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martes, 29 de junio de 2010

Dobles/dobles en Lyra

Tengo que reconocer que la observación de estrellas dobles es una de mis debilidades astronómicas.

Por un lado, imaginarme planetas con dos o más soles en sus cercanías, es un buen ejercicio para reflexionar sobre lo diferente que sería nuestra vida en la Tierra si el Sol hubiera tenido una compañera.

Por otro lado, la componente estética que proporcionan los diferentes colores de las estrellas, sus magnitudes, separaciones... difícilmente se aprecian en otros objetos celestes.

Tengo también los retos de poder “desdoblar” componentes extremadamente cercanas o ver puntitos débiles de luz que se ven canibalizados por el fulgor del brillo de la estrella principal...
Y, lamentablemente, por una razón eminentemente práctica: la contaminación lumínica de mi lugar habitual de observación me impide centrarme en objetos difusos de espacio profundo, pero me respeta una gran cantidad de estrellas dobles.

Entiendo que haya gente que no se sienta atraída especialmente por la observación de estrellas dobles, pero todo el mundo tiene que reconocer que hay una serie de estrellas dobles o múltiples que merecen ser observadas, por lo menos, una vez en la vida.

Dos de éstas las podemos encontrar en la constelación de la Lyra. Dos que más que estrellas dobles, las podemos considerar dobles/dobles, ya que podemos encontrar dos bonitas parejas en el mismo campo del ocular. Estoy hablando de la conocida Epsilon Lyrae, y la menos conocida STF2470/STF2474.


La noche del 14 de junio de 2008, con cierta luz crepuscular y la Luna al 71% me puse a observar con detenimiento la Epsilon Lyrae con prismáticos 10x50 y mi Celestron Nexstar 5i de 127mm.

Esta es una doble que tendría que ver todo buen aficionado a la astronomía y a la que vale la pena dedicarle un buen rato. Lo ideal sería comenzar a observarla con unos prismáticos y después coger el telescopio e ir pasando por todos los aumentos posibles hasta llegar a los máximos que nos permita la noche.

Y así lo hice. Empecé a observarla con los prismáticos 10x50. La vi como una preciosa doble y a partir de ella me permití dar una rápida vuelta por el trazado de la constelación de la Lyra.

Cogí el telescopio y empecé a 50x. Curiosamente, perdió un poco su gracia debido a la excesiva separación que ofrecía, aunque el ver dos gemelas tan brillantes en el mismo campo fue un buen aliciente.

A 69x noté las estrellas, más que alargadas, un poco amorfas. Y a 125x, oh sorpresa, las desdoblé y pude disfrutar de esta exigente doble/doble. Las vi todas de color blanco, aunque con diferentes matices.

A 208x aprecié mucho mejor la separación, pero encuentré más agradable su visión a 125x.

En definitiva, una doble/doble espectacular que representa una buena prueba para el telescopio, las condiciones de observación y para nosotros mismos.

Esta fotografía la hice el pasado 23 de junio de 2010 con mi nuevo telescopio Celestron de 9,25” y la cámara DBK a foco primario:

A continuación comento otra doble/doble de Lyra que, curiosamente, no es tan conocida entre los aficionados. Y digo curiosamente, porqué para pequeños telescopios puede resultar mucho más asequible y atractiva que no Epsilon Lyrae.

STF2470/STF2474, también conocida como la “doble espejo”, pude observarla por primera vez el 12 de junio de 2008, y lo primero que anoté cuando la vi fue una sola palabra: SENSACIONAL.

A 50x ya se desdobla claramente y a 69x mantiene una visión espléndida. No es necesario forzar más los aumentos.

La componente principal de STF 2474 (HIP94076, la de abajo del dibujo) la vi amarilla de un bonito color amarillo. Más tarde leería que es, a su vez, una doble espectroscópica, por lo que estamos hablando, en realidad, de un sistema triple. Se encuentra a unos 160 años luz de distancia. La estrella secundaria de STF 2474 (HIP94039) la vi entre amarilla y blanca y se encuentra a unos 152 años luz. Lo más impresionante de todo es que se ha descubierto un planeta orbitando esta estrella.

Lo que comentaba al principio. ¿Nos imaginamos nuestra Tierra con tres soles?

De STF 2470, blanca la principal (HIP94043) a unos 1331 años luz; y entre azul y blanca la secundaria (HIP94039) a 490 años luz.

Para completar el bonito escenario encontramos a la estrella TYC2648-965-1 que brilla con magnitud 8,9 formando un triángulo con ambas dobles.

Me gustó tanto que decidí intentar sacar una foto. Cogí la Nikon D70S y la puse a foco primario del SC Nexstar 5i (127mm):

La constelación de la Lyra está llena de objetos realmente impresionantes, no olvidemos la misma Vega, M57, M56, la variable Beta Lyrae (Sheliak), NGC 6791, NGC 6765... y un buen número de dobles... pero aconsejo siempre que se pueda, echarle un vistazo a las dobles/dobles de la constelación.

viernes, 25 de junio de 2010

Cr399 - Cúmulo abierto de Vulpecula (The Coathanger)

En ocasiones me pregunto cómo debían sentirse los pioneros de la observación telescópica.

