viernes, 14 de noviembre de 2014

Theophilus, Cyrillus, Catharina y Rupes Altai

Cuando observamos desde un lugar con contaminación lumínica, la mayoría de noches debemos centrar nuestra atención en la Luna. Y suerte tenemos de nuestro satélite, que nunca decepciona sea cual sea el instrumento que apuntemos hacia él.

La noche del 29 de octubre de 2014 me encontraba en Barcelona y después de cenar me vinieron ganas de echar un vistazo al cielo. Salí al balcón y vi que enfrente mismo brillaba una Luna iluminada en el 36% de su superficie y que se encontraba prácticamente en su sexto día de lunación.

Pero lo mejor es que había muy buena estabilidad atmosférica, algo bastante infrecuente. De manera que al final me animé y monté el Nexstar 5i de 127mm, me puse cómodo y apunté hacia la Luna.

Empecé con el ocular de 25mm que me ofrece 50x y que me permite abarcar la totalidad del satélite. Me fijé en el terminador y lo primero que me llamó la atención fue el impresionante trío de cráteres formado por Theophilus, Cyrillus y Catharina.

Eso acabó de animarme, ya que hacía tiempo que quería dibujarlos y por una u otra razón no había podido hacerlo. Así que cogí el ocular de 10mm (125x), me centré en la zona en cuestión y empecé a deleitarme con el juego de luces y sombras lunares.

Este es el dibujo que conseguí al acabar la sesión de observación. Empecé muy animado, pero a medida que iba observando y dibujando me di cuenta que no era tan sencillo como me había parecido en un principio. A pesar de los sudores que me provocó el proceso del dibujo, al final quedé bastante contento del resultado, donde creo que se acaban apreciando, más o menos decentemente, los accidentes más representativos.



Son tres cráteres de tamaño similar, pero con grandes diferencias entre ellos. El cráter más reciente es Theophilus, y es precisamente por ello por lo que es el que se encuentra menos castigado.

Formado durante el periodo eratosteniano, que abarca desde hace aproximadamente 3.200 y 1.100 millones de años, presenta un diámetro de 101 km y una altura de 4.400 m. En el centro destacan las sombras de, creo distinguir, tres picos montañosos. Se extienden a lo largo de 30 km y llegan a elevarse hasta casi 2.000 m.

Su forma es circular y puede verse sin demasiada dificultad las terrazas que forman sus paredes, sobretodo esta noche, en la zona más cercana al terminador, que se encuentra bañada ya por los rayos solares. En ellas puedo apreciar fijándome un poco un diminuto cratercillo que me sugiere una oscura peca proporciona un curioso contraste respecto al blanco inmaculado de esta parte del cráter.

La pared de enfrente por el contrario, se muestra tétrica, negra, a la espera que el Sol se adueñe definitivamente de la totalidad del cráter.

El fondo de Theophilus, por lo menos con esta abertura, lo veo bastante homogéneo y con una marcada tonalidad oscura.

A su lado, encontramos Cyrillus, un cráter formado en el periodo nectariano (hace entre 3.920 y 3.850 millones de años) de unos 98 km de diámetro que no presenta un aspecto tan lozano como Theophilus, ya que el impacto de éste se sobrepuso a las paredes de la zona Nordeste del cráter.

Con todo, se pueden apreciar todavía unos picos centrales, no tan marcados como en Theophilus y unas terrazas en el Oeste. Terrazas que también han sufrido un impacto posterior (Cyrillus A). Este cratercillo ya no me recuerda a una peca, al contrario, se muestra con gran fuerza gracias al blanco inmaculado de los rayos solares reflejados en él.

El más antiguo de los tres cráteres es Catharina, con un diámetro de 100 km y formado al igual que Cyrillus en el periodo nectariano, ofrece un aspecto realmente castigado por el paso del tiempo y los destrozos provocados por impactos posteriores.

A pesar de ello, todavía se adivina su forma circular, aunque el impacto de Catharina P dejó un impresionante cráter de 46 km de diámetro solapándose en una de sus paredes. Y precisamente esto le confiere al conjunto un aspecto especial y muy atractivo.

Esta noche puedo distinguir en el interior del cráter a Catharina S (16 km) y en la parte exterior, lo que parece un añadido a la formación, Catharina C (28 km).

Sigo deleitándome con la contemplación de la zona, y una vez visitados los tres cráteres principales, me dedico a cazar los detalles que, a menudo, pasan desapercibidos ante la magnificencia de Theophilus, Cyrillus y Catharina.

A su lado, en la parte más alejada del terminador aparece una procesión tétrica de pequeños cratercillos negros. El Sol todavía no inunda su fondo y su aspecto es inquietante. Esta sucesión pasa junto el cráter Beamount, una formación circular poco elevada de unos 53 km de diámetro, y va a desembocar en Fracastorius, un cráter medio inundado por la lava de Mare Nectaris, dándole un aspecto de bahía.

Y hablando de zonas inundadas de lava, mi atención se dirige de nuevo a la zona de Theophilus, donde justo a su lado, al Norte disfruto de la presencia de Sinus Asperitatis, otra bahía, esta vez en Mare Tranquilitatis, que esconde un cráter fantasma sobre el cual se encuentra el cráter Torricelli.

Torricelli  se muestra soberbio, con un diámetro de 23 km y una forma de pera fruto a la superposición de un cratercillo más pequeño en su pared Este.

Con esto decido acabar con el dibujo, pero ello no quiere decir acabar con la observación.

Me dirijo hacia el Sur del terminador y llego a una zona que ya había dibujado. Se trata de Piccolomini, Rabbi Levi y Zagut, tres cráteres sensacionales:

http://laorilladelcosmos.blogspot.com.es/2010/05/piccolomini-un-juego-de-sombras-lunar.html

http://laorilladelcosmos.blogspot.com.es/2009/07/rabbi-levi.html

Y no quiero acabar sin comentar algo que me ha dejado realmente impresionado, que no ha sido otra cosa que Rupes Altai, una escarpadura que se extiende desde Catharina hasta Piccolomini, o lo que es lo mismo, unos 480 km. Según los científicos, Rupes Altai es la única parte que queda de la muralla formada después del impacto primigenio que formó Mare Nectaris. Lo más impresionante es que la elevación media que presenta es de 1.000 m, llegando a una máxima altura de 3.000m

Esta noche, tal como incide la luz solar en ella, hace que su vista sea memorable.

Al principio de la noche, aprovechando la buena estabilidad atmosférica, hice unas fotografías del terminador y de entre todas ellas he elaborado un pequeño mosaico de dos imágenes donde se puede apreciar todos los accidentes que pude observar, y disfrutar, esa noche  tan especial.


Y aquí rotulada:




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