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viernes, 30 de diciembre de 2011
Resumen Fotográfico de 2011
A pesar que la astrofotografía no es lo mío (espero que esto cambie con el tiempo), siempre que puedo intento sacar una imagen de lo que estoy observando para guardar una foto testimonial de recuerdo. Durante este 2011 he ido coleccionando unas cuantas y gracias a la iniciativa de un post del foro astronómico “ www.astronomo.org ” he decidido hacer un panel recopilatorio de las más significativas de este 2011 que termina.
Por un lado tengo varias fotografías lunares, tal vez lo más decente fotográficamente hablando, que me recuerdan las noches que he dedicado a nuestro satélite y el tiempo que he disfrutado observando y descubriendo lugares de la Luna.
Por otro lado, tengo dos supernovas, la SN2011B y la SN2011dh en M51. Nunca había observado una supernova, y este año han caído nada menos que tres.
Tengo también una fotografía del "cachorro". Es decir, he podido desdoblar fotográficamente por primera vez Sirius con mi pequeño SC de 127mm. Una noche memorable. Al igual que la noche en que también por primera vez, pude captar con mi SC de 235mm fotográficamente... y en visual, al que yo siempre consideraré mi planeta preferido: Plutón.
Capté la estrella variable Mira (Omicron Ceti) cerca de su máximo hacia el 5 de octubre de 2011.
El cometa C/Garrad P1 también tiene su hueco, al igual que un siempre fotogénico Saturno. Un Júpiter mostrando las barcazas, verdaderas novedades de la temporada, y otro más "tradicional" con un tránsito de Io y la Gran Mancha Roja (GMR).
Una atrevida foto de la nebulosa del esquimal dio paso a otras intentonas de fotografías de cielo profundo como M57, M13 y M27. Nada del otro mundo, pero teniendo en cuenta que son mis primeros pinitos, pues quedé bien contento y orgulloso con ellas.
Eclipse de Luna... y eclipse de Sol, este último nada fácil, teniendo en cuenta que hice la foto con la Nikon D70S y el objetivo de 200mm jugando con el diafragma y la exposición para que saliera algo medio decente.
Y para acabar, una muestra de mis queridas dobles: Almach, HJ3945 (La Albireo de Invierno); Gliese 15, una preciosa doble viajera; una foto de Porrima, a la que he podido desdoblar también este año por primera vez; 7 LMi (HJ1166), objeto de mi primer artículo publicado en la revista “El Observador de Estrellas Dobles”.
De todas formas, lo mejor del año ha sido acabar una tarea que me propuse hace tres años, que no era otra que observar y dibujar todos los objetos Messier vistos con mi SC de 127mm. El último de ellos fue M83, y se pueden ver todos en el blog:
http://laorilladelcosmos.blogspot.com/p/indice.html
En fin, mis fotos son más testimoniales que otra cosa, pero me han servido para recordar muy buenos momentos que he pasado observando este 2011 que termina.
Quiero mandar un deseo para todo el mundo: que el año 2012 sea un feliz año lleno de amor y de paz. Con un poco de esto que aportemos cada uno, conseguiremos un mundo mejor.
martes, 27 de diciembre de 2011
NGC1535 - Nebulosa Planetaria en Eridanus (2)
Después de sorprenderme con la nebulosa planetaria NGC1535 y de disfrutar de su observación con el SC de 127mm, me dejé anotado que tenía una cita pendiente con su enana blanca. Con el telescopio de 5” y la contaminación lumínica no fui capaz de percibir la estrella central de esta planetaria.
No es fácil observar estrellas enanas blancas debido a su poca luminosidad, sin embargo no es imposible, y el gran atractivo de hacerlo es llegar a ser conscientes que estamos observando un estado de la evolución estelar al que nuestro Sol se dirige de manera inexorable. Una enana blanca es una estrella con menos de 8 masas solares que ha agotado todo su combustible y se encuentra en las etapas finales de su vida. Los gases que ha expulsado hacia el espacio después de su colapso es lo que podemos observar cuando apuntamos a una nebulosa planetaria, siendo la estrella central su origen.
Pues bien, la noche del 26 de diciembre de 2011 me encontraba bajo varias capas de abrigo para soportar el 1º C que marcaba el termómetro, lejos de todo tipo de contaminación lumínica, con un seeing de 4/5 (Siendo 5= óptimo), sin nubes, sin Luna y con mi telescopio de 235mm montado y listo para apuntar a una vieja conocida: NGC1535.
Tenía los recuerdos frescos de la observación del 18 de diciembre de 2011 con el telescopio pequeño, por lo que empecé la noche con la intención de hacer una comparativa entre lo que vi con el SC de 127mm y lo que me disponía a ver con el SC de 235mm.
Este es el dibujo que hice a 313x:
Una buena muestra de lo que es observar esta clase de objetos con un telescopio de 5” y con otro de 9,25”. En este caso, la abertura manda.
He estado un cuarto de hora mirando por el ocular, sin apartar de él el ojo, cerrándolo en ocasiones para descansar un poco la vista, pero obligándolo a adaptarse lo mejor posible a la oscuridad y a lo que me mostraba los 10’ del campo del ocular de 7,5mm.
El esfuerzo ha valido la pena. NGC1535 cada vez cogía más confianza y se iba mostrando paulatinamente de manera más clara. Llegado a un punto en que ya no creía poder observar nada nuevo, me he relajado un poco y he podido disfrutar de un núcleo potente, redondeado, brillante, envuelto por un halo difuso que lucha por hacerse cada vez más evidente.
Creo que ya estoy preparado. Miro con visión lateral y me aparece bien puntual la enana blanca que no había podido observar con mi SC de 127mm. Una sonrisa se dibuja en mis labios, y el cuerpo, a pesar del abrigo, se estremece un poco pensando que estoy viendo “nuestro” futuro.
A la mínima que fijo la vista, la estrella central desaparece camuflándose entre el brillante núcleo y no vuelvo a verla hasta que cambio de estrategia y vuelvo a la visión lateral. Sensacional lo que puedo distinguir con estos 313x.
