Cuando observo el terminador lunar, es decir, la zona de la Luna que separa la noche del día, a menudo veo puntitos de luz que emergen envueltos todavía por la negra noche lunar, ofreciendo un bonito espectáculo.
Esto es debido a que el Sol empieza a bañar primero con sus rayos las zonas más elevadas del relieve que, por unos momentos, contrastan con la oscuridad que las rodea. Normalmente se trata de pequeños puntos, pequeñas líneas... pero dentro de este fenómeno lumínico encontramos uno realmente llamativo: la “X” Lunar.
Podríamos considerarlo como un “asterismo” lunar, ya que no hablamos de ningún accidente en concreto, sino de un juego de luces y sombras sobre tres cráteres (Blanchinus, La Caille y Purbach). Mientras su fondo permanece a oscuras, las partes elevadas de sus paredes se iluminan presentando una peculiar forma de “X” que emerge de la oscuridad lunar.
Este fenómeno es asequible a todo tipo de telescopios, y hasta a unos simples prismáticos 15x70, pero no se puede considerar que sea fácil de observar. El problema reside en que tan sólo se puede ver la “X” durante un periodo de cuatro horas poco después del cuarto creciente. Se estima que empieza el proceso cuando la posición del Sol respecto a la superficie lunar presenta un ángulo de –1,97º, y finaliza cuando llega, aproximadamente, a los 2º.
Hace tiempo que me anoté en mi larga, larguísima lista de cosas pendientes a observar, esta “X”, y podría decir que he estado planificando la observación durante muchos meses, podría decir que he estado haciendo esfuerzos sobrehumanos para observarla, podría contar mis lamentaciones por los días adecuados cubiertos por nubes... Pero tengo que reconocer que nada de esto ha sucedido.
Lo que realmente ocurrió es que la noche del 13 de noviembre de 2010, cuando subí el telescopio a la terraza, comprobé que el suelo estaba mojado por culpa de la humedad, y que medio cielo estaba tapado por las nubes. Tan sólo la zona de la Luna y de Júpiter estaba relativamente despejada. Así que, quieras que no, no tuve más remedio que apuntar hacia la Luna... y ante mi sorpresa, lo primero que vi con el ocular de 25mm a 50x fue... la esquiva "X".
No lo había planificado, pero eso no me impidió correr a buscar el ordenador y la DBK, acoplar la cámara al SC de 127mm e intentar inmortalizar el momento:
Animado, me atreví a poner la barlow x2, y cruzando los dedos (el Nexstar 5i, la barlow y la DBK son terriblemente exigentes) saqué esta otra:
Como si de la cruz en el mapa del tesoro se tratara, estuve un buen rato admirando el impresionante juego de luces y sombras que se estaba dando ante mis ojos... bueno, ante mi ojo izquierdo, para ser más exactos.
Los cráteres Werner y Aliacensis se muestran como dos pozos negros sin fondo de diámetro similar (el primero 70km por 80km el segundo), mientras las paredes más altas de Blanchinus, La Caille y Purbach emergen majestuosas de la oscuridad ofreciendo la curiosa forma de “X”.
De hecho, la “X” Lunar también es conocida como Purbach X, Blanchinus X, la Cruz Lunar o Werner X. La razón por la que el cráter Werner toma protagonismo en la nomenclatura a pesar de no intervenir de manera directa en la formación de la “X”, se debe a que es el cráter que sirve de referencia a la hora de localizarla momentos antes de que aparezca.
En la siguiente fotografía he añadido los nombres de los cráteres más representativos para situarnos un poco sobre el terreno:
En definitiva, una curiosa observación lunar que podemos disfrutar con cualquier telescopio. Sólo hace falta un poco de planificación y paciencia... o estar en el lugar adecuado en el momento adecuado...
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