235mm.
Este es el dibujo que hice a 313x:
Una buena muestra de lo que es observar esta clase de objetos con un telescopio de 5” y con otro de 9,25”. En este caso, la abertura manda.
He estado un cuarto de hora mirando por el ocular, sin apartar de él el ojo, cerrándolo en ocasiones para descansar un poco la vista, pero obligándolo a adaptarse lo mejor posible a la oscuridad y a lo que me mostraba los 10’ del campo del ocular de 7,5mm.
El esfuerzo ha valido la pena. NGC1535 cada vez cogía más confianza y se iba mostrando paulatinamente de manera más clara. Llegado a un punto en que ya no creía poder observar nada nuevo, me he relajado un poco y he podido disfrutar de un núcleo potente, redondeado, brillante, envuelto por un halo difuso que lucha por hacerse cada vez más evidente.
Creo que ya estoy preparado. Miro con visión lateral y me aparece bien puntual la enana blanca que no había podido observar con mi SC de 127mm. Una sonrisa se dibuja en mis labios, y el cuerpo, a pesar del abrigo, se estremece un poco pensando que estoy viendo “nuestro” futuro.
A la mínima que fijo la vista, la estrella central desaparece camuflándose entre el brillante núcleo y no vuelvo a verla hasta que cambio de estrategia y vuelvo a la visión lateral. Sensacional lo que puedo distinguir con estos 313x.
Después de observar NGC1535 con el SC de 127mm y quedar realmente satisfecho, hoy he tenido la impresión que la planetaria ha decidido abrirse definitivamente mostrando todas sus interioridades, como si se encontrara a gusto con mi compañía y después de tantos esfuerzos en conocerla me hubiera ganado ya su confianza.
Llegados a este punto decido ir a por otro objetivo, pero lamentablemente la humedad y el frío reinante han hecho mella en mi telescopio y me ha resultado imposible continuar observando. Tengo que buscar alguna solución, no hay nada más frustrante que tener ganas de observar en una buena noche y tener que dejarlo porqué se empañe el telescopio. Con todo, lo dejo satisfecho y con el recuerdo de NGC1535 grabado en mi retina.
domingo, 25 de diciembre de 2011
NGC1535 - Nebulosa Planetaria en Eridanus
Lo primero que pensé cuando puse el ojo en el ocular y vi por primera vez la nebulosa planetaria NGC1535 fue: “¿Cómo es posible que no hubiera tenido antes noticia de esta planetaria tan brillante?”.
Y para ser sincero, no me extraña en absoluto esta reacción. Las nebulosas planetarias no son un objeto celeste fácil para telescopios de poca abertura, y después de muchas noches en las que he tenido que hacer grandes esfuerzos para detectar simples redondeles diminutos y difusos, no deja de sorprenderme encontrar una planetaria tan asequible y agradecida como NGC1535.
De hecho, este hallazgo debo agradecérselo a un compañero de foro de la Asociación Astronómica Hubble, Diego González (Lynx), que en su momento quiso compartir muy amablemente con el foro una relación de 80 nebulosas planetarias aptas para pequeños telescopios (100-130mm), listado muy útil que permite elegir los objetivos asequibles a nuestros instrumentos.
http://www.asociacionhubble.org/portal/index.php/foro/viewtopic.php?f=15&t=46921
William Herschel en 1785 descubrió esta planetaria que se encuentra a una distancia de unos 5.200 años luz de distancia y que podemos localizar en la constelación de Eridanus. Como es costumbre entre los astrónomos aficionados, varios nombres pintorescos son los que se asocian a esta nebulosa, entre ellos el Ojo de Cleopatra, el Fantasma de Neptuno o la Medusa Celeste... pero como digo siempre, para los que observamos este tipo de objetos con telescopios pequeños, todos ellos no dejan de ser meras curiosidades de las que no podemos confirmar ni desmentir el acierto o no de su apreciación.
La noche del 18 de diciembre de 2011 resultó ser una buena noche para observar: sin Luna, completamente despejado, un seeing aceptable de 3/5 (Siendo 5=óptimo)... sólo el pequeño inconveniente de los 3º C que marcaba el termómetro. Así que bien abrigado, me decidí a apuntar hacia NGC1535. Hice el dibujo a 69x para enmarcar la planetaria en el campo estelar que la acompaña, y luego, añadí al lado tal como la acabé viendo con 208x:
A 50x ya puede verse como una estrella desenfocada, fácilmente identificable, al resultar ser la única “estrella” del campo que no se ve puntual. Pongo los 69x para intentar distinguirla mejor. Las estrellas que la acompañan, aún no siendo demasiado brillantes, sí son claramente perceptibles. Esto nos va bien a la hora de observarla, por un lado, ninguna estrella excesivamente potente nos apaga la nebulosa, y por otro lado, NGC1535 se ve acompañada por un bonito séquito estelar.
Si bien muchos observadores la ven de un color verde-azulado, por mi parte la veo de una tonalidad gris pálido. Supongo que en este aspecto tendrá mucho que decir nuestra propia capacidad de percibir los colores. En cuanto a su forma, es claramente redondeada. Adaptando mejor la vista a la oscuridad, noto un núcleo muy brillante envuelto en un pequeño halo muy difuso. En cierta manera, me recuerda el aspecto que a veces ofrece un pequeño cúmulo globular no resoluble. Es bastante grande y brillante, en comparación con otras nebulosas planetarias del estilo que suelo observar.
Al final decido forzar un poco los aumentos y utilizar los 208x que me ofrece mi ocular de 6mm. A veces, más aumentos no implica ver más cosas, pero en este caso, la mejoría es evidente. El núcleo gana en potencia, y el halo que casi pasaba antes desapercibido, ahora aparece más claro, con una forma un poco alargada y con unos límites externos bastante irregulares.
Vale la pena forzar aumentos, no sólo por la mejora visual, sino para intentar ver su estrella central, una enana blanca que brilla con una magnitud de 12,2. Es cierto que para pequeños telescopios esto ya empieza a considerarse un reto, pero el caso es que tampoco es tan fácil observarla con instrumentos de mayor abertura debido a que puede llegar a disimularse entre el potente brillo que ofrece el núcleo de la planetaria. Un buen consejo para tener éxito es utilizar los máximos aumentos posibles y la visión lateral. Por mi parte, esa noche no fui capaz de distinguirla.
A pesar de está pequeña decepción, disfruté mucho observando esta poco injustamente conocida nebulosa planetaria, y de hecho, tuve la sensación que puede ofrecer un magnífico espectáculo a través de un telescopio de mayor abertura, así que me dejo pendiente su observación con mi SC de 235mm a la primera oportunidad que se me presente. Tengo una cita pendiente con su enana blanca...
Y para ser sincero, no me extraña en absoluto esta reacción. Las nebulosas planetarias no son un objeto celeste fácil para telescopios de poca abertura, y después de muchas noches en las que he tenido que hacer grandes esfuerzos para detectar simples redondeles diminutos y difusos, no deja de sorprenderme encontrar una planetaria tan asequible y agradecida como NGC1535.
De hecho, este hallazgo debo agradecérselo a un compañero de foro de la Asociación Astronómica Hubble, Diego González (Lynx), que en su momento quiso compartir muy amablemente con el foro una relación de 80 nebulosas planetarias aptas para pequeños telescopios (100-130mm), listado muy útil que permite elegir los objetivos asequibles a nuestros instrumentos.
http://www.asociacionhubble.org/portal/index.php/foro/viewtopic.php?f=15&t=46921
William Herschel en 1785 descubrió esta planetaria que se encuentra a una distancia de unos 5.200 años luz de distancia y que podemos localizar en la constelación de Eridanus. Como es costumbre entre los astrónomos aficionados, varios nombres pintorescos son los que se asocian a esta nebulosa, entre ellos el Ojo de Cleopatra, el Fantasma de Neptuno o la Medusa Celeste... pero como digo siempre, para los que observamos este tipo de objetos con telescopios pequeños, todos ellos no dejan de ser meras curiosidades de las que no podemos confirmar ni desmentir el acierto o no de su apreciación.
La noche del 18 de diciembre de 2011 resultó ser una buena noche para observar: sin Luna, completamente despejado, un seeing aceptable de 3/5 (Siendo 5=óptimo)... sólo el pequeño inconveniente de los 3º C que marcaba el termómetro. Así que bien abrigado, me decidí a apuntar hacia NGC1535. Hice el dibujo a 69x para enmarcar la planetaria en el campo estelar que la acompaña, y luego, añadí al lado tal como la acabé viendo con 208x:
A 50x ya puede verse como una estrella desenfocada, fácilmente identificable, al resultar ser la única “estrella” del campo que no se ve puntual. Pongo los 69x para intentar distinguirla mejor. Las estrellas que la acompañan, aún no siendo demasiado brillantes, sí son claramente perceptibles. Esto nos va bien a la hora de observarla, por un lado, ninguna estrella excesivamente potente nos apaga la nebulosa, y por otro lado, NGC1535 se ve acompañada por un bonito séquito estelar.
Si bien muchos observadores la ven de un color verde-azulado, por mi parte la veo de una tonalidad gris pálido. Supongo que en este aspecto tendrá mucho que decir nuestra propia capacidad de percibir los colores. En cuanto a su forma, es claramente redondeada. Adaptando mejor la vista a la oscuridad, noto un núcleo muy brillante envuelto en un pequeño halo muy difuso. En cierta manera, me recuerda el aspecto que a veces ofrece un pequeño cúmulo globular no resoluble. Es bastante grande y brillante, en comparación con otras nebulosas planetarias del estilo que suelo observar.
Al final decido forzar un poco los aumentos y utilizar los 208x que me ofrece mi ocular de 6mm. A veces, más aumentos no implica ver más cosas, pero en este caso, la mejoría es evidente. El núcleo gana en potencia, y el halo que casi pasaba antes desapercibido, ahora aparece más claro, con una forma un poco alargada y con unos límites externos bastante irregulares.
Vale la pena forzar aumentos, no sólo por la mejora visual, sino para intentar ver su estrella central, una enana blanca que brilla con una magnitud de 12,2. Es cierto que para pequeños telescopios esto ya empieza a considerarse un reto, pero el caso es que tampoco es tan fácil observarla con instrumentos de mayor abertura debido a que puede llegar a disimularse entre el potente brillo que ofrece el núcleo de la planetaria. Un buen consejo para tener éxito es utilizar los máximos aumentos posibles y la visión lateral. Por mi parte, esa noche no fui capaz de distinguirla.
A pesar de está pequeña decepción, disfruté mucho observando esta poco injustamente conocida nebulosa planetaria, y de hecho, tuve la sensación que puede ofrecer un magnífico espectáculo a través de un telescopio de mayor abertura, así que me dejo pendiente su observación con mi SC de 235mm a la primera oportunidad que se me presente. Tengo una cita pendiente con su enana blanca...
lunes, 19 de diciembre de 2011
¿Una Monocerótida?
Cuando estamos observando con nuestro telescopio, es posible que estemos tan concentrados poniendo el ojo en el ocular que nos podemos perder la impresionante belleza que nos ofrece la cúpula celeste en su conjunto... y no sólo eso, sino que podemos dejar de observar algún fenómeno peculiar, como casi me ocurre a mi la noche del 18 de diciembre de 2011.
Esa noche estaba observando una serie de planetarias con mi SC de 127mm, lo que resultaba bastante fatigante por culpa de la contaminación lumínica, la debilidad y pequeño tamaño de este tipo de objetos, sin olvidar la poca abertura del telescopio.
Para descansar un poco me levanté de la silla para estirar mis entumecidas piernas e intentar que la sangre volviera a circular por mis manos. Los 3º C que marcaba el termómetro empezaban a hacer mella en mi ánimo... y en mi cuerpo.
Dirigí mi atención hacia la constelación de Orion, realmente magnífica. Su forma peculiar siempre reconocible estaba empezando a adueñarse del cielo. Sirius estaba empezando a asomar por el horizonte. En esto estaba cuando de repente, entre Sirius y Procyon vi un destello fulgurante, de un brillo claramente superior al de Venus, que se fue apagando en unos dos segundos dejando una fina estela en dirección al horizonte.
No pude evitar lanzar una exclamación, y una vez recuperado de la espectacular aparición, miré la hora exacta e hice un boceto de la zona y del fenómeno en sí:
Al día siguiente me propuse investigar un poco para intentar confirmar qué había visto exactamente.
Empecé descartando que se tratara de un satélite Iridium, que se caracterizan por sus fogonazos. En la web de Heavens Above, ninguno de los satélites que pasaban por mi zona coincidía con la hora en que vi, lo que apostaría, fue un meteoro:
Consultando sobre mi observación en dos foros de astronomía, en uno un compañero, (Crisyo), confirmó que él también había visto un destello parecido a mi descripción por la misma zona, y en el otro, Isabel (Alhena) me sugirió que había visto un meteoro perteneciente a la lluvia de Alpha Monocerótidas.
Da gusto compartir afición con personas que siempre están dispuestas a echar una mano en lo que pueden.
Con esta información consulté el Starry Night para ver qué lluvias de estrellas tienen su radiante por la zona en que vi el meteoro, y me encontré con esto, que me ha desconcertado un poco:
Según el programa, el máximo de las Alpha Monocerótidas es hacia el 21 de noviembre, observándose aproximadamente del 15 al 25 de noviembre. Entonces he visto que también aparece la lluvia de Monocerótidas, cuyo máximo es el 9 de diciembre pudiéndose observar del 27 de noviembre al 17 de diciembre.
Por situación, lo que vi encaja con las Alpha Monocerótidas, pero por fechas, sería más probablemente una Monocerótida...
Independientemente de si es una o la otra, lo que me llamó la atención fue que normalmente, en las lluvias de estrellas que he podido ver hasta el momento el meteoro empieza como una fina línea y acaba viéndose el "fogonazo", mientras que esta vez vi primero el fogonazo y después la estela que iba en dirección al horizonte desapareciendo poco a poco.
Pero bueno, aunque no pueda estar seguro sobre su origen, me quedo con la bonita sensación de admiración que tuve al presenciar ese fogonazo, acompañado de una pequeña estela, enmarcado entre las constelaciones de Orion, Canis Major, Monoceros y Canis Minor... y una nueva lección: No olvidar de echar una mirada al cielo a simple vista en mis sesiones de observación. De hecho, pocas son las generaciones que han tenido ocasión de observarlo con algún tipo de instrumento.
Esa noche estaba observando una serie de planetarias con mi SC de 127mm, lo que resultaba bastante fatigante por culpa de la contaminación lumínica, la debilidad y pequeño tamaño de este tipo de objetos, sin olvidar la poca abertura del telescopio.
Para descansar un poco me levanté de la silla para estirar mis entumecidas piernas e intentar que la sangre volviera a circular por mis manos. Los 3º C que marcaba el termómetro empezaban a hacer mella en mi ánimo... y en mi cuerpo.
Dirigí mi atención hacia la constelación de Orion, realmente magnífica. Su forma peculiar siempre reconocible estaba empezando a adueñarse del cielo. Sirius estaba empezando a asomar por el horizonte. En esto estaba cuando de repente, entre Sirius y Procyon vi un destello fulgurante, de un brillo claramente superior al de Venus, que se fue apagando en unos dos segundos dejando una fina estela en dirección al horizonte.
No pude evitar lanzar una exclamación, y una vez recuperado de la espectacular aparición, miré la hora exacta e hice un boceto de la zona y del fenómeno en sí:
Pinchar en la foto para ver el meteoro tal como lo pude observar |
Al día siguiente me propuse investigar un poco para intentar confirmar qué había visto exactamente.
Empecé descartando que se tratara de un satélite Iridium, que se caracterizan por sus fogonazos. En la web de Heavens Above, ninguno de los satélites que pasaban por mi zona coincidía con la hora en que vi, lo que apostaría, fue un meteoro:
Consultando sobre mi observación en dos foros de astronomía, en uno un compañero, (Crisyo), confirmó que él también había visto un destello parecido a mi descripción por la misma zona, y en el otro, Isabel (Alhena) me sugirió que había visto un meteoro perteneciente a la lluvia de Alpha Monocerótidas.
Da gusto compartir afición con personas que siempre están dispuestas a echar una mano en lo que pueden.
