Cuando planifiqué la observación de NGC2175/NGC2174 lo hice basándome en una descripción que lo definía como un cúmulo abierto asociado a nebulosidad. La noche del 4 de enero de 2013, disfrutando de cielos oscuros y de mi SC de 235mm decidí echarle un vistazo, y lo que vi me dejó bastante satisfecho. Con mi ocular Hyperion Aspheric de 31mm que me proporcionaba 75,80x y un campo de visión que abarcaba 56’, pude disfrutar de una rica zona estelar y una nebulosa bastante extensa y delicada.
Hasta aquí todo correcto. Las dudas sobre lo que realmente estuve observando vinieron después al intentar buscar información adicional sobre la zona, ya que por lo que he podido comprobar, existe cierta confusión a la hora de identificar los objetos visibles en esta zona de cielo.
En muchos atlas estelares actuales NGC2175 aparece definido, efectivamente, como un cúmulo abierto asociado a nebulosidad, nebulosidad catalogada como NGC2174. Pero esta descripción no es correcta. En su libro “Hidden Treasures”, James O’Meara (HT37), aporta un poco de luz a la cuestión.
O’Meara explica que NGC2175 es una nebulosa de emisión que fue descubierta por Carl Christian Bruhns alrededor de 1857. En 1862 Arthur Auwers la incluyó con el número 21 en un catálogo de nebulosas que elaboró. Más tarde, John Herschel lo identificó en su “General Catalogue” como GC1366 para, finalmente, quedarse como NGC2175 en el “New General Catalogue” compilado por Dreyer.
NGC2175 es, de esta manera una nebulosa centrada en la estrella HD42088 (HIP29216) que brilla con magnitud 7,56 y se encuentra a 1,5º al Este de χ2 Orionis. Por su parte, NGC2174 es una pequeña porción de nebulosidad que se encuentra situada en las coordenadas AR: 06h 06m 24,7sg / Dec. +20º 39’ 44,1”.
Así mismo, tanto NGC2175 como la pequeña NGC2174 forman parte de la más extensa nebulosa catalogada como Sharpless 2-252, una extensa región H-II que desde cielos oscuros es fácilmente distinguible con unos prismáticos.
Conviene recordar que una región H-II se refiere a una nube de gas y plasma brillante que puede llegar a ser muy extensa, alcanzando hasta varios cientos de años luz. En ella se forman estrellas masivas que emiten grandes cantidades de luz ultravioleta extrema que ioniza la nebulosa a su alrededor. Las regiones H-II se denominan así por la gran cantidad de Hidrógeno atómico ionizado que contienen.
La cuestión de la nebulosa parece entonces bastante clara, pero ¿qué hay respecto al cúmulo abierto?. Llegados a este punto nos encontramos con que Per Collinder en 1931 incluyó en su estudio “On structural properties of open galactic clusters and their spatial distribution” un cúmulo abierto catalogado como Cr 84 que se encontraba centrado en la estrella HD42088, con lo que tenemos que el cúmulo abierto en cuestión es Collinder 84. El “problema” es que muchos estudios posteriores no dejan claro que estemos ante un cúmulo abierto real, sino más bien ante pequeños grupos estelares dispersos por toda la extensión de NGC2175 que se encuentran a diferentes distancias que van de los 1.300 hasta los 3.300 años luz.
En definitiva, atendiendo a los argumentos de los expertos lo que observé aquella noche fue la nebulosa NGC2175… y si realmente existe como tal, el cúmulo abierto Cr 84.
Este es el dibujo que hice de lo que pude ver por el ocular alternando la observación sin filtros con la utilización de un UHC y un OIII. Con ello quiero decir que la nebulosa sin filtros no la veía tan marcada como se aprecia, con tanto detalle la pude ver con los filtros, pero por contra, con ellos las estrellas más débiles, aunque aparecen en el dibujo, desaparecían de mi vista.
Sin ser consciente de todo lo que he explicado hasta ahora, éstas fueron las notas que tomé durante mi observación:
“Una bonita zona estelar que exige que le dediquemos toda nuestra atención para sacarle el máximo partido. Es mejor utilizar los mínimos aumentos posibles, ya que parece ser que NGC2175 se extiende por todo el campo del ocular que me ofrece el Hyperion de 31mm, así que tal vez sería mejor un telescopio que ofreciera un mayor campo. Pero esta noche es lo que hay.
Solo poner el ojo en el ocular me encuentro con un rico campo estelar, pero sin la presencia de estrellas especialmente brillantes. La más destacada es la que aparece en el centro del dibujo (HD42088) que brilla con magnitud 7,56 y ofrece un color blanco inmaculado muy atractivo.
