sábado, 28 de enero de 2012

NGC2017 (HJ3780) - Asterismo en Lepus

El pasado 23 de enero de 2012 pude, por fin, sacar el telescopio e intentar observar alguna cosa. Las condiciones de la noche no eran perfectas, ya que a pesar de no tener a la Luna merodeando por el cielo, la contaminación lumínica de mi lugar de observación habitual incordiaba bastante. La calidad del seeing era buena, 4/5 (Siendo 5=óptimo), pero había cierta neblina que, al final, acabaría adueñándose de la noche. Y para acabar, disponía tan sólo de mi SC de 127mm.

Con estos condicionantes descarté rápidamente la observación de nebulosas, aunque no pude dejar de echarle un rápido vistazo a M42, que se mostró muy digna. Descarté iniciar una sesión de dobles, ya que la neblina que he comentado, daba toda la sensación que no me permitiría dedicar mucho tiempo a la observación. Al final opté por tratar de sacarle el máximo partido posible a algún cúmulo abierto brillante que estuviera a tiro. Consultando mi lista de objetos pendientes llegué hasta NGC2017, un grupo de estrellas brillantes situado en la constelación de Lepus, 1,5º al Este de Arneb (Alpha Leporis).

Apunté el SC de 127mm hacia él y decidí dibujarlo a 69x:


Y estas mis notas de esa noche:

“Como primera impresión debo comentar que no sabría decir si estoy observando un cúmulo abierto, un asterismo o un sistema múltiple, pero lo que sí puedo asegurar es que las cuatro estrellas que se me presentan en una curiosa disposición en forma de “y”, ofrecen un contraste cromático realmente bonito.

En el campo del ocular no hay ninguna estrella que rivalice con el brillo de este cuarteto formado por la HIP26602, HIP26605, HIP26591 y TYC5921-838-1. La más brillante HIP26602, de clase espectral B7V, la veo de color blanco y se encuentra en el centro del asterismo. Encima de ella, la HIP26605 es la más vistosa del grupo. Su color anaranjado responde perfectamente a su clase espectral K3Ib y destaca sobre las otras dos estrellas restantes, un poco más débiles y con colores menos marcados. La de la parte superior del asterismo (HIP26591, clase espectral F3V), la noto con cierto color azul pálido, mientras que la de la parte inferior (TYC5921-838-1), también pálida, pero con cierta tonalidad amarillenta.

A 50x el asterismo ya se distingue perfectamente y tal vez se distinguen mejor los colores, sin embargo prefiero hacer el dibujo a 69x porqué su vista es más cómoda.

Mejor no quedarse mirando fijamente las estrellas, ya que de esta manera saturamos nuestra retina y no podemos distinguir la delicadeza cromática de sus tonalidades. He forzado un poco los aumentos para ver si alguna de estas componentes me depara alguna sorpresa en forma de tímida compañera, pero no, lo que veo a 69x es lo mismo que lo que percibo a 125x.

Aunque sea demasiado pobre para ser un cúmulo espectacular; aunque tenga las componentes demasiado separadas como para ser considerada una doble atractiva... lo que no se puede discutir es que aparece como un asequible, bonito y curioso asterismo tanto por la disposición de las estrellas que lo forman, como por la variedad cromática que presenta. Vale la pena hacerle una visita”.

Pues bien, yo pensaba que con esto concluía mi visita y mi observación de NGC2017, pero a la que empecé a recabar información para completar mis notas, me di cuenta que no había visto ni la mitad de lo que puede ofrecer este grupito de estrellas.

En lo que sí parece que hay unanimidad es en considerar la variedad de colorido de estas estrellas como uno de los aspectos más atractivos de NGC2017. Como ejemplo Sue French en su libro “Celestial Sampler” apunta:

“NGC2017 is a pretty group with the four brightest members displaying a nice variety of colors. In order of decreasing brightness, I see them as blue-white, orange, yellowish, and white”

(NGC2017 es un atractivo grupo cuyos cuatro miembros más brillantes ofrecen una bonita variedad de colores. En orden de brillo decreciente, las percibo como blanco-azulado, naranja, amarillento y blanco).

¿Vamos comparando todo esto con nuestra propia percepción?

Sin embargo, lo que no está clara es la naturaleza de este grupo estelar.

Hay quien mantiene que estamos ante un verdadero cúmulo abierto, aunque no todas las componentes que vemos pertenezcan a él, pero la posición generalizada en la actualidad es que estamos ante un simple asterismo.

