La noche del 19 de febrero de 2013 la Luna brillaba majestuosa iluminada en el 69% de su superficie. Algunas nubes se estaban adueñando del cielo y la humedad también se hacía notar. Las turbulencias atmosféricas provocaban un titilar descorazonador en las luces lejanas y los 6ºC de temperatura no invitaban precisamente a sacar el telescopio.
Pero cuando se tienen ganas de observar, no hacen falta demasiados empujones para montar el equipo. Con las condiciones de la noche, unidas a la contaminación lumínica de mi lugar de observación habitual, los objetivos posibles se vieron drásticamente reducidos. Pero a pesar de todo pude disfrutar de hora y media de observación que después de un día duro me vino como un bálsamo reparador.
Empecé echando un vistazo a Júpiter. Después a la Luna, donde estuve un buen rato pasmado delante de la belleza de un fantástico Copernicus. Pero esta noche me había propuesto observar cuatro estrellas dobles de Canis Minor, una pequeña constelación que pasaría completamente inadvertida si no fuera por Proción, su estrella más brillante.
En concreto las observadas fueron STF1103, STF 1149, 14 CMi (SHJ87) y STF1182:
1.- STF 1103
Localizo STF1103 con el ocular de 25mm (50x), pero no soy capaz de desdoblarla, tal vez debido a la proximidad a la que se encuentran las dos componentes, tal vez debido a las turbulencias atmosféricas de la noche. Sea como sea me veo obligado a utilizar 69x, aumentos con los que, ahora sí, puedo desdoblarla claramente. Con todo es bastante evidente que son necesarios más aumentos.
Pongo 125x con los que ya puedo disfrutar de esta doble con dos componentes muy cercanas y descompensadas si nos centramos en su brillo. La principal la percibo de color blanco, mientras que la secundaria la noto de color azul celeste, no demasiado marcado, pero si perfectamente perceptible.
Seguro que una noche con mejores condiciones de observación STF1103 ofrecería una cara más amable, pero esta noche se resiste a mostrar todos sus encantos.
Como curiosidad, justo al lado de la doble se encuentran otras tres estrellas que todas juntas forman un asterismo en forma de arco que me recuerda en pequeño la constelación de Corona Borealis… salvando las distancias, claro.
2- STF 1149
Lástima que no sea un poco más brillante. Con su generosa separación ya queda perfectamente desdoblada a 50x, pero prefiero utilizar los 69x para verla un poco más cómodamente. La principal se presenta con un color amarillo ligeramente oscurecido acompañada por una secundaria que se muestra con un color azul celeste bastante marcado. Lo que comentaba al principio, si con estas magnitudes de 7,8-9,2 ya he disfrutado con el contraste cromático que presenta, si las componentes fueran más brillantes estaríamos hablando de una doble espectacular. Ahora se queda, que no es poco, en atractiva.
3- 14 CMi – SHJ 87
Más que como doble, 14 CMi vale la pena visitarla para disfrutar del asterismo triangular que forma junto a las dos estrellas débiles que la acompañan. Con 50x es más que suficiente para poder apreciar esta tríada estelar con una principal insultantemente más brillante que sus compañeras y de un bonito color entre amarillo y anaranjado muy tenue y delicado. La componente B ofrece un color azul celeste bien marcado, mientras que la tercera componente en discordia la veo de un color melocotón oscurecido. Una triple fácil para ser disfrutada por cualquier telescopio.
Curiosamente no he sido capaz de distinguir la diferencia de magnitud entre las componentes B y C, según lo que he podido apreciar, personalmente las catalogaría como gemelas. ¿Debe ser culpa del gran brillo de 14 CMi el no poder percibir la diferencia de magnitud entre las secundarias? Algún día que vuelva a visitarla con mejores condiciones atmosféricas intentaré centrarme en este punto.
4- STF 1182
He dedicado un buen rato a observar esta doble a 50x para ver si era capaz de desdoblarla. Por momentos me ha parecido que sí, y no me equivocaba, tal como he podido comprobar después al colocar 69x y, no sin cierta dificultad, poder desdoblarla un poco más claramente. A estos aumentos la separación es evidente, pero pide más.
