Las últimas salidas de observación que he hecho han sido con el tubo de 235mm y en cielos oscuros, lo que implica poder disfrutar de la afición bajo unas condiciones ideales. Pero lamentablemente, esto no es la regla. Lo que es más normal es tener que observar desde el domicilio habitual sufriendo la contaminación lumínica que tengamos alrededor.
Hace unos diez años, en 2003, cuando compré mi primer telescopio, podía observar desde mi lugar de residencia habitual un gran número de objetos de cielo profundo. Sin poder considerarse unos cielos oscuros, sí que eran aceptables. El pueblo-ciudad en aquella época tenía unos 22.000 habitantes. En la actualidad ya son 29.000 y por desgracia para la práctica de mi afición la contaminación lumínica ha ido en aumento proporcionalmente, de manera que cada vez me resulta más difícil observar en condiciones.
Los objetos difusos y débiles están ya fuera de mi alcance, y los más brillantes puedo llegar a percibirlos pero perdiendo un gran número de detalles y definición. Las estrellas dobles y los cúmulo abiertos se están convirtiendo en mi último reducto, pero aun así, el hecho de no poder percibir las estrellas más débiles a menudo hace que acabe la observación con un sentimiento agridulce, contento por haber observado algo, pero con la sensación de no poder exprimirlo y disfrutarlo al máximo por culpa de la contaminación lumínica.
Si con la maldita crisis que estamos sufriendo los ayuntamientos no se conciencian para planificar políticas de iluminación más racionales y sostenibles estoy empezando a pensar que la contaminación lumínica se está convirtiendo en una batalla perdida. (http://www.celfosc.org/). Al final, la observación astronómica va a convertirse en una actividad elitista de la que sólo podremos disfrutar en contadas ocasiones a lo largo del año… noches en las que nos podamos permitir el lujo de coger el coche y desplazarnos cientos de kilómetros en busca de cielos oscuros.
Estas reflexiones un poco pesimistas, lo reconozco, me vinieron a la cabeza la noche del 8 de enero de 2013 cuando después de unos días navideños en mi pueblo, sinónimo de cielos envidiables para la observación del cielo nocturno, me topé con la triste realidad de mi lugar de residencia habitual. Estuve observando y fotografiando Júpiter y antes de dejarlo decidí apuntar mi SC de 127mm hacia NGC129, un cúmulo abierto en la constelación de Cassiopeia que tenía programado observar con el Nexstar 5i. No tenía demasiadas esperanzas de verlo en condiciones, porqué para colmo de males, Cassiopeia quedaba justo encima del campo de fútbol municipal, coincidiendo con que estaban entrenando con las cuatro torres de focos trabajando a pleno rendimiento… con el añadido que algún foco, en vez de apuntar hacia el campo, lo hacía hacia diferentes direcciones. Este es el dibujo que hice a 78x:
De hecho estuve apuntando a unos cuantos cúmulos abiertos que tenía previstos y que consideraba asequibles, pero sin éxito. Hasta que me dirigí hacia NGC129, el cual, sin ser una vista como para lanzar cohetes, por lo menos me permitía percibir bastantes de sus componentes.
Utilizo el Nagler de 16mm, que acoplado al telescopio de 127mm me ofrece un confortable grado de campo de visión y unos dignos 78x.
Lo primero que destaca cuando pongo el ojo en el ocular es la estrella más brillante que acapara todo el protagonismo del campo del ocular. Esta estrella no es otra que HIP2377, de magnitud 5,9 y que percibo con un bonito color blanco.
Pero intento que su brillo no me distraiga del verdadero objetivo, NGC129.
Si considero el cúmulo todo el campo que abarco, se presenta muy disperso, con una decena de estrellas relativamente brillantes y unas cuantas más débiles que con las condiciones de la noche, me cuesta percibir. Dejando de lado HIP2377, que no pertenece físicamente al cúmulo, distinguiría tres zonas que me llaman la atención. Una primera la formaría una tríada estelar que queda arriba a la izquierda en el dibujo constituida por TYC4015-2632-1, TYC4015-2418-1 y TYC4015-2419-1. Lo mejor, además del asterismo que forman, es el color anaranjado-rojizo que presentan las dos últimas. Su magnitud es de 8,6 y 8,7 y su clase espectral está catalogada como K2Ib y K7III respectivamente. La TYC4015-2418-1, en medio de la tríada, tal vez sea la estrella que más me ha atraído del cúmulo gracias a su marcado color.
La segunda zona a destacar se encuentra a la derecha (en el dibujo) de estas tres estrellas que he comentado. Son otras tres componentes que forman un triángulo casi equilátero. Sus brillos no son uniformes, presentando magnitudes 9,3-8,9-10,7. Supongo que en un cielo más oscuro ganarían en belleza.
Y finalmente, en la parte inferior del dibujo encontramos la zona más poblada e interesante, ya que en ella podemos localizar la estrella variable cefeida DL Cassiopeiae. Percibo estrellas amarillas y anaranjadas con cuatro componentes de magnitudes 8-9 acompañadas por estrellas más débiles que luchan por vencer la luz procedente del campo de fútbol que intenta hacerlas desaparecer por completo. En condiciones más favorables tal vez sería mejor no forzar tanto los aumento como lo he hecho yo, pero era la única manera de intentar cazar estas estrellas.