Después de observar NGC1535 con el SC de 127mm y quedar realmente satisfecho, hoy he tenido la impresión que la planetaria ha decidido abrirse definitivamente mostrando todas sus interioridades, como si se encontrara a gusto con mi compañía y después de tantos esfuerzos en conocerla me hubiera ganado ya su confianza.
Llegados a este punto decido ir a por otro objetivo, pero lamentablemente la humedad y el frío reinante han hecho mella en mi telescopio y me ha resultado imposible continuar observando. Tengo que buscar alguna solución, no hay nada más frustrante que tener ganas de observar en una buena noche y tener que dejarlo porqué se empañe el telescopio. Con todo, lo dejo satisfecho y con el recuerdo de NGC1535 grabado en mi retina.
No es fácil observar estrellas enanas blancas debido a su poca luminosidad, sin embargo no es imposible, y el gran atractivo de hacerlo es llegar a ser conscientes que estamos observando un estado de la evolución estelar al que nuestro Sol se dirige de manera inexorable. Una enana blanca es una estrella con menos de 8 masas solares que ha agotado todo su combustible y se encuentra en las etapas finales de su vida. Los gases que ha expulsado hacia el espacio después de su colapso es lo que podemos observar cuando apuntamos a una nebulosa planetaria, siendo la estrella central su origen.
Pues bien, la noche del 26 de diciembre de 2011 me encontraba bajo varias capas de abrigo para soportar el 1º C que marcaba el termómetro, lejos de todo tipo de contaminación lumínica, con un seeing de 4/5 (Siendo 5= óptimo), sin nubes, sin Luna y con mi telescopio de 235mm montado y listo para apuntar a una vieja conocida: NGC1535.
Tenía los recuerdos frescos de la observación del 18 de diciembre de 2011 con el telescopio pequeño, por lo que empecé la noche con la intención de hacer una comparativa entre lo que vi con el SC de 127mm y lo que me disponía a ver con el SC de 235mm.
Este es el dibujo que hice a 313x:
Una buena muestra de lo que es observar esta clase de objetos con un telescopio de 5” y con otro de 9,25”. En este caso, la abertura manda.
He estado un cuarto de hora mirando por el ocular, sin apartar de él el ojo, cerrándolo en ocasiones para descansar un poco la vista, pero obligándolo a adaptarse lo mejor posible a la oscuridad y a lo que me mostraba los 10’ del campo del ocular de 7,5mm.
El esfuerzo ha valido la pena. NGC1535 cada vez cogía más confianza y se iba mostrando paulatinamente de manera más clara. Llegado a un punto en que ya no creía poder observar nada nuevo, me he relajado un poco y he podido disfrutar de un núcleo potente, redondeado, brillante, envuelto por un halo difuso que lucha por hacerse cada vez más evidente.
Creo que ya estoy preparado. Miro con visión lateral y me aparece bien puntual la enana blanca que no había podido observar con mi SC de 127mm. Una sonrisa se dibuja en mis labios, y el cuerpo, a pesar del abrigo, se estremece un poco pensando que estoy viendo “nuestro” futuro.
A la mínima que fijo la vista, la estrella central desaparece camuflándose entre el brillante núcleo y no vuelvo a verla hasta que cambio de estrategia y vuelvo a la visión lateral. Sensacional lo que puedo distinguir con estos 313x.
Después de observar NGC1535 con el SC de 127mm y quedar realmente satisfecho, hoy he tenido la impresión que la planetaria ha decidido abrirse definitivamente mostrando todas sus interioridades, como si se encontrara a gusto con mi compañía y después de tantos esfuerzos en conocerla me hubiera ganado ya su confianza.
Llegados a este punto decido ir a por otro objetivo, pero lamentablemente la humedad y el frío reinante han hecho mella en mi telescopio y me ha resultado imposible continuar observando. Tengo que buscar alguna solución, no hay nada más frustrante que tener ganas de observar en una buena noche y tener que dejarlo porqué se empañe el telescopio. Con todo, lo dejo satisfecho y con el recuerdo de NGC1535 grabado en mi retina.
domingo, 25 de diciembre de 2011
NGC1535 - Nebulosa Planetaria en Eridanus
Lo primero que pensé cuando puse el ojo en el ocular y vi por primera vez la nebulosa planetaria NGC1535 fue: “¿Cómo es posible que no hubiera tenido antes noticia de esta planetaria tan brillante?”.
Y para ser sincero, no me extraña en absoluto esta reacción. Las nebulosas planetarias no son un objeto celeste fácil para telescopios de poca abertura, y después de muchas noches en las que he tenido que hacer grandes esfuerzos para detectar simples redondeles diminutos y difusos, no deja de sorprenderme encontrar una planetaria tan asequible y agradecida como NGC1535.
De hecho, este hallazgo debo agradecérselo a un compañero de foro de la Asociación Astronómica Hubble, Diego González (Lynx), que en su momento quiso compartir muy amablemente con el foro una relación de 80 nebulosas planetarias aptas para pequeños telescopios (100-130mm), listado muy útil que permite elegir los objetivos asequibles a nuestros instrumentos.
http://www.asociacionhubble.org/portal/index.php/foro/viewtopic.php?f=15&t=46921
William Herschel en 1785 descubrió esta planetaria que se encuentra a una distancia de unos 5.200 años luz de distancia y que podemos localizar en la constelación de Eridanus. Como es costumbre entre los astrónomos aficionados, varios nombres pintorescos son los que se asocian a esta nebulosa, entre ellos el Ojo de Cleopatra, el Fantasma de Neptuno o la Medusa Celeste... pero como digo siempre, para los que observamos este tipo de objetos con telescopios pequeños, todos ellos no dejan de ser meras curiosidades de las que no podemos confirmar ni desmentir el acierto o no de su apreciación.
La noche del 18 de diciembre de 2011 resultó ser una buena noche para observar: sin Luna, completamente despejado, un seeing aceptable de 3/5 (Siendo 5=óptimo)... sólo el pequeño inconveniente de los 3º C que marcaba el termómetro. Así que bien abrigado, me decidí a apuntar hacia NGC1535. Hice el dibujo a 69x para enmarcar la planetaria en el campo estelar que la acompaña, y luego, añadí al lado tal como la acabé viendo con 208x:
A 50x ya puede verse como una estrella desenfocada, fácilmente identificable, al resultar ser la única “estrella” del campo que no se ve puntual. Pongo los 69x para intentar distinguirla mejor. Las estrellas que la acompañan, aún no siendo demasiado brillantes, sí son claramente perceptibles. Esto nos va bien a la hora de observarla, por un lado, ninguna estrella excesivamente potente nos apaga la nebulosa, y por otro lado, NGC1535 se ve acompañada por un bonito séquito estelar.
