Las Hiades, según la mitología griega fueron hijas del titán Atlas y de Etra. Según las fuentes, su número y sus nombres puede variar, pero podríamos considerar que Félise, Corónide, Eudora, Ambrosía, Feo, Polixo y Dione se corresponden a lo que actualmente conocemos como las Hiades.
Una de las leyendas existentes cuenta que las Hiades tenían un hermano, Hiante, que murió devorado por un león. Al conocer la noticia, las desconsoladas hermanas murieron de pesar y Zeus, admirado por su amor fraternal, las convirtió en estrellas.
Otra leyenda cuenta que fueron las encargadas de cuidar de dios Dioniso niño, tarea nada segura al tener en contra a la temible Hera... finalmente Zeus, recompensando sus servicios, acabó convirtiéndolas en estrellas para toda la eternidad...
Nunca me canso de leer estas historias mitológicas, reminiscencias de la época en que nuestros antepasados empezaban a intentar explicar las increíbles maravillas de la bóveda celeste. Por las noches, antes de empezar a observar con mi telescopio siempre me gusta echar un vistazo al cielo a simple vista, reconocer algunas constelaciones e imaginarme cómo se debían sentir los hombres que observaban las estrellas cuando no tenían otra ayuda que sus ojos.
Pero centrémonos un poco. Astronómicamente hablando, las Hiades es el nombre dado a un espectacular cúmulo abierto que podemos encontrar fácilmente en la constelación de Taurus. Cúmulo que es considerado como el más cercano a nuestro Sistema Solar. Se encuentra a “sólo” 151 años luz de distancia y se estima (con gran precisión) que tiene unos 625 millones de años de antigüedad.
En la misma constelación de Taurus, podemos encontrar un cúmulo abierto más conocido y, para qué nos vamos a engañar... más majestuoso y espectacular que las Hiades, que no es otro que el cúmulo de sus hermanastras las Pleiades.
Con esto no quiero decir que no valga la pena observar las Hiades, al contrario, con unos sencillos prismáticos 10x50, es una de las mejores vistas que podemos encontrarnos en el cielo.
Lo que me llamó la atención cuando estaba buscando información sobre el cúmulo abierto de las Hiades es que, a pesar de estar perfectamente relacionado el grupo de estrellas que lo componen con las hijas de Atlas y Etra, ninguna de sus componentes es conocida con el nombre propio de ninguna de las hermanas. Todo lo contrario de lo que sucede con las Pleiades, que a pesar de resultar más complicado a la hora de distinguirlas individualmente a simple vista, todas sus estrellas están “bautizadas” con sus correspondientes nombres.
Tan sólo Aldebarán tiene el honor de llevar nombre propio, y paradójicamente, a pesar de encontrarse en medio del cúmulo de las Hiades y de ser la estrella más destacada de la zona, no pertenece físicamente a él. Aunque no por ello debemos infravalorar la espectacularidad que ofrece esta estrella anaranjada al conjunto.
Aldebarán es una estrella gigante naranja de tipo espectral K5 III que se encuentra situada a 65,1 años luz de distancia (A mitad de camino de la distancia que nos separa de las Hiades). Es una estrella cuyo radio es 44 veces mayor que el de nuestro Sol, por lo que de intercambiar posiciones, Aldebarán se extendería hasta la mitad de la órbita de Mercurio.
Para quien tenga un telescopio potente puede ser interesante intentar observar Aldebarán B. Efectivamente, Aldebarán es un sistema binario, cuyas componentes se encuentran separadas por 133,2” en un ángulo de posición de 31º. Aldebarán, que además es variable, brilla con una magnitud de 0,8, mientras que Aldebaran B lo hace con 11,3. Un aliciente para los que gusten de los retos doblísticos.
Las coordenadas exactas de Aldebarán son:
AR: 04h 35,9m
Dec: +16º 31’
Muchas veces he tenido ocasión de observar las Hiades, pero la noche del 5 de noviembre de 2010 decidí coger los prismáticos 10x50, colocarlos en un trípode fotografíco y dibujar con tranquilidad lo que veía a través de ellos:
Sinceramente, no tienen desperdicio. Lo primero que llama la atención es la forma de “V” con la que se muestran sus componentes más brillantes. A continuación, Aldebarán acapara todo el protagonismo con su espectacular fulgor anaranjado... y finalmente, nos fijamos en el resto de componentes. De entre todas ellas destaca la Theta 1 y la Theta 2 Tauri, las estrellas que se encuentran en el centro del dibujo y que son una excelente pareja para observar y disfrutar con los prismáticos.
Theta 1 y Theta 2 se encuentran separadas por unos generosísimos 336,7”, cosa que permite ser perfectamente asequible a cualquier prismático. Su ángulo de posición es de 348º y sus magnitudes son 3,4 y 3,9, dándoles una apariencia de soles gemelos estéticamente espectacular.
Además, la principal brilla con un bonito color blanco-azulado, mientras que la secundaria lo hace con un potente amarillo.
En la parte superior del dibujo, también destaca una tríada estelar muy vistosa formada por Delta 1 Tauri, Delta 2 Tauri y Delta 3 Tauri... como se puede comprobar, la imaginación de quienes pusieron sus nombres dejó pasar una gran oportunidad de dejar para la posteridad la individualidad de las hijas de Atlas y de Etra...
Sea como sea, la belleza de este cúmulo observado a través de los prismáticos en una fría noche de invierno nos cautivará con toda seguridad.
Para terminar, me gustaría dejar una foto de familia de las hijas de Atlas que tomé el 11 de enero de 2004 cuando hacía poco más de tres meses que había acabado de comprar mi primer telescopio... y los prismáticos y la cámara fotográfica me resultaban de gran ayuda a la hora de empezar a conocer el cielo:
ASOD, 13 de noviembre de 2010: http://www.asod.info/?p=4299
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