En la actualidad conocemos la naturaleza de los objetos que estamos viendo, los tenemos perfectamente clasificados y su nomenclatura es aceptada internacionalmente. Pero las primeras personas que enfocaron un telescopio hacia el cielo, pudieron “descubrir” objetos que nadie antes había visto, y más adelante, “descubrir” su verdadera naturaleza. Una experiencia que, como mínimo, les debió resultar excitante.

Lo más cerca que me he encontrado de esta sensación fue el 17 de septiembre de 2003. El verano de ese año me compré mis primeros prismáticos 10x50 que me sirvieron para empezar a “descubrir” el cielo. Por entonces, lo único que conocía era la disposición de las estrellas de constelaciones como Cassiopeia, la Osa Mayor, Cygnus y poco más.

A lo largo de esos días de vacaciones, con un planisferio en una mano y los prismáticos en la otra, me dediqué a identificar constelaciones siguiendo sus estrellas más brillantes y a darme paseos que me dejaban con la boca abierta a lo largo de la Vía Láctea... viendo maravillas que no tenía ni idea de qué eran.

Con estos antecedentes, transcribo una parte de mis anotaciones de la noche del 17 de septiembre de 2003. Después de estar un buen rato buscando (sin éxito) M82 y M81, y de disfrutar observando el Cisne y la Lyra escribí:

“Y para acabar, el gran misterio de la noche.

Encuentro la constelación de Sagitta, y la identifico sin ningún problema. Pero dirigiéndome hacia el Norte, en dirección a Albireo y Lyra, no demasiado lejos, encuentro un grupo de diez estrellas bastante débiles, pero perfectamente reconocibles. Seis estrellas forman una perfecta línea recta: dos están más juntos, y los otros, más o menos equidistantes. Las cuatro estrellas que quedan, aparecen por debajo de esta línea en una disposición de forma semicircular.

Lo he dibujado:

No tengo ni idea de lo que es, y no he sido capaz de encontrar ninguna referencia a estas estrellas en el planisferio ni en ningún libro de los que tengo a mano. No puedo creerme que no esté catalogado, ya que tiene una forma muy peculiar para pasar desapercibido.

En fin, aquí lo dejo, con la esperanza de saber algún día qué es”.

No quedé muy convencido de dejarlo ahí, y al día siguiente me dediqué a investigar un poco:

“Pues aquí está. Esta tarde he abierto el programa Cartes du Ciel y me he puesto cerca de la constelación de Sagitta para ver si localizaba la forma de esas estrellas en línea recta. Pero no he visto nada que se asemejara. A continuación he probado de ponerme encima de los objetos de los alrededores que destacaba la carta, y el primero que he marcado ha sido uno que, según la descripción del programa, se trataba del cúmulo abierto Cr399 en la constelación de Vulpecula.

Me he conectado a internet y Google me ha dirigido a una seb en inglés donde había una foto de Cr399, y con gran satisfacción, he comprobado que, efectivamente, coincidía perfectamente con el dibujo que hice anoche. Estoy muy contento de mi “descubrimiento”.

Parece ser que también se le conoce como “la Percha” (Coathanger). No me gusta demasiado el nombre, no lo veo adecuado para referirse a este grupo de estrellas tan atractivo”.


Ahora, para mi satisfacción, sé que “la Percha”, también es conocido por Cr399, número asignado por el catálogo de cúmulos abiertos de Collinder o el Cúmulo de Brocchi. Sea como sea, este cúmulo-asterismo siempre quedará en un lugar especial en mi cuaderno de campo astronómico.

Yo lo descubrí por casualidad, sin buscarlo, pero es muy fácil de localizar. La mejor manera de observarlo es con prismáticos, ya que debido a su extensión, difícilmente lo puede abarcar en su totalidad un telescopio. Aparte que entonces pierde mucho del encanto que ofrece a través del prismático.

Para principiantes, comentar que primero han de localizar lo que se conoce como “Triángulo de Verano”, formado por las estrellas más brillantes que, en verano, podemos ver en el zenit: Vega (Lyra), Deneb (Cygnus) y Altair (Aquila).Nos centramos en Altair, y siguiendo una línea recta que pase por Tarazed (Aquila) en dirección a Vega, aparecerá en un momento en el campo de nuestros prismáticos Cr399. No tiene pérdida:

La noche del 21 de junio de 2010 cogí mis 15x70 y decidí hacerle una visita a este viejo amigo. La Luna brillaba en un 78% de su superficie, pero la noche era muy calmada y transparente. Fijé los prismáticos en un trípode e hice el dibujo de lo que estaba viendo:

Parece ser que la mayoría de las estrellas que podemos ver corresponden realmente a un cúmulo abierto, por lo que no nos encontramos ante un sencillo asterismo, sino a un grupo de estrellas relacionadas entre sí.

Lo que más me llama la atención, a parte de la disposición de sus componentes, es que podemos ver estrellas de diferente color. Predominan las azules-blancas, pero también encontramos algunas amarillas-anaranjadas. Un color anaranjado muy bonito lo ofrece HIP95582, que con una clase espectral de tipo M0III, brilla con magnitud 5,8 en el extremo del “gancho de la percha”. A su lado está una que veo amarillenta, 4 Vul, y en la punta de la línea recta estelar, la componente más débil del grupo, HIP95291, que amarillenta y con magnitud 7,1 puede pasar inadvertida si observamos desde un lugar con contaminación lumínica.