Con esta información consulté el Starry Night para ver qué lluvias de estrellas tienen su radiante por la zona en que vi el meteoro, y me encontré con esto, que me ha desconcertado un poco:
Según el programa, el máximo de las Alpha Monocerótidas es hacia el 21 de noviembre, observándose aproximadamente del 15 al 25 de noviembre. Entonces he visto que también aparece la lluvia de Monocerótidas, cuyo máximo es el 9 de diciembre pudiéndose observar del 27 de noviembre al 17 de diciembre.
Por situación, lo que vi encaja con las Alpha Monocerótidas, pero por fechas, sería más probablemente una Monocerótida...
Independientemente de si es una o la otra, lo que me llamó la atención fue que normalmente, en las lluvias de estrellas que he podido ver hasta el momento el meteoro empieza como una fina línea y acaba viéndose el "fogonazo", mientras que esta vez vi primero el fogonazo y después la estela que iba en dirección al horizonte desapareciendo poco a poco.
Pero bueno, aunque no pueda estar seguro sobre su origen, me quedo con la bonita sensación de admiración que tuve al presenciar ese fogonazo, acompañado de una pequeña estela, enmarcado entre las constelaciones de Orion, Canis Major, Monoceros y Canis Minor... y una nueva lección: No olvidar de echar una mirada al cielo a simple vista en mis sesiones de observación. De hecho, pocas son las generaciones que han tenido ocasión de observarlo con algún tipo de instrumento.
sábado, 17 de diciembre de 2011
Gamma Andromedae (Almach) - La estrella doble más atractiva del cielo
Cuando me compré mi primer telescopio, el Celestron Nexstar 5i, después de familiarizarme un poco con su montaje y funcionamiento, me dediqué a observar todo lo que se ponía por delante. Fueron pequeñas maratones observacionales de las que no guardo, lamentablemente, ninguna anotación ni dibujo. Por suerte, más tarde me daría cuenta de los grandes beneficios que reporta llevar un cuaderno de observación al día.
El caso es que reparé que en el menú del sistema “goto” del telescopio aparecía un apartado de estrellas dobles. Por aquel entonces (finales de 2003... cómo pasa el tiempo), no era consciente de lo mucho que se puede disfrutar observando, midiendo, analizando... estrellas dobles. Ni tan siquiera había visto ninguna, así que por curiosidad, seleccioné una, no recuerdo cual, y apunté el telescopio hacia ella. Me quedé un buen rato embobado observando dos puntitos gemelos amarillentos que prácticamente se tocaban. Me emocioné imaginándome vivir en un planeta que orbitara alguna de esas dos estrellas, y sin saberlo, me quedé definitivamente enganchado al fascinante campo de observación de estrellas dobles.
Al cabo de unos días leí que uno de los atractivos de observar estrellas dobles era el contraste cromático que ofrecían sus componentes, y un buen ejemplo de ello era la Gamma Andromedae (Almach), así que en la primera oportunidad que tuve me dispuse a observarla. Lo que vi por el ocular me dejó impresionado por su delicada belleza. Estuve un buen rato con el ojo pegado al ocular sin cansarme de observarla, y desde esa noche, Almach se convirtió en mi estrella doble preferida.
De esta manera, cuando me compré mi primera cámara para fotografiar el cielo, una sencilla Celestron Neximage, decidí intentar inmortalizar Almach con ella. Y el resultado fue una de las fotos más entrañables que he llegado a hacer con esta cámara:
Pero bueno, intentemos ir de forma un poco ordenada. Esta estrella doble es conocida por varios nombres: Gamma Andromedae, Almach, Alamak, 57 And, STF205, HIP9640, WDS 02039+4220A, ADS1630 y alguno más que me dejo. Se encuentra en la constelación de Andrómeda y está situada a unos 350 años luz de distancia.
Encontrarla en el cielo es muy sencillo, tan sólo hay que localizar el asterismo cuadrado que forma la constelación de Pegasus. Uno de sus extremos corresponde a la estrella Alpheraz, la Alpha And, perteneciente ya a Andrómeda y que también es conocida por el nombre de Sirrah. A partir de ella saltamos linealmente hasta Delta And, a continuación hasta Mirak para finalmente alcanzar Almach, que es la más meridional de la fila principal de estrellas brillantes de Andrómeda:
Esta estrella es conocida desde la antigüedad, pero no se descubrió que era doble hasta que pudo observarla como tal Johann Tobias Mayer en 1777. En 1842, Otto Struve descubrió que la componente B tenía una compañera propia, y más tarde, entre 1957 y 1959, se pudo comprobar que B era una doble espectroscópica, con lo que realmente nos encontramos ante un sistema cuádruple.
La componente principal es una gigante que presenta una clase espectral K3IIb, es decir, un bonito color amarillento-anaranjado. Cuando la veamos podemos recordar que tiene un diámetro 160 veces más grande que nuestro Sol, siendo unas 2.000 veces más luminoso.
La componente B tiene una clase espectral B8V, un bonito azul que contrasta fenomenalmente con el color de la principal. Su compañera (mag. 6,3), situada muy próxima a ella presenta una clase espectral A0V y se encuentra separada a una distancia imposible para mi de 0,4”. Su órbita se completa en tan sólo 2,67 días, mientras que el sistema A-BC lo hace en 63,7 años.
Pero llegados a este punto me gustaría comentar que, aunque todos estos datos son muy interesantes, necesarios y de gran utilidad... lo que realmente vale la pena de esta doble, por lo menos para los astrónomos aficionados que queremos disfrutar de una buena observación a través del telescopio, es observarla visualmente.
Una de las muchas veces que disfruté de ella fue la noche del 27 de septiembre de 2008 con mi SC de 127mm. La noche se presentó con bastante turbulencia y frío, empecé la observación en mangas de camisa y la terminé con un abrigo puesto.
Y éstas fueron las notas que tomé:
“A 50x ya puedo desdoblarla y disfrutar de una principal dorada exultante y una secundaria azulada. Muy delicada. Pongo los 69x y la separación aumenta, cosa que permite apreciar un poco mejor el color de la secundaria al no verse tan afectada por el brillo de la principal. De todas maneras, personalmente, me gusta más a 50x. Esta noche, por culpa del mal seeing, ya no vale la pena ponerle más aumentos.
Es preferible utilizar el ocular de menor aumento que permita su separación. Cuanto más aumentos se fuercen se notará peor el contraste de colores entre las componentes. Es aconsejable para percibir bien los colores es evitar quedar mirando fijamente la doble. Mejor dar rápidos vistazos para no saturar nuestra vista con el brillo de la componente principal”.
Gamma Andromedae no es de aquellas estrellas que puede pensarse, con verla una vez ya es suficiente... no. Cada vez que la visito vuelvo a sentir la misma sensación de fascinación que me provocó la primera vez que la vi.
Y lo mejor es que es apta tanto para telescopios pequeños como grandes. Para prueba la fotografía que saqué el pasado 4 de diciembre de 2011 con el SC de 235mm y la DBK a foco primario:
Poca cosa pude hacer ese día por culpa de las nubes, el viento... y el brillo de la Luna, sin embargo, Almach nunca decepciona.
El caso es que reparé que en el menú del sistema “goto” del telescopio aparecía un apartado de estrellas dobles. Por aquel entonces (finales de 2003... cómo pasa el tiempo), no era consciente de lo mucho que se puede disfrutar observando, midiendo, analizando... estrellas dobles. Ni tan siquiera había visto ninguna, así que por curiosidad, seleccioné una, no recuerdo cual, y apunté el telescopio hacia ella. Me quedé un buen rato embobado observando dos puntitos gemelos amarillentos que prácticamente se tocaban. Me emocioné imaginándome vivir en un planeta que orbitara alguna de esas dos estrellas, y sin saberlo, me quedé definitivamente enganchado al fascinante campo de observación de estrellas dobles.
Al cabo de unos días leí que uno de los atractivos de observar estrellas dobles era el contraste cromático que ofrecían sus componentes, y un buen ejemplo de ello era la Gamma Andromedae (Almach), así que en la primera oportunidad que tuve me dispuse a observarla. Lo que vi por el ocular me dejó impresionado por su delicada belleza. Estuve un buen rato con el ojo pegado al ocular sin cansarme de observarla, y desde esa noche, Almach se convirtió en mi estrella doble preferida.
De esta manera, cuando me compré mi primera cámara para fotografiar el cielo, una sencilla Celestron Neximage, decidí intentar inmortalizar Almach con ella. Y el resultado fue una de las fotos más entrañables que he llegado a hacer con esta cámara:
Pero bueno, intentemos ir de forma un poco ordenada. Esta estrella doble es conocida por varios nombres: Gamma Andromedae, Almach, Alamak, 57 And, STF205, HIP9640, WDS 02039+4220A, ADS1630 y alguno más que me dejo. Se encuentra en la constelación de Andrómeda y está situada a unos 350 años luz de distancia.
Encontrarla en el cielo es muy sencillo, tan sólo hay que localizar el asterismo cuadrado que forma la constelación de Pegasus. Uno de sus extremos corresponde a la estrella Alpheraz, la Alpha And, perteneciente ya a Andrómeda y que también es conocida por el nombre de Sirrah. A partir de ella saltamos linealmente hasta Delta And, a continuación hasta Mirak para finalmente alcanzar Almach, que es la más meridional de la fila principal de estrellas brillantes de Andrómeda:
Esta estrella es conocida desde la antigüedad, pero no se descubrió que era doble hasta que pudo observarla como tal Johann Tobias Mayer en 1777. En 1842, Otto Struve descubrió que la componente B tenía una compañera propia, y más tarde, entre 1957 y 1959, se pudo comprobar que B era una doble espectroscópica, con lo que realmente nos encontramos ante un sistema cuádruple.
La componente principal es una gigante que presenta una clase espectral K3IIb, es decir, un bonito color amarillento-anaranjado. Cuando la veamos podemos recordar que tiene un diámetro 160 veces más grande que nuestro Sol, siendo unas 2.000 veces más luminoso.
La componente B tiene una clase espectral B8V, un bonito azul que contrasta fenomenalmente con el color de la principal. Su compañera (mag. 6,3), situada muy próxima a ella presenta una clase espectral A0V y se encuentra separada a una distancia imposible para mi de 0,4”. Su órbita se completa en tan sólo 2,67 días, mientras que el sistema A-BC lo hace en 63,7 años.
Pero llegados a este punto me gustaría comentar que, aunque todos estos datos son muy interesantes, necesarios y de gran utilidad... lo que realmente vale la pena de esta doble, por lo menos para los astrónomos aficionados que queremos disfrutar de una buena observación a través del telescopio, es observarla visualmente.
Una de las muchas veces que disfruté de ella fue la noche del 27 de septiembre de 2008 con mi SC de 127mm. La noche se presentó con bastante turbulencia y frío, empecé la observación en mangas de camisa y la terminé con un abrigo puesto.
Y éstas fueron las notas que tomé:
“A 50x ya puedo desdoblarla y disfrutar de una principal dorada exultante y una secundaria azulada. Muy delicada. Pongo los 69x y la separación aumenta, cosa que permite apreciar un poco mejor el color de la secundaria al no verse tan afectada por el brillo de la principal. De todas maneras, personalmente, me gusta más a 50x. Esta noche, por culpa del mal seeing, ya no vale la pena ponerle más aumentos.
Es preferible utilizar el ocular de menor aumento que permita su separación. Cuanto más aumentos se fuercen se notará peor el contraste de colores entre las componentes. Es aconsejable para percibir bien los colores es evitar quedar mirando fijamente la doble. Mejor dar rápidos vistazos para no saturar nuestra vista con el brillo de la componente principal”.
Gamma Andromedae no es de aquellas estrellas que puede pensarse, con verla una vez ya es suficiente... no. Cada vez que la visito vuelvo a sentir la misma sensación de fascinación que me provocó la primera vez que la vi.
Y lo mejor es que es apta tanto para telescopios pequeños como grandes. Para prueba la fotografía que saqué el pasado 4 de diciembre de 2011 con el SC de 235mm y la DBK a foco primario:
Poca cosa pude hacer ese día por culpa de las nubes, el viento... y el brillo de la Luna, sin embargo, Almach nunca decepciona.
jueves, 8 de diciembre de 2011
Vallis Rheita y alrededores
Lamentablemente, no observo la Luna tanto como me gustaría, y no es por falta de ganas, ya que cada vez que lo hago me quedo maravillado con lo que veo.
Sin ir más lejos, el pasado 30 de noviembre de 2011, en el sexto día de lunación, con la Luna brillando en el 35% de su superficie, apunté mi telescopio SC de 127mm hacia una zona que no tenía demasiado explorada: la zona de Vallis Rheita.
Estuve un buen rato observándola y aproveche para hacer un pequeño boceto de lo que más me llamó la atención:
Y también tuve tiempo de sacarle una fotografía con la DBK y la barlow de x2:
Hubo un tiempo, entre 4.000 y 3.800 millones de años, en que la Luna recibió varios impactos de meteoritos de grandes dimensiones. Estos meteoritos fueron los responsables de producir enormes cuencas de impacto en la Luna que posteriormente serían rellenadas por magma procedente del manto lunar formando lo que ahora conocemos como “Maria”.
¿Por qué comento esto?, pues porqué buscando información sobre la formación de Vallis Rheita, me he encontrado con diferentes teorías.
Por un lado se pensaba que estaba formado por una cadena de cráteres que acabaron formando el “valle” a raíz de hundimientos tectónicos de la corteza lunar.
Por otro lado, se pensaba que Vallis Rheita era una formación de calderas volcánicas alineadas a lo largo de una falla radial de Mare Nectaris.
La opinión más generalizada actualmente es que Vallis Rheita es fruto de una serie de impactos secundarios provenientes de uno de estos grandes meteoritos que comentaba al principio y que formó la cuenca de Mare Nectaris.
Sin embargo, hay más. Según Gerald North en su libro “Observing the Moon”, la orientación de Vallis Rheita no coincide con las que ha observado en otros valles dentro del área de influencia del impacto de Mare Nectaris, por contra, sí que entra dentro de lo que serían las orientaciones de eyectas formadas por Mare Imbrium, llegando a la conclusión que el impacto que formó a éste, fue el responsable de la formación de Vallis Rheita.
No sé cuál será la teoría correcta, lo que sí me demuestra esto es que hay todavía muchos aspectos que desconocemos de nuestro querido satélite.
Dejando de lado su formación, lo que parece estar claro es que Vallis Rheita no es un valle propiamente dicho, sino que se trata de una alineación de diversos cráteres estrechamente imbrincados que ofrece una curiosa forma de “U” que se extiende a lo largo de 500 km. Con un ancho comprendido entre los 10 y los 30 km.
En esta foto echa también con la DBK y el SC de 127mm, pero sin la barlow, he rotulado los accidentes que más me llamaron la atención durante mi observación.
Sin lugar a dudas, Vallis Rheita es impresionante. Me recuerda una cicatriz, recuerdo de un pasado violento, presente en la superficie lunar. Se nota perfectamente lo que son los diferentes cráteres superpuestos que muestran una especie de cadena, literalmente, a lo largo de toda la formación. Partiendo del cráter Rheita hasta llegar a Young D, se puede ver con un ancho generoso, sin embargo, a partir de este último cráter, el “valle” se va estrechando hasta convertirse en una fina grieta. Para estar un buen rato observándolo y jugando con más o menos aumentos.
En la mayoría de fuentes que he consultado, recomiendan su observación durante el cuarto día de lunación, no durante el sexto como lo observé yo. Me lo dejo pendiente, seguro que me ofrecerá otra cara interesante.
Aparte de Rheita y de Vallis Rheita, no pude dejar de disfrutar de dos cráteres de dimensiones respetables que se encuentran frente Rheita. Se trata de Metius, de 88 km. de diámetro, y de Fabricius, de 78 km. El más espectacular es Fabricius, más que nada porqué presenta dentro de su circo, el pico central típico, que como peculiaridad, se encuentra flanqueado por dos cadena montañosas paralelas. Impresionante vista forzando los aumentos en él.
Para finalizar, me fijo en Steinheil y Watt, dos cráteres prácticamente gemelos que parecen pelearse a empujones por un sitio preferente para disfrutar del atractivo de Vallis Rheita, un atractivo apto para todo tipo de telescopios.
Y hasta aquí mi observación. Lo dejo con la sensación de que todavía hay muchas cosas interesantes que observar en esta rica zona... no importa, será, sin duda, otro día.
