Qué importantes son los cielos oscuros en nuestra afición. Cuánto ayuda a veces una buena abertura. Qué difícil es encontrar una noche con buenas condiciones de observación.
Pero cuando tenemos la suerte de disfrutar de todo ello, aparece dentro de nosotros una sensación especial que, en mi opinión, es una de las razones principales por las que un aficionado a la astronomía nunca se apartará completamente de la observación visual.
Sin ningún género de duda, M16, la Nebulosa del Águila, es un objeto que merece la pena observarse en una de esas noches excepcionales. Eso sí, hay que ser conscientes de que debemos dedicarle tiempo, ir sin prisas, con una buena dosis de paciencia, probando diferentes configuraciones de oculares y filtros y adaptando al máximo nuestra vista a la oscuridad.
La dibujé en su día observándola con el
SC de 127. Resultó espectacular, pero encontré a faltar un poco más de abertura. La noche del 11 de agosto de 2017 apunté hacía M16 y lo que vi me animó a coger el lápiz y prepararme para pasar un buen rato con el ojo pegado al ocular.
El Hyperion Aspheric de 31mm me ofrece 75,80x y un campo de 56’ que me permite abarcar por completo el cúmulo abierto que se presenta con una gran majestuosidad. En un primer momento destaca una pareja estelar de componentes gemelas: TYC5689-607-1 (mag. 8,2) y TYC5689-1208-1 (mag. 8,8), pero en seguida el conjunto consigue obtener el protagonismo que merece. Estas dos estrellas me sugieren en seguida los dos ojos del águila, seguro que sugestionado por el nombre que recibe la nebulosa.
El campo es muy rico, y está formado por un gran número de estrellas, algunas brillantes (mag. 8-9), otras más débiles, la mayoría de ellas de un color blanco-azulado. Un cúmulo abierto muy bello y atractivo.
La nebulosidad asociada, a pesar de lo que pueda parecer en el dibujo, tan sólo puedo llegar a intuirla. Pero cuando he añadido el filtro OIII, he podido comprobar de primera mano el por qué se la conoce como Nebulosa del Águila. La nebulosa de emisión que acompaña al cúmulo aparece como por arte de magia. Majestuosa. Impresionante. Bien presente y marcada. Más acorde a lo que aparece en el dibujo.
Cambio el filtro OIII por el UHC y, aunque no se ve tan bien definida, sí es cierto que resaltan zonas de la nebulosa que antes pasaban más desapercibidas. Por el contrario, partes muy evidentes con el OIII se atenúan un poco.
Como he comentado es necesaria mucha paciencia y capacidad de concentración para intentar plasmar de la mejor manera posible lo que se ve por el ocular. El dibujo lo empecé marcando las estrellas que veía sin utilizar ningún tipo de filtro. Después puse el OIII y tuve que estar un buen rato para volver a adaptar la vista a la oscuridad y percibir los máximos detalles de la nebulosa. Memorizarlos y dibujarlos. Cambiar el filtro por el UHC y volver a repetir el proceso.
Empecé la observación a las 20h 56m TU y di por terminado el dibujo a las 21h 45m TU. Tres cuartos de hora para un solo objeto, pero sinceramente, con M16, cada minuto invertido en su observación vale su peso en oro.
Una de las cosas que más me ha llamado la atención de mi experiencia con M16 es la dificultad que tuve, tanto con el SC de 127mm como con el de 235mm, de ver la nebulosa. Se podría decir que sin el uso de filtros, de no saber de su existencia, me habría pasado completamente desapercibida.
Después, buscando información sobre M16, he leído en el libro de Ronald Stoyan “Atlas of the Messier Objects” que M16 fue descubierto en 1746 por el astrónomo suizo Phillippe Loys de Chéseaux, el cual lo reconoció como cúmulo, pero no hizo mención de la nebulosa. Posteriormente, Messier de manera independiente lo descubrió el 3 de junio de 1764 dejando anotado:
“Cúmulo de pequeñas estrellas, mezclado con una débil nebulosidad, cerca de la cola de la Serpiente (…) Con un pequeño telescopio este cúmulo aparece bajo forma de una nebulosa”.
También lo reconoce como cúmulo, pero a pesar de citar nebulosidad, a lo que se refiere realmente no es a la nebulosa que lo envuelve, si no, como indica Stoyan, “a la luz difusa de las estrellas irresolubles del cúmulo”.
Posteriormente, ningún observador visual mencionó la nebulosidad a pesar de utilizar algunos de ellos grandes aberturas, y no fue hasta 1895 y 1897 que Barnard y Roberts, de manera independiente, la identificaron en sus fotografías.
El cúmulo abierto está catalogado como NGC6611, mientras que la nebulosidad se identifica como IC4703.
M16 en el cielo presenta un tamaño aparente de 21’. Se encuentra a unos 5.600 años luz de distancia y se expande a lo largo de unos 35 años luz. Las estrellas más viejas que lo componen sólo tienen una edad de 6 millones de años, mientras que las más jóvenes nacieron hace poco más de 1 millón de años. En el corazón de la nebulosa, donde se conoce como “Trompas de Elefante” o “Los Pilares de la Creación”, siguen naciendo nuevas estrellas.
Qué mejor que terminar nuestra observación que recreándonos con las famosas fotografías de M16 realizadas por el Hubble (Detalles) y el ESO (Conjunto):