Y por mi parte, no me canso nunca de ella.
Cada vez que la visito siempre me ofrece algún aspecto nuevo. Algún cráter con el que no había reparado antes, algún juego de luces sobre un paisaje ya conocido que no había contemplado con anterioridad, alguna formación peculiar, alguna ocultación estelar… y alguna que otra sorpresa que no me esperaba.
La noche del 30 de diciembre de 2017 se juntó un poco todo. Me encontraba en mi pueblo con el SC de 235mm y como la Luna brillaba con fuerza en el cielo, decidí echarle un vistazo. Soplaban rachas de viento que condicionaban negativamente la práctica de la fotografía, pero en visual, había momentos en que la imagen se estabilizaba algo y se podía disfrutar de los paisajes lunares.
A simple vista se veía una bonita Luna acompañada a tan sólo 1,5º por la majestuosa Aldebarán. Y con el telescopio, dando un paseo por el terminador se podían apreciar zonas bien conocidas y espectaculares que suelen mostrarse hacia el día 27 de lunación.
Clavius, Schiller, Schickard, Reiner Gamma, Aristarchus… y entonces me fijé que en el Suroeste de Mare Procellarum, justo en el límite del terminador. ¿Estaba viendo un ojo? Fuera como fuera, sin duda captó de manera inmediata mi atención, y a pesar de las malas condiciones que he comentado, fui rápidamente a fotografiarlo para dejar constancia del momento:
El Ojo de Horus en la Luna. Eso fue lo primero que me vino a la mente y automáticamente pensé en nuestros ancestros que crearon las diferentes mitologías celestes. Por mucho pensamiento científico que tengamos, es difícil escapar a las relaciones que elabora nuestro cerebro entre cosas nuevas y otras ya conocidas.
Las frases “esto se parece a…” o “esto me recuerda a…” siempre nos acompañan.
Aprovechando que había puesto en marcha el ordenador para hacer la fotografía, abrí el Virtual Moon Atlas para intentar identificar este curioso cráter, que gracias al juego de luces y sombras que se dio en ese determinado momento, me sugirió la representación de un ojo en la Luna. Y en seguida comprobé que se trataba del cráter Damoiseau, uno en el que nunca había reparado antes.
Aun sabiendo ya su nombre oficial, estoy seguro que cada vez que vea este cráter, lo reconoceré más por el nombre de “El Ojo de Horus” que no por Damoiseau. Licencias que nos podemos permitir los astrónomos aficionados.
Virtual Moon Atlas |
Al encontrarse todavía medio oscuro, impide identificar las características de este cráter. Sin embargo, parece que se trate de una superposición de cráteres, de los cuales, el más reciente es más pequeño que el antiguo, y presenta un montaña central que se encuentra iluminada por el Sol. Es realmente bello y sugerente.
También me atraen las zonas inmersas en la oscuridad, más allá del terminador, que empiezan a ser iluminadas es sus partes más altas por los rayos solares. Estos puntos luminosos siempre me transmiten sensaciones tétricas.
Disfruto también de las grietas que se encuentran en el suelo de Oceanus Procellarum, muy delicadas.
Más tarde, volviendo al Virtual Moon Atlas compruebo que Damoiseau es un cráter con unas dimensiones de 36x37 km y que se encuentra aplastando a Damoiseau M, de 54x54 km. Para observarlo con esta forma de ojo deberemos estar atentos a la evolución del terminador cuando se desplace por encima de él. La paciencia valdrá la pena.
Y por lo que puedo ver en esta fotografía extraída del VMA, esta zona es verdaderamente interesante, sobre todo por la presencia del oscuro Grimaldi, y merece una visita cuando se encuentre bien iluminada una vez el terminador la haya superado.
Virtual Moon Atlas |