Sin ir más lejos, el pasado 30 de noviembre de 2011, en el sexto día de lunación, con la Luna brillando en el 35% de su superficie, apunté mi telescopio SC de 127mm hacia una zona que no tenía demasiado explorada: la zona de Vallis Rheita.
Estuve un buen rato observándola y aproveche para hacer un pequeño boceto de lo que más me llamó la atención:
Y también tuve tiempo de sacarle una fotografía con la DBK y la barlow de x2:
Hubo un tiempo, entre 4.000 y 3.800 millones de años, en que la Luna recibió varios impactos de meteoritos de grandes dimensiones. Estos meteoritos fueron los responsables de producir enormes cuencas de impacto en la Luna que posteriormente serían rellenadas por magma procedente del manto lunar formando lo que ahora conocemos como “Maria”.
¿Por qué comento esto?, pues porqué buscando información sobre la formación de Vallis Rheita, me he encontrado con diferentes teorías.
Por un lado se pensaba que estaba formado por una cadena de cráteres que acabaron formando el “valle” a raíz de hundimientos tectónicos de la corteza lunar.
Por otro lado, se pensaba que Vallis Rheita era una formación de calderas volcánicas alineadas a lo largo de una falla radial de Mare Nectaris.
La opinión más generalizada actualmente es que Vallis Rheita es fruto de una serie de impactos secundarios provenientes de uno de estos grandes meteoritos que comentaba al principio y que formó la cuenca de Mare Nectaris.
Sin embargo, hay más. Según Gerald North en su libro “Observing the Moon”, la orientación de Vallis Rheita no coincide con las que ha observado en otros valles dentro del área de influencia del impacto de Mare Nectaris, por contra, sí que entra dentro de lo que serían las orientaciones de eyectas formadas por Mare Imbrium, llegando a la conclusión que el impacto que formó a éste, fue el responsable de la formación de Vallis Rheita.
No sé cuál será la teoría correcta, lo que sí me demuestra esto es que hay todavía muchos aspectos que desconocemos de nuestro querido satélite.
Dejando de lado su formación, lo que parece estar claro es que Vallis Rheita no es un valle propiamente dicho, sino que se trata de una alineación de diversos cráteres estrechamente imbrincados que ofrece una curiosa forma de “U” que se extiende a lo largo de 500 km. Con un ancho comprendido entre los 10 y los 30 km.
En esta foto echa también con la DBK y el SC de 127mm, pero sin la barlow, he rotulado los accidentes que más me llamaron la atención durante mi observación.
Sin lugar a dudas, Vallis Rheita es impresionante. Me recuerda una cicatriz, recuerdo de un pasado violento, presente en la superficie lunar. Se nota perfectamente lo que son los diferentes cráteres superpuestos que muestran una especie de cadena, literalmente, a lo largo de toda la formación. Partiendo del cráter Rheita hasta llegar a Young D, se puede ver con un ancho generoso, sin embargo, a partir de este último cráter, el “valle” se va estrechando hasta convertirse en una fina grieta. Para estar un buen rato observándolo y jugando con más o menos aumentos.
En la mayoría de fuentes que he consultado, recomiendan su observación durante el cuarto día de lunación, no durante el sexto como lo observé yo. Me lo dejo pendiente, seguro que me ofrecerá otra cara interesante.
Aparte de Rheita y de Vallis Rheita, no pude dejar de disfrutar de dos cráteres de dimensiones respetables que se encuentran frente Rheita. Se trata de Metius, de 88 km. de diámetro, y de Fabricius, de 78 km. El más espectacular es Fabricius, más que nada porqué presenta dentro de su circo, el pico central típico, que como peculiaridad, se encuentra flanqueado por dos cadena montañosas paralelas. Impresionante vista forzando los aumentos en él.
Para finalizar, me fijo en Steinheil y Watt, dos cráteres prácticamente gemelos que parecen pelearse a empujones por un sitio preferente para disfrutar del atractivo de Vallis Rheita, un atractivo apto para todo tipo de telescopios.
Y hasta aquí mi observación. Lo dejo con la sensación de que todavía hay muchas cosas interesantes que observar en esta rica zona... no importa, será, sin duda, otro día.
viernes, 2 de diciembre de 2011
Júpiter, Ío, su sombra y la Gran Mancha Roja
Los volcanes activos no son un fenómeno frecuente en los planetas y satélites del Sistema Solar. De hecho, tan sólo podemos contemplar este espectáculo natural en la Tierra y en Ío, el más cercano a Júpiter de los satélites galileanos. Se sospecha que también en Venus puede haber algún tipo de actividad volcánica, pero hasta el momento no ha podido confirmarse.
El caso es que Ío es lo más parecido a lo que tradicionalmente se ha considerado lo que sería el infierno: un lugar lleno de azufre…
En la superficie de Ío se estima existen unos 400 volcanes activos que están expulsando dióxido de azufre; hay lagos de azufre fundido, montañas, calderas volcánicas y extensiones de material compuesto, se cree, de azufre fundido y silicatos. Como comentaba, algo más cercano al infierno que no al paraíso…
El caso es que el pasado 30 de noviembre de 2011 llegué cansado a casa, y antes de cenar decidí relajarme un poco consultando el programa Starry Night para planificarme una futura observación. Me detuve un momento en Júpiter y comprobé que en esos precisos instantes, la sombra de Ío, y el mismo satélite, se encontraba transitando Júpiter, a la vez que también era visible la Gran Mancha Roja.
Por mucho que diga que una buena planificación es imprescindible para aprovechar el tiempo durante una observación, siempre hay momentos en los que saber reaccionar e improvisar se hace indispensable. Así que rápidamente monté mi SC de 127mm, lo alineé, acoplé mi cámara DBK21AU04.AS con la barlow x2 y apunté hacia Júpiter. Efectivamente, tal como me esperaba, un espectáculo sensacional:
Aquí resalto lo más significativo del momento:
Esta vez la foto la hice en blanco y negro como prueba para intentar resaltar un poco más los detalles. Creo que algo ha mejorado.
También he utilizado por primera vez el programa Fitswork. Todavía no lo domino, pero promete. Aquí dejo un pequeño tutorial de la Agrupación Astronómica Aragonesa:
http://www.astrosurf.com/aragonesa/articulos/fitswork/
Por otro lado, también he podido comprobar que, por lo menos una de las barcazas sigue en su sitio.
Cuando acabé con las fotografías puse el ocular y estuve un buen rato disfrutando visualmente del momento. Algo impagable.
El caso es que Ío es lo más parecido a lo que tradicionalmente se ha considerado lo que sería el infierno: un lugar lleno de azufre…
En la superficie de Ío se estima existen unos 400 volcanes activos que están expulsando dióxido de azufre; hay lagos de azufre fundido, montañas, calderas volcánicas y extensiones de material compuesto, se cree, de azufre fundido y silicatos. Como comentaba, algo más cercano al infierno que no al paraíso…
El caso es que el pasado 30 de noviembre de 2011 llegué cansado a casa, y antes de cenar decidí relajarme un poco consultando el programa Starry Night para planificarme una futura observación. Me detuve un momento en Júpiter y comprobé que en esos precisos instantes, la sombra de Ío, y el mismo satélite, se encontraba transitando Júpiter, a la vez que también era visible la Gran Mancha Roja.
Por mucho que diga que una buena planificación es imprescindible para aprovechar el tiempo durante una observación, siempre hay momentos en los que saber reaccionar e improvisar se hace indispensable. Así que rápidamente monté mi SC de 127mm, lo alineé, acoplé mi cámara DBK21AU04.AS con la barlow x2 y apunté hacia Júpiter. Efectivamente, tal como me esperaba, un espectáculo sensacional:
Aquí resalto lo más significativo del momento:
Esta vez la foto la hice en blanco y negro como prueba para intentar resaltar un poco más los detalles. Creo que algo ha mejorado.
También he utilizado por primera vez el programa Fitswork. Todavía no lo domino, pero promete. Aquí dejo un pequeño tutorial de la Agrupación Astronómica Aragonesa:
http://www.astrosurf.com/aragonesa/articulos/fitswork/
Por otro lado, también he podido comprobar que, por lo menos una de las barcazas sigue en su sitio.
Cuando acabé con las fotografías puse el ocular y estuve un buen rato disfrutando visualmente del momento. Algo impagable.
domingo, 27 de noviembre de 2011
NGC1807 y NGC1817 cúmulo doble visual en Taurus
De la misma manera que cuando observo galaxias con el SC de 127mm me lamento por su poca abertura y capacidad de captar detalles en la mayoría de ellas, es justo resaltar lo bien que rinde a la hora de disfrutar de objetos extensos que precisan un buen campo de visión.
Este es precisamente el caso de NGC1807 y NGC1817 en la constelación de Taurus. Había planificado su observación al ver como aliciente su condición de cúmulo “doble”. Evidentemente, no esperaba que fuera tan espectacular como el famoso Cúmulo Doble de Perseus (NGC869/NGC884), sin embargo, confiaba en que, por lo menos, tuviera cierto atractivo.
La noche del 24 de noviembre de 2011, con mucha humedad y con cierta contaminación lumínica, decidí apuntar hacia NGC1807/1817 a ver con qué me encontraba.
Y este fue el dibujo que hice a 40x:
Curiosamente, lo primero que destaca al poner el ojo en el ocular no son los cúmulos, sino la estrella anaranjada de magnitud 5,18 y clase espectral K5 III que queda abajo a la izquierda en el dibujo (HIP24197). Espectacular su colorido.
Y al desviar mi atención hacia ella, no he podido evitar que mi afición a la observación de estrellas dobles aflorara a la superficie y me fijara en la presencia de cuatro estrellitas débiles (alrededor de la mag. 10) que se encuentran a su derecha y que forman una doble/doble muy atractiva. Cuatro componentes gemelas en posición simétrica acompañadas por una tercera estrellita un poco más alejada, y por el brillo fulgurante de HIP24197.
Más tarde he consultado el WDS y he podido ver los datos que aparecen sobre estas dos parejas, que están catalogadas como SMR 15, la más cercana a HIP24197, y SMR 16.
05122+1611 SMR 15; AP: 152º; Sep. 31.4; Mag. 10.3 / 10.5
05123+1614 SMR 16AB; AP: 123º; Sep. 36.8”; Mag. 9.7 / 10.5
05123+1614 SMR 16AC; AP: 114º; Sep. 185.0”; Mag. 9.7 / 10.1
05123+1614 SMR 16AD; AP: 78º; Sep. 159.1”; Mag. 9.7 / 11.4
05123+1614 SMR 16AE; AP: 65º; Sep. 11.3”; Mag. . 9.7 / 12.3
Después de estas “distracciones”, recuerdo mi objetivo inicial, que no es otro que el doble cúmulo.
Utilizo el Hyperion de 31mm que me ofrece un campo de visión (FOV) de 2º, más que suficientes para ver juntos NGC1807/1817, HIP24197 y SMR15/16 y lo primero que pienso es que me toca, lamentablemente otra vez, batallar con la contaminación lumínica de mi lugar de observación habitual.
Por lo menos, en un primer vistazo se aprecian dos zonas bien diferenciadas. A da izquierda del dibujo, NGC1807, que está formado... bueno, para ser más exactos debería decir... lo veo formado por cuatro estrellas brillantes (mag. 8-9) y una decena de componentes más ténues. Presenta una forma de aspa, o cruciforme, según se mire.
A la derecha del dibujo veo NGC1817, que, en comparación de su compañero, aparece bastante desdibujado. También se aprecian 3 ó 4 estrellas de mag. 8-9, sin embargo, el número de componentes débiles es muy poco significativo. Lo más sugerente de él es que parece que sea una versión más humilde de la “Cascada de Kemble”.
Me vuelvo a quedar con la impresión que esta pareja de cúmulos vistos desde un cielo sin contaminación lumínica ganarían en atractivo. Con todo, pasé un buen rato con ellos.
Al día siguiente me dispuse a buscar más información acerca de NGC1807/1817 y vi NGC1817 fue descubierto por William Herschel el 19 de febrero de 1784. Curiosamente, no hizo mención de NGC1807, el cual fue catalogado posteriormente por su hijo John Herschel.
Ambos se encuentran situados a unos 5.900 años luz de distancia, cosa que confirmaría su condición de doble cúmulo, sin embargo me encontré con el siguiente estudio de 2004 de L. Balaguer-Núñez, de la Universitat de Barcelona, junto C. Jordi, D. Galadí-Enríquez y E. Masana en el que llegan a la conclusión que NGC1807 no es realmente un cúmulo abierto físico, sino que el área que abarca estas dos entradas del NGC corresponde a un extenso y único cúmulo (NGC1817)...
http://www.aanda.org/index.php?option=com_article&access=bibcode&Itemid=129&bibcode=2004A%2526A...426..827BFUL
Mi gozo en un pozo... aunque a decir verdad, cuando pones el ojo en el ocular y ves estas dos aglomeraciones estelares, a nivel estético sigue manteniendo el mismo atractivo que tenían antes de saber que no son dos... sino uno, los cúmulos que estamos viendo.
Muy recomendables para pequeños telescopios desde un lugar con poca o nula contaminación lumínica.
Este es precisamente el caso de NGC1807 y NGC1817 en la constelación de Taurus. Había planificado su observación al ver como aliciente su condición de cúmulo “doble”. Evidentemente, no esperaba que fuera tan espectacular como el famoso Cúmulo Doble de Perseus (NGC869/NGC884), sin embargo, confiaba en que, por lo menos, tuviera cierto atractivo.
La noche del 24 de noviembre de 2011, con mucha humedad y con cierta contaminación lumínica, decidí apuntar hacia NGC1807/1817 a ver con qué me encontraba.
Y este fue el dibujo que hice a 40x:
Curiosamente, lo primero que destaca al poner el ojo en el ocular no son los cúmulos, sino la estrella anaranjada de magnitud 5,18 y clase espectral K5 III que queda abajo a la izquierda en el dibujo (HIP24197). Espectacular su colorido.
Y al desviar mi atención hacia ella, no he podido evitar que mi afición a la observación de estrellas dobles aflorara a la superficie y me fijara en la presencia de cuatro estrellitas débiles (alrededor de la mag. 10) que se encuentran a su derecha y que forman una doble/doble muy atractiva. Cuatro componentes gemelas en posición simétrica acompañadas por una tercera estrellita un poco más alejada, y por el brillo fulgurante de HIP24197.
Más tarde he consultado el WDS y he podido ver los datos que aparecen sobre estas dos parejas, que están catalogadas como SMR 15, la más cercana a HIP24197, y SMR 16.
05122+1611 SMR 15; AP: 152º; Sep. 31.4; Mag. 10.3 / 10.5
05123+1614 SMR 16AB; AP: 123º; Sep. 36.8”; Mag. 9.7 / 10.5
05123+1614 SMR 16AC; AP: 114º; Sep. 185.0”; Mag. 9.7 / 10.1
05123+1614 SMR 16AD; AP: 78º; Sep. 159.1”; Mag. 9.7 / 11.4
05123+1614 SMR 16AE; AP: 65º; Sep. 11.3”; Mag. . 9.7 / 12.3
Después de estas “distracciones”, recuerdo mi objetivo inicial, que no es otro que el doble cúmulo.
Utilizo el Hyperion de 31mm que me ofrece un campo de visión (FOV) de 2º, más que suficientes para ver juntos NGC1807/1817, HIP24197 y SMR15/16 y lo primero que pienso es que me toca, lamentablemente otra vez, batallar con la contaminación lumínica de mi lugar de observación habitual.
Por lo menos, en un primer vistazo se aprecian dos zonas bien diferenciadas. A da izquierda del dibujo, NGC1807, que está formado... bueno, para ser más exactos debería decir... lo veo formado por cuatro estrellas brillantes (mag. 8-9) y una decena de componentes más ténues. Presenta una forma de aspa, o cruciforme, según se mire.
A la derecha del dibujo veo NGC1817, que, en comparación de su compañero, aparece bastante desdibujado. También se aprecian 3 ó 4 estrellas de mag. 8-9, sin embargo, el número de componentes débiles es muy poco significativo. Lo más sugerente de él es que parece que sea una versión más humilde de la “Cascada de Kemble”.