Por otro lado, el catálogo de estrellas dobles del WDS incluye este grupo de estrellas bajo el nombre de HJ3780. De hecho HJ3780 (NGC2017) fue descubierta en 1835 por John Frederick William Herschel. Estos son los datos que aparecen referidos a este sistema:


Así que, recapitulando y viendo los datos del WDS veo que estoy ante una medición de 9 componentes... mientras que yo sólo fui capaz de percibir 4.

Por un lado veo que la pareja A-B está fuera del alcance de mi telescopio de 127mm, ya que ofrece una separación de tan sólo 0,5”. Por otro lado, veo que C-D, teóricamente sí estaría a mi alcance en una noche excepcional. Otro casi imposible es detectar la componente H con su magnitud de 12,7. Sin embargo, las componentes G y I sí que las hubiera tenido que percibir. Un poco con la mosca detrás de la oreja decido que tengo que volver a observar NGC2017 y, esta vez, fijarme un poco más en todo lo que se me pasó por alto la noche del 23.

Decido preparar la observación un poco mejor, por lo que voy a la página de Simbad donde bajo una placa de la zona para identificar todas las componentes, y ya puestos, para practicar un poco, utilizando la herramienta “dist” de Aladin, obtengo mis propias medidas:



El resultado es similar al que ofrece el WDS... buena señal.


Noche del 24 de enero de 2012. Buenas condiciones de observación, sin nubes, buen seeing, sin Luna... eso sí, mucha humedad.

Apunto el telescopio de nuevo a NGC2017. Ya sabiendo lo que tengo que buscar, he empezado poniendo 50x, a continuación los 69x que utilicé básicamente la noche anterior. En un primer vistazo las componentes G e I, nada de nada. Mirándolo con calma y con visión lateral acabo notando la presencia de I. Animado, decido forzar aumentos y utilizar 208x. Adaptando la vista lo mejor que puedo a la oscuridad, al final veo más claramente la I... y noto un puntito tímido en el lugar donde debe estar la componente G. Primer objetivo de la noche conseguido.

El segundo es intentar desdoblar el par C/D, pero por mucho que me esfuerzo (llego a poner 250x, el máximo teórico que me permite el telescopio), no logro ver esa separación. Tendré que dejarlo para otra ocasión en la que pueda disponer de mi telescopio de 235mm.

A pesar de todo, acabo la observación completamente satisfecho. Este es el dibujo de lo que vi a través del SC de 127mm y a 208x. Con el Photoshop he añadido los colores correspondientes tal como los percibí:


Por cierto, al final no pude resistirme y acabé sacando una foto testimonial con la DBK:


No esperaba que NGC2017, o HJ3780, como se prefiera, diese tanto juego. Sin lugar a dudas, un bonito rincón de la constelación de Lepus al que vale la pena visitar.

domingo, 22 de enero de 2012

Cástor-Alpha Gem, sistema múltiple en Gemini




Para los que nos gusta la astronomía, es prácticamente una obligación aprender un poco de mitología griega y romana, más que nada, para intentar dar un poco de sentido a un buen número de constelaciones que podemos observar en el cielo e intentar comprender un poco lo que les pasaba por la cabeza a nuestros antepasados cuando dirigían su atención a la misteriosa bóveda celeste.

Personalmente, me gusta leer historias de la mitología greco-romana, historias que no dejan de ser en cierta manera un reflejo de lo que fueron los albores de nuestra cultura occidental europea. Pero tengo que reconocer que la mayoría de las veces, la gran diversidad de versiones me provoca un desconcierto que me deja un poco perplejo.

La historia de los hermanos Castor y Pólux también presenta variantes. Por un lado pueden aparecer como gemelos, o simplemente como hermanos, pueden presentarse como seres inmortales, o uno mortal y el otro inmortal… hijos ambos de Zeus, o uno hijo de Zeus y otro hijo del rey Tíndaro de Lacedemonia, en definitiva, una verdadera muestra de lo que era la transmisión oral de las historias mitológicas: cada bardo debía contar la historia introduciendo ciertas gotas de creatividad personal.

Una de estas versiones cuenta que Leda, una bella princesa espartana, casada con el rey Tíndaro, recibió la visita de Zeus transformado en Cisne. Curiosamente, al cabo de unos meses Leda puso dos huevos (resultaría interesante ver la cara que debió poner el rey espartano al presenciar el acontecimiento), de los que nacieron cuatro niños. Por un lado nació Pólux y Helena, y por otro Cástor y Clitemnestra.