Si bien muchos observadores la ven de un color verde-azulado, por mi parte la veo de una tonalidad gris pálido. Supongo que en este aspecto tendrá mucho que decir nuestra propia capacidad de percibir los colores. En cuanto a su forma, es claramente redondeada. Adaptando mejor la vista a la oscuridad, noto un núcleo muy brillante envuelto en un pequeño halo muy difuso. En cierta manera, me recuerda el aspecto que a veces ofrece un pequeño cúmulo globular no resoluble. Es bastante grande y brillante, en comparación con otras nebulosas planetarias del estilo que suelo observar.
Al final decido forzar un poco los aumentos y utilizar los 208x que me ofrece mi ocular de 6mm. A veces, más aumentos no implica ver más cosas, pero en este caso, la mejoría es evidente. El núcleo gana en potencia, y el halo que casi pasaba antes desapercibido, ahora aparece más claro, con una forma un poco alargada y con unos límites externos bastante irregulares.
Vale la pena forzar aumentos, no sólo por la mejora visual, sino para intentar ver su estrella central, una enana blanca que brilla con una magnitud de 12,2. Es cierto que para pequeños telescopios esto ya empieza a considerarse un reto, pero el caso es que tampoco es tan fácil observarla con instrumentos de mayor abertura debido a que puede llegar a disimularse entre el potente brillo que ofrece el núcleo de la planetaria. Un buen consejo para tener éxito es utilizar los máximos aumentos posibles y la visión lateral. Por mi parte, esa noche no fui capaz de distinguirla.
A pesar de está pequeña decepción, disfruté mucho observando esta poco injustamente conocida nebulosa planetaria, y de hecho, tuve la sensación que puede ofrecer un magnífico espectáculo a través de un telescopio de mayor abertura, así que me dejo pendiente su observación con mi SC de 235mm a la primera oportunidad que se me presente. Tengo una cita pendiente con su enana blanca...
Y para ser sincero, no me extraña en absoluto esta reacción. Las nebulosas planetarias no son un objeto celeste fácil para telescopios de poca abertura, y después de muchas noches en las que he tenido que hacer grandes esfuerzos para detectar simples redondeles diminutos y difusos, no deja de sorprenderme encontrar una planetaria tan asequible y agradecida como NGC1535.
De hecho, este hallazgo debo agradecérselo a un compañero de foro de la Asociación Astronómica Hubble, Diego González (Lynx), que en su momento quiso compartir muy amablemente con el foro una relación de 80 nebulosas planetarias aptas para pequeños telescopios (100-130mm), listado muy útil que permite elegir los objetivos asequibles a nuestros instrumentos.
http://www.asociacionhubble.org/portal/index.php/foro/viewtopic.php?f=15&t=46921
William Herschel en 1785 descubrió esta planetaria que se encuentra a una distancia de unos 5.200 años luz de distancia y que podemos localizar en la constelación de Eridanus. Como es costumbre entre los astrónomos aficionados, varios nombres pintorescos son los que se asocian a esta nebulosa, entre ellos el Ojo de Cleopatra, el Fantasma de Neptuno o la Medusa Celeste... pero como digo siempre, para los que observamos este tipo de objetos con telescopios pequeños, todos ellos no dejan de ser meras curiosidades de las que no podemos confirmar ni desmentir el acierto o no de su apreciación.
La noche del 18 de diciembre de 2011 resultó ser una buena noche para observar: sin Luna, completamente despejado, un seeing aceptable de 3/5 (Siendo 5=óptimo)... sólo el pequeño inconveniente de los 3º C que marcaba el termómetro. Así que bien abrigado, me decidí a apuntar hacia NGC1535. Hice el dibujo a 69x para enmarcar la planetaria en el campo estelar que la acompaña, y luego, añadí al lado tal como la acabé viendo con 208x:
A 50x ya puede verse como una estrella desenfocada, fácilmente identificable, al resultar ser la única “estrella” del campo que no se ve puntual. Pongo los 69x para intentar distinguirla mejor. Las estrellas que la acompañan, aún no siendo demasiado brillantes, sí son claramente perceptibles. Esto nos va bien a la hora de observarla, por un lado, ninguna estrella excesivamente potente nos apaga la nebulosa, y por otro lado, NGC1535 se ve acompañada por un bonito séquito estelar.
Si bien muchos observadores la ven de un color verde-azulado, por mi parte la veo de una tonalidad gris pálido. Supongo que en este aspecto tendrá mucho que decir nuestra propia capacidad de percibir los colores. En cuanto a su forma, es claramente redondeada. Adaptando mejor la vista a la oscuridad, noto un núcleo muy brillante envuelto en un pequeño halo muy difuso. En cierta manera, me recuerda el aspecto que a veces ofrece un pequeño cúmulo globular no resoluble. Es bastante grande y brillante, en comparación con otras nebulosas planetarias del estilo que suelo observar.
Al final decido forzar un poco los aumentos y utilizar los 208x que me ofrece mi ocular de 6mm. A veces, más aumentos no implica ver más cosas, pero en este caso, la mejoría es evidente. El núcleo gana en potencia, y el halo que casi pasaba antes desapercibido, ahora aparece más claro, con una forma un poco alargada y con unos límites externos bastante irregulares.
Vale la pena forzar aumentos, no sólo por la mejora visual, sino para intentar ver su estrella central, una enana blanca que brilla con una magnitud de 12,2. Es cierto que para pequeños telescopios esto ya empieza a considerarse un reto, pero el caso es que tampoco es tan fácil observarla con instrumentos de mayor abertura debido a que puede llegar a disimularse entre el potente brillo que ofrece el núcleo de la planetaria. Un buen consejo para tener éxito es utilizar los máximos aumentos posibles y la visión lateral. Por mi parte, esa noche no fui capaz de distinguirla.