Aquí podemos ver la identificación de las estrellas que forman Cr399 con su magnitud y clase espectral correspondiente:

En definitiva, un objeto por excelencia para prismáticos y para principiantes. Aunque yo, con algunos años observando por telescopios, no me canso de echarle un vistazo con mis prismáticos siempre que tengo ocasión.

PD: Dejo aquí el enlace a una entrada del blog de Ignacio (Nachote en el foro de la AAH) donde nos muestra tesoros escondidos en forma de estrellas dobles y múltiples que podemos encontrar en la zona de Cr399:

http://oanlbcn.blogspot.com/2010/06/dobles-en-cr399la-percha.html

Una muestra más de lo mucho que nos puede llegar a ofrecer la observación astronómica en todos los niveles, tanto utilizando unos "simples" prismáticos como un telescopio de buena abertura.

jueves, 24 de junio de 2010

El Cinturón de Venus (Arco Anticrepuscular)

Este 2010 está siendo especialmente duro para los astrónomos aficionados. Las nubes y el mal tiempo han sido los protagonistas de la mayoría de las noches de lo que llevamos de año.

Hay que reconocer que puede llegar a ser desesperante. Un montón de sesiones de observación preparadas se quedan en nada por culpa de “razones de fuerza mayor”. Sin embargo, hay que saber adaptarse lo mejor que se pueda a las circunstancias, y si no podemos observar, podemos dedicarnos a fotografiar aquellas nubes tan fastidiosas que se empeñan en amargarnos la afición...

Como muestra dejo aquí unas fotografías tomadas durante este mes de junio desde la terraza de mi casa.

El 6 de junio de 2010:

El 16 de junio de 2010:

El 19 de junio de 2010:

Y el 21 de junio de 2010, cuando subí a la terraza pude ver que estaba sereno y completamente despejado, y por casualidad vi un fenómeno atmosférico al que hacía bastante tiempo quería fotografiar... y no había manera de cazar: El Cinturón de Venus (Belt of Venus, en inglés) o Arco Anticrepuscular:

Unos 20 minutos después de la puesta del Sol, hacia el Este, es decir, el lado contrario de la puesta, podemos observar, si disfrutamos de un horizonte despejado y de un día sin nubes ni brumas, de un juego de colores muy atractivo provocado por la sombra de la Tierra y el reflejo de los últimos rayos solares en la atmósfera terrestre.

Si tenemos suerte veremos una franja horizontal de un color azul oscuro, casi grisáceo, que se va ensanchando hasta desaparecer fundiéndose en la oscuridad del cielo nocturno cuando su borde superior se encuentra entre 5 y 10º por encima del horizonte. Esta banda no es otra cosa que la sombra de la Tierra proyectada sobre las capas más bajas de la atmósfera (También conocida como Segmento Oscuro). En la fotografía se aprecia claramente justo a partir de la línea bien definida del mar.

Inmediatamente encima de ella, veremos otra franja de un bonito color rosáceo que es lo que se conoce, propiamente, como Cinturón de Venus. Debe este color a que la luz solar, a medida que el Sol va dejando paso al anochecer, va perdiendo la mayor parte de su luz azulada.

Y por encima del Cinturón de Venus vemos los tonos azules normales del cielo.

Observamos con nuestros telescopio objetos que se encuentran a años luz de distancia y que nos producen una gran admiración. Eso está bien, pero no debemos olvidarnos que vivimos en un planeta peculiar, capaz de ofrecer espectáculos naturales dignos de ser contemplados... y disfrutados. Y el Cinturón de Venus y el Arco Anticrepuscular, aunque no son fenómenos muy conocidos, son dos de ellos.

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Actualización, 26 de diciembre de 2013:

Con rachas de viento de más de 100 km/h, un mestral (cierzo) de lo más normalito en mi zona, es complicado sacar el telescopio, por lo menos si uno tiene un mínimo de apego al aparato. Sin embargo, este cielo despejado nos permite disfrutar de un arco anticrepuscular realmente bonito.


Más grande:





sábado, 19 de junio de 2010

M92 - El "otro" cúmulo globular en Hércules

Pobre M92. Buscando información sobre este cúmulo globular que se encuentra en la constelación de Hércules, en todos y cada uno de los lugares que he consultado se le comparaba con su espectacular vecino M13.

Y lo peor de todo, es que nosotros mismos no podemos evitar hacer esta comparación, ya que por su proximidad en el cielo, cuando observas uno, lo lógico es observar a continuación el otro.

Confieso que yo también lo he hecho, pero cuando la noche del 12 de junio de 2010 dirigí mi telescopio hacia M92, me propuse dedicarle mi máxima atención y evitar comparaciones odiosas con M13.

Este es el dibujo que hice a 69x (los mismos aumentos con el que hice el de M13... por si se quiere comparar... que yo, de momento no lo haré...):

M92 se encuentra a unos 25.400 años luz de distancia y su alta concentración y gran luminosidad lo hacen, con mayor o menor gracia, asequible a todo tipo de cielos y telescopios.

Lo mejor de todo es que se puede resolver perfectamente, incluso, sin forzar demasiado los aumentos. Su núcleo es potente, y se muestra con un marcado crepitar estelar. Su corona no es extensa, pero sí fácilmente distinguible, además de ofrecer también muchas estrellas bien definidas.