Las dos hermanas se apartan un poco de nuestro interés astronómico, sin embargo comentaré que Clitemnestra  se casó con Agamenón, rey de Argos, y Helena con su hermano Menelao. Sin embargo, Helena pareció no estar demasiado contenta con este matrimonio y decidió fugarse con Paris, su enamorado troyano. El resto de la historia y sus trágicas consecuencias, creo que es bien conocida.

Pero volvamos a Cástor y Pólux. El primero es recordado como un excelente domador de caballos, mientras que Pólux ganó fama como luchador después de vencer al temible Ámico, rey de Bitinia. Sea como sea, ambos eran buenos marinos, tanto que se enrolaron en la tripulación del Argos, cuyo capitán, Jasón, emprendió un largo y complicado viaje lleno de aventuras en busca del Vellocino de Oro.

Después de tanto trajín, Cástor y Pólux decidieron sentar cabeza y siguiendo lo que parece era tradición de los héroes de la antigüedad, decidieron raptar a las hijas del príncipe de Mesenia Leucipo. Hilaira y Febe eran sus nombres. Lamentablemente los dos hermanos no eran los únicos pretendientes, Idas y Linceo viendo como les arrebataban a las dos jóvenes emboscaron a los dos hermanos cerca del monte Taigeto dando muerte a Cástor.

Pólux no pudo soportar el dolor por la muerte de su hermano y suplicó a Zeus que les ofreciera a los dos el don de la inmortalidad (según la tradición, Cástor era de naturaleza mortal, mientras que Pólux disfrutaba de la condición de inmortal). Zeus, conmovido por el amor fraterno de Pólux, accedió a ello dictando una curiosa disposición: los dos hermanos pasarían seis meses en el Olimpo como dioses, y seis meses en el Hades como mortales muertos.

Astronómicamente, se ha identificado a estos dos hermanos, Cástor y Pólux, con las dos estrellas más brillantes de la constelación de Gemini.

Dejando un poco de lado la mitología, comentar que cuando observo este rincón del cielo desde un lugar con poca contaminación lumínica, la constelación es fácilmente identificable gracias al imponente brillo de sus dos estrellas principales y la cierta simetría que siguen sus componentes más débiles. Pero sin lugar a dudas, Cástor (curiosamente, el hermano mortal) es la más bella de entre todas ellas por su condición de estrella múltiple.

Estos son los datos que aparecen en el catálogo del WDS referentes a este sistema, también conocido como STF 1110:


A pesar de las referencias a cuatro componentes que aparecen en el catálogo, siempre que apunto mi telescopio hacia Cástor, a nivel visual siempre la considero como triple, ya que la componente D queda muy alejada del par principal y brilla con una modesta décima magnitud.


La noche del 20 de diciembre de 2008 decidí hacer una nueva visita a esta atractiva doble y estos fueron mis comentarios:

“A 50x Castor la noto perfectamente alargada, pero no la puedo separar por culpa del gran brillo de sus componentes. Pongo 69x y ya aparece perfectamente desdoblada, pero es a 125x como se muestra en todo su esplendor.

La A la veo blanca, muy blanca. La B, aun siendo en cierta manera canibalizada por la principal, la noto blancuzca con un cierto matiz marfil... Y la C, mirándose el espectáculo a cierta distancia como una espectadora de lujo, la noto de un color amarillento-anaranjado.

Más lejos, casi formando una línea recta con C, veo dos estrellas de magnitud similar a esta tercera componente. Una de ellas corresponde a la componente D que aparece en el catálogo del WDS.

En definitiva, una de las dobles más bonitas del cielo, fácil de localizar y asequible”.

Este es el dibujo que hice del sistema:


Según datos obtenidos por la misión Hipparcos, es sistema de Cástor se encuentra situado a unos 51,6 años luz de distancia, pero lo que resulta realmente interesante es que tanto las dos componentes principales, A/B, como la C, son estrellas dobles espectroscópicas, por lo que en realidad, estas tres estrellas, son seis.

Castor A y Castor B, completan una órbita cada 445 años presentando una distancia media entre ambas de 104 UA. La compañera de la principal se encuentra separada 0,12 UA de ella con un periodo orbital de 9,21 días. Castor B por su parte tiene su pareja a 0,03 UA con una órbita completa cada 2,93 días.

Por su parte, la componente C, variable eclipsante conocida como YY Geminorum Aa, está formada por dos enanas rojas cuya órbita, de aproximadamente 0,81 días, es prácticamente circular, lo que permite que se produzcan eclipses casi totales. Las dos componentes se encuentran separadas por tan solo 0.018 UA y su clase espectral es M1Ve en ambos casos. Su variabilidad oscila entre la magnitud 8,91 y la 9,60.

