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jueves, 24 de septiembre de 2015

Langrenus

Cuando alzamos los ojos hacia la Luna, por efecto óptico, nos puede parecer que estamos viendo un objeto plano, como si fuera un plato. Sin embargo, como sabemos, esto no es así.

La Luna, al ser esférica, presenta una curvatura que provoca que percibamos los accidentes cercanos a su limbo con una perspectiva que nos enmascara su forma real.

De manera que un cráter que presenta una forma redondeada, lo veamos ovalado. Muchos son los ejemplos que podemos encontrar, y el cráter Langrenus, es uno de ellos.

A partir del tercer día de lunación, Langrenus se distingue como uno de los cráteres más grandes, asequibles y bonitos que podemos observar cerca del terminador lunar.

Esta formación circular presenta un diámetro de 132 km, para hacernos una idea, más o menos la misma que existe en línea recta entre la ciudad de Barcelona y la de Lleida; y tal vez no nos lo parezca, pero las paredes de Langrenus se elevan hasta unos nada despreciables 2.600m.

En él se puede distinguir perfectamente las partes clásicas de un cráter de impacto: el fondo del cráter en donde podemos encontrar el pico central y unas paredes laterales formando unas terrazas que se distinguen sin demasiados problemas, aunque también es cierto que presentan un aspecto algo caótico.

También, cuando los rayos solares inciden de una forma más directa sobre Langrenus, pueden notarse los rayos de eyecta que emanan de él. Esto podría hacernos pensar que se trata de un cráter joven, pero en realidad se formó hacia el periodo Eratosteniense tardío.

La noche del 20 de junio de 2015, con la Luna iluminada en un 18% de su superficie y encontrándose a 4,23 días de lunación, apunté mi SC de 127mm hacia Langrenus y me dispuse a disfrutar de él.



Lo primero que me llama la atención son las dos pequeñas sombras que se aprecian en el centro del fondo del cráter, pequeñas, pero lo suficientemente presentes como para facilitarme distinguir sin demasiados problemas estos dos picos que se elevan alrededor de los 1.000m.

Con mis 127mm de abertura y con una turbulencia nada favorable, no soy capaz de distinguir ningún detalle más en el fondo de Langrenus, pero a pesar de ello, lo que sí noto es que brilla más respecto al color del vecino Mare Fecunditatis. Un bonito contraste.

A continuación me fijo en las paredes. La incidencia de los rayos solares es todavía lo suficientemente inclinada como para que se dé un curioso juego de luces y sombras, que al igual que sucedía con los dos picos centrales, permite que pueda distinguir con más facilidad el encabalgamiento de las terrazas que forman las paredes del cráter.

La vista es soberbia.

Junto a Langrenus, ya en pleno Mare Fecunditatis, distingo tres curiosos cráteres, no tanto por ellos mismos, sino por la disposición en la que se encuentran. Por un momento pienso que su posición se puede considerar hasta ordenada, comparada con lo caótica que parece la superficie lunar.

Estos tres cráteres son Bilharz, el mayor de ellos con 43 km de diámetro; Naonobu, de 35 km y, el más pequeño de los tres, Atwood, de 32 km.

A parte de la línea de sombra proyectada por sus paredes de la zona Este, no soy capaz de distinguir ninguna característica que destaque en ellos.

Finalmente, adentrándome ya completamente en los dominios de Mare Fecunditatis, disfruto de las grietas que aparecen en los extremos de este mar (Dorsa Andrusov y Dorsa Geikie).

Al final me animo a tomar una fotografía de la zona con la cámara ASI120MM acoplada al SC de 127mm:



Como curiosidad, comentar para aquellos que dispongan de un telescopio de gran abertura y disfruten con la observación de la Luna, pueden realizar un seguimiento a ver si son capaces de distinguir un Fenómeno Lunar Transitorio (TLP, en inglés).

El 30 de diciembre de 1992, Audouin Dollfus, observando desde el Observatorio de París con un reflector de 1m de diámetro, pudo ver una serie de zonas brillantes que fueron modificando su aspecto a lo largo de una serie de días.

http://news.bbc.co.uk/2/hi/science/nature/789095.stm

Se especuló con que se tratara de un escape de algún tipo de gas que levantara el polvo de la superficie del cráter y se viera reflejado por los rayos solares, pero no existió un consenso generalizado entre la comunidad científica, que no consideraba Langrenus como un lugar propicio donde pudieran darse algún tipo de fenómeno lunar transitorio.

