Sin duda, cuando a un astrónomo aficionado le mencionas a Betelgeuse, en seguida la relaciona con la anaranjada estrella que destaca en el famoso asterismo de la constelación de Orión.
Y si la conversación se alarga el tiempo suficiente, al final te confesará que uno de sus grandes deseos respecto a la afición, es poder ver algún día, la explosión de esta estrella como supernova.
Y aunque ya sabemos cómo van los conceptos de tiempo en astronomía, Betelgeuse es una de las estrellas más plausibles a estallar como supernova, relativamente más cercana a nosotros. Y en caso de que se produjera, el espectáculo que llegaríamos a presenciar, sería magnífico.
La distancia a la que se encuentra Betelgeuse es difícil de precisar, y podemos encontrar unos valores que van desde los 495 hasta los 640 años luz.
Se trata de una supergigante roja, variable semirregular, cuyo brillo oscila entre las magnitudes 0,3 y 1,1 durante periodos que pueden abarcar entre 6 meses y 6 años.
Nunca me había fijado en su variación de brillo, hasta hace poco, cuando he leído comentarios acerca de un descenso de brillo bastante evidente.
En la página de la AAVSO hay estimaciones que rondan la magnitud 1,4.
Mi intención era hacer una sesión de observación centrada en Betelgeuse durante estas navidades, pero una inoportuna neumonía me tiene fuera de circulación, así que, de momento, sólo he podido percibir que, anoche, Betelgeuse brilla más a la par de Bellatrix que no de Rigel.
Dejo para concluir un dibujo que hice, “Noche Estrellada de Invierno”, donde Orión y Betelgeuse brillan en todo su esplendor.
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