Puedo apreciarlo de un color blanco bastante evidente. Esto es algo no demasiado habitual en los cúmulos globulares, ya que estos suelen estar formados por estrellas gigantes amarillas y rojas, no blancas, como parecen ser las de M92.

A 69x destacan en el campo del ocular tres estrellas que forman una línea recta. HIP84658, en la parte derecha inferior del dibujo, de magnitud 8,6 que brilla con un bonito color amarillento contrastando bien con el cúmulo. Las otras dos son TYC-3085-1311-1 (10,0) y TYC3085-1332-1 (9,8).

La noche había empezado muy bien, aunque en el horizonte se vislumbraban unas nubes bajas amenazadoras. Después de observar un buen rato a M92 y el campo estelar en el que se encuentra con el ocular de 18mm, dibujo las estrellas más brillantes. A continuación dibujo el cúmulo, y cuando me dispongo a plasmar las estrellitas más débiles que puedo vislumbrar, delante de mi sorpresa, veo como las nubes bajas se han adueñado definitivamente del cielo...

Espero unos minutos por si es algo pasajero, pero no hay suerte. Así que decido dar por concluida la sesión de observación. Como mínimo he podido dibujar lo más significativo de M92.

En conclusión. M92 representa un magnífico cúmulo globular perfectamente asequible y espectacular. Y si finalmente, no se puede evitar querer hacer una comparación con M13, aconsejo “enérgicamente” empezar con M92 para continuar con M13.

martes, 15 de junio de 2010

M13 - El Gran Cúmulo de Hércules

Sinceramente, no sabría decidir sobre cuál es el mejor cúmulo globular que he observado. Estaría dudando entre M22 o M13. Pero como no estamos obligados a hacer un “ranking” de objetos, podemos disfrutar perfectamente de los dos.

Los datos de M13, en la constelación de Hércules, representan un buen reto para nuestra imaginación.

Se encuentra a 23.400 años luz de distancia y está formado por más de 500.000 estrellas. Abarca un diámetro de 140 años luz... o más... y lo que más me impresiona es saber que en el centro del cúmulo, la densidad estelar es unas 500 veces superior que la que tenemos en las cercanías de nuestro Sistema Solar.

Me imagino la Tierra situada orbitando una de esas estrellas... bueno, no me lo imagino... pero sea como sea, seguro que si hay algún astrónomo aficionado por esos lares debe tener trabajo a manos llenas.

Este es el dibujo que pude hacer de M13 el pasado 12 de junio de 2010, en una noche con muy buenas condiciones de observación:

Perfectamente resoluble hasta con pequeños telescopios, M13 se encuentra flanqueado por dos estrellas brillantes. En la parte superior del dibujo, HIP 81848, de un color amarillo muy marcado, brilla con una magnitud de 6,8. HIP 81673, en el lado opuesto, la veo de un color blancuzco y brillando con magnitud 7,28.

Si se observa M13 con prismáticos o desde un lugar con contaminación lumínica, estas dos estrellas representan una magnífica referencia de localización.

No veo el cúmulo globular con una forma esférica bien definida, sino que en la zona más próxima a la estrella amarillenta noto como una cierta prolongación estelar.

Me deleito un buen rato con 50x, con 69x, con 125x... y con 166x. Resoluble en todos los casos en multitud de estrellas.

Una pequeña matización. Para observarlo tal como lo he descrito, es necesario disponer de cielos oscuros y de una noche medianamente buena. De lo contrario nos encontraremos viendo una manchita redondeada sin ninguna estrella resuelta en su interior en vez de ver un festival de estrellas crepitantes conglomeradas, que es lo que se observa con buenas condiciones.

PD: Comparando el dibujo que hice de M22 en agosto de 2008 con el que he hecho de M13 se nota una cierta evolución en la técnica de dibujo... quiero pensar que a mejor. Lo que demuestra que cualquiera de nosotros puede empezar a dibujar lo que ve a través del telescopio por mucho que crea que no es capaz.

Con el tiempo y la práctica todos mejoramos. A parte que lo realmente importante del dibujo astronómico no es tanto si es más o menos bueno, sino el hecho que representa lo que vimos una determinada noche por el ocular y nos evoca las emociones que tuvimos. Virtudes que mantiene para mi el dibujo de 2008 de M22.

lunes, 14 de junio de 2010

M63 - La galaxia del Girasol en Canes Venatici

Señoras y Señores, tengo el gusto de presentarles... ¡la Galaxia del Girasol!

La mayoría de las veces, cuando veo los sobrenombres que les ponen a las galaxias, y después las observo a través de mi pequeño telescopio de 127mm de abertura, no puedo evitar esbozar una pequeña sonrisa.

M63, la Galaxia del Girasol (Sunflower, en inglés) la podemos localizar en la constelación de Canes Venatici, y se encuentra a unos 23,5 millones de años luz de distancia.

La noche del 11 de junio de 2010 puedo afirmar que lo que vi distaba mucho de evocarme un girasol, sin embargo, no por ello dejó de tener su atractivo:

Estoy convencido que desde un lugar más oscuro, con menos contaminación lumínica, podría disfrutar mucho más de esta galaxia, pero teniendo en cuenta las limitaciones de mi lugar de observación habitual, haberla visto tal como la he visto esta noche, es todo un éxito.