A pesar de está pequeña decepción, disfruté mucho observando esta poco injustamente conocida nebulosa planetaria, y de hecho, tuve la sensación que puede ofrecer un magnífico espectáculo a través de un telescopio de mayor abertura, así que me dejo pendiente su observación con mi SC de 235mm a la primera oportunidad que se me presente. Tengo una cita pendiente con su enana blanca...
lunes, 19 de diciembre de 2011
¿Una Monocerótida?
Cuando estamos observando con nuestro telescopio, es posible que estemos tan concentrados poniendo el ojo en el ocular que nos podemos perder la impresionante belleza que nos ofrece la cúpula celeste en su conjunto... y no sólo eso, sino que podemos dejar de observar algún fenómeno peculiar, como casi me ocurre a mi la noche del 18 de diciembre de 2011.
Esa noche estaba observando una serie de planetarias con mi SC de 127mm, lo que resultaba bastante fatigante por culpa de la contaminación lumínica, la debilidad y pequeño tamaño de este tipo de objetos, sin olvidar la poca abertura del telescopio.
Para descansar un poco me levanté de la silla para estirar mis entumecidas piernas e intentar que la sangre volviera a circular por mis manos. Los 3º C que marcaba el termómetro empezaban a hacer mella en mi ánimo... y en mi cuerpo.
Dirigí mi atención hacia la constelación de Orion, realmente magnífica. Su forma peculiar siempre reconocible estaba empezando a adueñarse del cielo. Sirius estaba empezando a asomar por el horizonte. En esto estaba cuando de repente, entre Sirius y Procyon vi un destello fulgurante, de un brillo claramente superior al de Venus, que se fue apagando en unos dos segundos dejando una fina estela en dirección al horizonte.
No pude evitar lanzar una exclamación, y una vez recuperado de la espectacular aparición, miré la hora exacta e hice un boceto de la zona y del fenómeno en sí:
Al día siguiente me propuse investigar un poco para intentar confirmar qué había visto exactamente.
Empecé descartando que se tratara de un satélite Iridium, que se caracterizan por sus fogonazos. En la web de Heavens Above, ninguno de los satélites que pasaban por mi zona coincidía con la hora en que vi, lo que apostaría, fue un meteoro:
Consultando sobre mi observación en dos foros de astronomía, en uno un compañero, (Crisyo), confirmó que él también había visto un destello parecido a mi descripción por la misma zona, y en el otro, Isabel (Alhena) me sugirió que había visto un meteoro perteneciente a la lluvia de Alpha Monocerótidas.
Da gusto compartir afición con personas que siempre están dispuestas a echar una mano en lo que pueden.
Con esta información consulté el Starry Night para ver qué lluvias de estrellas tienen su radiante por la zona en que vi el meteoro, y me encontré con esto, que me ha desconcertado un poco:
Según el programa, el máximo de las Alpha Monocerótidas es hacia el 21 de noviembre, observándose aproximadamente del 15 al 25 de noviembre. Entonces he visto que también aparece la lluvia de Monocerótidas, cuyo máximo es el 9 de diciembre pudiéndose observar del 27 de noviembre al 17 de diciembre.
Por situación, lo que vi encaja con las Alpha Monocerótidas, pero por fechas, sería más probablemente una Monocerótida...
Independientemente de si es una o la otra, lo que me llamó la atención fue que normalmente, en las lluvias de estrellas que he podido ver hasta el momento el meteoro empieza como una fina línea y acaba viéndose el "fogonazo", mientras que esta vez vi primero el fogonazo y después la estela que iba en dirección al horizonte desapareciendo poco a poco.
Pero bueno, aunque no pueda estar seguro sobre su origen, me quedo con la bonita sensación de admiración que tuve al presenciar ese fogonazo, acompañado de una pequeña estela, enmarcado entre las constelaciones de Orion, Canis Major, Monoceros y Canis Minor... y una nueva lección: No olvidar de echar una mirada al cielo a simple vista en mis sesiones de observación. De hecho, pocas son las generaciones que han tenido ocasión de observarlo con algún tipo de instrumento.
Esa noche estaba observando una serie de planetarias con mi SC de 127mm, lo que resultaba bastante fatigante por culpa de la contaminación lumínica, la debilidad y pequeño tamaño de este tipo de objetos, sin olvidar la poca abertura del telescopio.
Para descansar un poco me levanté de la silla para estirar mis entumecidas piernas e intentar que la sangre volviera a circular por mis manos. Los 3º C que marcaba el termómetro empezaban a hacer mella en mi ánimo... y en mi cuerpo.
Dirigí mi atención hacia la constelación de Orion, realmente magnífica. Su forma peculiar siempre reconocible estaba empezando a adueñarse del cielo. Sirius estaba empezando a asomar por el horizonte. En esto estaba cuando de repente, entre Sirius y Procyon vi un destello fulgurante, de un brillo claramente superior al de Venus, que se fue apagando en unos dos segundos dejando una fina estela en dirección al horizonte.
No pude evitar lanzar una exclamación, y una vez recuperado de la espectacular aparición, miré la hora exacta e hice un boceto de la zona y del fenómeno en sí:
Pinchar en la foto para ver el meteoro tal como lo pude observar |
Al día siguiente me propuse investigar un poco para intentar confirmar qué había visto exactamente.
Empecé descartando que se tratara de un satélite Iridium, que se caracterizan por sus fogonazos. En la web de Heavens Above, ninguno de los satélites que pasaban por mi zona coincidía con la hora en que vi, lo que apostaría, fue un meteoro:
Consultando sobre mi observación en dos foros de astronomía, en uno un compañero, (Crisyo), confirmó que él también había visto un destello parecido a mi descripción por la misma zona, y en el otro, Isabel (Alhena) me sugirió que había visto un meteoro perteneciente a la lluvia de Alpha Monocerótidas.
Da gusto compartir afición con personas que siempre están dispuestas a echar una mano en lo que pueden.
Con esta información consulté el Starry Night para ver qué lluvias de estrellas tienen su radiante por la zona en que vi el meteoro, y me encontré con esto, que me ha desconcertado un poco:
Según el programa, el máximo de las Alpha Monocerótidas es hacia el 21 de noviembre, observándose aproximadamente del 15 al 25 de noviembre. Entonces he visto que también aparece la lluvia de Monocerótidas, cuyo máximo es el 9 de diciembre pudiéndose observar del 27 de noviembre al 17 de diciembre.