Me vuelvo a quedar con la impresión que esta pareja de cúmulos vistos desde un cielo sin contaminación lumínica ganarían en atractivo. Con todo, pasé un buen rato con ellos.
Al día siguiente me dispuse a buscar más información acerca de NGC1807/1817 y vi NGC1817 fue descubierto por William Herschel el 19 de febrero de 1784. Curiosamente, no hizo mención de NGC1807, el cual fue catalogado posteriormente por su hijo John Herschel.
Ambos se encuentran situados a unos 5.900 años luz de distancia, cosa que confirmaría su condición de doble cúmulo, sin embargo me encontré con el siguiente estudio de 2004 de L. Balaguer-Núñez, de la Universitat de Barcelona, junto C. Jordi, D. Galadí-Enríquez y E. Masana en el que llegan a la conclusión que NGC1807 no es realmente un cúmulo abierto físico, sino que el área que abarca estas dos entradas del NGC corresponde a un extenso y único cúmulo (NGC1817)...
http://www.aanda.org/index.php?option=com_article&access=bibcode&Itemid=129&bibcode=2004A%2526A...426..827BFUL
Mi gozo en un pozo... aunque a decir verdad, cuando pones el ojo en el ocular y ves estas dos aglomeraciones estelares, a nivel estético sigue manteniendo el mismo atractivo que tenían antes de saber que no son dos... sino uno, los cúmulos que estamos viendo.
Muy recomendables para pequeños telescopios desde un lugar con poca o nula contaminación lumínica.
jueves, 24 de noviembre de 2011
NGC6934 - Cúmulo globular en Delphinus
El 24 de septiembre de 1785 William Herschel descubrió en la constelación de Delphinus este cúmulo globular catalogado como NGC6934, anotando de él que se trataba de una “nebulosa brillante”, especificando que era “muy brillante, extensa, gradualmente más brillante en el centro, fácilmente resoluble y un bonito objeto”. Ahora sabemos que de nebulosa no tiene nada, ya que se trata de un viejo conglomerado estelar. Con todo, a través de pequeños telescopios es posible que nos dé una sensación más cercana a nebulosa que no a cúmulo.
Podemos localizarlo fácilmente en la pequeña constelación de Delphinus, encontrándose a unos 4º al sur de Epsilon Delphini, una estrella que podemos distinguir a simple vista gracias a su generosa 4ª magnitud. NGC6934 se encuentra situado a unos 51.200 años luz de la Tierra y realmente se trata de un cúmulo globular muy antiguo, estimándose su edad entre los 13.000 y los 16.000 millones de años, relativamente cerca de los inicios de la formación de nuestra Vía Láctea… un buen aliciente y magnífica excusa para visitar con nuestro telescopio este cúmulo globular.
La noche del 23 de noviembre de 2011, con unos “agradables” 12º C, un seeing de 3/5 (Siendo 5=óptimo), con algo de viento y bastante humedad… sin Luna y observando desde mi lugar habitual, lo que significa cierta contaminación lumínica… decidí apuntar mi SC de 127mm hacia NGC6934.
Este es el dibujo que hice a 78x:
Y aquí están mis notas:
“Con qué ganas me he quedado de observar este globular desde un lugar con menos contaminación lumínica y con un telescopio un poco mayor, ya que con mi SC de 127mm, ya en un primer momento, a 50x, se aprecia una manchita bien clara al lado de una estrella anaranjada (TYC522-2249-1), de magnitud 9,19 y clase espectral K0.
Visto que la cosa promete, utilizo mi ocular Nagler de 16mm (78x) y a medida que voy adaptando la vista a la oscuridad, la manchita se va mostrando más evidente e incluso en algún momento, mirando con vista lateral, me da la sensación típica de los globulares del crepitar de estrellas cerca del núcleo. No me atrevería a decir que es resoluble con 127mm de abertura, pero poco, poco le falta.
Su forma, aún siendo un poco redondeada, la veo algo irregular. Es decir, veo un núcleo claro y en los extremos del globular es donde aprecio zonas más marcadas que otras. Con todo, es una apreciación muy delicada.
A parte del globular en sí, me llama la atención la estrella anaranjada TYC522-2249-1, que he comentado al principio, y otras dos cercanas a la 10ª magnitud que parecen formar una línea recta que “señala” directamente a NGC6934. Una buena referencia de localización cuando los cielos no son todo lo buenos que desearíamos.
Estoy un buen rato observando y peleándome con el cúmulo globular hasta que me doy cuenta que no puedo exprimirlo más por culpa de la contaminación lumínica y decido dejarlo, no sin antes apuntarme que tengo que volver a él tan pronto pueda con unas mejores condiciones de observación.
A pesar de todas las limitaciones con que me he topado, es un globular muy asequible y agradecido para pequeños telescopios… y mucho me temo que para mayores aberturas será realmente espectacular”.
Podemos localizarlo fácilmente en la pequeña constelación de Delphinus, encontrándose a unos 4º al sur de Epsilon Delphini, una estrella que podemos distinguir a simple vista gracias a su generosa 4ª magnitud. NGC6934 se encuentra situado a unos 51.200 años luz de la Tierra y realmente se trata de un cúmulo globular muy antiguo, estimándose su edad entre los 13.000 y los 16.000 millones de años, relativamente cerca de los inicios de la formación de nuestra Vía Láctea… un buen aliciente y magnífica excusa para visitar con nuestro telescopio este cúmulo globular.
La noche del 23 de noviembre de 2011, con unos “agradables” 12º C, un seeing de 3/5 (Siendo 5=óptimo), con algo de viento y bastante humedad… sin Luna y observando desde mi lugar habitual, lo que significa cierta contaminación lumínica… decidí apuntar mi SC de 127mm hacia NGC6934.
Este es el dibujo que hice a 78x:
Y aquí están mis notas:
“Con qué ganas me he quedado de observar este globular desde un lugar con menos contaminación lumínica y con un telescopio un poco mayor, ya que con mi SC de 127mm, ya en un primer momento, a 50x, se aprecia una manchita bien clara al lado de una estrella anaranjada (TYC522-2249-1), de magnitud 9,19 y clase espectral K0.
Visto que la cosa promete, utilizo mi ocular Nagler de 16mm (78x) y a medida que voy adaptando la vista a la oscuridad, la manchita se va mostrando más evidente e incluso en algún momento, mirando con vista lateral, me da la sensación típica de los globulares del crepitar de estrellas cerca del núcleo. No me atrevería a decir que es resoluble con 127mm de abertura, pero poco, poco le falta.
Su forma, aún siendo un poco redondeada, la veo algo irregular. Es decir, veo un núcleo claro y en los extremos del globular es donde aprecio zonas más marcadas que otras. Con todo, es una apreciación muy delicada.
A parte del globular en sí, me llama la atención la estrella anaranjada TYC522-2249-1, que he comentado al principio, y otras dos cercanas a la 10ª magnitud que parecen formar una línea recta que “señala” directamente a NGC6934. Una buena referencia de localización cuando los cielos no son todo lo buenos que desearíamos.
Estoy un buen rato observando y peleándome con el cúmulo globular hasta que me doy cuenta que no puedo exprimirlo más por culpa de la contaminación lumínica y decido dejarlo, no sin antes apuntarme que tengo que volver a él tan pronto pueda con unas mejores condiciones de observación.
A pesar de todas las limitaciones con que me he topado, es un globular muy asequible y agradecido para pequeños telescopios… y mucho me temo que para mayores aberturas será realmente espectacular”.
domingo, 20 de noviembre de 2011
Cuando el tiempo no acompaña...
Días para preparar una noche de observación, buscando los objetos adecuados, preparando maletas y bártulos, desplazándome 200 km de ida, y 200 de vuelta. Días pensando sobre lo que voy a disfrutar observando a través de mi SC de 235mm desde cielos oscuros... afilando el lápiz, preparando el papel, poniendo a punto la cámara DBK para cazar Júpiter en todo su esplendor... para al final encontrarme sólo con esto:
Por lo menos no me ha caído ninguno encima.
Ya lo he comentado varias veces, pero no está de más volver a repetirlo: la paciencia es una de las mayores virtudes que debe tener un astrónomo aficionado.
Por lo menos no me ha caído ninguno encima.
Ya lo he comentado varias veces, pero no está de más volver a repetirlo: la paciencia es una de las mayores virtudes que debe tener un astrónomo aficionado.
viernes, 11 de noviembre de 2011
Arco Iris Doble
Cuando apunto mi telescopio a los diferentes planetas del Sistema Solar suelo quedar impresionado observando las tonalidades azuladas/verdosas de Neptuno y Urano, los fantásticos anillos de Saturno, la atmósfera cambiante de Júpiter, el rojo marcado de Marte, las fases de Venus, el esquivo Mercurio... es el atractivo de la lejanía, de lo inalcanzable... es disfrutar de vistas de lugares donde nunca podremos llegar (hablo de mi generación). Sin embargo, aquí en nuestra Tierra, podemos ser testigos privilegiados de muchos fenómenos naturales especialmente espectaculares. Un buen ejemplo de ello lo tuve hace ya unos años, más concretamente el 4 de agosto de 2008, cuando pude ver por primera, y de momento, única vez, un bonito arco iris doble.
Cuando la luz solar incide en las gotas de agua de lluvia se produce el fenómeno de la dispersión de la luz, es decir, el haz de luz solar, después de atravesar las gotas de lluvia, debido a un proceso de refracción/reflexión/refracción, se descompone en diferentes frecuencias de luz (colores), más concretamente en rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta. Gracias a ello, vemos lo que conocemos como Arco Iris. Esto es lo habitual. Lo que no es tan frecuente es poder disfrutar de un arco iris doble.
Si la luz que incide sobre la gota de agua realiza al menos dos refracciones y tres reflexiones internas es cuando se produce el fenómeno del arco iris doble. En él observamos el arco iris primario, el que podemos ver normalmente, y el secundario, que se presenta más débil que el primario y con los colores invertidos respecto a éste, tal como se puede apreciar en la fotografía que pude hacer con mi Nikon D70S... Segundos después tenía que refugiarme dentro de casa para guarecerme del chaparrón que cayó...
Actualización, 20 de enero de 2012: Contentísimo y agradecido al ver que la fotografía se ha publicado en:
http://aapod.astronomy.fm/2012-01-20_A-double-rainbow-on-the-horizon.html
Mi primer AAPOD.
Cuando la luz solar incide en las gotas de agua de lluvia se produce el fenómeno de la dispersión de la luz, es decir, el haz de luz solar, después de atravesar las gotas de lluvia, debido a un proceso de refracción/reflexión/refracción, se descompone en diferentes frecuencias de luz (colores), más concretamente en rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta. Gracias a ello, vemos lo que conocemos como Arco Iris. Esto es lo habitual. Lo que no es tan frecuente es poder disfrutar de un arco iris doble.
Si la luz que incide sobre la gota de agua realiza al menos dos refracciones y tres reflexiones internas es cuando se produce el fenómeno del arco iris doble. En él observamos el arco iris primario, el que podemos ver normalmente, y el secundario, que se presenta más débil que el primario y con los colores invertidos respecto a éste, tal como se puede apreciar en la fotografía que pude hacer con mi Nikon D70S... Segundos después tenía que refugiarme dentro de casa para guarecerme del chaparrón que cayó...
Actualización, 20 de enero de 2012: Contentísimo y agradecido al ver que la fotografía se ha publicado en:
http://aapod.astronomy.fm/2012-01-20_A-double-rainbow-on-the-horizon.html
Mi primer AAPOD.
sábado, 5 de noviembre de 2011
HJ3265 en NGC1778 - Doble y Cúmulo Abierto en Auriga
En la constelación de Auriga podemos encontrar tres cúmulos abiertos realmente espectaculares para cualquier tipo de telescopio: M36, M37 y M38, de visita obligada si nos planificamos una noche de observación en la que esta constelación sea la estrella.
Sin lugar a dudas, después de observarlos, si decidimos apuntar a otros cúmulos abiertos de Auriga, lo más probable es que nos dejen un poco indiferentes, o directamente defraudados. Debido a esto mi consejo es, primero observar los cúmulos abiertos menos remarcables, para finalizar la observación con los impresionantes Messier de Auriga.
La noche del 30 al 31 de octubre de 2011 decidí seguir esta estrategia, por lo que uno de los primeros objetivos de la noche fue la observación del cúmulo abierto catalogado como NGC1778.
Este cúmulo (AR: 05h 08m / Dec. +37º 01’), fue descubierto en 1787 por Friedrich Wilhelm Herschel y con una magnitud visual estimada de 7,7 y un diámetro aparente de 6’, sin ser un objeto especialmente espectacular, no deja de ser interesante de observar.
En contra de las catastróficas previsiones meteorológicas que se habían dado a lo largo de toda la semana para esta noche, el cielo se presentaba completamente despejado, el seeing estimado era de 4/5 (Siendo 5=óptimo) y, desde mi pueblo (700 habitantes) podía distinguir perfectamente la Via Láctea y un festival estelar refulgía encima de mi cabeza.
Apunté el SC de 235mm hacia NGC1778, y con el ocular de 18mm (130x) dibujé lo que veía a través de él:
El maestro José Luis Comellas en su “Guía del Firmamento” escribe acerca de NGC1778:
“Una lejana familia de estrellas débiles (cuento 20, aunque en realidad son más) encuadradas en un ámbito de 12’x 8’ formando dos núcleos que recuerdan un 8 distorsionado: mayor y más rico el meridional. La magnitud conjunta de este cúmulo, a mi modo de ver, no pasa de 9,2, aunque por su estructura el conjunto resulta curioso. Observemos que la estrella más meridional es doble, ambas componentes de la décima magnitud, a 16” de distancia, con ángulo de posición de 320º”.
Esta descripción de Comellas la leí a posteriori de mi observación, y la pongo aquí para mostrar lo interesante que resulta comparar las observaciones de uno con las de otros aficionados. Cosas que a nosotros nos pasan por alto, a los otros les llaman la atención, y viceversa...
Estas son mis notas:
Cúmulo abierto no demasiado poblado y con las componentes bastante dispersas. Con el ocular de 25mm (94x) se distingue perfectamente, sin embargo prefiero forzar un poco más los aumentos para centrarme en él exclusivamente. En un primer vistazo destaca una doble, la HJ3265, de componentes gemelas, blanco-azuladas y con una separación cómoda y atractiva a los 130x que estoy utilizando en estos momentos. En el dibujo que he hecho quedan a la derecha.
A continuación, a la izquierda del dibujo me fijo en otra doble, la HJ3266, completamente diferente a la anterior, pero de gran belleza. La componente principal brilla tanto como las dos de HJ3265, pero su compañera es mucho más débil y se encuentra más cercana a ella. Ambas las veo de color blanquecino.
El catálogo del WDS da estos datos para ambas parejas:
05080+3703 HJ 3265AB AP: 137º; Sep 14.8”; Mag. 10.35 / 10.26
05080+3703 HJ 3265AC AP: 22º; Sep. 15.3”; Mag. 10.35 / 11.5
05081+3658 HJ 3266 AP: 63º; Sep. 8.6”; Mag. 9.74 / 11.1
La HJ3265 parece ser triple, pero curiosamente, no me he percatado de la tercera componente. Queda pendiente para una próxima visita.
Continuando con la observación de NGC1778, me llama la atención que en la parte superior del campo del ocular se presentan un buen número de estrellas, relativamente bastante brillantes, que contrastan de manera escandalosa con la parte inferior del ocular, donde hay una zona completamente libre de estrellas y otra donde aparece un grupito de débiles estrellitas formando una especie de círculo. Al final me queda la duda de si el cúmulo está formado por todas las estrellas que muestro en el dibujo, o si sólo se corresponde a la parte superior. Si fuera así, la forma de NGC1778 sería más bien alargada.
En conclusión, no es un cúmulo demasiado espectacular, menos para pequeños telescopios y noches afectadas de contaminación lumínica. Sin embargo, en una noche oscura y con buena abertura, NGC1778 es un cúmulo con bastantes atractivos que ofrecer.
*****************************
Aquí acabaron mis anotaciones sobre la observación de NGC1778. A continuación me puse a buscar más información de este cúmulo, primero por internet, y después por todos los libros de mi biblioteca. Quedé un poco decepcionado porqué no fui capaz de encontrar muchos datos. Sin ir más lejos, desconozco la distancia a la que se encuentra.