Comienzo localizando la zona donde debería encontrarse M63. En este sentido, la estrella TYC-3024-814-1, de magnitud 9,3, es una buena referencia, ya que se encuentra al lado mismo de la galaxia.

Pues bien, con 69x dirijo mi ojo a esa zona... y no veo nada, tan sólo unas pocas estrellas brillantes que entran en el campo del ocular. Decido encender la linterna roja y dibujarlas.

Una vez plasmado el escenario sobre papel, vuelvo a apagar la linterna, resoplo un poco y vuelvo a la carga.

Pego mi ojo al ocular haciendo pantalla con mis manos para evitar la luz que me entra por los lados, y con paciencia, voy adaptando la vista a la oscuridad. Muevo un poco el tubo, miro de reojo... cierro un momento los ojos y vuelvo a intentarlo.

Al cabo de un momento noto una “presencia”.que por instantes va adoptando una forma más evidente, hasta que al final ya puedo ver una manchita (muy ténue) de forma alargada.

El corazón de la galaxia lo noto bastante brillante, y cuando miro de reojo noto como un halo que lo envuelve... y pienso: “A lo mejor sí que se parece a un girasol...”

Pongo 125x y la visión de la galaxia mejora un poco, más que nada porqué ya veo un poco más claro el halo. Sin embargo, pierdo las referencias estelares y decido, finalmente, dibujar la galaxia a 69x.

Doy por concluida la operación M63. Y, sorprendido, veo que me siento plenamente satisfecho de haber visto otro borroncillo con halo...

domingo, 13 de junio de 2010

M51 - La galaxia Remolino en Canes Venatici

Mi primera toma de contacto con M51 fue un poco atípica. No fue visual, sino fotográficamente. El 17 de febrero de 2006, haciendo pruebas con mi recién adquirida Nikon D70S y el Nexstar 5i, dirigí el goto hacia M51 (galaxia que todavía no había tenido oportunidad de observar) y me salió esto:

M51, la galaxia Remolino (Whirlpool Galaxy), a 37 millones de años luz de distancia, es una de las vistas más impresionantes que podemos observar a través de nuestros telescopios. La razón principal es que M51 se encuentra interactuando con la galaxia enana NGC5195 y nos ofrece desde cielos oscuros un atractivo aspecto de galaxia “doble”.

Pero no nos precipitemos. M51 puede llegar a maravillarnos y dejar una imagen indeleble en nuestra retina... o puede defraudarnos profundamente hasta el punto de provocar que astrónomos aficionados no demasiado convencidos, dejen definitivamente de observar por el telescopio.

Intentaré explicarme.

Transcribo aquí tal cual mis anotaciones del 12 de mayo de 2007:

“Es la primera vez que veo M51 con el telescopio (SC Nexstar 51, 127mm), y sinceramente, ha sido una experiencia bastante decepcionante. Aunque el solo hecho de haberla visto después de tanto tiempo intentándolo y fracasando, me sube un poco el ánimo.

Digo que es decepcionante, porqué al ver esta galaxia en fotografías te das cuenta que estás ante un objeto realmente espectacular... y entonces, ves lo que ves a través de tu pequeño telescopio y se te queda cara de tonto.

Bien, con el ocular de 25mm (50x) puedo ver el núcleo derecho de M51 como un puntito difuminado, pero perfectamente reconocible. En cambio, para ver el núcleo de la izquierda, tengo que mover un poco el tubo del telescopio y fijarme mucho.

De brazos en espiral, lamentablemente, nada de nada.

Con el ocular de 18mm (69x) y con visión lateral, la cosa mejora por momentos. Veo los dos núcleos, muy difusos... pero los veo. El problema es que después de escribir, vuelvo a poner el ojo en el ocular... y no veo ni rastro de M51...

En fin. Tal vez desde un lugar más oscuro tendría mejor recompensa”.

Es lo bueno de llevar un cuaderno de observación: te permite recordar tus impresiones muchos años después de haberlas tenido... y que si no fuera por las anotaciones, muchas de ellas caerían en el olvido.

Continúo.

Seis días después de mi primera observación de M51 pude disfrutar de cielos realmente oscuros... pero por diferentes problemas no disponía del telescopio y tenía que contentarme con mis prismáticos 15x70.

Vuelvo a transcribir mis anotaciones de esa noche:

“Es genial. Tanto por los cielos oscuros como por el seeing. Debe ser porqué no tengo el telescopio a mano...

Pero bueno. Hay que aprovechar con lo que se tiene, así que cojo los prismáticos y decido probar de localizar M51 siguiendo las indicaciones que aparecen en el libro de Gary Seronik, “Binocular Highlights”, en la página 37.

No dejo de ser un poco escéptico. Después de lo que me ha costado conseguir ver con el telescopio M51... se me hace muy difícil pensar que la veré con unos simples prismáticos.

Pero... me pongo muy contento, ya que a partir de Eta UMa (Alkaid), me dirijo hacia la 24 CVn. Desde allí me desplazo un poco hasta localizar un triángulo de estrellas que comenta Seronik en su libro... y allí está, una manchita blancuzca perfectamente distinguible. Genial.