Por situación, lo que vi encaja con las Alpha Monocerótidas, pero por fechas, sería más probablemente una Monocerótida...
Independientemente de si es una o la otra, lo que me llamó la atención fue que normalmente, en las lluvias de estrellas que he podido ver hasta el momento el meteoro empieza como una fina línea y acaba viéndose el "fogonazo", mientras que esta vez vi primero el fogonazo y después la estela que iba en dirección al horizonte desapareciendo poco a poco.
Pero bueno, aunque no pueda estar seguro sobre su origen, me quedo con la bonita sensación de admiración que tuve al presenciar ese fogonazo, acompañado de una pequeña estela, enmarcado entre las constelaciones de Orion, Canis Major, Monoceros y Canis Minor... y una nueva lección: No olvidar de echar una mirada al cielo a simple vista en mis sesiones de observación. De hecho, pocas son las generaciones que han tenido ocasión de observarlo con algún tipo de instrumento.
sábado, 17 de diciembre de 2011
Gamma Andromedae (Almach) - La estrella doble más atractiva del cielo
Cuando me compré mi primer telescopio, el Celestron Nexstar 5i, después de familiarizarme un poco con su montaje y funcionamiento, me dediqué a observar todo lo que se ponía por delante. Fueron pequeñas maratones observacionales de las que no guardo, lamentablemente, ninguna anotación ni dibujo. Por suerte, más tarde me daría cuenta de los grandes beneficios que reporta llevar un cuaderno de observación al día.
El caso es que reparé que en el menú del sistema “goto” del telescopio aparecía un apartado de estrellas dobles. Por aquel entonces (finales de 2003... cómo pasa el tiempo), no era consciente de lo mucho que se puede disfrutar observando, midiendo, analizando... estrellas dobles. Ni tan siquiera había visto ninguna, así que por curiosidad, seleccioné una, no recuerdo cual, y apunté el telescopio hacia ella. Me quedé un buen rato embobado observando dos puntitos gemelos amarillentos que prácticamente se tocaban. Me emocioné imaginándome vivir en un planeta que orbitara alguna de esas dos estrellas, y sin saberlo, me quedé definitivamente enganchado al fascinante campo de observación de estrellas dobles.
Al cabo de unos días leí que uno de los atractivos de observar estrellas dobles era el contraste cromático que ofrecían sus componentes, y un buen ejemplo de ello era la Gamma Andromedae (Almach), así que en la primera oportunidad que tuve me dispuse a observarla. Lo que vi por el ocular me dejó impresionado por su delicada belleza. Estuve un buen rato con el ojo pegado al ocular sin cansarme de observarla, y desde esa noche, Almach se convirtió en mi estrella doble preferida.
De esta manera, cuando me compré mi primera cámara para fotografiar el cielo, una sencilla Celestron Neximage, decidí intentar inmortalizar Almach con ella. Y el resultado fue una de las fotos más entrañables que he llegado a hacer con esta cámara:
Pero bueno, intentemos ir de forma un poco ordenada. Esta estrella doble es conocida por varios nombres: Gamma Andromedae, Almach, Alamak, 57 And, STF205, HIP9640, WDS 02039+4220A, ADS1630 y alguno más que me dejo. Se encuentra en la constelación de Andrómeda y está situada a unos 350 años luz de distancia.
Encontrarla en el cielo es muy sencillo, tan sólo hay que localizar el asterismo cuadrado que forma la constelación de Pegasus. Uno de sus extremos corresponde a la estrella Alpheraz, la Alpha And, perteneciente ya a Andrómeda y que también es conocida por el nombre de Sirrah. A partir de ella saltamos linealmente hasta Delta And, a continuación hasta Mirak para finalmente alcanzar Almach, que es la más meridional de la fila principal de estrellas brillantes de Andrómeda:
Esta estrella es conocida desde la antigüedad, pero no se descubrió que era doble hasta que pudo observarla como tal Johann Tobias Mayer en 1777. En 1842, Otto Struve descubrió que la componente B tenía una compañera propia, y más tarde, entre 1957 y 1959, se pudo comprobar que B era una doble espectroscópica, con lo que realmente nos encontramos ante un sistema cuádruple.
La componente principal es una gigante que presenta una clase espectral K3IIb, es decir, un bonito color amarillento-anaranjado. Cuando la veamos podemos recordar que tiene un diámetro 160 veces más grande que nuestro Sol, siendo unas 2.000 veces más luminoso.
La componente B tiene una clase espectral B8V, un bonito azul que contrasta fenomenalmente con el color de la principal. Su compañera (mag. 6,3), situada muy próxima a ella presenta una clase espectral A0V y se encuentra separada a una distancia imposible para mi de 0,4”. Su órbita se completa en tan sólo 2,67 días, mientras que el sistema A-BC lo hace en 63,7 años.
Pero llegados a este punto me gustaría comentar que, aunque todos estos datos son muy interesantes, necesarios y de gran utilidad... lo que realmente vale la pena de esta doble, por lo menos para los astrónomos aficionados que queremos disfrutar de una buena observación a través del telescopio, es observarla visualmente.
Una de las muchas veces que disfruté de ella fue la noche del 27 de septiembre de 2008 con mi SC de 127mm. La noche se presentó con bastante turbulencia y frío, empecé la observación en mangas de camisa y la terminé con un abrigo puesto.
Y éstas fueron las notas que tomé:
“A 50x ya puedo desdoblarla y disfrutar de una principal dorada exultante y una secundaria azulada. Muy delicada. Pongo los 69x y la separación aumenta, cosa que permite apreciar un poco mejor el color de la secundaria al no verse tan afectada por el brillo de la principal. De todas maneras, personalmente, me gusta más a 50x. Esta noche, por culpa del mal seeing, ya no vale la pena ponerle más aumentos.
Es preferible utilizar el ocular de menor aumento que permita su separación. Cuanto más aumentos se fuercen se notará peor el contraste de colores entre las componentes. Es aconsejable para percibir bien los colores es evitar quedar mirando fijamente la doble. Mejor dar rápidos vistazos para no saturar nuestra vista con el brillo de la componente principal”.