Finalmente opto por los 125x para poder verla desdoblada ya con cierta facilidad. Esta noche de Luna y turbulencias, sin embargo, no ayuda a que STF1182 pueda lucirse, tanto por el hecho de no tener unas componentes especialmente brillantes, como por tener una separación que demanda altos aumentos para ser apreciada con cierta comodidad.
Con todo, vale la pena hacerle una visita para disfrutar de una principal de color blanco pálido acompañada por un puntito azul, también pálido. Seguro que en otra noche con mejores condiciones STF1182 se mostraría mucho más atractiva.
domingo, 24 de febrero de 2013
domingo, 17 de febrero de 2013
NGC129 y DL Cas - Cúmulo Abierto y Variable en Cassiopeia
Las últimas salidas de observación que he hecho han sido con el tubo de 235mm y en cielos oscuros, lo que implica poder disfrutar de la afición bajo unas condiciones ideales. Pero lamentablemente, esto no es la regla. Lo que es más normal es tener que observar desde el domicilio habitual sufriendo la contaminación lumínica que tengamos alrededor.
Hace unos diez años, en 2003, cuando compré mi primer telescopio, podía observar desde mi lugar de residencia habitual un gran número de objetos de cielo profundo. Sin poder considerarse unos cielos oscuros, sí que eran aceptables. El pueblo-ciudad en aquella época tenía unos 22.000 habitantes. En la actualidad ya son 29.000 y por desgracia para la práctica de mi afición la contaminación lumínica ha ido en aumento proporcionalmente, de manera que cada vez me resulta más difícil observar en condiciones.
Los objetos difusos y débiles están ya fuera de mi alcance, y los más brillantes puedo llegar a percibirlos pero perdiendo un gran número de detalles y definición. Las estrellas dobles y los cúmulo abiertos se están convirtiendo en mi último reducto, pero aun así, el hecho de no poder percibir las estrellas más débiles a menudo hace que acabe la observación con un sentimiento agridulce, contento por haber observado algo, pero con la sensación de no poder exprimirlo y disfrutarlo al máximo por culpa de la contaminación lumínica.
Si con la maldita crisis que estamos sufriendo los ayuntamientos no se conciencian para planificar políticas de iluminación más racionales y sostenibles estoy empezando a pensar que la contaminación lumínica se está convirtiendo en una batalla perdida. (http://www.celfosc.org/). Al final, la observación astronómica va a convertirse en una actividad elitista de la que sólo podremos disfrutar en contadas ocasiones a lo largo del año… noches en las que nos podamos permitir el lujo de coger el coche y desplazarnos cientos de kilómetros en busca de cielos oscuros.
Estas reflexiones un poco pesimistas, lo reconozco, me vinieron a la cabeza la noche del 8 de enero de 2013 cuando después de unos días navideños en mi pueblo, sinónimo de cielos envidiables para la observación del cielo nocturno, me topé con la triste realidad de mi lugar de residencia habitual. Estuve observando y fotografiando Júpiter y antes de dejarlo decidí apuntar mi SC de 127mm hacia NGC129, un cúmulo abierto en la constelación de Cassiopeia que tenía programado observar con el Nexstar 5i. No tenía demasiadas esperanzas de verlo en condiciones, porqué para colmo de males, Cassiopeia quedaba justo encima del campo de fútbol municipal, coincidiendo con que estaban entrenando con las cuatro torres de focos trabajando a pleno rendimiento… con el añadido que algún foco, en vez de apuntar hacia el campo, lo hacía hacia diferentes direcciones. Este es el dibujo que hice a 78x:
De hecho estuve apuntando a unos cuantos cúmulos abiertos que tenía previstos y que consideraba asequibles, pero sin éxito. Hasta que me dirigí hacia NGC129, el cual, sin ser una vista como para lanzar cohetes, por lo menos me permitía percibir bastantes de sus componentes.
Utilizo el Nagler de 16mm, que acoplado al telescopio de 127mm me ofrece un confortable grado de campo de visión y unos dignos 78x.
