Hacia las 23h 20m T.U. (01h 20m T.L.) ya hacía unas tres horas que había empezado con la sesión de observación, instalación del telescopio incluida, y el caso es que ya me notaba un poco cansado. Me levanté del taburete desde el que suelo observar y dibujar, apagué la linterna, cerré unos instantes los ojos y reflexionando sobre el inexorable y rápido paso del tiempo (antes no me cansaba tanto observando…) estiré un poco mi agarrotado cuerpo y empecé a observar el cielo a ojo desnudo.
Primero dirigí mi vista hacia el sur, donde fui reconociendo las constelaciones de Sagittarius y Scorpius, con una Antares que poco a poco se iba acercando hacia el horizonte y que brillaba con una potencia hipnótica.
Oí el lejano ladrido de un perro que poco a poco se tranquilizó y volvió a reinar el silencio. Un silencio que sólo se veia alterado por el croar de las ranas de las balsas de riego cercanas.
En el zenit el “triángulo de verano” formado por Vega, Deneb y Altair. La Vía Láctea atravesando el cielo sobre mi cabeza perdiéndose por la zona norte fundiéndose con la “W” de Cassiopeia.
La cabeza de Draco bien erguida y Hercules mostrando orgulloso toda su fuerza…
Después de cinco minutos de contemplación, habiendo recargado los ánimos, cogí la libreta de “objetos pendientes de observar” y me fijé en NGC 6293, un cúmulo globular de Ophiuchus. Apunté el telescopio hacia él, volví a sentarme en el taburete, respiré hondo y puse el ojo en el ocular.
NGC6293 se encuentra en un campo estelar bastante pobre, no tanto por la cantidad de estrellas como por su poca magnitud. Pero en este caso, teniendo en cuenta que el protagonista de la observación debe ser el globular, esto resulta ser una virtud.
Este es el dibujo que hice a 146x:
En un primer vistazo el globular se veía perfectamente presente, con un núcleo compacto y marcado. A medida que fui adaptando mejor la vista a la oscuridad fue apareciendo un halo a su alrededor, irregular, más evanescente que el núcleo. Sin duda, este contraste proporciona un evidente atractivo.
Pero no queda aquí la cosa. Utilizando la visión lateral, puedo ver cómo aparecen algunos puntitos estelares tanto en el núcleo como en alguna zona del halo que lo envuelve.
Descubierto el 24 de mayo de 1784 por William Herschel, NGC6293 brilla con una magnitud de 8,2, se extiende en un diámetro aproximado de cielo de 7,9’ y se encuentra a unos 27.400 años luz de distancia.
En definitiva, un cúmulo globular exigente, pero agradecido, cosa que no todos los globulares complicados pueden ofrecer.
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