Durante toda la semana, las predicciones del tiempo indicaban que las noches del viernes y del sábado tendrían como protagonistas a las nubes. Pero hacía mucho tiempo que no podía escaparme a mi pueblo, así que a pesar de los malos augurios, decidí tomarme un respiro de la vida ajetreada y estresante de la ciudad y hacer una pequeña escapada, aunque no pudiera sacar el telescopio.
La noche del viernes confirmó los pronósticos, pero el sábado la cosa cambió, y de tal manera que pude disfrutar de una de las mejores sesiones de observación astronómica de lo que llevamos de año. Las previsiones meteorológicas que nos dan me desconciertan cada vez más.
Pude estar un buen rato observando con mi SC de 235mm, viendo antiguos conocidos y cazando otros nuevos objetivos, dibuje algunos y disfruté visualmente de todos ellos. Después de ello decidí acoplar la cámara al telescopio para sacar unas cuantas fotografías de M76 que me permitirán seguir practicando con el Pixinsight Core 1.8.
Y mientras la cámara hacía su trabajo cogí mis Celestron 10x50.
Espectacular galaxia de Andrómeda, impresionantes Pleiades, la asociación Alpha Persei, el doble cúmulo de Perseo, M15, Epsilon Lyrae, la Percha (Cr399)… y entonces, me fijé en Deneb (Alpha Cygnus) y recordé a uno de mis objetos malditos: NGC7000, la Nebulosa Norteamérica.
NGC7000 es una nebulosa de emisión situada en la constelación de Cygnus, a unos 1.800 años luz de distancia y que brilla con una magnitud de 5. Esto último, y el hecho de ser un objeto muy conocido entre los aficionados, me hizo pensar cuando empezaba a observar con mi primer telescopio, que sería un objeto sencillo de observar.
Pero nada más lejos de la realidad. Por mucho que lo intentaba con mi SC de 127mm o con mis prismáticos no conseguía ni tan siquiera percibir atisbo de nebulosidad.
Más tarde aprendí que los valores de magnitud que solemos ver asociados a los objetos que vamos a observar hacen referencia a su magnitud superficial. Respecto a las estrellas, al verse como un punto, tenemos claro lo que podemos esperar de la magnitud que se nos indica, ya que su brillo se concentra en un solo punto. Pero en los objetos extensos de cielo profundo, como galaxias o nebulosas, su magnitud va íntimamente ligada al tamaño del objeto a observar, de manera que cuanto mayor sea éste, más dispersado quedará su brillo y más difícil será de ver.
Y la nebulosa Norteamérica, extendiéndose unos 100’x60’ en el cielo, no es un objeto precisamente pequeño.
M33 y M101 eran objetos malditos para mí, pero con un poco de paciencia y cielos oscuros pude llegar a disfrutar de ellos. Sin embargo, NGC7000 se resistía una y otra vez, de manera que no con demasiadas esperanzas apunté los 10x50 hacia Deneb y me centré en la zona que se encuentra entre ella y la Xi Cygnus.
Y como me esperaba, un bonito y rico campo estelar, y nada más.
Pero entonces recordé que había leído que una manera de cazar esta esquiva nebulosa era utilizar un filtro UHC con los prismáticos. No lo había probado nunca, así que mientras la cámara seguía sacando fotografías de M76, me acerqué a la caja de accesorios que llevo durante las observaciones, cogí el filtro y lo coloqué sujeto en la goma de los prismáticos.
Pongo el ojo en el ocular y manteniendo la respiración para conseguir una imagen estable, veo como poco a poco voy percibiendo una clara zona nebulosa. No puedo creerlo, ahí está después de tanto tiempo.
El hecho de no ser una observación planificada me ha condicionado un poco. Principalmente porque no tengo a mano el trípode para los prismáticos y los brazos se van cansando.
Pero no quiero dejar sin dibujo de recuerdo la primera vez que he sido capaz de cazar NGC7000. Así que sentado en el taburete que suelo utilizar cuando observo, con una mano sujetando los prismáticos, la otra manejando el lápiz y aguantando con las piernas la tabla de dibujo con la linterna roja apoyada en ella, haciendo equilibrios, he dibujado lo mejor que he podido lo que estaba viendo.
Primero me he centrado en marcar las estrellas más brillantes del campo. Las más débiles las he obviado, cosa que no hubiera hecho de tener el trípode a mano, pero las circunstancias mandan.
A continuación, he apagado la linterna, me he puesto cómodo, he adaptado lo mejor posible la vista a la oscuridad y he empezado a memorizar los lugares donde percibía la nebulosidad. Cómo he echado de menos el trípode, pero el rato que he pasado disfrutando de la primera vez que he observado NGC7000 quedará en el recuerdo de mi particular historia astronómica.