De todas las fuentes, la de la “Guía del Firmamento” de Comellas fue la más completa, y para mi satisfacción, como se puede comprobar más arriba, también destacó la doble HJ3265 como algo llamativo del cúmulo. Siempre me ha gustado la sensación de esta especial “comunión” con otros observadores. Saber que más gente, actualmente o en otros tiempos, ha disfrutado de las mismas vistas y ha tenido sensaciones similares a las mías me produce un sentimiento muy agradable, difícil de explicar, pero que me hace sentir “acompañado” en la noche.
Intentando identificar el nombre de la doble (Comellas no lo cita), llegué al listado del WDS y, a partir de las coordenadas que anoté consultando la zona de NGC1778 en el Starry Night, deducí que la estrella doble en cuestión, se trataba de HJ3265, tal como he mencionado antes.
El caso es que viendo los datos ofrecidos por Comellas:
Separación: 16”; AP: 320º
Y los del WDS:
Separación: 14,8”; AP: 137º
Noté que no coincidían. La diferencia de la separación no me sorprendía demasiado, era una diferencia razonable. Lo que me chocaba era el ángulo de posición.
Tratándose de dos componentes “gemelas”, supuse que la explicación lógica era que cada fuente había considerado como A a una componente diferente del sistema. Ayudado por Aladín comprobé que, efectivamente, se trataba de esto. José Luis Comellas había tomado como componente A la estrella que me queda a la izquierda en el dibujo, mientras que el WDS había considerado la otra. De ahí la diferencia de ángulo de posición.
Pero, ¿quién tenía razón?
Al tratarse de dos componentes de un brillo tan similar, la cosa no está clara, sin embargo, atendiendo a los datos que aparecen en Aladín, la componente que Comellas considera como A (BD+36 1009B), presenta una magnitud de 10,15, mientras que su compañera (HD280462), la que el WDS considera A, tiene una magnitud de 10,21.
Si tomamos estos datos como referencia, Comellas tiene razón en asignar un AP de 137º a este par.
Aprovechando la consulta, adjunto la placa de Aladín donde aparece la doble en cuestión:
En fin, hasta el cúmulo más discreto puede presentar alicientes para disfrutar de una buena noche de observación... y de unas cuantas horas de post-observación...
Sin lugar a dudas, después de observarlos, si decidimos apuntar a otros cúmulos abiertos de Auriga, lo más probable es que nos dejen un poco indiferentes, o directamente defraudados. Debido a esto mi consejo es, primero observar los cúmulos abiertos menos remarcables, para finalizar la observación con los impresionantes Messier de Auriga.
La noche del 30 al 31 de octubre de 2011 decidí seguir esta estrategia, por lo que uno de los primeros objetivos de la noche fue la observación del cúmulo abierto catalogado como NGC1778.
Este cúmulo (AR: 05h 08m / Dec. +37º 01’), fue descubierto en 1787 por Friedrich Wilhelm Herschel y con una magnitud visual estimada de 7,7 y un diámetro aparente de 6’, sin ser un objeto especialmente espectacular, no deja de ser interesante de observar.
En contra de las catastróficas previsiones meteorológicas que se habían dado a lo largo de toda la semana para esta noche, el cielo se presentaba completamente despejado, el seeing estimado era de 4/5 (Siendo 5=óptimo) y, desde mi pueblo (700 habitantes) podía distinguir perfectamente la Via Láctea y un festival estelar refulgía encima de mi cabeza.
Apunté el SC de 235mm hacia NGC1778, y con el ocular de 18mm (130x) dibujé lo que veía a través de él:
El maestro José Luis Comellas en su “Guía del Firmamento” escribe acerca de NGC1778:
“Una lejana familia de estrellas débiles (cuento 20, aunque en realidad son más) encuadradas en un ámbito de 12’x 8’ formando dos núcleos que recuerdan un 8 distorsionado: mayor y más rico el meridional. La magnitud conjunta de este cúmulo, a mi modo de ver, no pasa de 9,2, aunque por su estructura el conjunto resulta curioso. Observemos que la estrella más meridional es doble, ambas componentes de la décima magnitud, a 16” de distancia, con ángulo de posición de 320º”.
Esta descripción de Comellas la leí a posteriori de mi observación, y la pongo aquí para mostrar lo interesante que resulta comparar las observaciones de uno con las de otros aficionados. Cosas que a nosotros nos pasan por alto, a los otros les llaman la atención, y viceversa...
Estas son mis notas:
Cúmulo abierto no demasiado poblado y con las componentes bastante dispersas. Con el ocular de 25mm (94x) se distingue perfectamente, sin embargo prefiero forzar un poco más los aumentos para centrarme en él exclusivamente. En un primer vistazo destaca una doble, la HJ3265, de componentes gemelas, blanco-azuladas y con una separación cómoda y atractiva a los 130x que estoy utilizando en estos momentos. En el dibujo que he hecho quedan a la derecha.
A continuación, a la izquierda del dibujo me fijo en otra doble, la HJ3266, completamente diferente a la anterior, pero de gran belleza. La componente principal brilla tanto como las dos de HJ3265, pero su compañera es mucho más débil y se encuentra más cercana a ella. Ambas las veo de color blanquecino.
El catálogo del WDS da estos datos para ambas parejas:
05080+3703 HJ 3265AB AP: 137º; Sep 14.8”; Mag. 10.35 / 10.26
05080+3703 HJ 3265AC AP: 22º; Sep. 15.3”; Mag. 10.35 / 11.5
05081+3658 HJ 3266 AP: 63º; Sep. 8.6”; Mag. 9.74 / 11.1
La HJ3265 parece ser triple, pero curiosamente, no me he percatado de la tercera componente. Queda pendiente para una próxima visita.
Continuando con la observación de NGC1778, me llama la atención que en la parte superior del campo del ocular se presentan un buen número de estrellas, relativamente bastante brillantes, que contrastan de manera escandalosa con la parte inferior del ocular, donde hay una zona completamente libre de estrellas y otra donde aparece un grupito de débiles estrellitas formando una especie de círculo. Al final me queda la duda de si el cúmulo está formado por todas las estrellas que muestro en el dibujo, o si sólo se corresponde a la parte superior. Si fuera así, la forma de NGC1778 sería más bien alargada.
En conclusión, no es un cúmulo demasiado espectacular, menos para pequeños telescopios y noches afectadas de contaminación lumínica. Sin embargo, en una noche oscura y con buena abertura, NGC1778 es un cúmulo con bastantes atractivos que ofrecer.
*****************************
Aquí acabaron mis anotaciones sobre la observación de NGC1778. A continuación me puse a buscar más información de este cúmulo, primero por internet, y después por todos los libros de mi biblioteca. Quedé un poco decepcionado porqué no fui capaz de encontrar muchos datos. Sin ir más lejos, desconozco la distancia a la que se encuentra.
De todas las fuentes, la de la “Guía del Firmamento” de Comellas fue la más completa, y para mi satisfacción, como se puede comprobar más arriba, también destacó la doble HJ3265 como algo llamativo del cúmulo. Siempre me ha gustado la sensación de esta especial “comunión” con otros observadores. Saber que más gente, actualmente o en otros tiempos, ha disfrutado de las mismas vistas y ha tenido sensaciones similares a las mías me produce un sentimiento muy agradable, difícil de explicar, pero que me hace sentir “acompañado” en la noche.
Intentando identificar el nombre de la doble (Comellas no lo cita), llegué al listado del WDS y, a partir de las coordenadas que anoté consultando la zona de NGC1778 en el Starry Night, deducí que la estrella doble en cuestión, se trataba de HJ3265, tal como he mencionado antes.
El caso es que viendo los datos ofrecidos por Comellas:
Separación: 16”; AP: 320º
Y los del WDS:
Separación: 14,8”; AP: 137º
Noté que no coincidían. La diferencia de la separación no me sorprendía demasiado, era una diferencia razonable. Lo que me chocaba era el ángulo de posición.
Tratándose de dos componentes “gemelas”, supuse que la explicación lógica era que cada fuente había considerado como A a una componente diferente del sistema. Ayudado por Aladín comprobé que, efectivamente, se trataba de esto. José Luis Comellas había tomado como componente A la estrella que me queda a la izquierda en el dibujo, mientras que el WDS había considerado la otra. De ahí la diferencia de ángulo de posición.
Pero, ¿quién tenía razón?
Al tratarse de dos componentes de un brillo tan similar, la cosa no está clara, sin embargo, atendiendo a los datos que aparecen en Aladín, la componente que Comellas considera como A (BD+36 1009B), presenta una magnitud de 10,15, mientras que su compañera (HD280462), la que el WDS considera A, tiene una magnitud de 10,21.
Si tomamos estos datos como referencia, Comellas tiene razón en asignar un AP de 137º a este par.
Aprovechando la consulta, adjunto la placa de Aladín donde aparece la doble en cuestión:
Aladin |
En fin, hasta el cúmulo más discreto puede presentar alicientes para disfrutar de una buena noche de observación... y de unas cuantas horas de post-observación...
miércoles, 2 de noviembre de 2011
Júpiter, barcazas en la Banda Ecuatorial Norte
Llevo unos meses que no puedo observar todo lo que me gustaría, ya sea por temas personales o por imponderables meteorológicos... el tema es que el pasado 31 de octubre me encontraba en mi pueblo, disfrutando de unos cielos oscuros, con mi SC de 235mm, con una noche despejada y con muy buen seeing, calculé 4/5 (Siendo 5=óptimo). Una de esas noches que pueden contarse con los dedos de una mano a lo largo del año.
Una vez montado y alineado el telescopio, me senté ante él con las hojas de anotaciones y el lápiz... y decidí que después de tantas noches frustradas me merecía una noche tranquila de observación. Dejé todos los bártulos encima de la mesa y estuve dos horas apuntando a diversos objetos con la única intención de disfrutar de su contemplación. De entre todos ellos tan sólo destacaré dos: M42, ocupando todo el campo del ocular de 25mm (94x) y ofreciendo mil y un detalles delicados, una delicia... y M37, un conglomerado espectacular de estrellas, ocupando igualmente todo el campo, que sinceramente me dejó impresionado.
Después de estas dos horas amistosas, vi al brillante Júpiter bien alto en el cielo que parecía invitarme a echarle un vistazo. Acepté encantado, de manera que apunté el tubo hacia él y poniendo el ocular Takahashi de 7,5mm (313,13x), estuve observándolo un buen rato, y al final me decidí a dibujar lo que veía:
El año pasado fue la desaparición/atenuación de una de las bandas de Júpiter, más concretamente la Banda Ecuatorial Sur (SEB), banda que vuelve a ser perfectamente visible. Este año, Júpiter me ha ofrecido (bien, a mi y a todos los que pueden visitarlo con sus telescopios...) unas pequeñas zonas oscuras muy marcadas en la Banda Ecuatorial Norte (NEB).
Leyendo un poco por los foros de astronomía de internet supe que estas manchitas oscuras reciben el nombre de “barcazas” (“Barges”, en inglés). Este término suele utilizarse para referirse a segmentos de poco tamaño, alargados, no muy anchos y muy oscuros que suelen aparecer en los cinturones de Júpiter.
Como comentó Patricio Domínguez (Arbacia) en el foro de la Asociación Astronómica Hubble:
“Los óvalos marrones, son estructuras ciclónicas, de bajas presiones. La banda ecuatorial norte es muy activa, un área fuertemente convectiva y en ella abundan. Los óvalos marrones se suelen formar en el límite de las bandas, una zona de alta fricción atmosférica y por lo tanto son de corta vida.
Literalmente son agujeros y a través de ellos ves lo que hay debajo, en este caso las nubes inferiores más cálidas por eso en imágenes de IR térmico se ven blancas (no en el IR de la banda de absorción del metano)”.
Júpiter no deja de sorprenderme con su dinámica atmósfera.
Para rematar la observación, saqué la cámara DBK y la acoplé directamente al telescopio. Necesito practicar un poco más, sobretodo en cuestión de colores, pero creo que es bastante válida como testimonio de lo que pude observar la magnífica noche del 30 al 31 de octubre:
Una vez montado y alineado el telescopio, me senté ante él con las hojas de anotaciones y el lápiz... y decidí que después de tantas noches frustradas me merecía una noche tranquila de observación. Dejé todos los bártulos encima de la mesa y estuve dos horas apuntando a diversos objetos con la única intención de disfrutar de su contemplación. De entre todos ellos tan sólo destacaré dos: M42, ocupando todo el campo del ocular de 25mm (94x) y ofreciendo mil y un detalles delicados, una delicia... y M37, un conglomerado espectacular de estrellas, ocupando igualmente todo el campo, que sinceramente me dejó impresionado.
Después de estas dos horas amistosas, vi al brillante Júpiter bien alto en el cielo que parecía invitarme a echarle un vistazo. Acepté encantado, de manera que apunté el tubo hacia él y poniendo el ocular Takahashi de 7,5mm (313,13x), estuve observándolo un buen rato, y al final me decidí a dibujar lo que veía:
El año pasado fue la desaparición/atenuación de una de las bandas de Júpiter, más concretamente la Banda Ecuatorial Sur (SEB), banda que vuelve a ser perfectamente visible. Este año, Júpiter me ha ofrecido (bien, a mi y a todos los que pueden visitarlo con sus telescopios...) unas pequeñas zonas oscuras muy marcadas en la Banda Ecuatorial Norte (NEB).
Leyendo un poco por los foros de astronomía de internet supe que estas manchitas oscuras reciben el nombre de “barcazas” (“Barges”, en inglés). Este término suele utilizarse para referirse a segmentos de poco tamaño, alargados, no muy anchos y muy oscuros que suelen aparecer en los cinturones de Júpiter.
Como comentó Patricio Domínguez (Arbacia) en el foro de la Asociación Astronómica Hubble:
“Los óvalos marrones, son estructuras ciclónicas, de bajas presiones. La banda ecuatorial norte es muy activa, un área fuertemente convectiva y en ella abundan. Los óvalos marrones se suelen formar en el límite de las bandas, una zona de alta fricción atmosférica y por lo tanto son de corta vida.
Literalmente son agujeros y a través de ellos ves lo que hay debajo, en este caso las nubes inferiores más cálidas por eso en imágenes de IR térmico se ven blancas (no en el IR de la banda de absorción del metano)”.
Júpiter no deja de sorprenderme con su dinámica atmósfera.
Para rematar la observación, saqué la cámara DBK y la acoplé directamente al telescopio. Necesito practicar un poco más, sobretodo en cuestión de colores, pero creo que es bastante válida como testimonio de lo que pude observar la magnífica noche del 30 al 31 de octubre:
domingo, 23 de octubre de 2011
Sugerencias de Observación por Constelación
Uno de los principales objetivos que me propuse cuando empecé el blog fue el de compartir mis observaciones con otros aficionados a la astronomía, cosa que intento hacer con cada nueva entrada en el blog.
Otro objetivo que tenía en mente era intentar facilitar los primeros pasos a aquellos que se inician en esta bonita afición explicando mis primeras experiencias (Básicamente, bajo la etiqueta de "General"). Y en este sentido he pensado que sería de utilidad tener un listado por constelación de objetos interesantes que observar.
He creado una página específica titulada "Planificar la Observación" con un listado formado por todos los objetos que he observado y he comentado en el blog, pero mi intención es ir actualizándolo con más objetos interesantes que tenga pendientes de observar o que estén fuera de mi alcance, pienso cuando digo esto en las constelaciones propias del Hemisferio Sur. Espero que algún día pueda llegar a observarlas... aunque sólo sea una vez en la vida.
Las columnas corresponden al nombre del objeto, la Ascensión Recta, la Declinación y la clase de objeto.
Espero que sea útil.
Otro objetivo que tenía en mente era intentar facilitar los primeros pasos a aquellos que se inician en esta bonita afición explicando mis primeras experiencias (Básicamente, bajo la etiqueta de "General"). Y en este sentido he pensado que sería de utilidad tener un listado por constelación de objetos interesantes que observar.
He creado una página específica titulada "Planificar la Observación" con un listado formado por todos los objetos que he observado y he comentado en el blog, pero mi intención es ir actualizándolo con más objetos interesantes que tenga pendientes de observar o que estén fuera de mi alcance, pienso cuando digo esto en las constelaciones propias del Hemisferio Sur. Espero que algún día pueda llegar a observarlas... aunque sólo sea una vez en la vida.