Lo primero que destaca cuando pongo el ojo en el ocular es la estrella más brillante que acapara todo el protagonismo del campo del ocular. Esta estrella no es otra que HIP2377, de magnitud 5,9 y que percibo con un bonito color blanco.
Pero intento que su brillo no me distraiga del verdadero objetivo, NGC129.
Si considero el cúmulo todo el campo que abarco, se presenta muy disperso, con una decena de estrellas relativamente brillantes y unas cuantas más débiles que con las condiciones de la noche, me cuesta percibir. Dejando de lado HIP2377, que no pertenece físicamente al cúmulo, distinguiría tres zonas que me llaman la atención. Una primera la formaría una tríada estelar que queda arriba a la izquierda en el dibujo constituida por TYC4015-2632-1, TYC4015-2418-1 y TYC4015-2419-1. Lo mejor, además del asterismo que forman, es el color anaranjado-rojizo que presentan las dos últimas. Su magnitud es de 8,6 y 8,7 y su clase espectral está catalogada como K2Ib y K7III respectivamente. La TYC4015-2418-1, en medio de la tríada, tal vez sea la estrella que más me ha atraído del cúmulo gracias a su marcado color.
La segunda zona a destacar se encuentra a la derecha (en el dibujo) de estas tres estrellas que he comentado. Son otras tres componentes que forman un triángulo casi equilátero. Sus brillos no son uniformes, presentando magnitudes 9,3-8,9-10,7. Supongo que en un cielo más oscuro ganarían en belleza.
Y finalmente, en la parte inferior del dibujo encontramos la zona más poblada e interesante, ya que en ella podemos localizar la estrella variable cefeida DL Cassiopeiae. Percibo estrellas amarillas y anaranjadas con cuatro componentes de magnitudes 8-9 acompañadas por estrellas más débiles que luchan por vencer la luz procedente del campo de fútbol que intenta hacerlas desaparecer por completo. En condiciones más favorables tal vez sería mejor no forzar tanto los aumento como lo he hecho yo, pero era la única manera de intentar cazar estas estrellas.
DL Cassiopeiae, es una variable del tipo Delta Cephei con un periodo de 8 días y un rango de brillo que, según la AAVSO abarca una magnitud de entre 8,63 y 9,26:
http://www.aavso.org/tmp3/d27657.png
No me fijé demasiado, pero en base a mi dibujo cuando hice la observación debía encontrarse más cerca de su momento más brillante que no del menor, ya que la percibí de una manera similar a HIP2354, de magnitud 8,84, que se encuentra a su derecha en el dibujo y más brillante que la TYC4015-2913-1, de magnitud 9,3. Unas excelentes estrellas de comparación para estimar el brillo de la amarillenta DL Cas.
NGC129 se encuentra a unos 5.000 años luz de distancia y lo podemos localizar a medio camino de Beta y Gamma Cassiopeiae, aunque es posible que nos pase por alto si no somos conscientes de lo que realmente estamos buscando.
Por cierto, NGC129 está catalogado también como Collinder 2.
Aunque reconozco que este cúmulo abierto no se encuentra entre los más espectaculares que he observado, más bien al contrario, sí que esconde algunos alicientes que hacen recomendable su visita, como puede ser el atractivo color anaranjado-rojizo de varias de sus componentes y la presencia de la variable DL Cas.
Hace unos diez años, en 2003, cuando compré mi primer telescopio, podía observar desde mi lugar de residencia habitual un gran número de objetos de cielo profundo. Sin poder considerarse unos cielos oscuros, sí que eran aceptables. El pueblo-ciudad en aquella época tenía unos 22.000 habitantes. En la actualidad ya son 29.000 y por desgracia para la práctica de mi afición la contaminación lumínica ha ido en aumento proporcionalmente, de manera que cada vez me resulta más difícil observar en condiciones.