Dejando de lado consideraciones mitológicas o científicas, estéticamente Castor es una estrella realmente atractiva que nos invita a acercarnos a ella a través de nuestros telescopios, sea cual sea su abertura. Muy recomendable tanto para amantes de las dobles como para aquellos aficionados que sólo observan sistemas múltiples en contadas ocasiones, Castor no defraudará nuestras expectativas.

viernes, 13 de enero de 2012

IC418 - Nebulosa Planetaria del Espirógrafo en Lepus

No fue una buena noche de observación.

El viento soplaba con fuerza de manera continuada, y a medida que avanzaba la noche, peor se ponía. Baste decir que después de montar el telescopio estaba preocupado por la gran turbulencia que se traducía en estrellas gordas y poco puntuales en el ocular de mi SC de 235mm... al cabo de una hora, mi máxima preocupación era que los papeles no salieran volando y que el telescopio no acabara cayendo al suelo por culpa de un golpe de viento. Por suerte, el peso de la montura CGEM y el tubo de 9,25” permitieron que todo se mantuviera en su sitio hasta que acabé de desmontar todo el conjunto.

Eran muchas noches seguidas sin poder disfrutar del cielo nocturno, con lo que las ganas de observar algo se impusieron al sentido común y, ni corto ni perezoso, empecé apuntando a Júpiter. Un Júpiter que parecía una bola de fuego en llamas, sin ningún tipo de detalle... bastante decepcionado ya vi que poca cosa aprovechable podría hacer esa noche. Sin embargo, después del esfuerzo de montar el telescopio, me dije, de perdidos al río, y a continuación apunté a la planetaria conocida como la Nebulosa del Espirógrafo (IC418).

Esta nebulosa la podemos localizar en la constelación de Lepus, encontrándose situada a unos 2.000 años luz de distancia. Este es el dibujo que hice observándola la noche del 28 de diciembre de 2011 con el SC de 235mm y el ocular Takahashi de 7,5mm (313,33x):


Vale la pena, antes o después de observarla en visual, disfrutar de una fotografía de esta planetaria, como puede ser la tomada por el telescopio Hubble. Viéndola, uno entiende el porqué de su sobrenombre:


http://hubblesite.org/newscenter/archive/releases/2000/28/

A través de mi telescopio, nada que ver con la foto, sin embargo, a pesar de la mala noche de observación, quedé bastante impresionado con ella.

A 94x se percibe perfectamente como una estrella desenfocada... aunque anoto esto con cierta reserva, ya que esta noche, por culpa del viento ¡todas las estrellas parecen desenfocadas!. Decido poner más aumentos. La noche no lo aconseja, pero la planetaria lo pide. Llego a los 313x y percibo en la nebulosa un color azul muy delicado, muy bonito y bastante evidente. Forma un triángulo con dos débiles estrellas que le acompañan en el campo del ocular y que permiten afinar, dentro de lo posible esta noche, el enfoque.

IC418 se ve brillante, con cierta forma ovalada, con un fuerte núcleo envuelto por un pequeño halo con límites bastante irregulares... pero como digo, todas estas impresiones las hago con todas las reservas. Soy incapaz de distinguir la estrella central, a pesar que la magnitud de 12,2 con la que brilla y que la hace perfectamente asequible con mi abertura de 235mm. Esto me deja un sabor agridulce por lo que me siento obligado a dejar anotado que tengo que observarla otra vez tan pronto sea posible. Eso sí, en una noche en la que las condiciones atmosféricas sean más benevolentes con nosotros, los sufridos astrónomos aficionados.

A pesar de los pesares, muy recomendable.

jueves, 5 de enero de 2012

NGC2024 - Nebulosa de la Flama en Orion

La  constelación de Orion es una de mis favoritas, ya que en ella he podido observar a lo largo de estos años con mi SC de 127mm un gran número de nebulosas, cúmulos abiertos, estrellas dobles, sistemas múltiples, asterismos, variables…  He estado muchas horas con el ojo pegado al ocular disfrutando de verdaderas maravillas por esta zona.