Es curioso comprobar que esta noche con los 15x70 he quedado mucho más satisfecho que no la semana pasada con el 5i. Es una gran lástima no disponer esta noche del telescopio. Seguro que hubiera sido un magnífico espectáculo”.


Moraleja: Cuanto mayores las espectativas, mayor la probabilidad de defraudarnos; cuanto menores, mayor la probabilidad de sorprendernos.

Continúo.

La noche del domingo 4 de abril de 2010 soplaba un viento fuerte, pero no pude resistirme a montar mi nuevo y flamante SC Celestron de 9,25” sobre la montura CGEM.

Las estrellas se veían como pelotas de golf, pero con todo pude disfrutar un poco de M65, M66 y NGC3628, M98, M101 (la primera vez que he podido verla y no exagero si digo que lo he probado más de veinte veces...), un Ghost of Jupiter (NGC3242) realmente espectacular.

Acostumbrado a ver planetarias pequeñitas con el Nexstar 5i, al ver NGC3242 no pude evitar soltar una exclamación de admiración.

Y como colofón final, apunté a M51. Y lo que vi fue la justificación palpable de por qué me gusta la astronomía. A pesar del viento y el mal seeing pude disfrutar de dos núcleos brillantes... y brazos espirales bien definidos. Una verdadera maravilla. El tiempo no acompañaba para recrearme en la observación ni de extenderme en anotaciones y dibujos... eso queda para otra ocasión... pero la sensación de estar viendo una de las mejores vistas que podemos disfrutar con un telescopio se me quedó marcada a fuego.

Espero haberme explicado y que se entienda mejor mi afirmación del principio.

Y ahora, mi observación del 11 de junio de 2010 con el Nexstar 5i de 127mm desde mi lugar de observación habitual. Es decir, con una contaminación lumínica moderada... y subiendo.

Este es el dibujo que hice a 69x:

Es curioso lo que pasa con M51. La he visto con prismáticos, con telescopios pequeños desde cielos oscuros o con cierta contaminación lumínica, con telescopio de gran abertura... y dejando de lado mi gran experiencia del 4 de abril de 2010, es una galaxia que siempre me ha dado problemas a la hora de observarla.

Esta noche he podido ver un núcleo central potente a la derecha, y uno de más etéreo a la izquierda. Sin ningún tipo de unión.

No hay estrellas brillantes por la zona, a excepción de HIP66004, que brilla con magnitud 7,03 y que puede resultar muy útil a la hora de enfocar el conjunto, pero que recomiendo dejar fuera del campo del ocular cuando queramos centrarnos en la observación de la galaxia.

En el dibujo también se aprecia el triángulo de estrellas que Gary Seronik utilizó en su camino de encuentro de M51.

Se podría decir que esta noche he visto M51 de manera aceptable: ni de la mejor manera que puedo observarla... ni de la peor... pero como nos ocurre a veces con determinadas personas, no podemos evitar amarlas aunque veamos que tienen un montón de defectos...

Sea como sea, siempre que tenga ocasión continuaré visitando este impresionante par de galaxias.

sábado, 12 de junio de 2010

M106 - Galaxia en Canes Venatici

La noche del 11 de junio de 2010 se presentaba especialmente buena. Sin Luna, despejada, con un seeing de 4/5 (siendo 5=óptimo) y curiosamente, me daba la sensación que más oscura que de costumbre.

Animado, aunque no con muchas espectativas, dirigí mi telescopio hacia M106, y aquí empezó mi aventura galáctica.

La diferencia entre ver una manchita blancuzca evanescente que se encuentra a millones de años luz de distancia o no verla, es tan sutil con los 127mm de abertura de mi telescopio y la contaminación lumínica de un pueblo/ciudad de 28.000 habitantes que, cuando finalmente la veo (como ha sido el caso de esta noche con M106), no puedo evitar estar un buen rato observándola con una sonrisa de oreja a oreja.

M106 a 50x forma prácticamente un triángulo equilátero con HIP60305, una preciosa estrella anaranjada, a la derecha del dibujo, que brilla con magnitud 6,31; y HIP60125, a la izquierda, y un poco más débil (8,34).

A su vez, junto HIP60125 se perciben cuatro estrellitas entre la 10ª y la 11ª magnitud que forman un curioso asterismo que cuanto más oscuros sean los cielos desde los que se observa, más presencia estética ofrecerá.

Me cuesta ver la galaxia. Sólo cuando he adaptado la vista a conciencia a la oscuridad he podido percibir, mirando de reojo, una manchita alargada, de brillo homogéneo, que más tarde, leyendo información sobre M106, deduzco que debe ser sólamente su núcleo.

La galaxia prefiero verla a 50x, aumentos que me permiten enmarcarla en un bonito campo estelar, cosa que no puedo hacer con mayor magnificación. Además, ni a 125x ni a 166x tampoco puedo apreciarla mucho mejor.

Como con todas las galaxias, espero tener oportunidad de observarlas de nuevo desde cielos oscuros. Pero hasta que no se presente la ocasión, tendré que contentarme con lo visto esta noche.

No deja de ser paradójico que con mi telescopio sólo haya podido distinguir una pequeña manchita alargada que no representa en absoluto la realidad de esta galaxia. En 1994 un equipo de radioastrónomos descubrieron un agujero negro cerca del núcleo de M106.