Los objetos difusos y débiles están ya fuera de mi alcance, y los más brillantes puedo llegar a percibirlos pero perdiendo un gran número de detalles y definición. Las estrellas dobles y los cúmulo abiertos se están convirtiendo en mi último reducto, pero aun así, el hecho de no poder percibir las estrellas más débiles a menudo hace que acabe la observación con un sentimiento agridulce, contento por haber observado algo, pero con la sensación de no poder exprimirlo y disfrutarlo al máximo por culpa de la contaminación lumínica.
Si con la maldita crisis que estamos sufriendo los ayuntamientos no se conciencian para planificar políticas de iluminación más racionales y sostenibles estoy empezando a pensar que la contaminación lumínica se está convirtiendo en una batalla perdida. (http://www.celfosc.org/). Al final, la observación astronómica va a convertirse en una actividad elitista de la que sólo podremos disfrutar en contadas ocasiones a lo largo del año… noches en las que nos podamos permitir el lujo de coger el coche y desplazarnos cientos de kilómetros en busca de cielos oscuros.
Estas reflexiones un poco pesimistas, lo reconozco, me vinieron a la cabeza la noche del 8 de enero de 2013 cuando después de unos días navideños en mi pueblo, sinónimo de cielos envidiables para la observación del cielo nocturno, me topé con la triste realidad de mi lugar de residencia habitual. Estuve observando y fotografiando Júpiter y antes de dejarlo decidí apuntar mi SC de 127mm hacia NGC129, un cúmulo abierto en la constelación de Cassiopeia que tenía programado observar con el Nexstar 5i. No tenía demasiadas esperanzas de verlo en condiciones, porqué para colmo de males, Cassiopeia quedaba justo encima del campo de fútbol municipal, coincidiendo con que estaban entrenando con las cuatro torres de focos trabajando a pleno rendimiento… con el añadido que algún foco, en vez de apuntar hacia el campo, lo hacía hacia diferentes direcciones. Este es el dibujo que hice a 78x:
De hecho estuve apuntando a unos cuantos cúmulos abiertos que tenía previstos y que consideraba asequibles, pero sin éxito. Hasta que me dirigí hacia NGC129, el cual, sin ser una vista como para lanzar cohetes, por lo menos me permitía percibir bastantes de sus componentes.
Utilizo el Nagler de 16mm, que acoplado al telescopio de 127mm me ofrece un confortable grado de campo de visión y unos dignos 78x.
Lo primero que destaca cuando pongo el ojo en el ocular es la estrella más brillante que acapara todo el protagonismo del campo del ocular. Esta estrella no es otra que HIP2377, de magnitud 5,9 y que percibo con un bonito color blanco.
Pero intento que su brillo no me distraiga del verdadero objetivo, NGC129.
Si considero el cúmulo todo el campo que abarco, se presenta muy disperso, con una decena de estrellas relativamente brillantes y unas cuantas más débiles que con las condiciones de la noche, me cuesta percibir. Dejando de lado HIP2377, que no pertenece físicamente al cúmulo, distinguiría tres zonas que me llaman la atención. Una primera la formaría una tríada estelar que queda arriba a la izquierda en el dibujo constituida por TYC4015-2632-1, TYC4015-2418-1 y TYC4015-2419-1. Lo mejor, además del asterismo que forman, es el color anaranjado-rojizo que presentan las dos últimas. Su magnitud es de 8,6 y 8,7 y su clase espectral está catalogada como K2Ib y K7III respectivamente. La TYC4015-2418-1, en medio de la tríada, tal vez sea la estrella que más me ha atraído del cúmulo gracias a su marcado color.
La segunda zona a destacar se encuentra a la derecha (en el dibujo) de estas tres estrellas que he comentado. Son otras tres componentes que forman un triángulo casi equilátero. Sus brillos no son uniformes, presentando magnitudes 9,3-8,9-10,7. Supongo que en un cielo más oscuro ganarían en belleza.
Y finalmente, en la parte inferior del dibujo encontramos la zona más poblada e interesante, ya que en ella podemos localizar la estrella variable cefeida DL Cassiopeiae. Percibo estrellas amarillas y anaranjadas con cuatro componentes de magnitudes 8-9 acompañadas por estrellas más débiles que luchan por vencer la luz procedente del campo de fútbol que intenta hacerlas desaparecer por completo. En condiciones más favorables tal vez sería mejor no forzar tanto los aumento como lo he hecho yo, pero era la única manera de intentar cazar estas estrellas.