Sin embargo, dos nebulosas bien conocidas por los astrofotógrafos se me resistían: la nebulosa Cabeza de Caballo y la nebulosa de la Flama. Este mes de diciembre me planifiqué su observación aprovechando los cielos oscuros de mi pueblo y el SC de 235mm que tenía a mi disposición. Sin embargo, no hubo manera de pillar una buena noche. El fuerte viento que estuvo soplando la mayoría de los días, las nubes que hacían acto de presencia cuando el viento parecía calmarse un poco, la Luna que cada noche empezó a hacerse más presente… y sin olvidar los 38ºC de fiebre con los que estuve dos días… dos días en los que, como no, las noches fueron diáfanas y tranquilas…

Medio desesperado, por no decir desesperado del todo, tuve que hacer la intentona la noche del 28 de diciembre de 2011. Anoté un seeing de 2/5 (Siendo 5=óptimo), ya que el fuerte viento de mestral (cierzo) provocaba que viera las estrellas a través del telescopio como verdaderas pelotas de golf. Me faltaban manos para sujetar los papeles, pero me dije, si no lo pruebo esta noche, ve a saber cuándo podré volver a intentar observar estas nebulosas. Así que armándome de valor decidí apuntar el tubo hacia la NGC2024, mejor conocida como la Nebulosa de la Flama (Flame Nebula).

Este fue el dibujo que hice después de estar más de veinte minutos con ella, utilizando el ocular Nagler de 16mm que con el telescopio de 9,25” me ofrecía un campo de visión de 33’ y unos 146x:


Y estas fueron las notas que tomé:

“Mucho me temo que si no se observa desde un lugar con poca o nula contaminación lumínica, si no se observa en una noche sin Luna, si no se observa con un telescopio de generosa abertura… lo mejor es no perder el tiempo intentando atisbar esta nebulosa.

Es muy complicada. Lo que sí es facilísimo es su localización, ya que la brillante Alnitak (Zeta Orionis) de magnitud +1,89 se convierte en una perfecta referencia. Pero lo que en un principio es una gran ventaja, después se convierte en un pequeño incordio, hasta tal punto que para intentar cazar NGC2024 me veo obligado a desterrar Alnitak del campo de visión, tal como queda reflejado en el dibujo. Me centro un poco… pero de la nebulosa ni rastro.

Espero un buen rato con el ojo pegado al ocular hasta que empiezo a “notar” alguna cosa entre las dos estrellitas que se encuentran en el centro, a la izquierda del dibujo (la más brillante es TYC4767-1393-1). Pasan unos cuantos minutos y poco a poco se va haciendo más evidente, pero es tremendamente tenue y difusa. Con todo,  poco a poco voy percibiendo más zonas de nebulosidad, primero cerca de las estrellas y después, casi imperceptible… pero presente, acabo notando una forma de herradura.

La zona más brillante que he visto en un principio permanece de manera continuada, sin embargo, las otras zonas más débiles aparecen y desaparecen, tal vez esto sea debido a la fuerte turbulencia de la noche, pero sinceramente, me ha quedado la impresión de ser un objeto extremadamente complicado. Se necesita una buena dosis de paciencia y, por qué no decirlo, de buena voluntad.

Pruebo con el filtro UHC, pero no noto ninguna mejoría, sobre todo por qué me hace desaparecer las estrellas más débiles perdiendo cualquier tipo de referencia.

Un poco molesto por el viento, llego a la conclusión que la gran recompensa de la noche ha sido percibir la nebulosa, ya que en lo que a la estética se refiere  no es que me haya maravillado especialmente. A ver si otra noche con mejores condiciones atmosféricas puedo volver a ella y exprimirla un poco más. Y la Cabeza de Caballo, ni lo intento. Ha llegado un punto en que estoy más preocupado por que el viento no me tumbe el telescopio que por otra cosa”.

NGC2024 es una nebulosa de emisión-reflexión situada a unos 1.500 años luz de distancia que pertenece al Complejo de la Nube Molecular de Orion. Los átomos de hidrógeno de la nebulosa son ionizados por la luz que emite Alnitak, lo que hace que se desprendan electrones del gas hidrógeno. Gran parte del resplandor de la nebulosa se produce cuando estos electrones se recombinan con el hidrógeno ionizado, emitiendo entonces la característica luz rojiza que se puede apreciar en las fotografías de la nebulosa de la Flama.

En visual, como he comentado, no pude exprimirla todo lo que hubiera deseado, y cada vez que veo una fotografía de esta nebulosa, tan sólo consigo motivarme más para volver a ella a la mínima ocasión que la tenga a tiro en una buena noche. La línea central oscura a partir de la cual emanan las ramificaciones de la nebulosa presentando esa forma de llama que la caracteriza es fruto de una extensión de polvo que, según se cree, forma parte de la misma nube que provoca la aparición de la Cabeza de Caballo.

Una atractiva zona del cielo, exigente, pero muy estimulante a la que dejo anotado volver para intentar disfrutar al máximo de ella.