Destaca tanto esta estrella que me hace dudar que pertenezca realmente al cúmulo, cúmulo que se presenta muy extenso y poblado de estrellas muy desperdigadas.
Cerca de HD42088 me fijo en una pareja de estrellas (TYC1322-225-1 y TYC1322-507-1), en el dibujo un poco abajo a la derecha de ella, que son realmente espectaculares. Gemelas, azuladas, no demasiado brillantes, pero sí lo suficiente como para destacar del resto del vecindario estelar. Más tarde veo que en el catálogo del WDS aparecen catalogadas como doble con los siguientes datos:
Además esta pareja se encuentra flanqueada por dos estrellas más débiles equidistantes a ellas que ofrecen el aspecto de un bonito asterismo.
Estoy tan enfrascado disfrutando de la exuberancia estelar que se presenta ante mí que casi he olvidado la existencia de la nebulosa asociada. Me centro un poco en el nuevo objetivo y ayudado de la visión lateral y adaptando mejor la vista a la oscuridad después de haber dibujado las estrellas que veo, noto como alrededor de las más brillantes se empieza a notar algunas manchitas difusas.
Con todo, es cuando pongo el filtro UHC que la nebulosa se hace mucho más evidente. Poco a poco voy adaptando la vista a la presencia del filtro y junto a la marcada nebulosidad alrededor de las estrellas voy notando otras zonas más tenues y delicadas, pero que cada vez las distingo mejor. Al final consigo una vista realmente espectacular.
Pongo el filtro OIII, pero no acaba de convencerme lo que veo a través de él y vuelvo al UHC. Intento memorizar todos los detalles de la nebulosa y enciendo la linterna roja para plasmarlos en el dibujo. Con ello consigo arruinar todo el trabajo de adaptación de la vista a la oscuridad, pero no hay otra manera de continuar con el dibujo. De ahí la gran importancia de memorizar todo lo que se pueda respecto a lo que se está viendo para dibujarlo de la manera más completa y fidedigna posible.
Miro el reloj y me sorprendo al ver que he estado unos tres cuartos de hora con NGC2157. Ni me he dado cuenta… señal de que este objeto, como comentaba al principio precisa de nuestra máxima concentración para poder exprimirlo al máximo”.
En definitiva, una nebulosa fácil de observar si se disponen de cielos oscuros, pero más complicada a la hora de disfrutar de todo lo que nos puede ofrecer. Sin ir más lejos, en teoría la nebulosidad me abarcaba todo el campo del ocular… y de ella sólo fui capaz de percibir lo que aparece en el dibujo. Pero no me sabe mal ni un minuto de los empleados en su observación.
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domingo, 27 de enero de 2013
sábado, 19 de enero de 2013
NGC1851 - Cúmulo globular en Columba
En todas las planificaciones de observación que me preparo siempre incluyo algún reto especial. Si dijera que la noche del 4 de enero de 2013 el objeto complicado que anoté fue un cúmulo globular que se extiende a lo largo de un diámetro de 12’, que brilla con magnitud 7,1 y que es resoluble, seguro que habría quien pensaría que intento bromear o que estoy confundido. Y más teniendo en cuenta que, por poner un ejemplo, el globular M68 del asequible catálogo Messier, situado en la constelación de Hydra, presenta unos 10’ de diámetro y brilla con magnitud 7,3.
Pero todo tiene una explicación. Desde mi latitud 40º 43’, NGC1851, el objeto al que me refiero, no se eleva más allá de los 10º respecto a la línea del horizonte. De esta manera, un cúmulo que observado en condiciones adecuadas sería (es) realmente espectacular, para mí se convierte en un auténtico reto.
NGC1851 fue descubierto en 1826 por el astrónomo escocés James Dunlop, el cual lo incluyó en su catálogo "A catalogue of nebulae and clusters of stars in the southern hemisphere, observed at Parramatta in New South Wales” publicado en “Philosophical Transactions of the Royal Society”, Vol. 118, p. 113—151. Este catálogo puede consultarse completo en la siguiente dirección:
http://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=njp.32101076185337;seq=131;view=1up;num=113
En concreto NGC1851 está catalogado como Dunlop 508:
http://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=njp.32101076185337;seq=160;view=1up;num=140
Casualidades de la vida. Al encontrar la fuente directa de lo que apuntó Dunlop acerca de NGC1851, he visto que en la descripción que hace también lo compara con M68. Es entrañable leer antiguas anotaciones de observación astronómica, nos hace ver que a pesar del tiempo transcurrido, las emociones que sentimos nosotros ante lo que vemos por el telescopio eran muy parecidas a las que tuvieron los astrónomos que nos precedieron. Esta es la entrada de Dunlop 508:
La traducción aproximada es:
“Una sumamente brillante, redondeada y bien definida nebulosa, alrededor de 1½’ de diámetro, extremadamente condensada casi hasta el mismo borde. Esta es la más brillante pequeña nebulosa que he visto nunca. Probé con diferentes aumentos en su hermoso globo; una considerable zona alrededor del borde es resoluble, pero la compresión central es tan grande que no puedo razonablemente esperar separar las estrellas. La comparo con 68 Conn. Des Temps, y esta nebulosa excede en mucho a 68 en condensación y brillo”.