Gamma Andromedae no es de aquellas estrellas que puede pensarse, con verla una vez ya es suficiente... no. Cada vez que la visito vuelvo a sentir la misma sensación de fascinación que me provocó la primera vez que la vi.
Y lo mejor es que es apta tanto para telescopios pequeños como grandes. Para prueba la fotografía que saqué el pasado 4 de diciembre de 2011 con el SC de 235mm y la DBK a foco primario:
Poca cosa pude hacer ese día por culpa de las nubes, el viento... y el brillo de la Luna, sin embargo, Almach nunca decepciona.
El caso es que reparé que en el menú del sistema “goto” del telescopio aparecía un apartado de estrellas dobles. Por aquel entonces (finales de 2003... cómo pasa el tiempo), no era consciente de lo mucho que se puede disfrutar observando, midiendo, analizando... estrellas dobles. Ni tan siquiera había visto ninguna, así que por curiosidad, seleccioné una, no recuerdo cual, y apunté el telescopio hacia ella. Me quedé un buen rato embobado observando dos puntitos gemelos amarillentos que prácticamente se tocaban. Me emocioné imaginándome vivir en un planeta que orbitara alguna de esas dos estrellas, y sin saberlo, me quedé definitivamente enganchado al fascinante campo de observación de estrellas dobles.
Al cabo de unos días leí que uno de los atractivos de observar estrellas dobles era el contraste cromático que ofrecían sus componentes, y un buen ejemplo de ello era la Gamma Andromedae (Almach), así que en la primera oportunidad que tuve me dispuse a observarla. Lo que vi por el ocular me dejó impresionado por su delicada belleza. Estuve un buen rato con el ojo pegado al ocular sin cansarme de observarla, y desde esa noche, Almach se convirtió en mi estrella doble preferida.
De esta manera, cuando me compré mi primera cámara para fotografiar el cielo, una sencilla Celestron Neximage, decidí intentar inmortalizar Almach con ella. Y el resultado fue una de las fotos más entrañables que he llegado a hacer con esta cámara:
Pero bueno, intentemos ir de forma un poco ordenada. Esta estrella doble es conocida por varios nombres: Gamma Andromedae, Almach, Alamak, 57 And, STF205, HIP9640, WDS 02039+4220A, ADS1630 y alguno más que me dejo. Se encuentra en la constelación de Andrómeda y está situada a unos 350 años luz de distancia.
Encontrarla en el cielo es muy sencillo, tan sólo hay que localizar el asterismo cuadrado que forma la constelación de Pegasus. Uno de sus extremos corresponde a la estrella Alpheraz, la Alpha And, perteneciente ya a Andrómeda y que también es conocida por el nombre de Sirrah. A partir de ella saltamos linealmente hasta Delta And, a continuación hasta Mirak para finalmente alcanzar Almach, que es la más meridional de la fila principal de estrellas brillantes de Andrómeda:
Esta estrella es conocida desde la antigüedad, pero no se descubrió que era doble hasta que pudo observarla como tal Johann Tobias Mayer en 1777. En 1842, Otto Struve descubrió que la componente B tenía una compañera propia, y más tarde, entre 1957 y 1959, se pudo comprobar que B era una doble espectroscópica, con lo que realmente nos encontramos ante un sistema cuádruple.
La componente principal es una gigante que presenta una clase espectral K3IIb, es decir, un bonito color amarillento-anaranjado. Cuando la veamos podemos recordar que tiene un diámetro 160 veces más grande que nuestro Sol, siendo unas 2.000 veces más luminoso.
La componente B tiene una clase espectral B8V, un bonito azul que contrasta fenomenalmente con el color de la principal. Su compañera (mag. 6,3), situada muy próxima a ella presenta una clase espectral A0V y se encuentra separada a una distancia imposible para mi de 0,4”. Su órbita se completa en tan sólo 2,67 días, mientras que el sistema A-BC lo hace en 63,7 años.
Pero llegados a este punto me gustaría comentar que, aunque todos estos datos son muy interesantes, necesarios y de gran utilidad... lo que realmente vale la pena de esta doble, por lo menos para los astrónomos aficionados que queremos disfrutar de una buena observación a través del telescopio, es observarla visualmente.
Una de las muchas veces que disfruté de ella fue la noche del 27 de septiembre de 2008 con mi SC de 127mm. La noche se presentó con bastante turbulencia y frío, empecé la observación en mangas de camisa y la terminé con un abrigo puesto.
Y éstas fueron las notas que tomé:
“A 50x ya puedo desdoblarla y disfrutar de una principal dorada exultante y una secundaria azulada. Muy delicada. Pongo los 69x y la separación aumenta, cosa que permite apreciar un poco mejor el color de la secundaria al no verse tan afectada por el brillo de la principal. De todas maneras, personalmente, me gusta más a 50x. Esta noche, por culpa del mal seeing, ya no vale la pena ponerle más aumentos.
Es preferible utilizar el ocular de menor aumento que permita su separación. Cuanto más aumentos se fuercen se notará peor el contraste de colores entre las componentes. Es aconsejable para percibir bien los colores es evitar quedar mirando fijamente la doble. Mejor dar rápidos vistazos para no saturar nuestra vista con el brillo de la componente principal”.
Gamma Andromedae no es de aquellas estrellas que puede pensarse, con verla una vez ya es suficiente... no. Cada vez que la visito vuelvo a sentir la misma sensación de fascinación que me provocó la primera vez que la vi.
Y lo mejor es que es apta tanto para telescopios pequeños como grandes. Para prueba la fotografía que saqué el pasado 4 de diciembre de 2011 con el SC de 235mm y la DBK a foco primario:
Poca cosa pude hacer ese día por culpa de las nubes, el viento... y el brillo de la Luna, sin embargo, Almach nunca decepciona.
jueves, 8 de diciembre de 2011
Vallis Rheita y alrededores
Lamentablemente, no observo la Luna tanto como me gustaría, y no es por falta de ganas, ya que cada vez que lo hago me quedo maravillado con lo que veo.