Las columnas corresponden al nombre del objeto, la Ascensión Recta, la Declinación y la clase de objeto.
Espero que sea útil.
lunes, 17 de octubre de 2011
Psi1 Piscium - Doble con encanto en Pisces
Por una razón u otra, hay rincones en el cielo que no suelen ser un objetivo habitual en nuestras sesiones de observación. Sin embargo, hay ocasiones en las que por casualidad llegamos a ellos y nos impresionan de tal manera que se convierten en un lugar entrañable al que volvemos siempre que tenemos ocasión.
Esta es la pequeña historia de uno de esos rincones... a los que siempre vuelvo.
En octubre de 2008 estaba leyendo un libro (no recuerdo cuál) en el que se explicaba un poco por encima la historia de la constelación de Pisces e indicaba una serie de objetos interesantes que podemos encontrar en ella. La explicación mitológica me atrajo bastante la atención... tanto que me documenté un poco sobre el tema leyendo algunas de las partes del libro “Los mitos griegos” de Robert Graves, donde aparecían referencias a la historia en particular.
En un primer momento, se podría pensar que la constelación de Pisces evoca un escenario idílico representado por el tranquilo nadar de dos pececillos... nada más lejos de la realidad. Pisces representa la huída desesperada de una madre y un hijo de la barbarie y sin razón de un monstruo destructor y vengativo: Tifón.
Después que Zeus venciera a los Titanes, unos Gigantes, hijos de la Madre Tierra y Tártaro, organizaron otra rebelión contra el Olimpo, pero aunque con mucha dificultad, también fueron derrotados.
La Madre Tierra, en venganza por la destrucción de los Gigantes, yació de nuevo con Tártaro y posteriormente dio a luz a su hijo menor: Tifón, el monstruo más grande que jamás ha existido. Desde los muslos hacia abajo sólo era serpientes enroscadas, y en vez de manos, tenía incontables cabezas de serpiente. Su cabeza de asno brutal rozaba las estrellas, sus enormes alas ensombrecían el Sol, sus ojos desprendían fuego y de su boca salían rocas encendidas.
Para culminar la venganza, Tifón se dirigió al Olimpo, y los dioses, haciendo gala de un dudoso concepto de honor y valentía, huyeron aterrorizados a Egipto metamorfoseándose en distintos animales. Aquí nos centramos en el tema que nos ocupa: Afrodita, la diosa del Amor, en toda la amplia acepción de la palabra, se convirtió, al igual que su hijo Eros (al que los romanos conocen como Cupido), en pez. Y para evitar separarse, ataron una cuerda a sus colas y emprendieron la huída por mar. Esta es la representación que simboliza la constelación de Pisces: la huída de Afrodita y su hijo Eros del monstruoso Tifón.
Por cierto, finalmente, Tifón fue derrotado por Zeus que lo arrojó al monte Etna, cuyo cráter escupe fuego hasta el día de hoy.
Una vez satisfecha la curiosidad histórica, me fijé en uno de los objetos de la constelación que proponían observar a través de prismáticos 15x70: la zona de la estrella doble Psi1 Piscium.
Con estos antecedentes, la noche del 19 de octubre de 2008, después de unos cuantos días de cielos nublados, vi que se estaba produciendo una pequeña tregua y se abrían algunos claros. Nada lo suficientemente importante como para sacar el telescopio, pero si para hacer una rápida observación con los prismáticos. Pensando qué ver, recordé Psi1 PSC, cogí los Skymaster 15x70 y el Pocket Sky Atlas y me entretuve a localizar la doble.
Para ello, primero apunté a Alpheratz (Alpha AND) y Algenib (Gamma Pegasi), uno de los lados del cuadrado de Pegaso, y a partir de ellas “dibujé” un triángulo equilátero en dirección hacia la constelación de Pisces, cuyo vértice superior lo constituye precisamente la Psi1 Psc. De hecho, lo que pude ver en un primer momento fue un precioso asterismo triangular formado por cuatro estrellas:
Psi 1 Psc, mag. 5,3 y 5,5, espectro B y a 239 años luz de distancia.
Psi 2 Psc, mag. 5,53, espectro A y a 161 años luz de distancia.
Psi 3 Psc, mag. 5,56, espectro G y a 405 años luz de distancia.
Chi Psc, mag. 4,65, espectro K y a 441 años luz de distancia.
En un primer momento estuve disfrutando de las cuatro estrellas en su conjunto, que ocupaban un buen trozo del campo de mis 15x70 (4º). Plateada, blancuzca, amarillenta y anaranjada, espectivamente.
Al cabo de un rato recordé que la Psi 1 era doble... así que apoyé los brazos en la barandilla de la terraza y me fijé en ella... y qué preciosidad: dos puntitos plateados perfectamente desdoblados formando parte de ese sensacional asterismo triangular...
No sabría decir si con unos prismáticos 10x50 podría llegar a desdoblarse la Psi1 Psc, pero sea como sea, el bonito asterismo formado por estas cuatro estrellas es digno de visitar.
Durante estos años he ido haciéndole visitas con los prismáticos y he disfrutado de ella en varias ocasiones, sin embargo, no fue hasta el pasado 5 de octubre de 2011 que se me ocurrió apuntarle con el SC de 127mm.
Con el telescopio se pierde la posibilidad de disfrutar del asterismo formado por Psi1-Psi2-Psi3-Chi Psc, pero con todo, nos encontramos con una fácil estrella doble, apta para todo tipo de telescopios y muy bonita, tanto que es una muy buena opción a la hora de enseñar a cualquiera que se acerque a observar por nuestro telescopio.
Ya a 50x se aprecian dos puntitos blancos gemelos y extremadamente brillantes. No es necesario forzar más los aumentos, la prestancia de esta doble es indiscutible. Estoy un buen rato disfrutando con ella, y al final me animo a acoplar la cámara DBK al telescopio e inmortalizar el momento:
Un rincón que no aparece en las guías más populares del cielo, pero al que bien vale la pena hacerle una visita.
Esta es la pequeña historia de uno de esos rincones... a los que siempre vuelvo.
En octubre de 2008 estaba leyendo un libro (no recuerdo cuál) en el que se explicaba un poco por encima la historia de la constelación de Pisces e indicaba una serie de objetos interesantes que podemos encontrar en ella. La explicación mitológica me atrajo bastante la atención... tanto que me documenté un poco sobre el tema leyendo algunas de las partes del libro “Los mitos griegos” de Robert Graves, donde aparecían referencias a la historia en particular.
En un primer momento, se podría pensar que la constelación de Pisces evoca un escenario idílico representado por el tranquilo nadar de dos pececillos... nada más lejos de la realidad. Pisces representa la huída desesperada de una madre y un hijo de la barbarie y sin razón de un monstruo destructor y vengativo: Tifón.
Después que Zeus venciera a los Titanes, unos Gigantes, hijos de la Madre Tierra y Tártaro, organizaron otra rebelión contra el Olimpo, pero aunque con mucha dificultad, también fueron derrotados.
La Madre Tierra, en venganza por la destrucción de los Gigantes, yació de nuevo con Tártaro y posteriormente dio a luz a su hijo menor: Tifón, el monstruo más grande que jamás ha existido. Desde los muslos hacia abajo sólo era serpientes enroscadas, y en vez de manos, tenía incontables cabezas de serpiente. Su cabeza de asno brutal rozaba las estrellas, sus enormes alas ensombrecían el Sol, sus ojos desprendían fuego y de su boca salían rocas encendidas.
Para culminar la venganza, Tifón se dirigió al Olimpo, y los dioses, haciendo gala de un dudoso concepto de honor y valentía, huyeron aterrorizados a Egipto metamorfoseándose en distintos animales. Aquí nos centramos en el tema que nos ocupa: Afrodita, la diosa del Amor, en toda la amplia acepción de la palabra, se convirtió, al igual que su hijo Eros (al que los romanos conocen como Cupido), en pez. Y para evitar separarse, ataron una cuerda a sus colas y emprendieron la huída por mar. Esta es la representación que simboliza la constelación de Pisces: la huída de Afrodita y su hijo Eros del monstruoso Tifón.
Por cierto, finalmente, Tifón fue derrotado por Zeus que lo arrojó al monte Etna, cuyo cráter escupe fuego hasta el día de hoy.
Una vez satisfecha la curiosidad histórica, me fijé en uno de los objetos de la constelación que proponían observar a través de prismáticos 15x70: la zona de la estrella doble Psi1 Piscium.
Con estos antecedentes, la noche del 19 de octubre de 2008, después de unos cuantos días de cielos nublados, vi que se estaba produciendo una pequeña tregua y se abrían algunos claros. Nada lo suficientemente importante como para sacar el telescopio, pero si para hacer una rápida observación con los prismáticos. Pensando qué ver, recordé Psi1 PSC, cogí los Skymaster 15x70 y el Pocket Sky Atlas y me entretuve a localizar la doble.
Para ello, primero apunté a Alpheratz (Alpha AND) y Algenib (Gamma Pegasi), uno de los lados del cuadrado de Pegaso, y a partir de ellas “dibujé” un triángulo equilátero en dirección hacia la constelación de Pisces, cuyo vértice superior lo constituye precisamente la Psi1 Psc. De hecho, lo que pude ver en un primer momento fue un precioso asterismo triangular formado por cuatro estrellas:
Psi 1 Psc, mag. 5,3 y 5,5, espectro B y a 239 años luz de distancia.
Psi 2 Psc, mag. 5,53, espectro A y a 161 años luz de distancia.
Psi 3 Psc, mag. 5,56, espectro G y a 405 años luz de distancia.
Chi Psc, mag. 4,65, espectro K y a 441 años luz de distancia.
En un primer momento estuve disfrutando de las cuatro estrellas en su conjunto, que ocupaban un buen trozo del campo de mis 15x70 (4º). Plateada, blancuzca, amarillenta y anaranjada, espectivamente.
Al cabo de un rato recordé que la Psi 1 era doble... así que apoyé los brazos en la barandilla de la terraza y me fijé en ella... y qué preciosidad: dos puntitos plateados perfectamente desdoblados formando parte de ese sensacional asterismo triangular...
No sabría decir si con unos prismáticos 10x50 podría llegar a desdoblarse la Psi1 Psc, pero sea como sea, el bonito asterismo formado por estas cuatro estrellas es digno de visitar.
Durante estos años he ido haciéndole visitas con los prismáticos y he disfrutado de ella en varias ocasiones, sin embargo, no fue hasta el pasado 5 de octubre de 2011 que se me ocurrió apuntarle con el SC de 127mm.
Con el telescopio se pierde la posibilidad de disfrutar del asterismo formado por Psi1-Psi2-Psi3-Chi Psc, pero con todo, nos encontramos con una fácil estrella doble, apta para todo tipo de telescopios y muy bonita, tanto que es una muy buena opción a la hora de enseñar a cualquiera que se acerque a observar por nuestro telescopio.
Ya a 50x se aprecian dos puntitos blancos gemelos y extremadamente brillantes. No es necesario forzar más los aumentos, la prestancia de esta doble es indiscutible. Estoy un buen rato disfrutando con ella, y al final me animo a acoplar la cámara DBK al telescopio e inmortalizar el momento:
Un rincón que no aparece en las guías más populares del cielo, pero al que bien vale la pena hacerle una visita.
viernes, 14 de octubre de 2011
Omicron Ceti - Variable tipo Mira en Cetus
Hasta el momento, mi incursión en el campo de las estrellas variables se ha limitado a la observación y seguimiento de Delta Cephei y Beta Lyrae, dos variables de corto periodo realmente asequibles. Poder observar estas variaciones de brillo en las estrellas nos ayuda a comprender que el Cosmos no es algo estático, algo que siempre nos ofrece el mismo aspecto, sino que, por el contrario, es algo cambiante y dinámico.
La primera variable que me propuse observar fue Delta Cephei, una pulsante que se contrae y se expande de una manera más o menos regular en un corto periodo de tiempo. La siguiente fue Beta Lyrae, variable eclipsante también de corto periodo. Y el siguiente paso que me propuse fue intentar hacer el seguimiento de una variable de largo periodo tipo Mira, pero lamentablemente, no he sido capaz de ser constante, bien sea por culpa mía, bien sea por culpa de condicionantes externos.
A pesar del fracaso, hacer el seguimiento de una estrella variable de largo periodo se encuentra todavía en mi lista de temas pendientes de observación astronómica a realizar.
Hace unos días leí que estas semanas Omicron Ceti (Mira) se encuentra cerca de su máximo brillo, y pensé que, a pesar de no hacerle un seguimiento sistemático, sería interesante echarle un vistazo y hacerle una fotografía. El pasado 5 de octubre de 2011 a las 22h 08m T.U. acoplé mi cámara DBK21AU04.AS al SC Nexstar 5i de 127mm y saqué esta foto para el recuerdo:
En ella podemos observar a Omicron Ceti (Mira) brillando en todo su esplendor –según estimaciones de la AAVSO su magnitud rondaba la 2,5- empequeñeciendo con su potencia a la otra estrella que aparece en el campo (TYC4693-1146-1) de magnitud 9,4. Lo más llamativo del caso es que cuando Omicron Ceti se encuentra en su mínimo brilla menos que ella. Visualmente, a pesar de la Luna iluminada en un 68% de su superficie, era fascinante ver la rojiza Mira acompañada por una tímida TYC4693-1146-1 azulada... que con el paso de las semanas se irá envalentonando paulatinamente contemplando como Omicron Ceti va perdiendo brillo.
Omicron Ceti cede su nombre propio (Mira) a una categoría específica de estrellas variables caracterizadas por ser gigantes rojas en un avanzado estado de evolución estelar cuyo periodo se extiende entre 80 y 1000 días y sus variaciones de brillo superan las 2,5 magnitudes.
Omicron Ceti en concreto es una gigante roja de tipo espectral M, situada a unos 418 años luz de distancia que oscila de la magnitud 2,0 a la 10,1 en un periodo de 331,96 días. Con estos datos vemos que según el momento de su periodo en que se encuentre Omicron Ceti, puede pasarnos completamente desapercibida debido a su debilidad... o puede llegar a presentarse equiparada a Deneb Kaitos (Beta Ceti), la estrella más brillante de la constelación de Cetus (Como es el caso de mi fotografía).
Otro aspecto interesante es que hace varios miles de millones de años Omicron Ceti era una estrella similar a nuestro Sol, por lo que viendola actualmente, podemos “ver” lo que será el Sol es un momento más avanzado de su evolución estelar. Llegará un momento en que los gases expulsados por Omicron Ceti se conviertan en una nebulosa planetaria y ella misma contrayéndose en un tamaño similar a la Tierra, acabará siendo una enana blanca.
Para hacer el seguimiento de Omicron Ceti podemos utilizar las cartas estelares que proporciona la AAVSO indicando "MIRA" en el cajetín "WHAT IS THE NAME, DESIGNATION, OR AUID OF THE OBJECT?" e ir seleccionando el campo de visión (A...G) y la orientación que precisemos en “WHAT NORTH-SOUTH ORIENTATION WOULD YOU LIKE?” y “WHAT EAST-WEST ORIENTATION WOULD YOU LIKE?”. Cuando lo tenemos todo seleccionado hay que pinchar en “PLOT CHART”:
http://www.aavso.org/vsp
También en la web de la AASVO podemos consultar las estimaciones de brillo hechas por otros aficionados a la astronomía por si queremos tener una idea de la magnitud en la que se encuentra Omicron Ceti en cada momento:
http://www.aavso.org/ql/results?auid=000-BBD-706&startjd=2455750.14219
Esto nos puede resultar de gran ayuda, especialmente si no estamos muy familiarizados con la estimación de brillo de las estrellas variables. Ya comenté el método que utilizo para ello en la entrada correspondiente a Beta Lyrae:
http://laorilladelcosmos.blogspot.com/2010/05/beta-lyrae-sheliak-una-doble-variable.html
Puede parecer sencillo, pero en el caso de Omicron Ceti nos encontramos con un pequeño problema. Mira se presenta con una marcada tonalidad rojiza, y es bien sabido que el color rojo tiende a saturar nuestra retina dando la sensación que la estrella es más brillante de lo que realmente es. Esto se conoce como “Efecto Purkinje” siendo la mejor manera de evitarlo estimar el brillo echando rápidos vistazos y evitando fijar excesivamente la vista en la variable.