DL Cassiopeiae, es una variable del tipo Delta Cephei con un periodo de 8 días y un rango de brillo que, según la AAVSO abarca una magnitud de entre 8,63 y 9,26:
http://www.aavso.org/tmp3/d27657.png
No me fijé demasiado, pero en base a mi dibujo cuando hice la observación debía encontrarse más cerca de su momento más brillante que no del menor, ya que la percibí de una manera similar a HIP2354, de magnitud 8,84, que se encuentra a su derecha en el dibujo y más brillante que la TYC4015-2913-1, de magnitud 9,3. Unas excelentes estrellas de comparación para estimar el brillo de la amarillenta DL Cas.
NGC129 se encuentra a unos 5.000 años luz de distancia y lo podemos localizar a medio camino de Beta y Gamma Cassiopeiae, aunque es posible que nos pase por alto si no somos conscientes de lo que realmente estamos buscando.
Por cierto, NGC129 está catalogado también como Collinder 2.
Aunque reconozco que este cúmulo abierto no se encuentra entre los más espectaculares que he observado, más bien al contrario, sí que esconde algunos alicientes que hacen recomendable su visita, como puede ser el atractivo color anaranjado-rojizo de varias de sus componentes y la presencia de la variable DL Cas.
sábado, 9 de febrero de 2013
VY CMa - Hipergigante Roja en Canis Major
Si dirigimos nuestro telescopio hacia la constelación de Canis Major, a unos 3º al Este de Wesen (Delta CMa) y a poco más de 3º al Norte de Aludra (Eta CMa), concretamente a las coordenadas AR: 07h 22m 58sg / Dec: -25º 46’ 03” encontraremos una estrella de magnitud 7,95 que, en principio, sólo destaca del resto gracias a un bonito color anaranjado/rojizo.
Esta estrella recibe el nombre de VY Canis Majoris, y realmente, no es una estrella como las otras. Aunque a simple vista no lo parezca, estamos ante la estrella que fue considerada durante mucho tiempo como la mayor estrella conocida. Se trata de una hipergigante roja con unas dimensiones descomunales que ponen a prueba nuestra capacidad de imaginación. VY CMa posee un radio 1420 veces el de nuestro Sol, con lo que si se encontrara en la misma posición que nuestro astro rey, la estrella se extendería hacia las cercanías de la órbita de Saturno. Continuando con las comparaciones, comentar que es 500.000 veces más brillante y se calcula que es entre 30-40 veces más masiva que el Sol.
Situada a unos 5.000 años luz de distancia, VY CMa se encuentra en una etapa final de su vida bastante avanzada, estimándose que ha expulsado al espacio ya la mitad de su masa y se cree que puede llegar a convertirse en una supernova dentro de unos 3.200 años. Su clase espectral está catalogada como M2.5-5Iae.
El Telescopio Espacial Hubble tomó unas impresionantes fotografías que fueron aprovechadas por el equipo formado por Terry Jay Jones, Roberta M. Humphreys, L. Andrew Helton –de la Universidad de Minnesota- y Changfeng Gui y Xiang Huang – de la de Connecticut- para elaborar un estudio en tres dimensiones de la materia expulsada por VY CMa (http://iopscience.iop.org/1538-3881/133/6/2730/). Estudio que evidenció que no se ha producido una única eyección de materia, sino que la presencia de diferentes arcos, bucles y nudos que se mueven a diferentes velocidades y direcciones demuestran que se produjeron varios estallidos independientes y localizados en distintos puntos de la estrella. Como digo, un espectáculo difícil de imaginar por nosotros en su verdadera magnitud.
http://hubblesite.org/newscenter/archive/releases/2007/03/
Pues bien, hacia esta “estrellita” es donde la noche del 4 al 5 de enero de 2013 apunté mi SC de 235mm para poderla ver con mis propios ojos. Para ser sincero, lo mismo hubiera sido utilizar el SC de 127mm, ya que como he comentado al principio, es una estrella que en visual no se diferencia especialmente de las otras.