NGC1851 lo podemos localizar en la constelación de Columba y se encuentra a unos 39.400 años luz de distancia.
Como comentaba al principio, la noche del 4 de enero de 2013, desde unos cielos oscuros, sin Luna, un seeing de 3/5 (Siendo 5=óptimo) y disponiendo de mi SC de 235mm apunté hacia este globular y me dispuse a dibujarlo observándolo con mi Radian de 10mm (235x):
Y estos son los comentarios que anoté en mis apuntes de observación:
“Un verdadero reto para mis condiciones de observación. Esta noche en concreto no se eleva más que a 9º 31’ respecto al horizonte y para colmo de males, justo encima de la lejana contaminación lumínica de la costa levantina y con una turbulencia atmosférica que sin ser horrible del todo, no es de las mejores que podría esperar.
Soy consciente que con estos condicionantes no podré disfrutar de todo lo que puede llegar a ofrecer este globular, sin embargo el objetivo de la noche era cazarlo, y como mínimo, esto sí que lo he conseguido.
Lo localizo con una facilidad que me sorprende con el ocular de 25mm (94x), pero enseguida veo que es necesario forzar los aumentos para exprimirlo al máximo de mis posibilidades. Finalmente opto por los 235x, un buen equilibrio entre necesidad de magnificación y turbulencia atmosférica de la noche.
A pesar de la alegría de localizarlo, lo que veo por el ocular en vez de alegrarme me provoca cierto malestar al comprobar que si yo lo veo tal como lo veo, en condiciones ideales estaría ante un globular de bandera. Por mi parte, está noche veo un núcleo muy brillante y marcado que por momentos me parece que resuelvo algunas estrellas en su interior, sobre todo cuando hace un buen rato que tengo el ojo pegado al ocular. La pena es no poder verlo diáfano del todo. Pero lo más espectacular es que este núcleo extremadamente brillante se encuentra rodeado por una tenue corona, muy extensa que se aprecia mejor utilizando la visión lateral (mirando de reojo). No es difícil apreciarla, lo complicado es verla en toda su extensión y magnificencia.
Lo que me llama la atención es el pobre campo estelar en el que se encuentra enmarcado. Tan sólo puedo distinguir dos estrellas que lo acompañan a estos aumentos. A lo mejor si pudiera observarlo más alto respecto al horizonte sería diferente”.
En definitiva, NGC1851 representa una muestra de que el lugar de observación puede convertir un objeto espectacular y asequible en un auténtico reto. Con todo, acabé la visita a este globular contento con la experiencia.
Pero todo tiene una explicación. Desde mi latitud 40º 43’, NGC1851, el objeto al que me refiero, no se eleva más allá de los 10º respecto a la línea del horizonte. De esta manera, un cúmulo que observado en condiciones adecuadas sería (es) realmente espectacular, para mí se convierte en un auténtico reto.
NGC1851 fue descubierto en 1826 por el astrónomo escocés James Dunlop, el cual lo incluyó en su catálogo "A catalogue of nebulae and clusters of stars in the southern hemisphere, observed at Parramatta in New South Wales” publicado en “Philosophical Transactions of the Royal Society”, Vol. 118, p. 113—151. Este catálogo puede consultarse completo en la siguiente dirección:
http://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=njp.32101076185337;seq=131;view=1up;num=113
En concreto NGC1851 está catalogado como Dunlop 508:
http://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=njp.32101076185337;seq=160;view=1up;num=140
Casualidades de la vida. Al encontrar la fuente directa de lo que apuntó Dunlop acerca de NGC1851, he visto que en la descripción que hace también lo compara con M68. Es entrañable leer antiguas anotaciones de observación astronómica, nos hace ver que a pesar del tiempo transcurrido, las emociones que sentimos nosotros ante lo que vemos por el telescopio eran muy parecidas a las que tuvieron los astrónomos que nos precedieron. Esta es la entrada de Dunlop 508:
La traducción aproximada es:
“Una sumamente brillante, redondeada y bien definida nebulosa, alrededor de 1½’ de diámetro, extremadamente condensada casi hasta el mismo borde. Esta es la más brillante pequeña nebulosa que he visto nunca. Probé con diferentes aumentos en su hermoso globo; una considerable zona alrededor del borde es resoluble, pero la compresión central es tan grande que no puedo razonablemente esperar separar las estrellas. La comparo con 68 Conn. Des Temps, y esta nebulosa excede en mucho a 68 en condensación y brillo”.
