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jueves, 1 de mayo de 2014

Mons Delisle


En una noche como la del 20 de agosto de 2010, con la Luna iluminada en el 87% de su superficie alcanzando casi el onceavo día de lunación, no resulta difícil decidir qué observar. Algunas estrellas dobles, algún planeta que se ponga a nuestro alcance y, por descontado, la misma Luna.

Esta noche mi objetivo final era un pequeño, pero muy peculiar accidente lunar: Mons Delisle. Una elevación que parece insignificante y sin embargo resulta de gran interés a la hora de comprender el proceso geológico que ha conducido al aspecto del paisaje lunar que podemos ver en la actualidad.

Aproximadamente hace unos 3.900 millones de años la Luna sufrió un terrible impacto cuyo fruto inmediato fue la formación de una cuenca de unos 1287 km de diámetro. Para hacernos una idea de su inmensidad comentar que sus 830.000 km2 lo convierten en el segundo mar lunar en tamaño.


Este tipo de colisiones de gran magnitud produce la fracturación de la corteza lunar hasta una profundidad de varias decenas de kilómetros, y por su naturaleza, se enmarcan en la categoría de cuencas multianillo, es decir, cuencas que presentan anillos concéntricos debido a la fuerza del impacto.

El resultado del choque que formó Mare Imbrium fueron tres anillos concéntricos. Del anillo exterior que se acerca a los 1287 km comentados antes podemos distinguir espectaculares cordilleras remanentes del círculo original, como Montes Carpatus al sur, Montes Apenninus en el sudoeste o Montes Alpes en el noreste.

Los anillos internos no resultan tan evidentes, ya que después de crearse la cuenca de impacto, ésta fue posteriormente rellenada por la lava procedente del magma interior de la Luna que se filtró por las grietas resultantes del impacto. De esta manera, sólo podemos distinguir las zonas más elevadas de estos anillos interiores que evitaron ser cubiertas por el mar de basalto.

Del anillo intermedio podemos apreciar formaciones como Montes Recti, Montes Teneriffe o Montes Spitzbergensis.

Y finalmente, debido a la profundidad que alcanzó el anillo interno después del impacto, tan sólo podemos ver pequeñas elevaciones que surgen tímidas sobre la superficie de Mare Imbrium. Mons Delisle es una de ellas.

Esta pequeña formación montañesa está orientada de norte a sur y debido a que se extiende a lo largo de sólo unos 51 km precisa que se fuercen bastante los aumentos para poder disfrutar de una observación cómoda. Por suerte, aunque nuestro telescopio no tenga demasiada abertura, la Luna, en una noche sin excesivas turbulencias atmosféricas nos permite utilizar aumentos cercanos al límite teórico de nuestro instrumento.

Lo primero que llama la atención de Mons Delisle es su forma curiosa. Se ha llegado a conocer como “El bebé”, ya que en cierta manera recuerda la figura de un bebé gateando. Con el ojo puesto en el ocular pude reconocer el parecido, pero al cabo de unos instantes me sorprendí pensando que tal como incidía la luz del Sol en ese momento, permitiendo que se extendieran las sombras recortadas de los diferentes picos de Mons Delisle, a mí más bien me recordaba un saurio con las crestas recorriéndole el lomo.

Este es el dibujo que hice observando con mi SC de 235mm a 313x:


Frente a Mons Delisle encontramos una serie de picos que curiosamente no tienen nombre propio, o por lo menos, yo no he sido capaz de encontrarlo. Lo único que he encontrado es que se les conoce con el sobrenombre de la “Calavera”, pero sinceramente, en este caso no he sido capaz de relacionar el apelativo con lo que estaba viendo. Con todo, las tres sombras que emanan de ellos ofrecen un añadido estético muy destacado.

Y para concluir me fijo en los dos cráteres que acompañan a Mons Delisle. Por un lado, el cráter Delisle. Con un diámetro de 26 km es el cráter más significativo de esta zona, y está situado al final de la “cola” del saurio. Los rayos solares no han alcanzado todavía su fondo y se limitan a iluminar con fuerza una de sus paredes.

De la “cabeza” del saurio, o del bebé, como se prefiera, veo una tímida rima que desemboca a una de las paredes del otro cráter que destacado, Diophantus, de 19 km de diámetro. Tal como lo veo parece un clon en pequeño de Delisle.

Cuando ya doy por concluida mi visita a Mons Delisle me pregunto qué aspecto debería tener el impacto que formó la cuenca de Mare Imbrium antes que la lava le diera el aspecto que tiene hoy en día y poniendo en funcionamiento mi imaginación me estremezco al pensar, primero, la potencia destructiva del impacto, y segundo, la belleza que debía ofrecer esa cuenca con, al menos, tres anillos concéntricos.

Como siempre que observo la Luna, terminé la sesión cansado, pero completamente satisfecho.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado esta página. La encuentro escrita con el entusiasmo y el rigor de un aficionado serio que deja participar al lector en sus observaciones.

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    1. Gracias Alberto por el comentario. De eso se trata, de compartir nuestras experiencias con otros aficionados :)

      Saludos.

      Óscar

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