Sea como sea, un aliciente más para observar la zona.

Un bonito punto y final para un buen rato de observación.



viernes, 18 de septiembre de 2015

NGC6834 - Cúmulo abierto en Cygnus

La noche del 10 de agosto fue una noche especial. Y no lo fue por el hecho de encontrarme disfrutando de cielos oscuros en mi pueblo, con mi SC de 235mm, una turbulencia contenida y una transparencia envidiable, sino porqué esta noche fue la primera en que mi sobrina Maria de cuatro años me pidió poder mirar por el telescopio.

Y me doy cuenta que la vida de un astrónomo aficionado puede ser mucho más complicada de lo que me pensaba. Mis sentidos tuvieron que ponerse en alerta anticipando los movimientos de las manos de Maria que a velocidad de vértigo se dirigían al mando de la montura, al ocular, al tubo, al trípode, a mis papeles, a la linterna roja…

Se lo pasó de miedo. Pero lo mejor fue verle la cara cuando localicé M11 y le dije que pusiera el ojo en el ocular. Tuve que taparle el otro con la mano por qué no hubo manera de enseñarle a guiñar un ojo. Y entonces, mirándome con cara de sorpresa va y me dice: “¡Cuántas estrellas!”. No pude reprimir una sonrisa cuando fue a coger de la mano a la mamá, al papá y a los abuelos para que miraran también por el ocular. Quería compartir su descubrimiento con toda la familia.

Después le enseñé M22, M57, M27, Albireo, donde volvió a entusiasmarse al ver que una estrella era amarilla y la otra azul, NGC457 y acabé con la galaxia de Andrómeda.

De todas maneras, con lo que más disfrutó fue viendo el cielo estrellado a simple vista. Es lo que tiene ser un niño exclusivamente urbanita, no descubren lo que tenemos encima de nuestras cabezas hasta que van al campo o a la montaña.

Ya es era muy tarde para ella y la llevamos a la cama segundos antes que empezara a escalar por el trípode para seguir explorando el armatoste con el que tanto tiempo pasa por las noches su padrino.

Ya con más tranquilidad, vuelvo a tomar el control del telescopio y decido empezar la sesión de observación con un cúmulo abierto mientras mi vista se va adaptando mejor a la oscuridad.

El objetivo elegido es NGC6834, un cúmulo abierto en la constelación de Cygnus descubierto por William Herschel en 1784. Con una edad estimada de 80 millones de años, se encuentra a unos 7.000 años luz de distancia y se extiende a lo largo de aproximadamente 10 años luz.

A nivel visual presenta una magnitud 7,8 y un tamaño aparente de 6’.

Este es el dibujo que hice con el SC de 235mm y el ocular Nagler de 16mm (146,88x):



En una zona de cielo donde transcurre la Vía Láctea, dependiendo del cúmulo abierto que se va a observar, se tiene verdaderos problemas para identificarlo a no ser que tengas una idea bastante aproximada de lo que vas a ver.

NGC6834 no es difícil de reconocer, ya que en los 6’ que abarca presenta una columna vertebral formada por 5 estrellas de magnitudes entre 9-11. A su alrededor van apareciendo más y más estrellas más débiles a medida que vamos adaptando mejor la vista a la oscuridad.

Cuanta más abertura tenga nuestro telescopio y más oscura sea la noche, más espectacular resultará este cúmulo. En el peor de los casos, veremos una hilera de 5 estrellas. En el mejor, la misma cadena estelar pero acompañada por un gran número de estrellas de menor brillo.

Esta noche encuentro a NGC6834 ciertamente exuberante, hasta tal punto que al dibujo que he hecho le faltan componentes que no me he atrevido a incluir. Éstas se encuentran al límite de la capacidad del telescopio y de mi capacidad visual, hasta tal punto que parece que tenga nebulosidad asociada, pero no es así, son esas estrellas que están, pero que no soy capaz de percibirlas con claridad.

Un cúmulo muy bonito formado por estrellas blanco-azuladas.