Sin ir más lejos, el pasado 30 de noviembre de 2011, en el sexto día de lunación, con la Luna brillando en el 35% de su superficie, apunté mi telescopio SC de 127mm hacia una zona que no tenía demasiado explorada: la zona de Vallis Rheita.
Estuve un buen rato observándola y aproveche para hacer un pequeño boceto de lo que más me llamó la atención:
Y también tuve tiempo de sacarle una fotografía con la DBK y la barlow de x2:
Hubo un tiempo, entre 4.000 y 3.800 millones de años, en que la Luna recibió varios impactos de meteoritos de grandes dimensiones. Estos meteoritos fueron los responsables de producir enormes cuencas de impacto en la Luna que posteriormente serían rellenadas por magma procedente del manto lunar formando lo que ahora conocemos como “Maria”.
¿Por qué comento esto?, pues porqué buscando información sobre la formación de Vallis Rheita, me he encontrado con diferentes teorías.
Por un lado se pensaba que estaba formado por una cadena de cráteres que acabaron formando el “valle” a raíz de hundimientos tectónicos de la corteza lunar.
Por otro lado, se pensaba que Vallis Rheita era una formación de calderas volcánicas alineadas a lo largo de una falla radial de Mare Nectaris.
La opinión más generalizada actualmente es que Vallis Rheita es fruto de una serie de impactos secundarios provenientes de uno de estos grandes meteoritos que comentaba al principio y que formó la cuenca de Mare Nectaris.
Sin embargo, hay más. Según Gerald North en su libro “Observing the Moon”, la orientación de Vallis Rheita no coincide con las que ha observado en otros valles dentro del área de influencia del impacto de Mare Nectaris, por contra, sí que entra dentro de lo que serían las orientaciones de eyectas formadas por Mare Imbrium, llegando a la conclusión que el impacto que formó a éste, fue el responsable de la formación de Vallis Rheita.
No sé cuál será la teoría correcta, lo que sí me demuestra esto es que hay todavía muchos aspectos que desconocemos de nuestro querido satélite.
Dejando de lado su formación, lo que parece estar claro es que Vallis Rheita no es un valle propiamente dicho, sino que se trata de una alineación de diversos cráteres estrechamente imbrincados que ofrece una curiosa forma de “U” que se extiende a lo largo de 500 km. Con un ancho comprendido entre los 10 y los 30 km.
En esta foto echa también con la DBK y el SC de 127mm, pero sin la barlow, he rotulado los accidentes que más me llamaron la atención durante mi observación.
Sin lugar a dudas, Vallis Rheita es impresionante. Me recuerda una cicatriz, recuerdo de un pasado violento, presente en la superficie lunar. Se nota perfectamente lo que son los diferentes cráteres superpuestos que muestran una especie de cadena, literalmente, a lo largo de toda la formación. Partiendo del cráter Rheita hasta llegar a Young D, se puede ver con un ancho generoso, sin embargo, a partir de este último cráter, el “valle” se va estrechando hasta convertirse en una fina grieta. Para estar un buen rato observándolo y jugando con más o menos aumentos.
En la mayoría de fuentes que he consultado, recomiendan su observación durante el cuarto día de lunación, no durante el sexto como lo observé yo. Me lo dejo pendiente, seguro que me ofrecerá otra cara interesante.
Aparte de Rheita y de Vallis Rheita, no pude dejar de disfrutar de dos cráteres de dimensiones respetables que se encuentran frente Rheita. Se trata de Metius, de 88 km. de diámetro, y de Fabricius, de 78 km. El más espectacular es Fabricius, más que nada porqué presenta dentro de su circo, el pico central típico, que como peculiaridad, se encuentra flanqueado por dos cadena montañosas paralelas. Impresionante vista forzando los aumentos en él.
Para finalizar, me fijo en Steinheil y Watt, dos cráteres prácticamente gemelos que parecen pelearse a empujones por un sitio preferente para disfrutar del atractivo de Vallis Rheita, un atractivo apto para todo tipo de telescopios.
Y hasta aquí mi observación. Lo dejo con la sensación de que todavía hay muchas cosas interesantes que observar en esta rica zona... no importa, será, sin duda, otro día.
Sin ir más lejos, el pasado 30 de noviembre de 2011, en el sexto día de lunación, con la Luna brillando en el 35% de su superficie, apunté mi telescopio SC de 127mm hacia una zona que no tenía demasiado explorada: la zona de Vallis Rheita.
Estuve un buen rato observándola y aproveche para hacer un pequeño boceto de lo que más me llamó la atención:
Y también tuve tiempo de sacarle una fotografía con la DBK y la barlow de x2:
Hubo un tiempo, entre 4.000 y 3.800 millones de años, en que la Luna recibió varios impactos de meteoritos de grandes dimensiones. Estos meteoritos fueron los responsables de producir enormes cuencas de impacto en la Luna que posteriormente serían rellenadas por magma procedente del manto lunar formando lo que ahora conocemos como “Maria”.
¿Por qué comento esto?, pues porqué buscando información sobre la formación de Vallis Rheita, me he encontrado con diferentes teorías.
Por un lado se pensaba que estaba formado por una cadena de cráteres que acabaron formando el “valle” a raíz de hundimientos tectónicos de la corteza lunar.
Por otro lado, se pensaba que Vallis Rheita era una formación de calderas volcánicas alineadas a lo largo de una falla radial de Mare Nectaris.
La opinión más generalizada actualmente es que Vallis Rheita es fruto de una serie de impactos secundarios provenientes de uno de estos grandes meteoritos que comentaba al principio y que formó la cuenca de Mare Nectaris.
Sin embargo, hay más. Según Gerald North en su libro “Observing the Moon”, la orientación de Vallis Rheita no coincide con las que ha observado en otros valles dentro del área de influencia del impacto de Mare Nectaris, por contra, sí que entra dentro de lo que serían las orientaciones de eyectas formadas por Mare Imbrium, llegando a la conclusión que el impacto que formó a éste, fue el responsable de la formación de Vallis Rheita.
No sé cuál será la teoría correcta, lo que sí me demuestra esto es que hay todavía muchos aspectos que desconocemos de nuestro querido satélite.
