Continúo sin poder disfrutar de una noche de observación en condiciones este mes de noviembre. Así que vuelvo a repasar mis libretas de observación y mis antiguos comentarios.
El 22 de mayo de 2007 era una fecha que tenía anotada en la agenda de observación desde hacía más de un año. El motivo no era otro que la ocultación a las 19h 36m 34sg T.U. de Saturno por la Luna, un evento que me hacía especial ilusión observar. Era mi primera ocultación, y confiaba en poder ser testigo de un fenómeno realmente espectacular.
Por la mañana, al levantarme, eché un vistazo por la ventana de mi habitación y no pude reprimir un cierto sentimiento de decepción: estaba nublado. Durante todo el día las nubes fueron las dueñas del cielo, y sin ninguna perspectiva de mejora. Estaba desesperado. Una hora antes de empezar la ocultación no se veía ni la Luna... pero la esperanza debería ser lo último que se pierde.
Tuve realmente mucha suerte. Media hora antes, ya pude ver la Luna, eso sí, amortiguada por, no sabría decir, si por nubes bajas o por humedad... y media hora después de la ocultación, las nubes volvieron a hacer desaparecer la Luna. Otra modalidad de ocultación que no me atrae especialmente...
El caso es que cuando ya prácticamente me había resignado a perderme el espectáculo, viendo aparecer la Luna, monté a toda velocidad el telescopio, la Neximage y el ordenador y crucé los dedos.
Cómo debía estar la visibilidad que no era capaz de ver Saturno a simple vista.
Cogí los prismáticos 15x70 y la visión tampoco daba demasiado de si. Pero no podía entretenerme en lamentaciones, decidí ponerme manos a la obra y puse en marcha la cámara Neximage montada en mi SC de 127mm. Hice unos rápidos ajustes y me encontré con los primeros problemas: La mala visibilidad no permitía que Saturno ofreciera detalle alguno y el hecho que se ocultara por la parte “oscura” de la Luna hizo que me resultara prácticamente hacer ninguna foto en condiones.
Empecé a ponerme nervioso, y cuando quise darme cuenta, Saturno ya había desaparecido detrás de la Luna. Por suerte, pude verlo por la pantalla del ordenador mientras estaba intentando ajustar los controles de la cámara. Pero como aquél que dice, me quedé con un palmo de narices.
Entonces, comprobé con el Starry Night que disponía de aproximadamente una hora antes que volviera a reaparecer Saturno. Imaginé (o por lo menos quise darme ánimos) que sería más fácil hacer una foto de la reaparición más que de la ocultación, por la sencilla razón que la luz de la Luna me permitiría ajustar mejor la cámara.
Pero delante de mi sorpresa, llegó el momento previsto de la reaparición... y no vi ¡ni rastro de Saturno! Me puse más nervioso, si cabe, y comprobé que Saturno efectivamente, había reaparecido en el momento previsto, pero que yo no lo había visto porqué la cámara estaba adaptada a la fuerte luz que emitía la Luna y por tanto, Saturno prácticamente no se veía. Solté algún que otro improperio y me dije que tenía que salvar la noche de alguna manera u otra.
Reajusté la cámara con los parámetros ideales para la Luna, y a continuación, la configuré para fotografíar Saturno. Como ya he comentado, las condiciones eran bastante malas, y la noche iba torcida, pero con todo, al final fui capaz de conseguir un humilde registro fotográfico testimonial, pero que a mi me supo a gloria:
La fotografía, de hecho es la unión de dos tomas independientes que hice de la Luna y del planeta... y es lo mejor que pude sacar esa noche.
Una vez conseguido el “trofeo” y en vista que no podía mejorar las tomas, decidí desmontar la cámara y dedicarme a disfrutar visualmente del panorama. Realmente, mucho más gratificante.
Primero coloqué el ocular de 25mm (50x) y contemplé algo que no se ve precisamente todos los dias... la Luna y Saturno en el mismo campo de visión del telescopio.
No hacía falta montar el filtro lunar, ya que las nubes se encargaban de realizar su tarea. Era espectacular, y su sola visión recompensó todos los esfuerzos y los nervios que pasé para ver esa ocultación.
Puse el ocular de 18mm (69x) y me empezó a caer la baba... Ya sé que científicamente, ni mi estado de ánimo en ese momento, ni la ocultación en si, no aportan actualmente gran cosa... pero estéticamente fue una experiencia impagable.
Estaba viendo la Luna, el satélite que gira alrededor de la Tierra, veía sus cráteres, sus mares, su majestuosa desolación... y cerca de ella, tímido, pequeño, aunque en realidad mucho más grande que la Luna, aparecía Saturno, un planeta gigante que se encuentra a unas 10 veces la distancia de la Tierra al Sol, es decir, 1.425 millones de km. Y yo, disfrutando del espectáculo.
En definitiva, la meteorologia no acompañó, aunque por suerte, tuve una cierta ventana temporal durante la ocultación. Hice un papel bastante lamentable fotográficamente hablando. Me perdí visualmente la “salida” del planeta ... Pero a pesar de todo ello, lo pasé genial, y me quedó grabada en mi memoria una imagen preciosa que no olvidaré nunca... y una foto testimonial.
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