Aladin Lite

jueves, 10 de septiembre de 2015

Mare Crisium y Cleomedes

Durante la cuarta noche de lunación nuestro satélite sólo se encuentra iluminado en un 18% de su superficie, pero ya son muchos los alicientes que nos ofrece.

El 20 de junio de 2015 me encontraba en Barcelona y decidí sacar el SC de 127mm al balcón para pasar un rato distendido observando la Luna, y lo primero que hice fue aprovechar la libración favorable para cazar el esquivo Mare Humboldtianum y el cráter Endymion.

Después de ello, centré mi atención en un siempre espectacular Mare Crisium, coronado por el cráter Cleomedes.

Me fijé especialmente en este cráter a raíz de una entrada que publicó Santos Chacon en su blog “Dibujando el Cosmos” y que me dejó intrigado, ya que nunca había reparado en él. Y ciertamente no me decepcionó en absoluto.

En un primer momento me centré en disfrutar de Mare Crisium, y para ello resulta de gran ayuda conocer un poco los periodos de formación por los que pasó hasta llegar al aspecto que nos ofrece hoy en día.

Hace unos 3.900 millones de años un cuerpo de gran tamaño impactó de forma rasante sobre la Luna y formó la cuenca Crisium. De Este a Oeste alcanza los 570 km, mientras que de Norte a Sur sólo se extiende unos 450 km.

A partir de este momento, otros impactos se produjeron en la misma zona, formando más cráteres de menor tamaño hasta que una ingente cantidad de lava fluida rellenó la cuenca y, total o parcialmente, a los cráteres formados con anterioridad.

De esta manera, podemos encontrar varios cráteres fantasmas, como pueden ser Yerkes y Lick, semienterrados por la lava; espectaculares grietas como la Dorsa Tetyaev, la Dorsum Oppel o la Dorsa Harker, que se formaron a partir de las fuertes presiones provocadas por el enfriamiento de la lava. Y a partir de aquí, cráteres más recientes que pueden observarse salpicando el mar de lava, como puede ser Picard, Peirce o Greaves.

Finalmente identifico al joven cráter Proclus, al Oeste de Mare Crisium, que ofrece un aspecto muy distinto al que mostrará cuando los rayos solares incidan sobre él directamente. Ahora muestra un aspecto tétrico y oscuro, ya que todavía no se encuentra iluminado por completo.

Resulta muy emocionante ir descubriendo todos estos accidentes e ir imaginando cómo debió ser el momento de su formación. Y a nivel estético, la oscura lava extendida como un manto encima de la Luna, salpicada por largas grietas cercanas a sus bordes y la presencia de cráteres semiocultos en ella, así como otros muy evidentes, ofrece una belleza muy difícil de transmitir con palabras.

Esta es la fotografía que tomé con la cámara ASI120MM acoplada al SC de 127mm. La turbulencia afectaba bastante, pero a pesar de ello quedé contento con el resultado:



Llegados a este punto, no pude por menos que dirigir mi atención hacia Cleomedes. Es un cráter que se muestra con una forma muy peculiar debido a encontrarse cerca del limbo lunar. Parece un huevo duro esclafado contra el plato… pero bueno, centrémonos.

Cleomedes, a pesar de verlo con una cierta forma ovalada, en realidad es una formación circular con unas respetables dimensiones de 126x126 km.



Con la abertura de 127mm se pueden apreciar algunos cratercillos en su interior y unas pequeñas colinas que, curiosamente, no veo que se encuentren, como esperaría, en el centro del cráter. Fijándome un poco, veo que esta impresión pueda ser debida a un efecto óptico, al encontrarse la muralla Oeste más perjudicada por el impacto de cráteres más recientes.

El suelo del cráter se encuentra cubierto de lava, y en él logro distinguir dos cratercillos pequeños que veo en el Virtual Moon Atlas que se corresponden con Cleomedes B, de unos 13km de diámetro, y Cleomedes J, ligeramente más pequeño con sus 12km.

Las colinas centrales las percibo entre estos dos cratercillos y la pared Oeste de Cleomedes. Gracias a que presentan todavía una bonita sombra, puedo distinguirlos de una manera más cómoda.

Con la abertura de mi telescopio, por lo menos esta noche en que las condiciones de la atmósfera no eran las más adecuadas, no he sido capaz de ver la rima que se encuentra en el interior del cráter, Rima Cleomedes. Y es una lástima, ya que presenta una forma de Y en la que uno de sus extremos finaliza al llegar a Cleomedes J. Algo a tener en cuenta cuando pueda observarlo con mi SC de 235mm.