Este es el dibujo que hice a 94x:
Me encontré con un campo estelar bastante atractivo y rico, aunque las estrellas no son demasiado brillantes y se hace imprescindible un cielo oscuro para disfrutar plenamente de él. Con cierta contaminación lumínica también seríamos capaces de percibir VY CMa, pero muchas de las estrellas que pude dibujar pasarían completamente inadvertidas.
Lo mejor a nivel visual es el color entre anaranjado y rojizo que presenta la estrella, y el intentar imaginar lo que sería ver VY CMa por nuestros telescopios si en vez de estar situada a 5.000 años luz de distancia se encontrara a, por ejemplo, donde se encuentra Próxima Centauri (4,2 años luz de distancia). Supongo que entonces estaríamos un poco más preocupados acerca del momento exacto en el que se produzca la explosión como supernova.
Para acabar no pude evitar sacarle una foto con la Nikon D70S acoplada al telescopio. Este es un recorte de la imagen. Aunque en visual se disfrute mucho mejor, es una imagen bastante significativa… y un bonito recuerdo de la noche:
Ya sé... la del Hubble es mejor... pero quería darle cierta perspectiva :)
Esta estrella recibe el nombre de VY Canis Majoris, y realmente, no es una estrella como las otras. Aunque a simple vista no lo parezca, estamos ante la estrella que fue considerada durante mucho tiempo como la mayor estrella conocida. Se trata de una hipergigante roja con unas dimensiones descomunales que ponen a prueba nuestra capacidad de imaginación. VY CMa posee un radio 1420 veces el de nuestro Sol, con lo que si se encontrara en la misma posición que nuestro astro rey, la estrella se extendería hacia las cercanías de la órbita de Saturno. Continuando con las comparaciones, comentar que es 500.000 veces más brillante y se calcula que es entre 30-40 veces más masiva que el Sol.
Situada a unos 5.000 años luz de distancia, VY CMa se encuentra en una etapa final de su vida bastante avanzada, estimándose que ha expulsado al espacio ya la mitad de su masa y se cree que puede llegar a convertirse en una supernova dentro de unos 3.200 años. Su clase espectral está catalogada como M2.5-5Iae.
El Telescopio Espacial Hubble tomó unas impresionantes fotografías que fueron aprovechadas por el equipo formado por Terry Jay Jones, Roberta M. Humphreys, L. Andrew Helton –de la Universidad de Minnesota- y Changfeng Gui y Xiang Huang – de la de Connecticut- para elaborar un estudio en tres dimensiones de la materia expulsada por VY CMa (http://iopscience.iop.org/1538-3881/133/6/2730/). Estudio que evidenció que no se ha producido una única eyección de materia, sino que la presencia de diferentes arcos, bucles y nudos que se mueven a diferentes velocidades y direcciones demuestran que se produjeron varios estallidos independientes y localizados en distintos puntos de la estrella. Como digo, un espectáculo difícil de imaginar por nosotros en su verdadera magnitud.
http://hubblesite.org/newscenter/archive/releases/2007/03/
Pues bien, hacia esta “estrellita” es donde la noche del 4 al 5 de enero de 2013 apunté mi SC de 235mm para poderla ver con mis propios ojos. Para ser sincero, lo mismo hubiera sido utilizar el SC de 127mm, ya que como he comentado al principio, es una estrella que en visual no se diferencia especialmente de las otras.
Este es el dibujo que hice a 94x:
Me encontré con un campo estelar bastante atractivo y rico, aunque las estrellas no son demasiado brillantes y se hace imprescindible un cielo oscuro para disfrutar plenamente de él. Con cierta contaminación lumínica también seríamos capaces de percibir VY CMa, pero muchas de las estrellas que pude dibujar pasarían completamente inadvertidas.
Lo mejor a nivel visual es el color entre anaranjado y rojizo que presenta la estrella, y el intentar imaginar lo que sería ver VY CMa por nuestros telescopios si en vez de estar situada a 5.000 años luz de distancia se encontrara a, por ejemplo, donde se encuentra Próxima Centauri (4,2 años luz de distancia). Supongo que entonces estaríamos un poco más preocupados acerca del momento exacto en el que se produzca la explosión como supernova.
