http://laorilladelcosmos.blogspot.com.es/2015/02/ngc2244-cumulo-abierto-en-monoceros.html
En su momento tuve que centrarme sólo en el cúmulo, ya que la nebulosa es muy extensa y no cabía en el campo del ocular de mi SC de 235mm. Pero la noche del 20 de febrero de 2015, decidí montar el refractor ED80 y pude por fin, dedicar el tiempo a observar la Rosetta.
A pesar de abarcar 1,2º de campo y presentar una magnitud visual estimada de 9,0, percibir la nebulosa no es sencillo.
En primer lugar, hay que utilizar una configuración de equipo que te permita abarcar un campo realmente extenso. En segundo lugar, unos cielos oscuros resultan indispensables. En tercer lugar, es necesaria una noche con buenas condiciones atmosféricas. En cuarto lugar, el uso de filtros, UHC o, mejor en este caso OIII, me atrevería a decir que son imprescindibles; y finalmente, si no somos capaces de conseguir una óptima adaptación de la vista a la oscuridad, tampoco podremos exprimir al máximo esta zona rica en nebulosidad.
Con la experiencia de la observación realizada en diciembre con el SC de 235mm y esta serie de condicionantes, apunté el ED80 hacia la zona donde debería encontrarse la Rosetta (NGC2237-38-46).
Nada más poner el ojo en el ocular me encuentro con un campo estelar realmente rico y espectacular, pero la nebulosidad no aparece por ningún lado.
Respiro hondo y tomo la decisión de dibujar las estrellas que veo y posteriormente, centrar todos mis esfuerzos en percibir la nebulosa. Primero dibujo las estrellas más brillantes, que resultar ser unos excelentes puntos de referencia para, posteriormente, ir dibujando las estrellas más débiles que voy percibiendo.
Me he dejado algunas componentes débiles, pero mientras estaba dibujando las estrellas ha empezado a soplar alguna racha de viento que no me ha gustado nada. De manera que teniendo en cuenta que el objetivo de la noche era la nebulosa, he decidido obviar las estrellas que precisaban de cierto esfuerzo extra para ser percibidas.
Concluida esta primera etapa del dibujo, he apagado la linterna roja, y he descansado la vista unos minutos. Después me he entretenido un rato identificando constelaciones a simple vista y finalmente he vuelto a sentarme para poner el ojo en el ocular. Creo que ya estoy en condiciones de abordar la caza de la nebulosa.
Y realmente es así. Empiezo a notar una zona bien marcada en forma de semi-arco que parece querer envolver a NGC2244, el cúmulo central de Rosetta. Poco a poco, y no tan marcadas, aparecen otros puntos en el campo del ocular que muestran la presencia de nebulosidad.
En este momento de la observación, en la que percibo varias nebulosidades esparcidas, separadas entre sí de manera evidente, recuerdo con una sonrisa en los labios el proceso por entregas del descubrimiento de Rosetta que comenté en la entrada anterior dedicada a NGC2244.
Y en lo que respecta al cúmulo, se ve bastante diferente esta noche con el ED80 respecto a cómo lo vi cuando lo observé con el SC de 235mm. Lo que me hace ver que tomé una buena decisión al querer dedicarle una observación en exclusiva a grandes aumentos.
Pero no sólo veo las nebulosas, si no que estrellas débiles que antes me costaba identificar, ahora se muestran bien presentes, pero no quiero abrir la linterna para dibujarlas, ya que perdería la adaptación a la oscuridad que tanto me ha costado conseguir.
Llegados a este punto decido incorporar el filtro OIII al ocular, y sinceramente, la cosa mejora de forma ostensible. Eso sí, adiós a las estrellas más débiles., pero las zonas de nebulosidad más marcadas se aprecian mucho mejor, y a lo largo y ancho del campo aparecen de manera tenue, presencias nebulosas con aspecto fantasmagórico. Es emocionante.
Y más cuando pongo a trabajar mi cerebro para que sea capaz de identificar la forma de rosa en todo el conjunto que he ido observando por partes. Y por momentos, utilizando visión lateral, he sido capaz de percibirla.
Nada que ver con las fotografías, pero tengo que reconocer que la belleza que transmitía visualmente hizo que no las echara en falta.
Poco o nada más podía exprimir esta noche de Rosetta, y entonces empecé a plantearme cómo trasladar lo que había podido ver al papel. Y al final vi que la única manera era aprovechar el recurso de la memoria fotográfica. Una vez tuve más o menos claro las zonas con presencia de nebulosa y los diferentes grados de brillo, volví a encender la linterna y me puse a dibujar:
Volví a poner el ojo en el ocular y comprobé amargamente lo que ya me temía: la nebulosa había desaparecido por completo.
Empezaba a reforzarse el viento y a soplar de manera más constante. Y unas nubes que antes se encontraban agazapadas en el horizonte iban adueñándose paulatinamente del cielo, así que desistí de volver a realizar todo el proceso de adaptación a la oscuridad y opté por dar por concluida la sesión de observación.
Realmente he quedado muy contento. Ha sido la primera vez que he visto la nebulosa de Rosetta en todo su conjunto y de forma bien clara. No he sido capaz de plasmar plenamente los momentos en los que llegué a percibir la forma de rosa, pero el dibujo que me ha quedado muestra de manera bien fidedigna lo que uno puede llegar a esperar ver cuando se decide a observar esta preciosa y extensa nebulosa.
Sin duda, volveré a ella en más ocasiones.