Esta es la grandeza de la observación con pequeños telescopios: vemos manchitas blancuzcas fantasmagóricas, pero sabemos lo que estamos viendo realmente... y esto, a veces, produce cierto vértigo y admiración. Recompensa más que suficiente para mi...

M94 - Galaxia "ojo de Cocodrilo" en Canes Venatici

La constelación de Canes Venatici (Los Lebreles), nos ofrece bonitas galaxias aptas para telescopios con no demasiada abertura. De entre todas ellas, dos tienen una fama bien merecida entre los astrónomos aficionados: Una es M63, la galaxia Girasol (Sunflower) y la otra M51, la famosa galaxia Remolino (Whirlpool).

Hay otra que tal vez no goza de tanto reconocimiento, pero que puede llegar a ofrecernos vistas realmente espectaculares. Me refiero más concretamente a M94, una galaxia espiral que se nos muestra prácticamente plana de cara hacia nosotros y se encuentra a unos 14 millones de años luz de distancia. 
Fue descubierta por Pierre Méchain en 1781.

Cuando me planteo ir a la caza de galaxias con mi SC de 127mm desde mi lugar de observación habitual, no guardo excesivas esperanzas de, ni tan siquiera, poder intuirlas, debido a la creciente contaminación lumínica que sufro. Es por ello que cuando tengo un relativo éxito doy por muy bien empleada la noche.

Es curioso. No suelo hacerlo, pero antes de observarla quise leer la experiencia de dos grandes astrónomos aficionados, más que nada, porqué con la ausencia de un cielo verdaderamente oscuro, en ocasiones es bueno saber la forma del objeto que estás buscando... para poder hallarlo.

Primero leí el “Catálogo Messier” de José Luis Comellas. Allí, el autor comenta que M94 en visual le parece un globular no resoluble, mientras que en fotografía, se le asemeja a un “crustáceo celeste”. Después consulté “The Messier Objects” de Stephen James O’Meara donde la compara con el ojo de un cocodrilo. Así que con estas referencias, la noche del 12 de junio de 2010, me dispuse a probar suerte con M94.


En un primer vistazo, en el campo del ocular de 25mm (50x), puedo distinguir tres estrellas. A la izquierda, la más brillante (HIP62700 – mag. 9,6) se muestra con un bonito color casi anaranjado. Abajo, una más débil TYC-3021-53-1, que brilla un poco más tímida con una magnitud de 11,1. Y, finalmente, una que no hay manera de enfocar en el centro... Con una sonrisa en los labios pensé: “Te pillé”.

Voy adaptando mejor la vista a la oscuridad y pongo los 69x con la intención de ir descubriendo más estrellas en el campo, pero no consigo hacerlo de una manera “clara”, por lo que deduzco que, o bien estoy ante un campo estelar realmente pobre, o bien necesitaría cielos más oscuros para detectar más estrellas. M94 la puedo ver con una forma redondeada y un núcleo potente. Al final, opto por centrarme en las dos más brillantes y en la galaxia.

Para ello pongo 166x. El núcleo galáctico se va haciendo más brillante y evidente... y no sólo eso. Ahora me parece adivinar un halo redondeado, tenue y no demasiado extenso que envuelve el centro de la galaxia. La forma galáctica ha pasado de verse redondeada a verse un poco ovalada... y es en este momento en que me acuerdo del “ojo de cocodrilo” de O’Meara.

Después de hacer el dibujo y de volver a adaptar la vista a la oscuridad, estoy un buen rato observando M94 y pensando que dentro de las limitaciones de la abertura y la contaminación lumínica, se puede disfrutar razonablemente observando esta peculiar galaxia que se asemeja a un ojo de cocodrilo, a un cúmulo globular no resoluble, a un crustáceo celeste... o a lo que nosotros queramos.

miércoles, 9 de junio de 2010

Philolaus y Anaxímenes - Visitando el limbo norte lunar

Noche del 24 de mayo de 2010 con la Luna iluminada al 89%, onceava noche después de Luna Nueva. Una excelente noche de observación lunar... y yo haciendo algo que nunca aconsejo: improvisar una observación.

Después de estar un buen rato disfrutando con los cráteres Gassendi y Prinz, las estrellas de la noche, ya me disponía a plegar velas cuando por casualidad decidí echar una última mirada al limbo norte de la Luna.

Allí, sin esperarlo, me encontré con un cráter realmente bonito: Philolaus.

Me concedí una prórroga e hice un rápido boceto, que luego completé:

Philolaus es un cráter circular que al hallarse prácticamente en el limbo norte de la Luna siempre lo veremos con efecto de perspectiva, y se verá mejor o peor dependiendo de la libración de nuestro satélite.

Tiene un diámetro de 71 km., y lo que más me sorprendió de él fue lo bien definidas que pude ver las terrazas de la pared que en esos instantes se encontraba bañada por los rayos solares. Realmente espectacular, no en vano tiene una altura de unos 3.400 m.

Philolaus se encontraba abrazado por una formación menos definida, Philolaus C, y al lado, como queriendo practicar un juego de contrastes, las sombras de la pared de Anaxímenes, de unos 80 km. de diámetro, se dibujaban en el fondo del cráter.

Tétrico y bello a la vez.