Para acabar no pude evitar sacarle una foto con la Nikon D70S acoplada al telescopio. Este es un recorte de la imagen. Aunque en visual se disfrute mucho mejor, es una imagen bastante significativa… y un bonito recuerdo de la noche:
Ya sé... la del Hubble es mejor... pero quería darle cierta perspectiva :)
sábado, 2 de febrero de 2013
NGC2022 - Nebulosa Planetaria en Orión
Una de las razones por las que me compré el telescopio de 235mm -razones que podrían englobarse todas en la típica fiebre de “aberturitis” que de manera inexorable se adueña de todo astrónomo aficionado- fue la de intentar ver con más detalle todas aquellas nebulosas planetarias que con mi SC de 127mm no pasaban de ser pequeñas manchitas redondeadas.
La noche del 4 de enero de 2013, sin la Luna presente, casi inexistente contaminación lumínica, pero con cierta turbulencia atmosférica decidí apuntar mi SC de 235mm hacia NGC2022, una planetaria que podemos localizar en la constelación de Orión, cerca de Phi1/Phi2 en la cabeza del cazador. Fue descubierta el 28 de diciembre de 1785 por William Herschel y brilla con una magnitud estimada de 11,9, extendiéndose 22”x17” a lo largo y ancho en el cielo. Se encuentra a unos 7.600 años luz de distancia.
Este es el dibujo que hice de lo que pude ver con el ocular Televue Radian de 10mm (235x):
Cuando puse el ojo en el ocular lo primero que me vino a la cabeza fue que estaba ante una fantástica planetaria. Empecé su búsqueda con el ocular de 25mm (94x) y ya pude apreciarla perfectamente, diferenciándose claramente del resto de estrellas que la acompañan en el campo del ocular. Por cierto, muchas estrellas. Pero resultaba obvio que precisaba más aumentos.
Finalmente, después de probar con varios oculares, me decidí a hacer el dibujo con el Radian de 10mm (235x), un buen equilibrio entre aumentos y turbulencia de la noche.
Respiro hondo y me dispongo a exprimirla lo máximo que pueda. Es una planetaria muy bonita. Antes, a 94x, me ha dado la sensación de estar ante una planetaria con una forma perfectamente redondeada, sin embargo, al poner los 235x la noto con una cierta forma rectangular, no demasiado marcada, pero sí bien perceptible. Bastante grande… que no gigantesca y de un color entre grisáceo y azulón.
Decido poner el filtro UHC y el OIII. Éste último me oscurece bastante el conjunto, pero me permite apreciar la nebulosa más contrastada, que es lo que me interesa en este momento de la observación. Adaptando la vista a la presencia del filtro acabo notando en la periferia de la planetaria una zona que antes no vi: una especie de halo muy diluido que se pierde rápidamente en la oscuridad celeste que la envuelve. En cierta manera me recuerda la forma de un organismo unicelular. Curiosa esta relación entre realidades tan extremas en cuanto a tamaño se refiere.
Después de dibujar la planetaria quito el filtro y vuelvo a empezar el proceso de adaptación de la vista a la oscuridad. Utilizando la visión lateral (mirando de reojo) me parece apreciar un cierto “chispazo” hacia el centro de la planetaria. Me pregunto si debo haber visto la estrella central de NGC2022 o es sencillamente una consecuencia del cansancio visual después de tanto rato con el ojo pegado al ocular. Más tarde veo que debe ser esto último, ya que la estrella central brilla con una magnitud de 15,2, demasiado débil para mi telescopio.
Esto me recuerda el peligro que tenemos algunas veces los astrónomos aficionados de ver lo que queremos ver… pero que no vemos realmente…
Sea como sea es preciso un gran esfuerzo de observación para intentar sacar todos los detalles que puede ofrecer esta bonita planetaria. Unos cielos oscuros y buena abertura los consideraría muy necesarios, aunque apostaría (no lo he comprobado todavía) que con el SC de 127mm también daría mucho juego.
Decido acabar la observación de NGC2022. Me levanto de la silla, estiro todo el cuerpo, me froto los ojos y trato de respirar hondo para intentar recuperar una respiración normal (parece que cuando observo inconscientemente aguanto la respiración…) y pienso: realmente muy exigente, pero muy bonita y agradecida.
ASOD de 13 de febrero de 2013: http://www.asod.info/?p=9352
La noche del 4 de enero de 2013, sin la Luna presente, casi inexistente contaminación lumínica, pero con cierta turbulencia atmosférica decidí apuntar mi SC de 235mm hacia NGC2022, una planetaria que podemos localizar en la constelación de Orión, cerca de Phi1/Phi2 en la cabeza del cazador. Fue descubierta el 28 de diciembre de 1785 por William Herschel y brilla con una magnitud estimada de 11,9, extendiéndose 22”x17” a lo largo y ancho en el cielo. Se encuentra a unos 7.600 años luz de distancia.
Este es el dibujo que hice de lo que pude ver con el ocular Televue Radian de 10mm (235x):
Cuando puse el ojo en el ocular lo primero que me vino a la cabeza fue que estaba ante una fantástica planetaria. Empecé su búsqueda con el ocular de 25mm (94x) y ya pude apreciarla perfectamente, diferenciándose claramente del resto de estrellas que la acompañan en el campo del ocular. Por cierto, muchas estrellas. Pero resultaba obvio que precisaba más aumentos.
Finalmente, después de probar con varios oculares, me decidí a hacer el dibujo con el Radian de 10mm (235x), un buen equilibrio entre aumentos y turbulencia de la noche.
Respiro hondo y me dispongo a exprimirla lo máximo que pueda. Es una planetaria muy bonita. Antes, a 94x, me ha dado la sensación de estar ante una planetaria con una forma perfectamente redondeada, sin embargo, al poner los 235x la noto con una cierta forma rectangular, no demasiado marcada, pero sí bien perceptible. Bastante grande… que no gigantesca y de un color entre grisáceo y azulón.
Decido poner el filtro UHC y el OIII. Éste último me oscurece bastante el conjunto, pero me permite apreciar la nebulosa más contrastada, que es lo que me interesa en este momento de la observación. Adaptando la vista a la presencia del filtro acabo notando en la periferia de la planetaria una zona que antes no vi: una especie de halo muy diluido que se pierde rápidamente en la oscuridad celeste que la envuelve. En cierta manera me recuerda la forma de un organismo unicelular. Curiosa esta relación entre realidades tan extremas en cuanto a tamaño se refiere.
Después de dibujar la planetaria quito el filtro y vuelvo a empezar el proceso de adaptación de la vista a la oscuridad. Utilizando la visión lateral (mirando de reojo) me parece apreciar un cierto “chispazo” hacia el centro de la planetaria. Me pregunto si debo haber visto la estrella central de NGC2022 o es sencillamente una consecuencia del cansancio visual después de tanto rato con el ojo pegado al ocular. Más tarde veo que debe ser esto último, ya que la estrella central brilla con una magnitud de 15,2, demasiado débil para mi telescopio.
Esto me recuerda el peligro que tenemos algunas veces los astrónomos aficionados de ver lo que queremos ver… pero que no vemos realmente…
Sea como sea es preciso un gran esfuerzo de observación para intentar sacar todos los detalles que puede ofrecer esta bonita planetaria. Unos cielos oscuros y buena abertura los consideraría muy necesarios, aunque apostaría (no lo he comprobado todavía) que con el SC de 127mm también daría mucho juego.
Decido acabar la observación de NGC2022. Me levanto de la silla, estiro todo el cuerpo, me froto los ojos y trato de respirar hondo para intentar recuperar una respiración normal (parece que cuando observo inconscientemente aguanto la respiración…) y pienso: realmente muy exigente, pero muy bonita y agradecida.
ASOD de 13 de febrero de 2013: http://www.asod.info/?p=9352
Suscribirse a:
Entradas (Atom)