Noche del 24 de mayo de 2010 con la Luna iluminada al 89%, onceava noche después de Luna Nueva. Una excelente noche de observación lunar... y yo haciendo algo que nunca aconsejo: improvisar una observación.
Después de estar un buen rato disfrutando con los cráteres Gassendi y Prinz, las estrellas de la noche, ya me disponía a plegar velas cuando por casualidad decidí echar una última mirada al limbo norte de la Luna.
Allí, sin esperarlo, me encontré con un cráter realmente bonito: Philolaus.
Me concedí una prórroga e hice un rápido boceto, que luego completé:
Philolaus es un cráter circular que al hallarse prácticamente en el limbo norte de la Luna siempre lo veremos con efecto de perspectiva, y se verá mejor o peor dependiendo de la libración de nuestro satélite.
Tiene un diámetro de 71 km., y lo que más me sorprendió de él fue lo bien definidas que pude ver las terrazas de la pared que en esos instantes se encontraba bañada por los rayos solares. Realmente espectacular, no en vano tiene una altura de unos 3.400 m.
Philolaus se encontraba abrazado por una formación menos definida, Philolaus C, y al lado, como queriendo practicar un juego de contrastes, las sombras de la pared de Anaxímenes, de unos 80 km. de diámetro, se dibujaban en el fondo del cráter.
Tétrico y bello a la vez.
No tuve tiempo de más. Tan sólo sacar una foto de la zona... y consultar en el Virtual Moon Atlas qué es lo que había estado observando:
A lo dicho. No hay que improvisar las observaciones... aunque de vez en cuando, nos podemos permitir algún desliz... no creo que nadie nos lo recrimine.
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