DL Cassiopeiae, es una variable del tipo Delta Cephei con un periodo de 8 días y un rango de brillo que, según la AAVSO abarca una magnitud de entre 8,63 y 9,26:
http://www.aavso.org/tmp3/d27657.png
No me fijé demasiado, pero en base a mi dibujo cuando hice la observación debía encontrarse más cerca de su momento más brillante que no del menor, ya que la percibí de una manera similar a HIP2354, de magnitud 8,84, que se encuentra a su derecha en el dibujo y más brillante que la TYC4015-2913-1, de magnitud 9,3. Unas excelentes estrellas de comparación para estimar el brillo de la amarillenta DL Cas.
NGC129 se encuentra a unos 5.000 años luz de distancia y lo podemos localizar a medio camino de Beta y Gamma Cassiopeiae, aunque es posible que nos pase por alto si no somos conscientes de lo que realmente estamos buscando.
Por cierto, NGC129 está catalogado también como Collinder 2.
Aunque reconozco que este cúmulo abierto no se encuentra entre los más espectaculares que he observado, más bien al contrario, sí que esconde algunos alicientes que hacen recomendable su visita, como puede ser el atractivo color anaranjado-rojizo de varias de sus componentes y la presencia de la variable DL Cas.
Me encantan los reportes de observación que haces junto con los dibujos.
ResponderEliminarTe sigo algún tiempo y estoy de acuerdo en lo que dices de que dentro de poco sera un lujo poder mirar al cielo decentemente.Yo aun puedo disfrutar del cielo, eso si, solo de la parte sureste que es la que da al mar...
Muchas gracias por compartir tu afición de manera tan detallada.
Un saludo!
Gracias Dani por el comentario, un placer también seguirte en twiter :)
EliminarEsperemos que como mínimo la contaminación lumínica no vaya a peor.
Saludos
Hola Oscar. Conforme leía tu entrada me iba sintiendo cada vez más identificado con la situación que ibas describiendo. Yo vivo en Leganés y cuando me mudé a otra zona de esta ciudad pude disfrutar unos años de cielos contaminados que me permitían disfrutar de algunos objetos del cielo. Con el transcurso del tiempo "mi cielo" se ha convertido en una cúpula de color butano. Es increíble que se estén haciendo recortes en educación, sanidad, servicios sociales, etc y que sean incapaces de ahorrar dinero recortando el despilfarro que supone el irracional alumbrado público. Para colmo nos van a poner el EuroVegas aquí cerquita de casa. ¿Se puede tener un panorama más desolador?
EliminarDejando las amarguras aparte, me ha gustado leer tu entrada. ¿Y sabe por qué? Porque son como "crónicas quijotescas" que luchan contra ese gigante de nuestros tiempos (la contaminación). Mientras se está en la pelea surge la decepción y los dolores de cabeza porque somos incapaces de vencer a semejante monstruo, pero al final también queda el regusto de haber intentado ir más allá, de intentar ver algo más, y observar esas pequeñas lucecitas que tienen colores y están agrupadas de forma caprichosa. Todo un triunfo que te sirve, que nos sirve, para intentar mañana batallar nuevamente contra los molinos. ¿Quién sabe lo que seremos capaces de ver por el cañón de nuestro ocular? ¿Nuevas estrellas, nuevos mundos, dulcineas como Don quijote?
Gracias Oscar por dejarnos disfrutar del cielo con la simple lectura de tus crónicas.
Un saludo
Hola Mariano,
EliminarCreo que no somos los únicos que nos encontramos en esta situación, pero lo más desesperante es que muchos de mis conocidos son partidarios de iluminar lo más posible la noche argumentando temas de seguridad... pero es que hay cosas que claman al cielo, como este caso que posteó Moriarty en el foro de la AAH: http://www.asociacionhubble.org/portal/index.php/foro/viewtopic.php?f=30&t=52340
El otro problema es que nosotros seguiremos intentando ver cosas mientras lo pasemos tan bien y nos sintamos tan a gusto después de una buena noche de observación :)
Saludos
Ciertamente es verdad que que la contaminación lumínica es un gran problema, yo aquí desde casa pocos objetos puedo ver con claridad, menos mal que aun en Bercedo donde solemos ir disponemos de buenos cielos.
ResponderEliminarEs interesante pode ver colorido en algunas estrellas que no sea el típico color blanco característico que presentan al verlas con el telescopio, como en tu entrada anterior esa roja gigante y pararte a pensar en su descomunal tamaño.
Como siempre interesantes y instructivas tus crónicas.
Hola Juan,
EliminarEn lo que comentas del color... es precisamente una de las razones por las que me gusta observar estrellas dobles. Si puedes échale un vistazo a la "Albireo de invierno":
http://laorilladelcosmos.blogspot.com.es/2011/01/hj3945-la-albireo-de-invierno-en-canis.html
Esta doble me la recomendó en su día Mariano Gibaja, y es una maravilla.
Saludos.
En casa tengo visión al sur-este desde el balcón de la cocina pero tendría que que ser con el pequeño minidobson por temas de espacio y si no intentare verla el próximo día que salgamos a Bercedo con el SC-127, me he imprimido el gráfico que tienes en el post de localización.
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