No tuve tiempo de más. Tan sólo sacar una foto de la zona... y consultar en el Virtual Moon Atlas qué es lo que había estado observando:

A lo dicho. No hay que improvisar las observaciones... aunque de vez en cuando, nos podemos permitir algún desliz... no creo que nadie nos lo recrimine.

sábado, 5 de junio de 2010

Plato y una pequeña reflexión

Esto va con el carácter de cada uno, unos tendrán este problema más acentuado que otros, pero lo que sí es cierto es que todos los astrónomos aficionados hemos pasado por ello alguna vez.

Recuerdo noches de verano en mi pueblo en las que sentado en una butaca y con unos simples prismáticos disfrutaba enormemente observando varias zonas al azar de la Vía Láctea. Un espectáculo grandioso que no precisaba de grandes complicaciones y que siempre me permitía irme a la cama relajado y satisfecho.

A medida que la afición astronómica se va adueñando de nosotros... la cosa ya no es tan fácil. La primera complicación la tenemos en la compra del telescopio (Tipo ¿newtoniano?, ¿refractor?, ¿catadióptrico?; montura ¿altacimutal?, ¿dobsoniana?, ¿ecuatorial?; ¿computerizado o manual?; ¿qué abertura?, ¿qué marca?...).

Una vez lo tenemos, empezamos un proceso que puede ser más o menos largo, más o menos farragoso, de aprendizaje de observación del cielo y de manejo del telescopio.

Más tarde, queremos probar con la astrofotografía. Primero algo “fácil” (planetaria y lunar), después queremos “introducirnos” en la astrofotografía de cielo profundo... Todo ello implica más decisiones y más aprendizaje: cámaras, software, conceptos técnicos... y no lo olvidemos, más dinero.

Y/o nos puede dar por querer hacer mediciones “serias” de separaciones y ángulos de posición de estrellas dobles, curvas de luz de estrellas variables, seguimientos cometarios, ocultaciones...

El resultado de todo esto suele conducirnos al problema que comentaba al principio.

Una noche, rodeados de cables, cámaras, grandes telescopios, mil y un accesorios, ordenadores... nos damos cuenta que estamos nerviosos, de mal humor, tensos... porqué no acaban de salirnos bien esas fotografías que nos habíamos hecho la ilusión de hacer, ese enfoque que no acabamos de conseguir, esas mediciones que no son válidas ni por acercamiento, esa colimación que no acabamos de ser capaces de afinar, esos programas de los que sólo somos capaces de sacarles partido en un 10% de lo que nos pueden ofrecer, ese maldito seeing o esas nubes que nos arruinan una noche esperada... y es entonces cuando ya en la cama, sin poder pegar ojo por los nervios, recuerdas esas noches de verano estirado en la tumbona con unos sencillos prismáticos... y disfrutando.

Cuando llegamos a este punto es bueno detenernos a reflexionar el porqué de la práctica de esta afición.

En mi opinión, una afición deja de tener sentido en el momento en que nos depara más preocupaciones y desengaños que no satisfacciones.

Con ello no quiero decir que no tenemos que probar cosas nuevas, aprender, equivocarnos, fracasar y volver a intentarlo... lo que digo es que no tenemos que dejar que todo este proceso nos haga sentir mal.

La noche del 21 de mayo de 2010 estaba observando la Luna con la intención de fotografiar en detalle uno de los cráteres más atractivos que podemos observar con pequeños telescopios: Plato. Y dibujarlo en el momento en que las sombras de su pared se proyectaban en su negro interior...

Pues bien, en vez de estar disfrutando con ello me encontré subiéndome por las paredes al no ser capaz de enfocar correctamente el cráter y sacar una buena fotografía en el momento adecuado (culpa del seeing, de los altos aumentos que da la barlow x2 y la DBK o de mi poca pericia...). La “mejor” que conseguí fue esta:

Se me habían quitado las ganas hasta de hacer un boceto... y entonces fue cuando reflexioné todo lo que estoy intentando explicar en esta entrada.

Respiré hondo por dos veces, quité la barlow, mejoré sensiblemente el enfoque e hice tres fotografías con las que montar un mosáico de la zona de Plato, cuyo resultado fue una de las mejores composiciones que he conseguido nunca de la Luna:

Quité cámaras, apagué ordenadores, recogí cables... y me pasé media hora disfrutando tranquilamente de la zona, una de las más agradecidas que ofrece la Luna para pequeños telescopios.

El negro Plato es una maravilla, sobre todo con las sombras de su pared reflejando su accidentado relieve en el fondo del cráter.

Los Montes Alpes, impresionantes montañas atravesadas en su corazón por un espectacular Vallis Alpes.

La magnificencia de los Montes Apeninus, las parejas de cráteres Aristóteles y Eudoxus, Aristilus y Autolicus, la serena presencia de Archimedes, el peculiar Cassini y el fondo todavía oscuro de Eratosthenes...

El cráter fantasma Égede, los majestuosos Mons Pico, Mons Piton, Montes Spitzgergen...

Y para acabar un vistazo al Mare Serenitatis...

Acabé la noche feliz y con la lección bien aprendida. Aunque claro, ya estoy dándole vueltas a la cabeza sobre como mejorar mis enfoques cuando utilizo la DBK y la barlow x2...