NGC1851 lo podemos localizar en la constelación de Columba y se encuentra a unos 39.400 años luz de distancia.
Como comentaba al principio, la noche del 4 de enero de 2013, desde unos cielos oscuros, sin Luna, un seeing de 3/5 (Siendo 5=óptimo) y disponiendo de mi SC de 235mm apunté hacia este globular y me dispuse a dibujarlo observándolo con mi Radian de 10mm (235x):
Y estos son los comentarios que anoté en mis apuntes de observación:
“Un verdadero reto para mis condiciones de observación. Esta noche en concreto no se eleva más que a 9º 31’ respecto al horizonte y para colmo de males, justo encima de la lejana contaminación lumínica de la costa levantina y con una turbulencia atmosférica que sin ser horrible del todo, no es de las mejores que podría esperar.
Soy consciente que con estos condicionantes no podré disfrutar de todo lo que puede llegar a ofrecer este globular, sin embargo el objetivo de la noche era cazarlo, y como mínimo, esto sí que lo he conseguido.
Lo localizo con una facilidad que me sorprende con el ocular de 25mm (94x), pero enseguida veo que es necesario forzar los aumentos para exprimirlo al máximo de mis posibilidades. Finalmente opto por los 235x, un buen equilibrio entre necesidad de magnificación y turbulencia atmosférica de la noche.
A pesar de la alegría de localizarlo, lo que veo por el ocular en vez de alegrarme me provoca cierto malestar al comprobar que si yo lo veo tal como lo veo, en condiciones ideales estaría ante un globular de bandera. Por mi parte, está noche veo un núcleo muy brillante y marcado que por momentos me parece que resuelvo algunas estrellas en su interior, sobre todo cuando hace un buen rato que tengo el ojo pegado al ocular. La pena es no poder verlo diáfano del todo. Pero lo más espectacular es que este núcleo extremadamente brillante se encuentra rodeado por una tenue corona, muy extensa que se aprecia mejor utilizando la visión lateral (mirando de reojo). No es difícil apreciarla, lo complicado es verla en toda su extensión y magnificencia.
Lo que me llama la atención es el pobre campo estelar en el que se encuentra enmarcado. Tan sólo puedo distinguir dos estrellas que lo acompañan a estos aumentos. A lo mejor si pudiera observarlo más alto respecto al horizonte sería diferente”.
En definitiva, NGC1851 representa una muestra de que el lugar de observación puede convertir un objeto espectacular y asequible en un auténtico reto. Con todo, acabé la visita a este globular contento con la experiencia.
miércoles, 16 de enero de 2013
Júpiter el 8 de enero de 2013
Esta conjunción de Júpiter 2012-2013 no he tenido demasiada suerte a la hora de observar y fotografíar el planeta. Cuando no era culpa de la turbulencia atmosférica, era culpa de las nubes, o culpa del manitas que fotografiaba... el caso es que por una u otra razón no he conseguido una foto que me haya satisfecho completamente, ni con el SC de 235mm ni con el de 127mm.
Pero eso no quiere decir que no haya disfrutado en algún momento con el gigante planetario de nuestro Sistema Solar.
La noche del 8 de enero de 2013 la Luna no estaba presente en el cielo y la atmósfera se encontraba bastante tranquila (estimé un 4/5 de seeing, siendo 5=óptimo). Por contra, me encontraba en mi lugar de observación habitual... es decir, contaminación lumínica apoyada esa noche por las luces del campo de fútbol que tengo al lado de mi domicilio, y disponiendo del SC de 127mm en vez del tragaluz de 235mm que se encuentra "descansando" en mi pueblo.
Y con todo, pude sacar esta fotografía de un espectacular Júpiter flanqueado por sus satélites Ío, el más próximo al planeta y Callisto.
En visual pude ver perfectamente sus bandas ecuatoriales y las sombras de los polos. Pasé un buen rato de observación con el premio añadido de la foto de recuerdo.
Es curioso que ni en mis mejores sueños, cuando empecé con la afición astronómica, me imaginé que pudiera ver Júpiter de la manera en que lo vi esta noche y ni en sueños pensar en fotografiarlo... y ahora me encuentro quejándome de que no haya quedado mejor... mira que llegamos a ser complicados.
Pero eso no quiere decir que no haya disfrutado en algún momento con el gigante planetario de nuestro Sistema Solar.