Dejando de lado su formación, lo que parece estar claro es que Vallis Rheita no es un valle propiamente dicho, sino que se trata de una alineación de diversos cráteres estrechamente imbrincados que ofrece una curiosa forma de “U” que se extiende a lo largo de 500 km. Con un ancho comprendido entre los 10 y los 30 km.
En esta foto echa también con la DBK y el SC de 127mm, pero sin la barlow, he rotulado los accidentes que más me llamaron la atención durante mi observación.
Sin lugar a dudas, Vallis Rheita es impresionante. Me recuerda una cicatriz, recuerdo de un pasado violento, presente en la superficie lunar. Se nota perfectamente lo que son los diferentes cráteres superpuestos que muestran una especie de cadena, literalmente, a lo largo de toda la formación. Partiendo del cráter Rheita hasta llegar a Young D, se puede ver con un ancho generoso, sin embargo, a partir de este último cráter, el “valle” se va estrechando hasta convertirse en una fina grieta. Para estar un buen rato observándolo y jugando con más o menos aumentos.
En la mayoría de fuentes que he consultado, recomiendan su observación durante el cuarto día de lunación, no durante el sexto como lo observé yo. Me lo dejo pendiente, seguro que me ofrecerá otra cara interesante.
Aparte de Rheita y de Vallis Rheita, no pude dejar de disfrutar de dos cráteres de dimensiones respetables que se encuentran frente Rheita. Se trata de Metius, de 88 km. de diámetro, y de Fabricius, de 78 km. El más espectacular es Fabricius, más que nada porqué presenta dentro de su circo, el pico central típico, que como peculiaridad, se encuentra flanqueado por dos cadena montañosas paralelas. Impresionante vista forzando los aumentos en él.
Para finalizar, me fijo en Steinheil y Watt, dos cráteres prácticamente gemelos que parecen pelearse a empujones por un sitio preferente para disfrutar del atractivo de Vallis Rheita, un atractivo apto para todo tipo de telescopios.
Y hasta aquí mi observación. Lo dejo con la sensación de que todavía hay muchas cosas interesantes que observar en esta rica zona... no importa, será, sin duda, otro día.
viernes, 2 de diciembre de 2011
Júpiter, Ío, su sombra y la Gran Mancha Roja
Los volcanes activos no son un fenómeno frecuente en los planetas y satélites del Sistema Solar. De hecho, tan sólo podemos contemplar este espectáculo natural en la Tierra y en Ío, el más cercano a Júpiter de los satélites galileanos. Se sospecha que también en Venus puede haber algún tipo de actividad volcánica, pero hasta el momento no ha podido confirmarse.
El caso es que Ío es lo más parecido a lo que tradicionalmente se ha considerado lo que sería el infierno: un lugar lleno de azufre…
En la superficie de Ío se estima existen unos 400 volcanes activos que están expulsando dióxido de azufre; hay lagos de azufre fundido, montañas, calderas volcánicas y extensiones de material compuesto, se cree, de azufre fundido y silicatos. Como comentaba, algo más cercano al infierno que no al paraíso…
El caso es que el pasado 30 de noviembre de 2011 llegué cansado a casa, y antes de cenar decidí relajarme un poco consultando el programa Starry Night para planificarme una futura observación. Me detuve un momento en Júpiter y comprobé que en esos precisos instantes, la sombra de Ío, y el mismo satélite, se encontraba transitando Júpiter, a la vez que también era visible la Gran Mancha Roja.
Por mucho que diga que una buena planificación es imprescindible para aprovechar el tiempo durante una observación, siempre hay momentos en los que saber reaccionar e improvisar se hace indispensable. Así que rápidamente monté mi SC de 127mm, lo alineé, acoplé mi cámara DBK21AU04.AS con la barlow x2 y apunté hacia Júpiter. Efectivamente, tal como me esperaba, un espectáculo sensacional:
Aquí resalto lo más significativo del momento:
Esta vez la foto la hice en blanco y negro como prueba para intentar resaltar un poco más los detalles. Creo que algo ha mejorado.
También he utilizado por primera vez el programa Fitswork. Todavía no lo domino, pero promete. Aquí dejo un pequeño tutorial de la Agrupación Astronómica Aragonesa:
http://www.astrosurf.com/aragonesa/articulos/fitswork/
Por otro lado, también he podido comprobar que, por lo menos una de las barcazas sigue en su sitio.
Cuando acabé con las fotografías puse el ocular y estuve un buen rato disfrutando visualmente del momento. Algo impagable.
El caso es que Ío es lo más parecido a lo que tradicionalmente se ha considerado lo que sería el infierno: un lugar lleno de azufre…
En la superficie de Ío se estima existen unos 400 volcanes activos que están expulsando dióxido de azufre; hay lagos de azufre fundido, montañas, calderas volcánicas y extensiones de material compuesto, se cree, de azufre fundido y silicatos. Como comentaba, algo más cercano al infierno que no al paraíso…
El caso es que el pasado 30 de noviembre de 2011 llegué cansado a casa, y antes de cenar decidí relajarme un poco consultando el programa Starry Night para planificarme una futura observación. Me detuve un momento en Júpiter y comprobé que en esos precisos instantes, la sombra de Ío, y el mismo satélite, se encontraba transitando Júpiter, a la vez que también era visible la Gran Mancha Roja.
Por mucho que diga que una buena planificación es imprescindible para aprovechar el tiempo durante una observación, siempre hay momentos en los que saber reaccionar e improvisar se hace indispensable. Así que rápidamente monté mi SC de 127mm, lo alineé, acoplé mi cámara DBK21AU04.AS con la barlow x2 y apunté hacia Júpiter. Efectivamente, tal como me esperaba, un espectáculo sensacional:
Aquí resalto lo más significativo del momento:
Esta vez la foto la hice en blanco y negro como prueba para intentar resaltar un poco más los detalles. Creo que algo ha mejorado.
También he utilizado por primera vez el programa Fitswork. Todavía no lo domino, pero promete. Aquí dejo un pequeño tutorial de la Agrupación Astronómica Aragonesa:
http://www.astrosurf.com/aragonesa/articulos/fitswork/
Por otro lado, también he podido comprobar que, por lo menos una de las barcazas sigue en su sitio.
Cuando acabé con las fotografías puse el ocular y estuve un buen rato disfrutando visualmente del momento. Algo impagable.