Alrededor de Cleomedes aparecen varios cráteres más pequeños. En la parte Sureste veo a Delmotte (33 km), en la parte Nordeste a Burckhardt (58 km), en el que se ven tres cráteres superpuestos, y en la parte Noroeste, dentro del cráter, distingo Cleomedes A y Cleomedes E, mientras que justo encima de la muralla de Cleomedes, destrozándola parcialmente localizo a un bonito cráter, Tralles, de 43 km de diámetro. Y justo a su lado, Debes (31 km) y Debes A (33 km).

Al final me animé a realizar un rápido boceto de Cleomedes y sus alrededores:



Una zona muy interesante y asequible a cualquier tipo de telescopio, si bien es cierto que con mayores aberturas podremos disfrutarlo más y mejor, aunque por el contrario perderemos la perspectiva general de Mare Crisium y Cleomedes.

Para concluir me gustaría compartir una fotografía espectacular de Cleomedes que he sacado de la página de la LROC:

LROC

viernes, 4 de septiembre de 2015

Poskus 1 - Asterismo en Delphinus

Una de las mejores vistas que podemos disfrutar si estamos observando la constelación de Delphinus es, sin duda, la Gamma Delphini, una estrella doble realmente espectacular que ya comenté en una entrada anterior:

http://laorilladelcosmos.blogspot.com.es/2010/10/gamma-delphini-stf-2727-doble.html

Pues bien, si disponemos de un telescopio de buena abertura y podemos distinguir estrellas de magnitud tan débil como 13, tenemos la posibilidad de distraernos un poco con un curioso asterismo, el Poskus 1 (AR: 20h 46m / Dec: +16º 20’).

Está formado por ocho estrellas, que van de la más brillante TYC1634-2992-1 de magnitud 11,4 hasta la USNOJ2045581 +162014 que brilla débilmente con magnitud 13,2.

Tuve noticia de este asterismo gracias al libro de Sue French “Deep-Sky Wonders”, donde se explica que en 2006, a un astrónomo aficionado de Colorado (EEUU), Bernie Poskus, le llamó la atención la curiosa disposición de este grupito de estrellas, que con el tiempo llegó a ser conocido como Poskus 1.

Carta generada con Cartes du Ciel

Situado a 15’ al Noroeste de la Gamma Delphini, para su observación es necesario que no suframos de excesiva contaminación lumínica y nuestro telescopio tenga la suficiente abertura como para ver, al menos, estrellas de magnitud 12-13.

Este es el dibujo que hice la noche del 9 de agosto de 2015 con mi SC de 235mm:



Al poner el ojo en el ocular no hay más remedio que dirigir nuestra atención hacia Gamma Delphini. Su principal, de un color amarillo muy marcado y de magnitud 4,4, se ve acompañada por una secundaria de color blanco-azulado que mantiene la dignidad gracias a su magnitud 5,0.

Su generosa separación y brillo la hace asequible a todo tipo de telescopio, de manera que aunque no seamos capaces de percibir Poskus 1, nunca nos iremos de vacío. Gamma Del es preciosa.

Si tenemos dificultades en percibir las estrellas que forman el asterismo, no es mala idea dejar fuera del campo del ocular, aunque sea por unos instantes, la potente doble. De esta manera no nos deslumbrará y seremos capaces de verlas más cómodamente.

Con mi SC de 235mm y en esta noche sin Luna veo el asterismo sin ninguna dificultad, por lo que opto por mantener a Gamma Delphini en el campo.

En un primer momento dejo anotado que su forma me sugiere un banjo, más tarde una espátula. Finalmente, decido que tal vez una pala matamoscas sería más acertado.

Más tarde leo en “Deep-Sky Wonders” que hay quien le sugiere un laúd o una mandolina, pero curiosamente, he coincidido con Sue French en algo tan prosaico como una pala matamoscas.

Es lo divertido de los asterismos, echar a volar nuestra imaginación.

Para concluir adjunto una fotografía tomada de Aladín Lite donde puede apreciarse una Gamma Delphini completamente saturada, y en la parte superior central, las ocho componentes con forma de pala matamoscas.

Aladin Lite