La noche del 8 de enero de 2013 la Luna no estaba presente en el cielo y la atmósfera se encontraba bastante tranquila (estimé un 4/5 de seeing, siendo 5=óptimo). Por contra, me encontraba en mi lugar de observación habitual... es decir, contaminación lumínica apoyada esa noche por las luces del campo de fútbol que tengo al lado de mi domicilio, y disponiendo del SC de 127mm en vez del tragaluz de 235mm que se encuentra "descansando" en mi pueblo.
Y con todo, pude sacar esta fotografía de un espectacular Júpiter flanqueado por sus satélites Ío, el más próximo al planeta y Callisto.
Pinchar en la foto para verla más grande |
En visual pude ver perfectamente sus bandas ecuatoriales y las sombras de los polos. Pasé un buen rato de observación con el premio añadido de la foto de recuerdo.
Es curioso que ni en mis mejores sueños, cuando empecé con la afición astronómica, me imaginé que pudiera ver Júpiter de la manera en que lo vi esta noche y ni en sueños pensar en fotografiarlo... y ahora me encuentro quejándome de que no haya quedado mejor... mira que llegamos a ser complicados.
domingo, 13 de enero de 2013
Ceres - planeta enano el 23 de diciembre de 2012
A lo largo de la Historia muchos han sido quienes han propuesto una concepción cosmológica en la que todo se encuentra en armonía guardando una perfecta proporción fruto de la Creación divina. En base a la justificación de esta visión del Cosmos, en 1766 un profesor de la Universidad de Wittemberg, Johann Daniel Titius, añadió un prólogo en su traducción al alemán del libro de Charles Bonnet “Contemplation de la nature”, en el que desarrollaba lo que posteriormente fue conocida como la “Ley Titius/Bode”.
Titius había observado que si se dividía la distancia entre el Sol y Saturno en 100 partes, situando a Mercurio separado del Sol en 4 partes, a partir de él, el resto de planetas se situarían en la siguiente secuencia:
Venus 4+3= 7 partes.
Tierra 4+6= 10 partes.
Marte 4+12= 16 partes
(?) 4+24= 28 partes
Júpiter 4+48= 50 partes
Saturno 4+96= 100 partes
Con estos datos planteó que en la zona que representarían las 28 partes debería existir algún cuerpo celeste… que todavía no se había descubierto.
Lo cierto es que si dividimos el resultado correspondiente a cada planeta por 10, los cocientes que obtenemos representan una distancia prácticamente coincidente a la que se encuentra cada planeta respecto al Sol en base a Unidades Astronómicas (UA), es decir, tomando 1=distancia Sol-Tierra.
En esta tabla se puede apreciar mejor la comparación entre los resultados obtenidos a partir de la propuesta de Titius con los datos reales que conocemos en la actualidad:
Hoy por hoy hay defensores y detractores de esta “Ley”, pero la gran mayoría de científicos no la consideran como tal, sino más bien una curiosidad matemática.
Pero no debemos menospreciar las casualidades y curiosidades como motor del avance científico.
El 13 de marzo de 1781 William Herschel anunció el descubrimiento de un nuevo planeta, al que bautizó como Georgium Sidus, en honor al Rey Jorge III, sin embargo pronto fue bautizado como Urano a propuesta de Johann Elert Bode, nombre que quedó ya como definitivo. Este descubrimiento hizo que se empezara a tomar más en serio la Ley de Titius, ya que la posición en la que se encuentra Urano mantiene la secuencia establecida, es decir:
Urano 4+192= 196 partes
Con lo que siguiendo el mismo proceso que con los anteriores planetas (dividiendo el resultado por 10 y comparándolo con la distancia real de Urano en UA) tendremos que:
En 1796 tuvo lugar un congreso astronómico en la ciudad alemana de Gotha donde se recomendó la búsqueda de un cuerpo situado entre la órbita de Marte y Júpiter que cumpliera la Ley de Titius. Franz Xaver von Zach fue el encargado de coordinar el grupo de 24 astrónomos que se dedicaron a buscar sistemáticamente el “planeta perdido”.
Sin embargo, como pasa muchas veces en astronomía, el primero que encontró un cuerpo celeste ubicado en la zona propuesta no estaba enfrascado en esta búsqueda. El 1 de enero de 1801 el sacerdote católico Giuseppe Piazzi enfrascado en la elaboración de un completo catálogo estelar descubrió un punto que se desplazaba entre el campo estelar. Ya en un primer momento tuvo la sospecha de que podía tratarse de un nuevo planeta, pero dando muestra de prudencia, dio a conocer su descubrimiento como si se tratara de un nuevo cometa.
Piazzi lo bautizó como Ceres Ferdinandea (más tarde quedaría simplemente como Ceres) y sería considerado como un nuevo planeta durante más de medio siglo. Pero con el tiempo se fueron encontrando un gran número de objetos similares, aunque más pequeños, perdiendo su singularidad y que acabarían siendo incluidos en una nueva zona comprendida entre 2 y 3,5 UA que se denominó Cinturón de Asteroides. A partir de entonces ya no fue considerado como un planeta, sino como un asteroide más.
Pero los avatares de Ceres no terminaron ahí. El 24 de agosto de 2006 la Unión Astronómica Internacional (UAI) redefinió el concepto de planeta, de manera que Plutón dejó de ser considerado como tal incluyéndose en la nueva categoría de “Planeta Enano”, categoría en la que también tuvo cabida Ceres, el cual pasó esta vez de ser considerado asteroide a enmarcarse como planeta enano.
Un planeta enano es un cuerpo celeste que se encuentra en órbita alrededor del Sol, que tiene suficiente masa para que su propia gravedad haya superado la fuerza de cuerpo rígido, de manera que adquiera un equilibrio hidrostático (forma casi esférica). No es un satélite de un planeta u otro cuerpo no estelar y no ha limpiado la vecindad de su órbita.
La noche del 23 de diciembre de 2012 tenía ganas de sacar el telescopio para observar un rato, pero el gran brillo de la Luna, iluminada en un 83% de su superficie, me limitaba un poco las opciones. Entonces recordé que Ceres se encontraba en una situación favorable para apuntar hacia él. Situado a 1,69 UA de la Tierra (2,67 del Sol) y brillando con una magnitud de 6,7 durante esa fecha andaba por la constelación de Taurus, bien alta en el cielo.
Apunté mi SC de 235mm hacia el lugar donde debería encontrase Ceres y utilizando el ocular de 25mm (94x), dibujé lo que veía a través de él:
A pesar de su apariencia estelar me resulta fácil identificarlo, ya que en el campo del ocular tan solo le acompañan estrellas de magnitud 9,5-10. Aparece como el punto más brillante, inconfundible. No soy capaz de ver una forma planetaria clara, se asemeja a una estrella cualquiera, sin embargo sí puedo disfrutar de un color crema, más cercano al blanco que al amarillo, muy atrayente.
Durante la observación tuve un recuerdo hacia Piazzi y pensé que ni él mismo debió creerse en ningún momento que ese puntito luminoso perteneciera a un cometa…
La fotografía me permitió disfrutar mejor de Ceres y rememorar en cierta manera lo que pudo sentir Pizzi al comprobar su el movimiento por entre las estrellas:
Esta es una animación de la zona donde se encontraba Ceres el 23 de diciembre de 2012 entre las 22h 02m T.U. y las 22h 34m T.U. Es un recorte de las fotos que tomé con mi Nikon D70S a foco primario del SC de 235mm.
Como comento a menudo, en muchas ocasiones no es tanto lo que vemos a través del telescopio como saber y comprender lo que vemos. En este caso, la humanidad tan sólo tiene constancia de la existencia de este bonito punto luminoso desde hace poco más de dos siglos, e independientemente de cómo lo definamos, no deja de ser un miembro más de la familia de nuestro Sistema Solar, testigo mudo de nuestra existencia y que nos ayudará a comprender un poco nuestro rincón de Cosmos cuando la sonda Dawn de la NASA, si todo va como se espera, llegue a Ceres en febrero de 2015.
Titius había observado que si se dividía la distancia entre el Sol y Saturno en 100 partes, situando a Mercurio separado del Sol en 4 partes, a partir de él, el resto de planetas se situarían en la siguiente secuencia:
Venus 4+3= 7 partes.
Tierra 4+6= 10 partes.
Marte 4+12= 16 partes
(?) 4+24= 28 partes
Júpiter 4+48= 50 partes
Saturno 4+96= 100 partes
Con estos datos planteó que en la zona que representarían las 28 partes debería existir algún cuerpo celeste… que todavía no se había descubierto.
Lo cierto es que si dividimos el resultado correspondiente a cada planeta por 10, los cocientes que obtenemos representan una distancia prácticamente coincidente a la que se encuentra cada planeta respecto al Sol en base a Unidades Astronómicas (UA), es decir, tomando 1=distancia Sol-Tierra.
En esta tabla se puede apreciar mejor la comparación entre los resultados obtenidos a partir de la propuesta de Titius con los datos reales que conocemos en la actualidad:
Hoy por hoy hay defensores y detractores de esta “Ley”, pero la gran mayoría de científicos no la consideran como tal, sino más bien una curiosidad matemática.
Pero no debemos menospreciar las casualidades y curiosidades como motor del avance científico.
