Los que miramos habitualmente el cielo con nuestros telescopios somos conscientes que muchas veces lo que nos deja maravillados no es tanto lo que estamos viendo a través de nuestro ojo, como el hecho de “saber” lo que se está viendo. Un buen ejemplo de esto lo encontramos en la nebulosa conocida como “Nebulosa de la Media Luna”, “Nebulosa Creciente” (Crescent Nebula, en inglés), Caldwell 27, GC 4561… o simplemente, NGC6888.
Esta nebulosa la podemos localizar en la constelación de Cygnus y se encuentra situada a unos 4.700 años luz de distancia. Con su magnitud 10ª aparente, podría considerarse que es un objeto muy asequible, pero teniendo en cuenta su tamaño aparente de 18’x13’, hemos de ser conscientes que este brillo no estará concentrado en un punto, sino que se encontrará disperso por una parte extensa de cielo. Con ello quiero decir, básicamente, que hay que considerar como indispensable para su observación unos cielos oscuros y un telescopio de buena abertura… pero sin pasarse, ya que si el telescopio es muy grande, es posible que la Crescent Nebula no encaje en el campo de visión que nos ofrezca el ocular de menos aumento.
Bien, queda claro que en visual no es un objeto fácil, entonces, ¿cuál es su atractivo para que valga la pena el esfuerzo de percibir algunas de sus trazas más brillantes?
La NGC6888 es una nebulosa originada por la estrella HD 192163 (WR 136) que es de tipo Wolf-Rayet. Esta clase de estrellas se caracterizan por ser muy masivas, más de 20-30 masas solares; calientes, evolucionadas y que sufren grandes pérdidas de masa debido a intensos vientos estelares. En el caso de NGC6888 se cree que está dispersando por el espacio sus capas exteriores a consecuencia de fuertes vientos estelares eyectando el equivalente de una masa solar cada 10.000 años. El caso es que las complejas estructuras de la nebulosa son consecuencia del choque de este material con otro eyectado en un momento anterior que actualmente se mueve a una menor velocidad.
No debe ser una zona de nuestra galaxia demasiado tranquila, y más teniendo en cuenta que el futuro que le espera a WR 136 es explosionar como supernova.
Si reflexionamos sobre todo esto e intentamos ponernos en situación, cuando pongamos el ojo en el ocular y veamos con dificultad algunas manchitas blancuzcas después de mucho esfuerzo… sabremos apreciar en su justa medida las delicadas formas que podamos percibir.
La noche del 15 de junio de 2012, con unas condiciones envidiables de cielos oscuros, atmósfera estable y mi telescopio SC de 235mm, apunté hacia NGC6888. Era consciente de la dificultad de su observación, pero con las fotografías que había visto de ella aún grabadas en mi retina y mi cerebro trabajando con la información acerca de su origen que había ido recogiendo de diversas fuentes mi ánimo era excelente.
Este es el dibujo que hice utilizando el ocular Hyperion Aspheric de 31mm que me proporciona 75,80x:
Sin querer entrar en polémicas, es con objetos como la Crescent Nebula en los que el sistema “Goto” del telescopio está perfectamente justificado… y amortizado. Sin él, lo más probable es que se me hubiera hecho de día antes de haber podido encontrar esta nebulosa.
El caso es que pongo el ojo en el ocular y me encuentro con un rico campo estelar realmente espectacular, se notan los cielos oscuros, las buenas condiciones atmosféricas y la abertura del telescopio… pero de la nebulosa, nada de nada.
Miro de no ponerme nervioso y me dedico a dibujar las estrellas más brillantes que puedo percibir. Destaca especialmente una estrella doble catalogada como STT 401, que con un ángulo de posición de 68º, una cómoda separación de 12,8” y unas magnitudes de 7,32 y 10,62 ofrece un bonito contraste cromático, con un color amarillo muy marcado la principal frente al azul oscuro de la secundaria.
Cuando identifico esta doble quedo un poco más tranquilo, ya que según la información que me ofrece el mando del Nexstar, esta doble se encuentra dentro del radio de acción de la nebulosa.
Habiendo detectado el lugar donde debería verse NGC6888 y una vez dibujadas todas las estrellas que forman el campo, decido apagar la linterna roja, descansar un poco la vista e intentar percibir la nebulosa. Para ello opto por añadir el filtro OIII al ocular para ver si hay suerte. Pero en un principio, lo único que consigo, como por otra parte es habitual, es que me desaparezcan las estrellas más débiles del campo. Pero no desespero. Adapto lo mejor que puedo la vista a la oscuridad, miro de reojo (visión lateral) y voy notando como alrededor de la estrella doble va apareciendo un pequeño halo. Vamos bien.
Poco a poco, lo que comenzó como un pequeño halo alrededor de STT 401, aparece ahora como una tenue y evanescente manchita blancuzca de forma curva más allá de la zona de influencia del brillo de la estrella principal del par.
Voy notando cada vez más claramente una forma de arco, bastante marcado en dirección hacia arriba respecto STT 401 (en el dibujo) y de manera mucho más tenue hacia abajo, casi imperceptible… hasta que llega a la estrella TYC3151-692-1, cerca de la cual la nubosidad vuelve a hacerse más evidente, no tan brillante como en las inmediaciones de STT 401, pero claramente presente.
Me cuesta mucho mantener la concentración sobre NGC6888, de tal manera que a la que me descuido, desaparece de mi vista casi por completo, y necesito volver a empezar todo el proceso de adaptación para volver a verla de la mejor manera posible.
Finalmente, viendo que no soy capaz de detectar más nebulosidad, quito el filtro OIII y centro mis esfuerzos en detectar la estrella causante de esta delicada nebulosa. No me cuesta demasiado esfuerzo, ayudado por el Starry Night, localizar la WR 136, y al hacerlo me doy cuenta, por primera vez desde que he empezado la observación de NGC6888, que la nebulosa en cuestión es enorme, y que si la pudiera percibirla toda entera, prácticamente me ocuparía todo el campo del ocular. Siendo consciente de esto, me dejo anotado que para la próxima ocasión que pueda visitarla, utilice un reductor de focal acoplado al SC de 235mm, a ver si el resultado mejora.
En definitiva, me queda en cierta manera una sensación de decepción al comparar las fotos que he visto de esta nebulosa con lo que he podido percibir a través de mi telescopio, pero por otro lado, estoy completamente satisfecho y feliz al haber sido capaz por mi mismo de “intuir” las zonas más brillantes de NGC6888 e imaginarme lo que debe estar ocurriendo en esta zona de nuestra querida galaxia situada a unos 4.700 años luz de distancia.
Sin ninguna duda, vale la pena el esfuerzo.
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