Sea como sea, no tenemos más remedio que adaptarnos a nuestros condicionantes personales, por lo que quien pueda hacer un seguimiento de Omicron Ceti (se aconseja visitarla cada dos semanas y un poco más a menudo cuando se encuentra cerca del máximo y del mínimo), va a disfrutar mucho siendo testigo de su evolución... y quien no pueda, también resultará interesante estar al tanto del momento de sus extremos de brillo y aprovechar para echarle un vistazo. Por mi parte, a ver si puedo estar pendiente y la pillo de nuevo cerca del mínimo.
La primera variable que me propuse observar fue Delta Cephei, una pulsante que se contrae y se expande de una manera más o menos regular en un corto periodo de tiempo. La siguiente fue Beta Lyrae, variable eclipsante también de corto periodo. Y el siguiente paso que me propuse fue intentar hacer el seguimiento de una variable de largo periodo tipo Mira, pero lamentablemente, no he sido capaz de ser constante, bien sea por culpa mía, bien sea por culpa de condicionantes externos.
A pesar del fracaso, hacer el seguimiento de una estrella variable de largo periodo se encuentra todavía en mi lista de temas pendientes de observación astronómica a realizar.
Hace unos días leí que estas semanas Omicron Ceti (Mira) se encuentra cerca de su máximo brillo, y pensé que, a pesar de no hacerle un seguimiento sistemático, sería interesante echarle un vistazo y hacerle una fotografía. El pasado 5 de octubre de 2011 a las 22h 08m T.U. acoplé mi cámara DBK21AU04.AS al SC Nexstar 5i de 127mm y saqué esta foto para el recuerdo:
En ella podemos observar a Omicron Ceti (Mira) brillando en todo su esplendor –según estimaciones de la AAVSO su magnitud rondaba la 2,5- empequeñeciendo con su potencia a la otra estrella que aparece en el campo (TYC4693-1146-1) de magnitud 9,4. Lo más llamativo del caso es que cuando Omicron Ceti se encuentra en su mínimo brilla menos que ella. Visualmente, a pesar de la Luna iluminada en un 68% de su superficie, era fascinante ver la rojiza Mira acompañada por una tímida TYC4693-1146-1 azulada... que con el paso de las semanas se irá envalentonando paulatinamente contemplando como Omicron Ceti va perdiendo brillo.
Omicron Ceti cede su nombre propio (Mira) a una categoría específica de estrellas variables caracterizadas por ser gigantes rojas en un avanzado estado de evolución estelar cuyo periodo se extiende entre 80 y 1000 días y sus variaciones de brillo superan las 2,5 magnitudes.
Omicron Ceti en concreto es una gigante roja de tipo espectral M, situada a unos 418 años luz de distancia que oscila de la magnitud 2,0 a la 10,1 en un periodo de 331,96 días. Con estos datos vemos que según el momento de su periodo en que se encuentre Omicron Ceti, puede pasarnos completamente desapercibida debido a su debilidad... o puede llegar a presentarse equiparada a Deneb Kaitos (Beta Ceti), la estrella más brillante de la constelación de Cetus (Como es el caso de mi fotografía).
Otro aspecto interesante es que hace varios miles de millones de años Omicron Ceti era una estrella similar a nuestro Sol, por lo que viendola actualmente, podemos “ver” lo que será el Sol es un momento más avanzado de su evolución estelar. Llegará un momento en que los gases expulsados por Omicron Ceti se conviertan en una nebulosa planetaria y ella misma contrayéndose en un tamaño similar a la Tierra, acabará siendo una enana blanca.
Para hacer el seguimiento de Omicron Ceti podemos utilizar las cartas estelares que proporciona la AAVSO indicando "MIRA" en el cajetín "WHAT IS THE NAME, DESIGNATION, OR AUID OF THE OBJECT?" e ir seleccionando el campo de visión (A...G) y la orientación que precisemos en “WHAT NORTH-SOUTH ORIENTATION WOULD YOU LIKE?” y “WHAT EAST-WEST ORIENTATION WOULD YOU LIKE?”. Cuando lo tenemos todo seleccionado hay que pinchar en “PLOT CHART”:
http://www.aavso.org/vsp
También en la web de la AASVO podemos consultar las estimaciones de brillo hechas por otros aficionados a la astronomía por si queremos tener una idea de la magnitud en la que se encuentra Omicron Ceti en cada momento:
http://www.aavso.org/ql/results?auid=000-BBD-706&startjd=2455750.14219
Esto nos puede resultar de gran ayuda, especialmente si no estamos muy familiarizados con la estimación de brillo de las estrellas variables. Ya comenté el método que utilizo para ello en la entrada correspondiente a Beta Lyrae:
http://laorilladelcosmos.blogspot.com/2010/05/beta-lyrae-sheliak-una-doble-variable.html
Puede parecer sencillo, pero en el caso de Omicron Ceti nos encontramos con un pequeño problema. Mira se presenta con una marcada tonalidad rojiza, y es bien sabido que el color rojo tiende a saturar nuestra retina dando la sensación que la estrella es más brillante de lo que realmente es. Esto se conoce como “Efecto Purkinje” siendo la mejor manera de evitarlo estimar el brillo echando rápidos vistazos y evitando fijar excesivamente la vista en la variable.
Sea como sea, no tenemos más remedio que adaptarnos a nuestros condicionantes personales, por lo que quien pueda hacer un seguimiento de Omicron Ceti (se aconseja visitarla cada dos semanas y un poco más a menudo cuando se encuentra cerca del máximo y del mínimo), va a disfrutar mucho siendo testigo de su evolución... y quien no pueda, también resultará interesante estar al tanto del momento de sus extremos de brillo y aprovechar para echarle un vistazo. Por mi parte, a ver si puedo estar pendiente y la pillo de nuevo cerca del mínimo.
lunes, 10 de octubre de 2011
Aristillus
En la octava noche de lunación muchos son los alicientes que nos ofrece nuestro satélite, muchos y para todos los gustos. El pasado 5 de octubre de 2011 antes de observar la zona del trío Ptolemaeus, Alphonsus y Arzachel, principal objetivo de la noche, me entretuve un rato con un pequeño cráter que me llamó especialmente la atención. Ese cráter no era otro que Aristillus.
Decidí hacer un rápido dibujo, ya que presentaba unos detalles realmente espectaculares:
Aristillus es un cráter de unos 55 km de diámetro y una altitud de 3.650 m que puede observarse ya a partir de la sexta noche de lunación. Empiezo poniendo el ocular de 25mm que me proporciona 50x en mi SC de 127mm y me permite ver toda la Luna en el campo del ocular. Paso a 125x y voy recorriendo el terminador hasta que me detengo ante la vista del espectacular cráter Archimedes, pero no estoy demasiado tiempo con él, porqué casi automáticamente, mi atención se dirige hacia un pequeño cráter situado a su lado: Aristillus.
La turbulencia atmosférica no afecta demasiado esta noche, por lo que pongo 250x para exprimir al máximo las posibilidades de mi telescopio. Lo primero que me llama la atención son los picos centrales que se aprecian en su interior. Sí, picos... más concretamente, cuento 5, pequeñitos, pero bien definidos.
La luz solar casi lo baña por completo, pero esta octava noche de lunación todavía muestra una pequeña zona oscura que contrasta exageradamente con la pared opuesta. Ésta se encuentra iluminada de tal manera por los rayos del Sol que incluso da la sensación de encontrarse completamente saturada.
En el resto de las paredes puedo apreciar, bien, la palabra más exacta sería intuir, las terrazas que circundan el cráter. De todas maneras, tengo que reconocer que las he visto más claras en otros cráteres.
A continuación lo que me capta la atención es lo que me parece una formación en forma de domo que se encuentra en la zona externa del cráter, en el dibujo arriba a la derecha.
Para finalizar comentar que alrededor del cráter se notan claramente las irregularidades que conforman el sistema de rayos fruto del impacto que formó el cráter.
Como despedida de este espectacular cráter, hago una fotografía con la DBK21AU04.AS acoplada al SC de 127mm y la barlow x2:
Por cierto, más tarde veo que hacia el Norte de Aristillus (arriba en la fotografía), se aprecia un cráter fantasma. En visual no reparé en él, así que ya tengo una tarea pendiente para la próxima vez que visite la zona. Lo que es seguro, es que contemplar con tranquilidad el cráter Aristillus nos proporcionará un buen rato de distracción.
Decidí hacer un rápido dibujo, ya que presentaba unos detalles realmente espectaculares:
Aristillus es un cráter de unos 55 km de diámetro y una altitud de 3.650 m que puede observarse ya a partir de la sexta noche de lunación. Empiezo poniendo el ocular de 25mm que me proporciona 50x en mi SC de 127mm y me permite ver toda la Luna en el campo del ocular. Paso a 125x y voy recorriendo el terminador hasta que me detengo ante la vista del espectacular cráter Archimedes, pero no estoy demasiado tiempo con él, porqué casi automáticamente, mi atención se dirige hacia un pequeño cráter situado a su lado: Aristillus.
La turbulencia atmosférica no afecta demasiado esta noche, por lo que pongo 250x para exprimir al máximo las posibilidades de mi telescopio. Lo primero que me llama la atención son los picos centrales que se aprecian en su interior. Sí, picos... más concretamente, cuento 5, pequeñitos, pero bien definidos.
La luz solar casi lo baña por completo, pero esta octava noche de lunación todavía muestra una pequeña zona oscura que contrasta exageradamente con la pared opuesta. Ésta se encuentra iluminada de tal manera por los rayos del Sol que incluso da la sensación de encontrarse completamente saturada.
En el resto de las paredes puedo apreciar, bien, la palabra más exacta sería intuir, las terrazas que circundan el cráter. De todas maneras, tengo que reconocer que las he visto más claras en otros cráteres.
A continuación lo que me capta la atención es lo que me parece una formación en forma de domo que se encuentra en la zona externa del cráter, en el dibujo arriba a la derecha.
Para finalizar comentar que alrededor del cráter se notan claramente las irregularidades que conforman el sistema de rayos fruto del impacto que formó el cráter.
Como despedida de este espectacular cráter, hago una fotografía con la DBK21AU04.AS acoplada al SC de 127mm y la barlow x2:
Por cierto, más tarde veo que hacia el Norte de Aristillus (arriba en la fotografía), se aprecia un cráter fantasma. En visual no reparé en él, así que ya tengo una tarea pendiente para la próxima vez que visite la zona. Lo que es seguro, es que contemplar con tranquilidad el cráter Aristillus nos proporcionará un buen rato de distracción.
sábado, 8 de octubre de 2011
Ptolemaeus, Alphonsus, Arzachel y cráteres de halo oscuro
Hacía tiempo que no dedicaba una noche de observación a la Luna, y ya echaba en falta esa sensación de estar observando “otro mundo” cada vez que dirijo el telescopio hacia ella.
La noche del 5 de octubre de 2011, aprovechando que nuestro satélite se encontraba en su octavo día de lunación y presentaba una iluminación del 68% de su superficie, decidí relajarme de un día duro de trabajo observando tres cráteres perfectamente asequibles, pero que ofrecen un buen número de alicientes. Me refiero a Ptolemaeus, Alphonsus y Arzachel.
En primer lugar, hice una foto general de esta rica zona:
Después decidí hacer una composición de dos fotografías utilizando la cámara DBK21AU04.AS junto con la barlow x2 y acoplada al SC de 127mm:
Empecé el viaje visitando un pequeño cráter de unos 41 km de diámetro llamado Herschel. Es un cráter que en este momento de la lunación se presenta muy atractivo, principalmente al estar medio bañado por la luz del Sol y mostrando orgulloso su pico central, medio oscuro, medio iluminado.
Pero no puedo evitar que al poco rato mi atención se desvíe hacia Alpetragius, un cráter por el que tengo una especial predilección. Al igual que Herchel, tiene un diámetro de 40 km y una montaña central, pero la diferencia entre uno y otro salta a la vista. La oscuridad todavía se resiste a darse por vencida frente a los rayos solares, por lo que la imponente montaña central muestra una pequeña porción iluminada mientras se encuentra rodeada de una tétrica oscuridad. Nunca me canso de observar y disfrutar de este espectáculo ofrecido por Alpetragius y que a menudo se encuentra eclipsado por la magnificencia del trío de cráteres que lo acompañan: Ptolemaeus, Alphonsus y Arzachel. Tres cráteres encadenados, que siempre aparecen relacionados, pero que son completamente diferentes entre ellos.
Por un lado tenemos Ptolemaeus, que con un diámetro de 154 km es el mayor de la zona. Es una planicie amurallada sin ningún pico central, pero sí con numerosos cratercillos en su interior. Dependiendo de la abertura del instrumento que utilicemos y de las condiciones de la noche, veremos más o menos cratercillos. De todas maneras, podemos estar un rato contando los que vemos... y si somos afortunados, también podremos disfrutar de la Catena Davy, justo al lado de Ptolemaeus.
A continuación me fijo en Alphonsus, cráter dedicado al Rey castellano Alfonso X el Sabio (s. XIII), que con 118 km de diámetro presenta una pequeña montaña central, que me llama especialmente la atención: pico muy pequeño para tan gran cráter... o mucho cráter para tan pequeña montaña central. A pesar de todo, tiene cierto encanto.
Y finalmente, Arzachel, el más pequeño de los grandes (98 km), pero el más atractivo. Estoy un buen rato disfrutando de sus terrazas, perfectamente distinguibles con mi SC de 127mm, que muestran un pequeño cráter en la pared más cercana a Alpetragius. En el interior de Arzachel una montaña espectacular de 1500 m de altitud, con mucha más presencia que la de Alphonsus, se ve acompañada por un cráter de 10 km de diámetro (Arzachel A) y por una rima que se extiene a lo largo de 50 km. En definitiva, un cráter con mucho que ofrecer.
Después de forzar los máximos aumentos útiles que me permetía mi telescopio (250x), di por terminada la observación de esta impresionante zona lunar.
Pero resulta que todavía quedaba un aspecto interesante del cráter Alphonsus que me pasó completamente inadvertido cuando lo estuve observando y del que no me di cuenta hasta que procesé las imágenes que había tomado.
Esta es la foto resultante después de apilar y optimizar el vídeo de Alphonsus:
Me doy cuenta que dentro de Alphonsus hay unas manchas que, en un primer momento, se me ocurre que puedan ser motas de polvo del sensor de mi DBK. Con cara de fastidio, voy a comprobar si también me han salido en otras fotografías, pero veo que no. Y, ¿entonces?
Busco por internet fotografías hechas por otros aficionados y me doy cuenta que también aparecen esas “manchas”. Bien, después de esto, llego a la conclusión que no son manchas... y me dispongo a intentar averiguar a qué pueden ser debidas esas zonas oscuras tan marcadas dentro del cráter.
Después de leer un poco veo que se trata de cráteres de halo oscuro.
He recortado y ampliado la fotografía para mostrar un poco mejor lo que me llamó la atención:
Los mares de la Luna (“Maria”), son la principal expresión del resultado del vulcanismo lunar, sin embargo, también podemos encontrar zonas en las que se produjo una erupción explosiva o piroclástica (expulsión violenta de fragmentos rocosos debida a la erupción de un volcán). Pues bien, resulta que las zonas oscuras que vi en la fotografía de Alphonsus corresponden a depósitos piroclásticos. De hecho, en Alphonsus se han identificado 13 cráteres de halo oscuro:
http://lunarnetworks.blogspot.com/2011/02/new-dark-halo-craters-in-alphonsus.html
Sinceramente, no sé si con el SC de 127mm podré ver esos cratercillos (suelen ser bastante pequeños – menos de 4 km de diámetro), pero confío en poder fijarme en los halos oscuros. Otro aliciente para la próxima vez que vaya a observar la zona de Ptlolemaeus, Alphonsus y Arzachel.
La noche del 5 de octubre de 2011, aprovechando que nuestro satélite se encontraba en su octavo día de lunación y presentaba una iluminación del 68% de su superficie, decidí relajarme de un día duro de trabajo observando tres cráteres perfectamente asequibles, pero que ofrecen un buen número de alicientes. Me refiero a Ptolemaeus, Alphonsus y Arzachel.