El 13 de marzo de 1781 William Herschel anunció el descubrimiento de un nuevo planeta, al que bautizó como Georgium Sidus, en honor al Rey Jorge III, sin embargo pronto fue bautizado como Urano a propuesta de Johann Elert Bode, nombre que quedó ya como definitivo. Este descubrimiento hizo que se empezara a tomar más en serio la Ley de Titius, ya que la posición en la que se encuentra Urano mantiene la secuencia establecida, es decir:
Urano 4+192= 196 partes
Con lo que siguiendo el mismo proceso que con los anteriores planetas (dividiendo el resultado por 10 y comparándolo con la distancia real de Urano en UA) tendremos que:
En 1796 tuvo lugar un congreso astronómico en la ciudad alemana de Gotha donde se recomendó la búsqueda de un cuerpo situado entre la órbita de Marte y Júpiter que cumpliera la Ley de Titius. Franz Xaver von Zach fue el encargado de coordinar el grupo de 24 astrónomos que se dedicaron a buscar sistemáticamente el “planeta perdido”.
Sin embargo, como pasa muchas veces en astronomía, el primero que encontró un cuerpo celeste ubicado en la zona propuesta no estaba enfrascado en esta búsqueda. El 1 de enero de 1801 el sacerdote católico Giuseppe Piazzi enfrascado en la elaboración de un completo catálogo estelar descubrió un punto que se desplazaba entre el campo estelar. Ya en un primer momento tuvo la sospecha de que podía tratarse de un nuevo planeta, pero dando muestra de prudencia, dio a conocer su descubrimiento como si se tratara de un nuevo cometa.
Piazzi lo bautizó como Ceres Ferdinandea (más tarde quedaría simplemente como Ceres) y sería considerado como un nuevo planeta durante más de medio siglo. Pero con el tiempo se fueron encontrando un gran número de objetos similares, aunque más pequeños, perdiendo su singularidad y que acabarían siendo incluidos en una nueva zona comprendida entre 2 y 3,5 UA que se denominó Cinturón de Asteroides. A partir de entonces ya no fue considerado como un planeta, sino como un asteroide más.
Pero los avatares de Ceres no terminaron ahí. El 24 de agosto de 2006 la Unión Astronómica Internacional (UAI) redefinió el concepto de planeta, de manera que Plutón dejó de ser considerado como tal incluyéndose en la nueva categoría de “Planeta Enano”, categoría en la que también tuvo cabida Ceres, el cual pasó esta vez de ser considerado asteroide a enmarcarse como planeta enano.
Un planeta enano es un cuerpo celeste que se encuentra en órbita alrededor del Sol, que tiene suficiente masa para que su propia gravedad haya superado la fuerza de cuerpo rígido, de manera que adquiera un equilibrio hidrostático (forma casi esférica). No es un satélite de un planeta u otro cuerpo no estelar y no ha limpiado la vecindad de su órbita.
La noche del 23 de diciembre de 2012 tenía ganas de sacar el telescopio para observar un rato, pero el gran brillo de la Luna, iluminada en un 83% de su superficie, me limitaba un poco las opciones. Entonces recordé que Ceres se encontraba en una situación favorable para apuntar hacia él. Situado a 1,69 UA de la Tierra (2,67 del Sol) y brillando con una magnitud de 6,7 durante esa fecha andaba por la constelación de Taurus, bien alta en el cielo.
Apunté mi SC de 235mm hacia el lugar donde debería encontrase Ceres y utilizando el ocular de 25mm (94x), dibujé lo que veía a través de él:
A pesar de su apariencia estelar me resulta fácil identificarlo, ya que en el campo del ocular tan solo le acompañan estrellas de magnitud 9,5-10. Aparece como el punto más brillante, inconfundible. No soy capaz de ver una forma planetaria clara, se asemeja a una estrella cualquiera, sin embargo sí puedo disfrutar de un color crema, más cercano al blanco que al amarillo, muy atrayente.
Durante la observación tuve un recuerdo hacia Piazzi y pensé que ni él mismo debió creerse en ningún momento que ese puntito luminoso perteneciera a un cometa…
La fotografía me permitió disfrutar mejor de Ceres y rememorar en cierta manera lo que pudo sentir Pizzi al comprobar su el movimiento por entre las estrellas:
Pinchar en la imagen para ver el tamaño completo |
Esta es una animación de la zona donde se encontraba Ceres el 23 de diciembre de 2012 entre las 22h 02m T.U. y las 22h 34m T.U. Es un recorte de las fotos que tomé con mi Nikon D70S a foco primario del SC de 235mm.
