Y suerte tenemos de ella. Fácil de localizar, brillante, evidente y espectacular. Y digo que suerte tenemos de ella porqué hasta el momento, todas las otras planetarias anulares que he intentado observar han resultado un verdadero reto, siendo el resultado final una ligera y esforzada sensación de anularidad.
El último caso con el que me he encontrado ha sido NGC6894, una planetaria anular de magnitud visual estimada de 12,3 y un diámetro de 42”. Situada en la constelación de Cygnus, a unos 5.000 años luz de distancia, fue descubierta el 17 de julio de 1784 por William Herschel.
El 6 de julio de 2013, 229 años más tarde… aprovechando unos cielos oscuros, sin la presencia de la Luna y con una estabilidad atmosférica realmente buena, pude apuntar mi SC de 235mm hacia ella. Este es el dibujo que hice a 146x después de un buen rato batallando con ella:
Hay que reconocer que no es un objeto fácil, y sobre todo si lo comparamos con M57, pero sí que resulta agradecida si tenemos la suficiente paciencia para estar un buen rato intentando exprimir todo lo que puede ofrecer.
Si no tenemos la vista bien adaptada a la oscuridad, nada más poner el ojo en el ocular comprobamos que de la planetaria, ni rastro. Pero a la que adaptamos la vista, aparece una manchita redondeada, tenue, difusa, eso sí, de brillo homogéneo sin nada que sugiera su naturaleza anular.
Aquí acabaría una visita rápida de la planetaria por parte de un observador inquieto que no suele dedicar más de dos minutos a disfrutar de un objeto. Sin embargo, como he comentado antes, con un poco de paciencia e insistencia, van saliendo a la luz detalles que hasta ahora permanecían escondidos.
El campo estelar donde se encuentra enmarcada es rico, como corresponde a una zona encastada en plena Vía Láctea, pero lo mejor es dejar un poco de lado el festival de colores estelares que se presenta y continuar centrando nuestros esfuerzos en NGC6894.
Hace ya unos minutos que he apagado la linterna roja después de dibujar las estrellas más brillantes que aparecen en el campo del Nagler de 16mm, con lo que tengo la vista perfectamente adaptada. Miro con visión lateral (de reojo) y por momentos, la manchita redondeada blanquecina, evanescente, extremadamente tímida y vaporosa, muestra, por fin su anularidad. Por pequeños instantes veo la zona central algo menos brillante que la zona externa. No se trata de un círculo perfecto bien definido, sino una parte en el interior de la planetaria que aparece menos marcada.
Es una percepción que resultará más fácil a observadores con experiencia y más complicada a quien no esté acostumbrado a batallar con débiles manchitas blanquecinas que muestran tímidos detalles. Sea como sea representa una buena experiencia tanto para unos como para otros.
A partir de aquí decido probar con los filtros. El OIII no ayuda demasiado, sin embargo el UHC ofrece un mayor contraste entre las partes más marcadas y las menos brillantes de NGC6894.
En conclusión, esta planetaria nos decepcionará si insistimos en hacer comparaciones con M57. NGC6894 siempre saldrá perdiendo, pero si tomamos su observación como un reto resultará un excelente objeto que nos proporcionará un rato muy agradable a pie de telescopio. Eso sí, imprescindible cielos oscuros y un telescopio de buena abertura.
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