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sábado, 1 de marzo de 2014

Montes Caucasus

Me gustaría ser capaz de transmitir con palabras lo que sentí la noche del 15 de junio de 2013 observando la zona lunar de los Montes Caucasus, pero mucho me temo que va a ser imposible. De todas maneras, voy a intentarlo.

A pesar de algunas nubes bajas y que la Luna no se encontraba excesivamente alta, las condiciones de observación eran realmente buenas, ya que la atmósfera presentaba una inusual calma. Esa noche sólo disponía de mi SC de 127mm y decidí pasar el rato disfrutando de nuestro satélite. Apunté hacia la Luna con el ocular de 25mm (50x), que me proporciona una vista completa de ella y ya en un primer vistazo pude comprobar que la noche prometía.

A continuación forcé un poco los aumentos (125x) para barrer de norte a sur todo el terminador y ver qué zonas me ofrecían más posibilidades. En eso estaba cuando me fijé en unas espectaculares sombras que emanaban de los picos de los Montes Caucasus. Impresionantes. Acoplé el ocular de 6mm (208x) y me centré en ellas.

Una de las primeras cosas que se aprenden cuando se empieza a observar la Luna con un telescopio es que podemos visitar una y mil veces cualquier accidente, y dependiendo de cómo incida la luz solar en él, siempre nos ofrecerá una visión distinta. Es con lo que me encontré esa noche con los Montes Caucasus. Nunca los había visto tan majestuosos, tan bellos, tan magníficos… gracias a las alargadas y bien definidas sombras que proyectaban en dirección a la parte de la Luna que todavía se mantenía oscura esperando que los rayos solares la rescatasen de la penumbra.

Sin pensármelo dos veces, acoplé la cámara DBK al telescopio. Quería dejar constancia del momento:


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Normalmente, cuando visito esta zona suelo fijarme en los cráteres Aristóteles y Eudoxus o en los Montes Apenninus pero en este 7,17 día de lunación, con una superficie iluminada del 40,8%, el terminador había acabado de sobrepasar los Montes Caucasus, de manera que la sombra proyectada a la altura del cráter Calippus llegaba hasta el mismísimo Cassini.

Calippus es un cráter de unos 33 km de diámetro y una altura de 2.690 m que se encuentra encastado en plenos Montes Caucasus, mientras que Cassini, todavía parcialmente iluminado presenta un diámetro de 58 km y una altura de 1240 m.

Después me fijo en un cratercillo de 25 km, Theaetetus, que da la sensación de estar ya en la periferia de los montes pero que no puede escapar a su influencia. Las sombras proyectadas lo alcanzan, y él a su vez proyecta la suya más allá, dando la sensación de que se encuentra engullido por la oscuridad. Impresiona.

Siguiendo en dirección a los Montes Apenninus, me percato de la presencia de dos cráteres fantasmagóricos que sólo dejan entrever una pequeña parte iluminada de sus murallas, manteniendo el resto agazapado en la oscuridad. Miro en el Virtual Moon Atlas (VMA) y compruebo que se trata de los magníficos Aristillus y Autolycus.

Los Montes Caucasus propiamente dichos se extienden a lo largo de unos 520 km y su punto más elevado respecto a los mares que separa, Serenitatis e Imbrium, es de unos 3.650 m. Su nombre parece ser que lo introdujo el astrónomo alemán Johann H. Mädler y hace referencia a la Cordillera del Cáucaso, a caballo de Rusia, Georgia, Azerbaiyán y Armenia y fue adoptado de manera oficial por la UAI (Unión Astronómica Internacional) en 1961.

Entre los Montes Caucasus y los Montes Apenninus se puede apreciar una zona de unos 50 km realmente llamativa donde la lava de Mare Serenitatis y la de Mare Imbrium parecen fundirse. Destacable a través de ella por méritos propios Rimae Theaetetus, me da la sensación de tratarse de un pasillo formado ex profeso para dirigirnos hacia el misterioso cráter Linné.

Cuando he consultado el VMA he visto que existe una planicie amurallada de dimensiones considerables, 82 km, pero que me pasa completamente desapercibida debido a lo destrozada que se encuentra. Es Alexander. Un homenaje un poco triste al que fuera gran rey macedonio, Alejandro Magno.

Para finalizar comentar que mientras observaba he ido “descubriendo” muchas rimae, algo complicadas para la abertura de 127mm, pero que me dejo apuntadas para visitarlas de nuevo cuando tenga ocasión de utilizar el SC de 235mm.

A lo largo de la observación fui haciendo un boceto rápido de lo que me iba llamando más la atención, y éste es el resultado de la aproximadamente media hora que disfruté ante la magnificencia de las sombras de los Montes Caucasus vistas en el momento oportuno:



4 comentarios:

  1. Excelente comentario, de los que crean afición. Y tus dibujos son envidiables para mí. Hace tiempo que no saco el telescopio... y me animas a hacerlo ;) Muchas gracias.

    Ramón García Durán
    http://naturalezaindiscreta.blogspot.com

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    1. Gracias Ramón por el comentario :)

      Como en todas las aficiones hay épocas en las que estamos más metidos en ellas y momentos en los que las dejamos un poco de lado por diversos motivos, pero la emoción que proporciona la astronomía siempre se lleva dentro.

      Los dibujos de la Luna son mi asignatura pendiente, siempre me resulta complicado dar esa sensación de relieve y profundidad que tan bien saben conseguir otros aficionados. ¿Has visto este dibujo de la misma zona de Frank McCabe?: http://www.asod.info/?p=2726

      Sin embargo también soy consciente de otra cosa. Dibujar, aunque no se consiga la "perfección" es muy aconsejable, ya que al fijarnos en lo que vemos para intentar plasmarlo en papel hace que percibamos detalles sutiles que de otra forma nos pasarían por alto.

      Saludos.

      Óscar

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    2. Otro asod al bolsillo.
      Felicidades Óscar.
      Salut

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