A M52, uno de los cúmulos abiertos más representativos de la constelación de Cassiopeia, le tengo un aprecio especial, ya que fue uno de los primeros objetos Messier que puede observar con mis prismáticos 15x70 y unas cartas celestes bajo el brazo (http://laorilladelcosmos.blogspot.com.es/2009/09/m52-cumulo-abierto-en-cassiopeia.html). Días más tarde también pude disfrutar de él desde unos cielos oscuros y mi SC de 127mm. La impresión que me dejó no pudo ser más favorable, pero a la vez tengo que reconocer que me quedó la sensación de no poder exprimir al máximo este cúmulo al no disponer de un telescopio de más abertura.
Cuando me compré mi SC de 235mm tenía en la cabeza volver a visitar todos estos objetos que había observado con el Nexstar 5i y que me habían dejado con ese sabor agridulce de estar viendo algo espectacular, pero a la vez ser consciente que podría serlo mucho más. Lo que no me podía imaginar en ese momento es que lo que realmente haría con el SC de 235mm sería buscar nuevos objetos que debido a su dificultad, ni me había planteado observar con el otro telescopio u objetos que representaran un verdadero reto de observación para una abertura de 235mm.
El caso es que ya hace unos meses que me he estado replanteando esta estrategia observacional y he pensado en volver a mis intenciones iniciales e ir revisitando estos objetos espectaculares con el SC de 235mm.
De todas maneras, la experiencia es un grado, y ella me aconseja que vaya alternando las dos cosas, nuevos objetos y retos junto con revisitas a objetos ya observados.
El caso es que la noche del 11 de agosto de 2013 me encontraba disfrutando de los cielos oscuros de mi pueblo y del SC de 235mm y me acordé de M52. Apunté el telescopio hacia él y lo primero que me vino a la cabeza fue: “Buff”.
Voy a intentar explicar la expresión que, a pesar de lo que pueda parecer, es un compendio perfecto de todo lo que me pasó por la cabeza en el momento de poner el ojo en el ocular Hyperion Aspheric de 31mm.
M52 es un cúmulo abierto bastante compacto. Se extiende a lo largo de unos 16’ y posee cerca de 200 estrellas que brillan con una magnitud superior a la 15. Es por esto que cuando lo vi a través del SC de 235 y desde un cielo oscuro me resultó muy difícil encontrar adjetivos que ilustraran con precisión lo que estaba observando. Y no sólo eso, sino también pensar en dibujar esa multitud estelar compacta me sobrepasaba un poco. “Buff”, en definitiva, fue lo más acertado que se me ocurrió.
Así que armándome de paciencia, al final dibujé más o menos lo que veía:
Sin lugar a dudas, lo primero que destaca es la estrella HIP115542, de magnitud 8,3 brilla potente destacando sobre todas las estrellas que forman el cúmulo verdadero. Según fuentes se le asigna una clase espectral del tipo F7Ib (Simbad), según otras G8II (Starry Night). Sea como sea yo la veo de un color amarillo muy marcado.
Pero rápidamente el conglomerado de incontables estrellas que conforman M52 logra acaparar todo el protagonismo. Tal como las veo esta noche, hileras de estrellitas que brillan con magnitudes 10-13, parecen colgadas de HIP115542, que recordemos, no pertenece físicamente al cúmulo, ya que se encuentra a 3.433 años luz de distancia mientras que M52 se sitúa aproximadamente a unos 5.100/5.300.
El color de estos racimos es blanco-azulado, de manera que no tan sólo contrasta por la diferencia de brillo con HIP115542, sino también por su cromatismo.
Y lo mejor de todo es que en el momento en que dejo de fijar la vista en el cúmulo y empiezo a utilizar la visión lateral, lo que antes me parecían hileras de estrellas, se convierten en una agrupación con cierta forma circular y con infinidad de pequeños destellos intermitentes alrededor de las componentes más brillantes del cúmulo. Un verdadero espectáculo difícil de plasmar en un dibujo.
Al cabo de unos instantes empiezo a estar un poco agotado debido al esfuerzo visual que ha exigido dibujar a M52 de la manera más fidedigna posible cuando decido hacerle una fotografía a foco primario con mi Nikon D5100. Y aquí empieza una lección que, en teoría ya sabía, pero hasta que no la he aprendido sobre el campo, no le he dado la atención que merecía.
Me refiero a que hice unas 30 tomas de 20” con la intención de apilarlas posteriormente y conseguir una foto más o menos decente. El problema es que no me acordé de seleccionar el modo “Raw” en la cámara y tomé 30 fotos en modo “jpeg”. El resultado, triste resultado y aleccionador, es este:
El día 14 de agosto, con la lección aprendida, sí que conseguí hacer las fotos correctamente, consiguiendo un resultado más acorde a lo que me esperaba. Un bonito recuerdo de este cúmulo abierto que precisa de cielos oscuros y grandes aberturas para sacarle el máximo partido. Lo mejor de él es que también da juego con unos simples prismáticos o con telescopios de pequeña abertura.
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