En primer lugar, hice una foto general de esta rica zona:
Después decidí hacer una composición de dos fotografías utilizando la cámara DBK21AU04.AS junto con la barlow x2 y acoplada al SC de 127mm:
Empecé el viaje visitando un pequeño cráter de unos 41 km de diámetro llamado Herschel. Es un cráter que en este momento de la lunación se presenta muy atractivo, principalmente al estar medio bañado por la luz del Sol y mostrando orgulloso su pico central, medio oscuro, medio iluminado.
Pero no puedo evitar que al poco rato mi atención se desvíe hacia Alpetragius, un cráter por el que tengo una especial predilección. Al igual que Herchel, tiene un diámetro de 40 km y una montaña central, pero la diferencia entre uno y otro salta a la vista. La oscuridad todavía se resiste a darse por vencida frente a los rayos solares, por lo que la imponente montaña central muestra una pequeña porción iluminada mientras se encuentra rodeada de una tétrica oscuridad. Nunca me canso de observar y disfrutar de este espectáculo ofrecido por Alpetragius y que a menudo se encuentra eclipsado por la magnificencia del trío de cráteres que lo acompañan: Ptolemaeus, Alphonsus y Arzachel. Tres cráteres encadenados, que siempre aparecen relacionados, pero que son completamente diferentes entre ellos.
Por un lado tenemos Ptolemaeus, que con un diámetro de 154 km es el mayor de la zona. Es una planicie amurallada sin ningún pico central, pero sí con numerosos cratercillos en su interior. Dependiendo de la abertura del instrumento que utilicemos y de las condiciones de la noche, veremos más o menos cratercillos. De todas maneras, podemos estar un rato contando los que vemos... y si somos afortunados, también podremos disfrutar de la Catena Davy, justo al lado de Ptolemaeus.
A continuación me fijo en Alphonsus, cráter dedicado al Rey castellano Alfonso X el Sabio (s. XIII), que con 118 km de diámetro presenta una pequeña montaña central, que me llama especialmente la atención: pico muy pequeño para tan gran cráter... o mucho cráter para tan pequeña montaña central. A pesar de todo, tiene cierto encanto.
Y finalmente, Arzachel, el más pequeño de los grandes (98 km), pero el más atractivo. Estoy un buen rato disfrutando de sus terrazas, perfectamente distinguibles con mi SC de 127mm, que muestran un pequeño cráter en la pared más cercana a Alpetragius. En el interior de Arzachel una montaña espectacular de 1500 m de altitud, con mucha más presencia que la de Alphonsus, se ve acompañada por un cráter de 10 km de diámetro (Arzachel A) y por una rima que se extiene a lo largo de 50 km. En definitiva, un cráter con mucho que ofrecer.
Después de forzar los máximos aumentos útiles que me permetía mi telescopio (250x), di por terminada la observación de esta impresionante zona lunar.
Pero resulta que todavía quedaba un aspecto interesante del cráter Alphonsus que me pasó completamente inadvertido cuando lo estuve observando y del que no me di cuenta hasta que procesé las imágenes que había tomado.
Esta es la foto resultante después de apilar y optimizar el vídeo de Alphonsus:
Me doy cuenta que dentro de Alphonsus hay unas manchas que, en un primer momento, se me ocurre que puedan ser motas de polvo del sensor de mi DBK. Con cara de fastidio, voy a comprobar si también me han salido en otras fotografías, pero veo que no. Y, ¿entonces?
Busco por internet fotografías hechas por otros aficionados y me doy cuenta que también aparecen esas “manchas”. Bien, después de esto, llego a la conclusión que no son manchas... y me dispongo a intentar averiguar a qué pueden ser debidas esas zonas oscuras tan marcadas dentro del cráter.
Después de leer un poco veo que se trata de cráteres de halo oscuro.
He recortado y ampliado la fotografía para mostrar un poco mejor lo que me llamó la atención:
Pinchar en la foto para ver las zonas oscuras |
http://lunarnetworks.blogspot.com/2011/02/new-dark-halo-craters-in-alphonsus.html
Sinceramente, no sé si con el SC de 127mm podré ver esos cratercillos (suelen ser bastante pequeños – menos de 4 km de diámetro), pero confío en poder fijarme en los halos oscuros. Otro aliciente para la próxima vez que vaya a observar la zona de Ptlolemaeus, Alphonsus y Arzachel.
martes, 4 de octubre de 2011
NGC 40 - Nebulosa Planetaria en Cepheus
En la constelación de Cepheus, más concretamente en las coordenadas…
AR: 00h 13m
Dec. +72º 31’
… podemos encontrar la nebulosa planetaria catalogada como NGC 40. Está situada a unos 3.500 años luz de distancia y es una planetaria perfectamente asequible a pequeños telescopios, aunque bien es cierto que para exprimirla al máximo son necesarios unos cielos oscuros y un telescopio de gran abertura.
Más coloquialmente recibe el nombre de Nebulosa de la Pajarita (Bow-tie Nebula) y también podemos encontrarla bajo el nombre de Caldwell 2 (C2). Sea como sea, siempre nos dará unas buenas vistas.
Fue descubierta el 25 de noviembre de 1788 por William Herschel y actualmente su estrella central brilla con una magnitud aparente de 11,6 mientras que a la nebulosa en su conjunto se le asigna una magnitud de 12,3. La clase espectral de su estrella moribunda es WC, y presenta características propias de una estrella de tipo Wolf-Rayet, es decir, muy luminosa, muy caliente (50.000 ºC aprox.) y expulsando al espacio sus capas exteriores. Siguiendo con su evolución, se estima que dentro de 30.000 años la nebulosa habrá desaparecido y la estrella se habrá convertido en una enana blanca.
Con estos antecedentes, no hay que decir que NGC 40 se había convertido en un objetivo a observar, lo único que quedaba en el aire era saber cómo se comportaría mirándola con mi SC de 127mm y unos cielos con cierta contaminación lumínica.
Este es el dibujo que hice a 166x:
Y éstas son las anotaciones que tomé durante la observación:
A pesar que NGC 40 es una planetaria bastante asequible, resulta de gran ayuda documentarse un poco acerca lo que podemos esperar ver, y más todavía si observamos en cielos con cierta contaminación lumínica.
Empiezo con 50x, y en un primer vistazo nada me hace pensar que ante mi ya se encuentra la planetaria. Localizo las estrellas TYC4302-609-1 (mag. 9,6) y la TYC4302-1699-1 (mag. 9,06), que al estar formando un triángulo junto NGC 40, me sirve de perfecta referencia para situarme. Es entonces cuando me doy cuenta, mirando un poco de reojo, que más o menos a medio camino entre ellas, un poco desplazada a la derecha (respecto al dibujo), se aprecia una estrellita débil que ofrece cierta presencia fantasmagórica.
Con esto, ya soy plenamente consciente que he localizado la planetaria… y me doy cuenta que voy a necesitar más aumentos.
Pongo 125x y la cosa mejora, NGC 40 ya es más evidente. Curiosamente me pasa lo mismo que con la NGC6826, la Nebulosa Parpadeante (Blinking Planetary) en Cygnus, es decir, mirándola fijamente veo sin ningún problema la estrella central (HD 826), pero ni rastro de la nebulosa. Si miro con visión lateral, aparece como por arte de magia la nebulosa, pero ésta se “come” a la estrella central… De todas maneras, en algún momento de transición soy capaz de ver una débil estrella envuelta por una nebulosidad redondeada evanescente.
Pongo 166x y en vista del buen resultado que dan, decido hacer el dibujo a estos aumentos.
Llegados a este punto es el momento de empezar a jugar con los filtros. Primero acoplo el OIII, pero en vista que me oscurece tanto que hace imposible la observación, opto por cambiarlo rápidamente por el UHC. Realmente, mucho mejor.
Cuando utilizo estos filtros con el SC de 127mm soy consciente que tengo que armarme de paciencia, ya que es necesario adaptar muy bien la vista a la oscuridad, hay que ser muy preciso enfocando, hay que utilizar la visión lateral (periférica) y poner la cabeza en una inclinación muy crítica… sólo entonces soy capaz de sacarle el máximo partido al filtro.
Pues bien, con el filtro UHC la estrella central ha desaparecido, pero la nebulosidad se presenta un poco mejor: una manchita blancuzca redondeada y extensa… bastante extensa en comparación con otras planetarias típicas que suelo observar
Espera…
Son las 20h 31m T.U., hace más de tres cuartos de hora que estoy intentando exprimir todo lo que puedo NGC 40 y justo ahora, me han apagado las luces del campo de fútbol que me quedaba precisamente debajo de la constelación de Cepheus. Ahora tan sólo queda a mi espalda la Luna que brilla (me da la sensación que con cierto tono ceniciento) iluminada en el 47% de su superficie. Pero después de lo que he sufrido por culpa de las luces del campo de fútbol, esto es gloria. ¡Qué cambio!
Se podría considerar que empieza una nueva sesión de observación. Retiro el filtro y la nebulosa, que tanto me costaba atinar antes, ahora aparece de forma clara y evidente. Espectacular. Las dos estrellitas más débiles, una al lado de la planetaria y la otra enfrente, es ahora cuando las veo y las dibujo.
Por cierto, la estrella más brillante del campo (Debajo de la planetaria), es la TYC4302-1699-1, que también aporta su granito de arena a la estética del conjunto. La veo de color amarillo/anaranjado muy bonito, y después, consultando en Aladín, veo que es también una estrella triple (MLR 282). Lo malo es que según los datos que aparecen en el catálogo del WDS, es condición sine qua non, observarla con cielos oscuros y grandes aberturas:
00138+7233 MLR 282AB AP: 157º; Sep. 0.5”; Mag. 9.82 / 9.97
00138+7233 MLR 282AB,C AP: 329º; Sep. 33.9”; Mag. 9.25/ 13.5
La pareja AB se encuentra demasiado cercana, y la componente C es muy débil. A pesar de ello, una cosa más a tener en cuenta si entra dentro de nuestras posibilidades.
En definitiva, una planetaria muy atractiva con la que he pasado un buen rato intentando sacarle el máximo partido posible batallando con los condicionantes observacionales de la noche.
Lo bueno es que si con el SC de 127mm y con cierta contaminación lumínica he disfrutado, no quiero ni pensar lo que puede ser observada desde un cielo oscuro con mi SC de 235mm. Otra vez será, de momento me voy a dormir más que satisfecho, mañana toca madrugar.
AR: 00h 13m
Dec. +72º 31’
… podemos encontrar la nebulosa planetaria catalogada como NGC 40. Está situada a unos 3.500 años luz de distancia y es una planetaria perfectamente asequible a pequeños telescopios, aunque bien es cierto que para exprimirla al máximo son necesarios unos cielos oscuros y un telescopio de gran abertura.
Más coloquialmente recibe el nombre de Nebulosa de la Pajarita (Bow-tie Nebula) y también podemos encontrarla bajo el nombre de Caldwell 2 (C2). Sea como sea, siempre nos dará unas buenas vistas.
Fue descubierta el 25 de noviembre de 1788 por William Herschel y actualmente su estrella central brilla con una magnitud aparente de 11,6 mientras que a la nebulosa en su conjunto se le asigna una magnitud de 12,3. La clase espectral de su estrella moribunda es WC, y presenta características propias de una estrella de tipo Wolf-Rayet, es decir, muy luminosa, muy caliente (50.000 ºC aprox.) y expulsando al espacio sus capas exteriores. Siguiendo con su evolución, se estima que dentro de 30.000 años la nebulosa habrá desaparecido y la estrella se habrá convertido en una enana blanca.
Con estos antecedentes, no hay que decir que NGC 40 se había convertido en un objetivo a observar, lo único que quedaba en el aire era saber cómo se comportaría mirándola con mi SC de 127mm y unos cielos con cierta contaminación lumínica.
Este es el dibujo que hice a 166x:
Y éstas son las anotaciones que tomé durante la observación:
A pesar que NGC 40 es una planetaria bastante asequible, resulta de gran ayuda documentarse un poco acerca lo que podemos esperar ver, y más todavía si observamos en cielos con cierta contaminación lumínica.
Empiezo con 50x, y en un primer vistazo nada me hace pensar que ante mi ya se encuentra la planetaria. Localizo las estrellas TYC4302-609-1 (mag. 9,6) y la TYC4302-1699-1 (mag. 9,06), que al estar formando un triángulo junto NGC 40, me sirve de perfecta referencia para situarme. Es entonces cuando me doy cuenta, mirando un poco de reojo, que más o menos a medio camino entre ellas, un poco desplazada a la derecha (respecto al dibujo), se aprecia una estrellita débil que ofrece cierta presencia fantasmagórica.
Con esto, ya soy plenamente consciente que he localizado la planetaria… y me doy cuenta que voy a necesitar más aumentos.
Pongo 125x y la cosa mejora, NGC 40 ya es más evidente. Curiosamente me pasa lo mismo que con la NGC6826, la Nebulosa Parpadeante (Blinking Planetary) en Cygnus, es decir, mirándola fijamente veo sin ningún problema la estrella central (HD 826), pero ni rastro de la nebulosa. Si miro con visión lateral, aparece como por arte de magia la nebulosa, pero ésta se “come” a la estrella central… De todas maneras, en algún momento de transición soy capaz de ver una débil estrella envuelta por una nebulosidad redondeada evanescente.
Pongo 166x y en vista del buen resultado que dan, decido hacer el dibujo a estos aumentos.
Llegados a este punto es el momento de empezar a jugar con los filtros. Primero acoplo el OIII, pero en vista que me oscurece tanto que hace imposible la observación, opto por cambiarlo rápidamente por el UHC. Realmente, mucho mejor.
Cuando utilizo estos filtros con el SC de 127mm soy consciente que tengo que armarme de paciencia, ya que es necesario adaptar muy bien la vista a la oscuridad, hay que ser muy preciso enfocando, hay que utilizar la visión lateral (periférica) y poner la cabeza en una inclinación muy crítica… sólo entonces soy capaz de sacarle el máximo partido al filtro.
Pues bien, con el filtro UHC la estrella central ha desaparecido, pero la nebulosidad se presenta un poco mejor: una manchita blancuzca redondeada y extensa… bastante extensa en comparación con otras planetarias típicas que suelo observar
Espera…
Son las 20h 31m T.U., hace más de tres cuartos de hora que estoy intentando exprimir todo lo que puedo NGC 40 y justo ahora, me han apagado las luces del campo de fútbol que me quedaba precisamente debajo de la constelación de Cepheus. Ahora tan sólo queda a mi espalda la Luna que brilla (me da la sensación que con cierto tono ceniciento) iluminada en el 47% de su superficie. Pero después de lo que he sufrido por culpa de las luces del campo de fútbol, esto es gloria. ¡Qué cambio!
Se podría considerar que empieza una nueva sesión de observación. Retiro el filtro y la nebulosa, que tanto me costaba atinar antes, ahora aparece de forma clara y evidente. Espectacular. Las dos estrellitas más débiles, una al lado de la planetaria y la otra enfrente, es ahora cuando las veo y las dibujo.
Por cierto, la estrella más brillante del campo (Debajo de la planetaria), es la TYC4302-1699-1, que también aporta su granito de arena a la estética del conjunto. La veo de color amarillo/anaranjado muy bonito, y después, consultando en Aladín, veo que es también una estrella triple (MLR 282). Lo malo es que según los datos que aparecen en el catálogo del WDS, es condición sine qua non, observarla con cielos oscuros y grandes aberturas:
00138+7233 MLR 282AB AP: 157º; Sep. 0.5”; Mag. 9.82 / 9.97
00138+7233 MLR 282AB,C AP: 329º; Sep. 33.9”; Mag. 9.25/ 13.5
La pareja AB se encuentra demasiado cercana, y la componente C es muy débil. A pesar de ello, una cosa más a tener en cuenta si entra dentro de nuestras posibilidades.
En definitiva, una planetaria muy atractiva con la que he pasado un buen rato intentando sacarle el máximo partido posible batallando con los condicionantes observacionales de la noche.
Lo bueno es que si con el SC de 127mm y con cierta contaminación lumínica he disfrutado, no quiero ni pensar lo que puede ser observada desde un cielo oscuro con mi SC de 235mm. Otra vez será, de momento me voy a dormir más que satisfecho, mañana toca madrugar.
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