Como comento a menudo, en muchas ocasiones no es tanto lo que vemos a través del telescopio como saber y comprender lo que vemos. En este caso, la humanidad tan sólo tiene constancia de la existencia de este bonito punto luminoso desde hace poco más de dos siglos, e independientemente de cómo lo definamos, no deja de ser un miembro más de la familia de nuestro Sistema Solar, testigo mudo de nuestra existencia y que nos ayudará a comprender un poco nuestro rincón de Cosmos cuando la sonda Dawn de la NASA, si todo va como se espera, llegue a Ceres en febrero de 2015.
lunes, 7 de enero de 2013
Fotografiando M82 en Ursa Major
La noche del 4 al 5 de enero de 2013 fue la primera del año en la que pude sacar el telescopio. Cielos negros, buena abertura, turbulencia atmosférica aceptable, temperatura agradable (Aprox. 7ºC)… y un buen número de objetos observados y dibujados. Una noche completa con la que disfruté como un niño.
A punto ya de recoger el equipo y viendo lo fructífera que había sido la noche, decidí montar el reductor de focal Rf3,6 al telescopio de 235mm y acoplarle la Nikon D70S para intentar seguir experimentando con la astrofotografía. El objeto elegido fue la galaxia M82 en Ursa Major.
M82 es una de mis galaxias preferidas. Es muy asequible a todo tipo de telescopios y además puede aguantar bastante bien el tipo frente a una contaminación lumínica moderada. Además, su peculiar forma la hace muy atractiva cuando es observada a través del ocular.
La alineación no era demasiado fina, por lo que tuve que contentarme con exposiciones de 25 segundos. Al final realicé 35 tomas a ISO 1600, con 6 Darks y 4 Offset. Con esto me fui a dormir, y a la mañana siguiente con un café con leche bien calentito al lado me dispuse a procesar la imagen.
Y lo primero que saqué fue un poco… bueno… muy decepcionante:
Por suerte los foros de astronomía están llenos de gente dispuesta a echar una mano a los novatos y Luis Martínez (Kelvinator) en el foro de la AAH me puso sobre la pista del posible problema.
Algo tan tonto como una opción de configuración de la imagen Raw en el programa de apilado DeepSkyStacker. Acabé seleccionando Interpolación AHD (tenía interpolación bilineal) y la cosa mejoró sustancialmente.
A continuación procesé con el PixInsight LE y acabé dando unos últimos retoques y recortando el campo de la foto con el Photoshop. Los pasos que seguí son los que expuse en el minitutorial de M27.
Ya digo que estoy empezando con la astrofotografía, y los resultados, comparados con lo que puede verse por la red no son nada del otro mundo. Incluso es probable que alguien con mejores conocimientos de procesado pudiera exprimirla mejor. Sin embargo, esta vez quedé muy contento con la imagen resultante.
Disfrutar de una agradable noche de observación viendo objetos que no había visto antes, tomando notas, dibujándolos y acabar inmortalizando fotográficamente una galaxia situada a unos 12 millones de años luz, me permite irme a dormir con una sonrisa de oreja a oreja y feliz.
A punto ya de recoger el equipo y viendo lo fructífera que había sido la noche, decidí montar el reductor de focal Rf3,6 al telescopio de 235mm y acoplarle la Nikon D70S para intentar seguir experimentando con la astrofotografía. El objeto elegido fue la galaxia M82 en Ursa Major.
M82 es una de mis galaxias preferidas. Es muy asequible a todo tipo de telescopios y además puede aguantar bastante bien el tipo frente a una contaminación lumínica moderada. Además, su peculiar forma la hace muy atractiva cuando es observada a través del ocular.
La alineación no era demasiado fina, por lo que tuve que contentarme con exposiciones de 25 segundos. Al final realicé 35 tomas a ISO 1600, con 6 Darks y 4 Offset. Con esto me fui a dormir, y a la mañana siguiente con un café con leche bien calentito al lado me dispuse a procesar la imagen.
Y lo primero que saqué fue un poco… bueno… muy decepcionante:
Por suerte los foros de astronomía están llenos de gente dispuesta a echar una mano a los novatos y Luis Martínez (Kelvinator) en el foro de la AAH me puso sobre la pista del posible problema.
Algo tan tonto como una opción de configuración de la imagen Raw en el programa de apilado DeepSkyStacker. Acabé seleccionando Interpolación AHD (tenía interpolación bilineal) y la cosa mejoró sustancialmente.
A continuación procesé con el PixInsight LE y acabé dando unos últimos retoques y recortando el campo de la foto con el Photoshop. Los pasos que seguí son los que expuse en el minitutorial de M27.
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Disfrutar de una agradable noche de observación viendo objetos que no había visto antes, tomando notas, dibujándolos y acabar inmortalizando fotográficamente una galaxia situada a unos 12 millones de años luz, me permite irme a dormir con una sonrisa de oreja a oreja y feliz.