Para los que nos gusta la astronomía, es prácticamente una obligación aprender un poco de mitología griega y romana, más que nada, para intentar dar un poco de sentido a un buen número de constelaciones que podemos observar en el cielo e intentar comprender un poco lo que les pasaba por la cabeza a nuestros antepasados cuando dirigían su atención a la misteriosa bóveda celeste.
Personalmente, me gusta leer historias de la mitología greco-romana, historias que no dejan de ser en cierta manera un reflejo de lo que fueron los albores de nuestra cultura occidental europea. Pero tengo que reconocer que la mayoría de las veces, la gran diversidad de versiones me provoca un desconcierto que me deja un poco perplejo.
La historia de los hermanos Castor y Pólux también presenta variantes. Por un lado pueden aparecer como gemelos, o simplemente como hermanos, pueden presentarse como seres inmortales, o uno mortal y el otro inmortal… hijos ambos de Zeus, o uno hijo de Zeus y otro hijo del rey Tíndaro de Lacedemonia, en definitiva, una verdadera muestra de lo que era la transmisión oral de las historias mitológicas: cada bardo debía contar la historia introduciendo ciertas gotas de creatividad personal.
Una de estas versiones cuenta que Leda, una bella princesa espartana, casada con el rey Tíndaro, recibió la visita de Zeus transformado en Cisne. Curiosamente, al cabo de unos meses Leda puso dos huevos (resultaría interesante ver la cara que debió poner el rey espartano al presenciar el acontecimiento), de los que nacieron cuatro niños. Por un lado nació Pólux y Helena, y por otro Cástor y Clitemnestra.
Las dos hermanas se apartan un poco de nuestro interés astronómico, sin embargo comentaré que Clitemnestra se casó con Agamenón, rey de Argos, y Helena con su hermano Menelao. Sin embargo, Helena pareció no estar demasiado contenta con este matrimonio y decidió fugarse con Paris, su enamorado troyano. El resto de la historia y sus trágicas consecuencias, creo que es bien conocida.
Pero volvamos a Cástor y Pólux. El primero es recordado como un excelente domador de caballos, mientras que Pólux ganó fama como luchador después de vencer al temible Ámico, rey de Bitinia. Sea como sea, ambos eran buenos marinos, tanto que se enrolaron en la tripulación del Argos, cuyo capitán, Jasón, emprendió un largo y complicado viaje lleno de aventuras en busca del Vellocino de Oro.
Después de tanto trajín, Cástor y Pólux decidieron sentar cabeza y siguiendo lo que parece era tradición de los héroes de la antigüedad, decidieron raptar a las hijas del príncipe de Mesenia Leucipo. Hilaira y Febe eran sus nombres. Lamentablemente los dos hermanos no eran los únicos pretendientes, Idas y Linceo viendo como les arrebataban a las dos jóvenes emboscaron a los dos hermanos cerca del monte Taigeto dando muerte a Cástor.
Pólux no pudo soportar el dolor por la muerte de su hermano y suplicó a Zeus que les ofreciera a los dos el don de la inmortalidad (según la tradición, Cástor era de naturaleza mortal, mientras que Pólux disfrutaba de la condición de inmortal). Zeus, conmovido por el amor fraterno de Pólux, accedió a ello dictando una curiosa disposición: los dos hermanos pasarían seis meses en el Olimpo como dioses, y seis meses en el Hades como mortales muertos.
Astronómicamente, se ha identificado a estos dos hermanos, Cástor y Pólux, con las dos estrellas más brillantes de la constelación de Gemini.
Dejando un poco de lado la mitología, comentar que cuando observo este rincón del cielo desde un lugar con poca contaminación lumínica, la constelación es fácilmente identificable gracias al imponente brillo de sus dos estrellas principales y la cierta simetría que siguen sus componentes más débiles. Pero sin lugar a dudas, Cástor (curiosamente, el hermano mortal) es la más bella de entre todas ellas por su condición de estrella múltiple.
Estos son los datos que aparecen en el catálogo del WDS referentes a este sistema, también conocido como STF 1110:
A pesar de las referencias a cuatro componentes que aparecen en el catálogo, siempre que apunto mi telescopio hacia Cástor, a nivel visual siempre la considero como triple, ya que la componente D queda muy alejada del par principal y brilla con una modesta décima magnitud.
La noche del 20 de diciembre de 2008 decidí hacer una nueva visita a esta atractiva doble y estos fueron mis comentarios:
“A 50x Castor la noto perfectamente alargada, pero no la puedo separar por culpa del gran brillo de sus componentes. Pongo 69x y ya aparece perfectamente desdoblada, pero es a 125x como se muestra en todo su esplendor.
La A la veo blanca, muy blanca. La B, aun siendo en cierta manera canibalizada por la principal, la noto blancuzca con un cierto matiz marfil... Y la C, mirándose el espectáculo a cierta distancia como una espectadora de lujo, la noto de un color amarillento-anaranjado.
Más lejos, casi formando una línea recta con C, veo dos estrellas de magnitud similar a esta tercera componente. Una de ellas corresponde a la componente D que aparece en el catálogo del WDS.
En definitiva, una de las dobles más bonitas del cielo, fácil de localizar y asequible”.
Este es el dibujo que hice del sistema:
Según datos obtenidos por la misión Hipparcos, es sistema de Cástor se encuentra situado a unos 51,6 años luz de distancia, pero lo que resulta realmente interesante es que tanto las dos componentes principales, A/B, como la C, son estrellas dobles espectroscópicas, por lo que en realidad, estas tres estrellas, son seis.
Castor A y Castor B, completan una órbita cada 445 años presentando una distancia media entre ambas de 104 UA. La compañera de la principal se encuentra separada 0,12 UA de ella con un periodo orbital de 9,21 días. Castor B por su parte tiene su pareja a 0,03 UA con una órbita completa cada 2,93 días.
Por su parte, la componente C, variable eclipsante conocida como YY Geminorum Aa, está formada por dos enanas rojas cuya órbita, de aproximadamente 0,81 días, es prácticamente circular, lo que permite que se produzcan eclipses casi totales. Las dos componentes se encuentran separadas por tan solo 0.018 UA y su clase espectral es M1Ve en ambos casos. Su variabilidad oscila entre la magnitud 8,91 y la 9,60.
Dejando de lado consideraciones mitológicas o científicas, estéticamente Castor es una estrella realmente atractiva que nos invita a acercarnos a ella a través de nuestros telescopios, sea cual sea su abertura. Muy recomendable tanto para amantes de las dobles como para aquellos aficionados que sólo observan sistemas múltiples en contadas ocasiones, Castor no defraudará nuestras expectativas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario