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sábado, 25 de febrero de 2017

NGC3132 - La Nebulosa del Anillo del Sur en Vela

Después de mucho tiempo, la noche del 17 de febrero de 2017 pude volver a disfrutar de mi SC de 235mm en los cielos oscuros de mi pueblo.

La verdad es que ya tenía ganas. La preocupaciones del día a día se relativizan bajo un cielo estrellado y uno recupera fuerzas observando las bellezas que nos ofrece el Cosmos.

Empecé la sesión un poco tarde, prácticamente a medianoche, pero sólo las nubes hubieran evitado que sacara el telescopio. Y puede decirse que empecé valiente. Hacía tiempo que tenía ganas de echarle un vistazo a NGC3132, una nebulosa planetaria de la constelación de Vela que se conoce como la nebulosa del Anillo del Sur y que a menudo se compara con M57.

Con una magnitud de 9,4 y unas dimensiones de 84”x53” todo indicaba que me encontraba ante un objeto fácil, pero no todo es lo que parece. Desde mi latitud esta planetaria no se eleva demasiado respecto al horizonte y esa noche, sin ir más lejos, la tenía a tan sólo unos 7º por encima de él.

Un verdadero reto.

Carta generada con Cartes du Ciel
Por suerte la noche acompañaba y el horizonte se mostraba bastante diáfano, así que cuando apunté el telescopio hacia donde debería encontrarse la planetaria, con el ocular de 25mm (94x), la pude ver a la primera.  

En un campo estelar poco poblado, una estrella de la décima magnitud aparece envuelta de una nebulosidad muy tenue, vaporosa, con una forma redondeada.

Es un comienzo prometedor, pero conviene forzar aumentos. Utilicé el Televue Delos de 14mm (168x) y NGC3132 mejoró bastante. De todas maneras, tuve que añadir el filtro OIII y tener bastante paciencia adaptando lo mejor posible la vista a la oscuridad para poder llegar a percibir algún detalle.



Utilizando la visión lateral empecé a notar su aspecto anular. Costó, pero por momentos percibí un halo más débil en la parte que rodea la estrella central que asimismo se encuentra envuelto por otro halo más marcado.

El anillo no resultaba tan obvio como en el caso de M57, por lo que me atrevería a decir que la comparación entre estas dos planetarias me parece un poco osada. De todas maneras es muy posible que esta impresión esté muy condicionada por la poca altura que alcanza la planetaria desde mi lugar de observación, y lo más probable es que desde latitudes más favorables dé mucho más juego.

Otro detalle que percibo es que la noto no tan redonda como al principio, sino un poco ovalada.

Acabé forzando más aumentos con el ocular de 10mm (235x), pero aparte de aumentar de tamaño, no significó ninguna mejora adicional.

Con ello di por concluida la observación de esta planetaria. Muy satisfecho por el resultado, ya que no esperaba que pudiera sacarle tanto jugo debido a su gran hándicap: la poca elevación respecto al horizonte. Ah, y se me olvidaba decir que se encontraba en la parte del cielo donde las luces de las ciudades costeras levantinas inciden con su contaminación lumínica. Sin duda, una nebulosa planetaria que merece la pena visitar.

Situada a unos 2.000 años luz de distancia NGC3132 fue descubierta el 2 de marzo de 1835 por John Herschel, el cual la definió como un “objeto muy extraordinario”, y eso que no tuvo la suerte que tenemos nosotros de poder verla fotografiada por el Hubble:

Credit: Hubble Heritage Team (STScI/AURA/NASA/ESA)
Y si nos fijamos, en esta fotografía podemos observar que la estrella de magnitud 10 que pude disfrutar en visual tiene una compañera mucho más débil, compañera que es la causante verdadera de la nebulosa, y no la más brillante como pensé durante mi observación y se pensaba antes que fuera descubierta por Lubos Kohoutek y Svend Laustsen desde el Observatorio Europeo Austral en Chile en la década de los 70 del siglo pasado.

Se considera que lo más probable es que ambas formen un par físico.

La nebulosa planetaria es relativamente joven, ya que su estrella central, actualmente brillando con una magnitud 16,5, empezó a expulsar las diferentes capas gaseosas que la forman hace unos 10.000 años. Como se aprecia en la fotografía su estructura es muy compleja, pero estos detalles quedan fuera del alcance de nuestra observación en visual.

Esta estrella era similar a nuestro Sol, por lo que resulta otro aliciente más para visitarla… estaremos viendo el futuro que nos espera en nuestro Sistema Solar.

viernes, 10 de febrero de 2017

Estreno de los Celestron SkyMaster Pro 20x80 con la Espada de Orión

Mi afición a la observación astronómica empezó con la ayuda de unos sencillos prismáticos 10x50 y fueron el acicate que me faltaba para acabar comprándome mi primer telescopio.

Pero este paso adelante no significó dejar los prismáticos olvidados en un cajón, ya que su gran campo visual, manejabilidad, versatilidad, uso intuitivo e inmediato, representan unos puntos fuertes que le permiten ser un complemento ideal al telescopio y un instrumento de observación perfectamente válido en determinadas circunstancias.

Tan a gusto estaba con el uso de los prismáticos para observación astronómica que la fiebre de la “aberturitis” empezó a hacer mella en mí.

Comprar los Celestron SkyMaster 15x70, hace ya once años, a mi modo de ver fue una acción perfectamente lógica. Presentaban una abertura ideal para la observación astronómica, con un aumento significativo y un peso bastante contenido que permitía, en caso de necesidad, no depender de un trípode. Y lo más importante, a un precio razonable para mi bolsillo.

A lo largo de los años mucho se ha hablado acerca del resultado de estos prismáticos Celestron. Sus detractores sostienen que muchas unidades llegaban completamente descolimadas, que la abertura real era menor que los 70mm con los que se publicitaba y que su calidad de construcción dejaba bastante que desear.

Personalmente, sólo puedo hablar bien de ellos, aunque soy consciente de que es gracias a que los míos me llegaron perfectamente colimados y, como tampoco tenía nada con lo que compararlos, las imágenes que me proporcionaban colmaban (y todavía colman), mis necesidades.

Pero hablando con otros compañeros de afición, leyendo por los foros de astronomía… empezó a rondarme por la cabeza comprarme unos prismáticos 20x80.

¿Y por qué esta medida y no una mayor? Básicamente porqué creo que, a pesar de necesitar de un trípode bastante robusto, los considero como el límite de lo que puede ser un instrumento astronómico portable. Y al decir portable me refiero a poder llevarlos sin miedo en un avión, en un coche cargado hasta el último rincón posible a punto de salir de vacaciones, o el aliado perfecto en una noche en la que por cualquier motivo nos da pereza montar el telescopio.

Recientemente Celestron lanzó al mercado una nueva gama de prismáticos, los SkyMaster Pro.

No pude resistirme a la tentación y al final acabe comprándome los SkyMaster Pro de 20x80. Y aproveché para comprar un trípode adecuado para ellos, el Manfrotto 290 Xtra con rótula fluida 2 way.

Me llegaron en enero, pero no he podido utilizarlos todavía en condiciones, por lo que de momento sólo puedo comentar mi primera impresión acerca de ellos.

Lo más importante es que me han llegado perfectamente colimados. Su construcción es más robusta que mis 15x70 y sus acabados, por lo menos a primera vista, resultan excelentes.

El trípode que me he comprado parece hecho para utilizarlos. Los soporta perfectamente, lo mueve de manera delicada y sin esfuerzo, y su peso es razonable si tenemos en cuenta su robustez.

La noche del 8 de febrero de 2017 vi que el cielo de Barcelona se encontraba despejado y con una atmósfera estable, con lo que a pesar de que la Luna estaba brillando bien potente en el cielo, decidí montar los prismáticos sobre el trípode en mi pequeño balcón urbano, y enfrentándome a todo tipo de contaminación lumínica, hacer mi primera observación con los SkyMaster Pro 20x80.


El objetivo fue la “Espada de Orión”, que podemos encontrar en la constelación de Orión entre las estrellas Nair Al Saif (Iota Orionis) y 42 Orionis:

Carta generada con Cartes du Ciel
El campo que abarqué con los prismáticos es el que se encuentra dentro del círculo rojo. Tal y como se indica en las especificaciones del fabricante, unos 3,2º.

Este es el dibujo que hice de lo que pude percibir bajo las adversas condiciones que ya he enumerado antes:



En cuanto a nebulosidad, tan sólo puedo cazar a M42. Mucha Luna y muchas luces para intentar algo más. Pero sí que he podido verla sin ningún esfuerzo. La mayoría del tiempo se me mostraba tal y como la he dibujado, pero por momentos, utilizando la visión lateral y adaptando lo mejor posible la vista, podía verla más extensa.

Estoy convencido que desde unos cielos oscuros la visión mejorará radicalmente, pero esta noche, quedo muy contento con lo que estoy viendo.

He intentado diferenciar las cuatro componentes del trapecio de M42, pero no he podido. Sí es cierto que no se mostraba tan puntual como las otras estrellas del campo, y por momentos me daba la impresión de verlo partido en dos componentes, pero nada más. Probaré en otra ocasión con condiciones más favorables a ver si puedo ver más allá de ese conglomerado lumínico que percibo esta noche.

Y también contento porqué las estrellas me aparecen bien puntuales en prácticamente la totalidad del campo de observación, con lo que la visión de conjunto de esta bonita zona de cielo que me ofrecen los 20x80 me resulta impresionante.

NGC1977 me muestra sólo 4 componentes, pero en una disposición muy bonita, y que sirve de preludio para disfrutar de NGC1981, casi una docena de brillantes estrellas con una particular disposición en forma de “m”.

Estoy un buen rato disfrutando del espectáculo y lamentando no tener ocasión de dar a estos prismáticos los cielos oscuros que merecen.

Si algo me ha servido la observación de estreno de esta noche ha sido comprobar que he hecho una buena compra, tanto en lo que respecta a los prismáticos, como en lo referente al trípode. Y muchas ganas de ver lo que me pueden llegar a ofrecer bajo condiciones de observación más favorables.

Cuando ya iba a dar por terminada la sesión, veo como la Luna se está poniendo ya a tiro por encima de mi edificio. Tengo que quitar los prismáticos del trípode y a pulso, asomándome un poco por el balcón, echo una primera mirada a nuestro satélite con los 20x80. Preciosa, sin ningún tipo de aberración cromática, sugerente y atractiva. Una delicia que solo puedo disfrutar por unos instantes. No es cuestión que por algún descuido mis flamantes nuevos prismáticos acaben estrellándose en la calle, o lo que es peor, en la cabeza de alguna persona que pase por ella.

Y una última prueba. Una impresionante Mintaka perfectamente desdoblada con una potente estrella principal de blanco inmaculado y una compañera más tímida pero bien presente, de un color entre lila y azulado que contrasta con gran perfección estética con su compañera.

Espero poder publicar muchas entradas con observaciones hechas con estos SkyMaster Pro de 20x80.

domingo, 5 de febrero de 2017

Montes Apenninus

El 26 de julio de 1971, la nave Apollo 15 fue lanzada desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida (EEUU), hacia la Luna, llevando consigo a tres tripulantes, David R. Scott, James B. Irwin y Alfred M. Worden.

El 30 de julio de 1971 Scott e Irwin alunizaron, y ayudados por el “Lunar Roving Vehicle” (LRV), el primer Vehículo de Exploración Lunar que se utilizó en el proyecto Apollo, estuvieron llevando a cabo las misiones encomendadas por la zona de Rima Hadley, en la falda de los Apenninus.

Apollo 15
Una de las zonas más espectaculares y accesibles a todo tipo de instrumentos que podemos disfrutar en la Luna. Y personalmente, cuando la estoy observando, no puedo evitar recordar que por ella pasearon en 1971 los dos astronautas del Apollo 15 y sentir una gran envidia. Sé que nunca podré hacerlo yo, pero por lo menos sí puedo deleitarme viendo sus fotografías y el impresionante paisaje que alcanzo a ver con mi telescopio.

Virtual Moon Atlas
Hace 3.850 millones de años el impacto que formó la cuenca de Mare Imbrium provocó una fuerte elevación en la parte sudeste, lo que conocemos ahora como Montes Apenninus, y que se extiende a lo largo de 950 km con una anchura media de unos 100 km.

Durante el 8,4 día de lunación tuve ocasión de apuntar mi SC de 127mm hacia los Apenninus lunares y visitar esta impresionante zona. Viendo el espectáculo decidí volver a probar la técnica del dibujo blanco sobre negro. Sin embargo, tengo que reconocer que no fui capaz de plasmar todos los detalles que se ofrecían a mi vista. De hecho, el resultado final es solo una pequeña aproximación de lo que podemos esperar contemplar, pero como recuerdo observacional me sirve.


El terminador no hacía mucho que había rebasado Eratosthenes, inquietante con sus 58 km de diámetro mostrándose como un pozo negro sin fondo. Una buena referencia para empezar la observación, ya que desde él parte la zona Oeste de los Apenninus.

Siguiendo la cordillera desde Erathostenes hacia el Este, la primera cumbre significativa que encuentro es Mons Wolff (3.500m) distinguible también por la vistosa sombra que emana desde su base. Frente a él, dentro ya de Mare Imbrium, me llama la atención una línea montañosa bien definida que evoluciona paralela a los Apenninus. No tiene asignado ningún nombre, lo que me sorprende, ya que destaca particularmente cerca de la orilla de Mare Imbrium.

Me adentro un poco más en el mar y puedo apreciar un cráter semifantasma, Wallace, al que la lava lo inundó hasta hacerlo casi desaparecer. Un superviviente nato.

Pero no quiero distraerme mucho más allá de mi objetivo principal. Vuelvo a Mons Wolff y prosigo el camino hasta llegar a Mons Ampere (3.000m) y su vecino Mons Huygens, la montaña más alta de los Apenninus que alcanza los 5.400m.

Siguiendo el camino alcanzo Mons Bradley (4.200m), y frente a él, Rima Bradley, una espectacular grieta paralela a los Apenninus dentro de Mare Imbrium. A su altura, pero en plena cordillera, veo uno de los cráteres más destacables que se han superpuesto a ella, Conon, de 22 km. de diámetro.

Ahora me concentro para percibir Rima Hadley y Mons Hadley (4.800m). No pasarían de ser un accidente lunar más, si no fuera porqué allí alunizó el módulo lunar Falcon con los astronautas Scott e Irwin a bordo. Es sólo una curiosidad, pero no deja de ser emocionante observar uno de los pocos lugares de nuestro satélite donde el hombre ha estado presente.

Frente Mons Hadley y en dirección hacia el vistoso Archimedes, veo la zona que Riccioli bautizó como Palus Putredinis (Marisma de la Putrefacción). Sinceramente, creo que Riccioli tuvo un mal día cuando decidió darle este nombre.

Flanqueando Palus Putredinis, puedo ver unas zonas formadas por lavas de color más claro que corresponden a lo que se conoce como Terrazas de los Apenninus (Apennines Bench Fm.). Patricio Domínguez escribió en su página un artículo muy completo sobre esta zona y las teorías que se barajan sobre su formación. Una lectura obligada para comprender lo que estamos viendo por el telescopio, algo que siempre se agradece:

http://www.astrosurf.com/patricio/luna/Apenninus-Bench-Fm.htm

Esta amplia zona de lavas más claras bordean los Montes Archimedes, ofreciendo junto al extraordinario circo de 83 km de diámetro de Archímedes un bonito colofón a la observación de los Apenninus.

Para concluir dejo la fotografía que pude tomar con el SC de 127mm y la ASI120MM:


Y con los accidentes más significativos de mi observación: